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Scripta Vetera 
EDICIÓN  ELECTRÓNICA DE TRABAJOS PUBLICADOS  
SOBRE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES 
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1578-0015

 

LOS CENTROS DE ESTUDIOS Y LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO: PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO Y PARTICIPACIÓN

Horacio Capel
Universidad de Barcelona

Publicado originalmente en:
Jornades Els Centres d’Estudis i el patrimoni cultural. Els papers dels Centres d’Estudis en la protecció, recerca i difusió del patrimoni’. [En línea]. Barcelona: Centre d’Estudis Ignasi Iglesias, 20, 21 i 22 d’octubre 2006. <http://www.sre.urv.es/irmu/patrimoni/inter.htm>.


 

En la convocatoria de estas Jornadas sobre “Centres d’Estudis i el Patrimoni cultural” se señalaba la trascendencia de que los centros de estudios investiguen y ayuden a conocer el pasado y su entorno actual, “para que el presente sea enriquecedor y el futuro conozca sus raíces”. Investigación y protección están muy relacionadas, ya que generalmente es el inventario, el catálogo y el estudio lo que permite proteger el patrimonio.

La conceptualización del patrimonio conduce a tener en cuenta la variedad del mismo y la diversidad de perspectivas. En particular, el concepto de patrimonio se extiende hoy tanto al material como al inmaterial. El primero incluye el medio natural (geológico, botánico…), el paisaje, el patrimonio arqueológico, monumental, urbano, rural, industrial, comercial, y documental, entre otros que tienen una presencia física en el territorio. El patrimonio inmaterial se extiende a la cultura propia de un lugar, el patrimonio etnográfico (oficios tradicionales), el social y antropológico, (por ejemplo la cultura popular y las fiestas -como la Patum de Berga, hoy Patrimonio de la Humanidad).

Todo el mundo estará probablemente de acuerdo en esa enumeración. En general son cuestiones tenidas en cuenta por la actividad de los centros de estudios. Pero también pueden formar parte del patrimonio cultural inmaterial otros aspectos que deberían ser igualmente de interés; son asimismo fundamentales, pero seguramente suscitarán más dudas y debates. Entre ellos podemos citar los siguientes: la cocina tradicional o algunos ingredientes de la misma (la UNESCO está a punto de declarar el maíz y la gastronomía mexicana como Patrimonio de la Humanidad); el espíritu empresarial; las tradiciones sociales y económicas que favorecen el desarrollo endógeno; la capacidad de innovación; el asociacionismo; las redes sociales; la generosidad (para dar órganos vitales, para la adopción de niños enfermos…); la aceptación del otro, de otros valores y otras culturas; las tradiciones religiosas, expresadas a través de las fiestas y procesiones, y la actitud ante otras religiones; la capacidad para generar alternativas al orden social; la propiedad o la explotación colectiva de la tierra. Se trata, en todos los casos, de rasgos culturales específicos que constituyen un patrimonio social digno de valorar y destacar, ya que tienen consecuencias para la riqueza del presente y para que el futuro conozca sus raíces. Y que, además, en todos los casos puede ser destacado ante la población propia como elemento de identidad; y ante los extraños, en algún caso, como factor de atracción.

En general, estas cuestiones no son tratadas por los centros de estudios locales. Pero sería posible imaginar que se dedicaran a estudiarlas. Al igual que otras que tampoco son consideradas, como las siguientes: los mecanismos ideológicos de dominación social; la apropiación de la renta por los grupos privilegiados; la estructura de la propiedad rural o urbana; la obtención de plusvalías de la propiedad inmueble; los pisos vacíos (para gravarlos con impuestos, para su uso social o para apoyar el movimiento okupa); el conflicto social; la inserción laboral de los jóvenes y la ausencia de contratos estables; la falta de valores, que conduce al botellón; las expectativas desmesuradas de felicidad y la drogadicción; la incompetencia de los políticos del barrio o de la ciudad; la actitud colectiva de aceptación o rechazo de la corrupción política y urbanística (comisiones, etc); el uso del ciberespacio y otros.

Nadie piensa en ello al hablar de los centros de estudios, ni al hablar de la cultura, aunque seguramente si se hiciera daría a los centros una mayor visibilidad y atractivo ante los jóvenes. Algunos son ya temas que se estudian en la historia local, y que han aparecido, por ejemplo, en congresos organizados por historiadores; y en Cataluña en reuniones convocadas por la revista L’Avenç, así como en diversas reuniones de historia local.

En general, en los centros de estudios no se piensa en estos temas por varias razones: 1) los centros de estudios locales son entidades y agrupan a personas, frecuentemente, de carácter conservador; 2) reciben apoyo económico del poder (son muy pocos los verdaderamente independientes por las cuotas o las ayudas privadas); 3) se insertan en una tradición histórica y geográfica en la que los temas de interés están ya bien establecidos; 4) por otras razones (por ejemplo: son correas de transmisión de la ideología dominante). Podrían debatirse los cuatro puntos, pero, por razones del tiempo asignado a esta ponencia, trataré sobre todo el punto 3.

La tradición de los estudios locales y comarcales

Los centros de estudios son esencialmente centros de estudios locales y territoriales. Es decir, tienen un ámbito de estudio y actuación local, comarcal o regional.

El interés por el medio local y la tradición de los estudios locales y comarcales hunde sus raíces en varias líneas de pensamiento. Podemos citar, en primer lugar, la tradición pedagógica, y concretamente el interés por lo próximo y por una enseñanza activa, frente a la enseñanza memorística de la geografía y la historia. Sus orígenes están en los siglos XVIII y XIX, en el padre Sarmiento, en Rousseau, Pestalozzi y otros pedagogos del romanticismo y el positivismo. En la educación española se difunde durante el siglo XIX y principios del XX. Desde los años 1970 y 80 el estudio del medio local constituyó un impulso para la renovación educativa en Madrid, Barcelona y otros lugares. Aquí el grupo Rosa Sensat apoyó la investigación del medio local con énfasis en la enseñanza activa a partir de la localidad y su entorno.

El estudio del medio local tiene que ver también con la valoración de método inductivo frente al método deductivo, tanto en la investigación como en la enseñanza.  Es posible, en efecto, empezar por lo general para llegar a lo particular (por ejemplo, de la Tierra al país, al municipio y al barrio), o partir de lo local para llegar a lo general (un actitud típica de la pedagogía del siglo XIX).

También se relaciona con la valoración de los datos empíricos. En la enseñanza de varias materias eso puede significar la necesidad de partir de los datos del medio circundante o próximo. Se vincula con la aspiración a una enseñanza activa: lo cercano permite el trabajo de campo y se conoce el mundo que rodea al niño y al ciudadano.

A todo ello hay que añadir otras líneas de desarrollo que también han sido influyentes. Por ejemplo, el conflicto entre los intereses locales y el estado. La construcción del estado liberal no fue fácil, y hubo numerosos conflictos y acuerdos con los poderes regionales y locales. Lo cual dio lugar finalmente a movimientos municipalistas, comarcalistas y regionalistas, para la defensa de lo propio. En relación con eso está la aparición del nacionalismo y la búsqueda de identidades diferentes a las del Estado liberal del siglo XIX. Ese nacionalismo puede impregnar a la enseñanza y los estudios, de objetivos ideológicos nacionalistas, de identificación nacional. Como se dice en un texto de enseñanza publicado por docentes del grupo de Rosa Sensat, “solo se ama aquello que se conoce”. Los textos de dicho grupo de educadores insisten en la importancia del conocimiento del medio, de la interpretación histórica del medio “para hacer hombres arraigados en el país”.

Éstas y otras líneas de desarrollo intelectual cristalizaron durante el siglo XIX y comienzos del XX en varios movimientos, escuelas de pensamiento o concepciones científicas: la Heimatkunde o conocimiento de la patria chica, en pedagogía; la fisiografía, en el campo de las ciencias naturales; la geografía regional y el regionalismo, en el campo de la ciencia geográfica; la escuela de los Annales, en la historia, y el desarrollo de la historia local. Todos ellos ponen énfasis en la monografía local y regional y destacan la posibilidad de estudios integrados del medio, de las interacciones entre diferentes elementos.

Los marcos generales de estudio se generan, pues, en las Universidades y centros de investigación y llegan luego a los centros locales, en donde participan también universitarios. Pero hay asimismo flujos desde los centros de estudios locales, que en contacto con el medio pueden explorar nuevos caminos y métodos de aproximación. El debate sobre las relaciones entre historia local e historia general puede ser de interés en relación con ello.

¿Qué se estudia en el medio local, y cómo?

En realidad, en el estudio de un medio local no se considera todo lo que hay en él, sino que se seleccionan algunos aspectos. El medio local se estudia y se observa siempre con ideas previas. Ni siquiera la descripción se hace sin ellas. Por ejemplo en la descripción de lo que hay en la sala donde nos encontramos podemos empezar por describir los cabellos de todos los asistentes o las manchas y signos de la pared, lo que conduciría a un relato interminable. Los centros de estudios locales estudian temas que ya están codificados. Por ejemplo, si el Centro d’Estudis Ignasi Iglesias se propone estudiar el territorio de Sant Andreu podría imaginarse que prestara atención al número de macetas con geranios, de tejas, balcones, hormigueros o adoquines. Desde el punto de vista histórico podría estudiarse la genealogía de todos los habitantes desde la época romana, la aparición del nombre de Josep, y realizar un inventario de todos los que lo han llevado en el barrio, especialmente de los pelirrojos. Desde el punto de vista de las ciencias naturales, podría fijarse en las características de los gatos cojos, y en particular los de color blanco.

Si se examina la revista Finestrelles se comprobará en seguida que no es eso lo que se estudia. Porque hay una selección de temas y de enfoques. La pregunta debe dirigirse hacia las raíces de la selección de los temas y los métodos de aproximación a ellos. La respuesta es la que ya hemos anunciado; esos temas están codificados desde hace tiempo por varias líneas de desarrollo científico: por la geografía local y regional, por la historia académica, por la historia natural, y luego las ciencias naturales, por el arte apodémica o de preparación para los viajes, por la medicina y la topografía médica, o por la ecología.

Existen tradiciones que se reflejan en manuales y en libros que sirven de guía a los estudiosos. Desde el siglo XIX se publican numerosas guías de campo con participación de geógrafos, historiadores y naturalistas. Libros de iniciación a la geografía local[1], de aproximación a la historia local, gran número de textos sobre historia local y comarcal, en su vertiente didáctica e investigadora, itinerarios de la naturaleza, medio local y ecología. Los temas que se investigan y debaten en los centros de estudios derivan de toda esa tradición.

Conviene recordar que no es ésta la única posibilidad de estudio científico del territorio, de sus habitantes y de su historia. Por ejemplo, la geografía regional y la historia de los Annales fueron cuestionadas por muchos especialistas en los años 1950 y 60. Se consideraba que la forma tradicional del estudio geográfico o histórico no era científica por el hecho de que no se pueden generalizar sus conclusiones: cada medio local, o cada momento, es único, una combinación especial e irrepetible, excepcional. También porque las cuestiones sociales son tan complejas y variadas que hay que estudiarlas todas y sus interrelaciones, hay que hacer estudios exhaustivos, historias totales, desde dentro. La alternativa era el énfasis en la teoría (“la teoría es el corazón de la ciencia”, se escribió en ese contexto), en los modelos, como punto de partida para la aproximación a la realidad concreta, en la búsqueda de leyes que permitan la predicción.

Por otra parte, desde el punto de vista educativo, frente al énfasis en lo próximo se puede destacar el interés de lo lejano para entender lo propio. Lo cual podría defenderse todavía más hoy, ante un proceso de globalización que da lugar a una gran imbricación en las escalas, y a una tensión entre lo local y lo global, expresada, entre otros, por el neologismo glocal.

Se ha dicho en la sesión inaugural que “la mirada local al patrimonio es la primera que se hace”. No es seguro que sea así. A veces es la última. Es muy posible que los habitantes de un lugar no valoren realmente aquello que tienen y que perciben cotidianamente, y con frecuencia es desde fuera que empieza a valorarse.

Finalmente, el estudio del medio próximo y su magnificación puede conducir también a la aceptación y la interiorización de los valores que dominan en el mismo, lo cual podría ser negativo si lo que se quiere es favorecer el cambio y la evolución social.

A pesar de todas esas críticas, el medio local se siguió estudiando y hoy vuelve a recibir otra vez una gran atención. En lo que también influyen las orientaciones nuevas que tienen que ver con la recuperación de la memoria histórica y el interés por la historia oral, por el patrimonio artístico, arquitectónico, industrial y técnico existente en los medios locales, con la defensa y el estudio de la lengua y la literatura. Todo lo cual da una gran diversidad y riqueza a los centros que estamos considerando.

Los Centros de Estudios locales en Cataluña

Los centros de estudios locales existen ya en Cataluña, y son un patrimonio importante que es preciso mantener y apoyar. Tal como sucede en otros países y en el conjunto de España.

Los estudios locales están muy difundidos en el mundo anglófono. Si en el Google se busca “local studies” aparecen más de un millón de referencias en inglés. La relación está encabezada por el Manchester Archives of Local Studies, y seguida por un gran número de centros de estudios, archivos y bibliotecas de entidades locales de ciudades británicas, algunos de los cuales están especializados en estudios sobre historia local y de familias (Local & Family History).

En España la tradición de los estudios locales es también antigua y está muy extendida. En el Google pueden localizarse más de 200.000 sitios sobre “estudios locales”, de significado muy diverso. La Confederación Española de Centros de Estudios Locales (CECEL), agrupa a unos 60 centros repartidos en toda España (Centros, Institutos, Fundaciones, Museos…)[2], algunos muy activos. La CECEL coordina los centros, establece vinculaciones con investigadores, estimula programas comunes de investigación. Publica el Boletín Informativo Anual, y la Revista CECEL, y celebra congresos y asambleas, la 53º de las cuales se ha celebrado en Córdoba en septiembre 2006. Los últimos congresos han tenido temas monográficos, como el de 2003 (sobre “Integración Ambiental y Actualización del Patrimonio Histórico con el Cultural”, en Alicante, Fundación Gil-Albert), el de 2004 (“El ordenamiento jurídico local-fueros-cartas de población, Zaragoza, Institución Fernando el Católico) y el de 2005 (“La cultura del olivo”, Jaen, Instituto de Estudios Gieneneses). Algunos de los centros existentes tienen importantes bibliotecas especializadas en estudios locales.

Existe otra dimensión de los estudios locales a la que tal vez deba prestarse atención, la que se refiere al campo jurídico y de la administración. En España destaca en ese sentido el Centro de Estudios Locales del Instituto Nacional de Administraciones Públicas, para la selección, formación de funciones locales. Puede citarse asimismo la

Revista de Estudios Locales, editada por el Consejo General de Colegio de Secretarios, Interventores y Tesoreros de la Administración Local. Si se examinan los números de esta revista publicados en 2006 se encuentra una dimensión de los estudios locales que puede ser de interés para los centros de estudios. Entre las cuestiones abordadas se encuentra la transparencia, legalidad y ética, y la ética pública en el medio local, el derecho de propiedad, la organización de los municipios, la responsabilidad de las autoridades de la administración local, la participación en el gobierno local, la reforma de la administración local, el urbanismo en el medio local, el derecho a la información en el ámbito local, los servicios públicos, entre otros muchos temas de gran interés que podrían introducirse en la actividad de los centros. La tradición de estudios sobre el ámbito de consulta, reclamaciones y demandas ciudadanas y las estructuras existentes en el conjunto de España tal vez podrían ser de utilidad para una acción coordinada de los centros de estudios locales de Cataluña en el ámbito público, que supere el objetivo puramente identitario con la localidad o con espacios mayores.

Los Centros de Estudios Locales de los Países Catalanes poseen una dimensión lingüística, que es a la vez ideológica y nacionalista. Otras alternativas organizativas podrían ser la de la reunión de los Centros de Estudios Locales de la antigua Corona de Aragón, o incluso de los Centros de Estudios Locales de España, con quien tenemos una historia al menos compartida, y seguramente, como algunos creemos, común.

En todo caso, los Centros de Estudios Locales de Cataluña son un activo de gran importancia. Existen en gran número, son a veces dinámicos, con revistas locales y comarcales, y congresos que reúnen a más de un centenar de asistentes y con decenas de comunicaciones. Más aún que en otros lugares, aquí se valora el papel de la historia local en la construcción de identidades y de las imágenes públicas que se poseen.

Las autoridades y jerarquías que ayer estuvieron en la inauguración de estas Jornadas insistieron en ello. Se repitieron ideas como éstas: los centros de estudios locales “ayudan a la integración”, “pueden contribuir a la identidad de cada barrio”, el patrimonio cultural es un “factor de aculturación e integración”, incluso el paisaje se puede convertir en un “factor de identidad comarcal”. No es seguro que esa insistencia en la historia local sesgada hacia la integración sea lo decisivo para conseguirla: para la integración no hacen falta estudios, sino leyes, y escuela pública laica para la educación común de todos los niños, sin distinción de orígenes ni de clase social.

También es verdad que las investigaciones de historia local pueden conectar con la población a través de los centros de estudios locales. Los estudios ya existentes sobre ellos muestran una gran riqueza, como ponen de manifiesto los inventarios de los centros de estudios locales en Cataluña. Por ejemplo el Llibre Blanc dels centres d’estudis i instituts d’investigació de Catalunya, coordinado por Antonio Gavaldá, o el libro de Carles Sapena sobre los de Gerona (desde los más antiguos, como el de Banyoles, hasta los más recientes y renovadores). Las actividades realizadas son múltiples: se organizan congresos y jornadas, investigaciones, ediciones de libros revistas, excursiones.

Existen, desde luego, diversos modelos. Tal vez una primera distinción fundamental sea la que se da entre los centros de estudios locales creados desde arriba y los que se inician desde abajo. Los primeros son fundados y sostenidos por la administración pública, y a veces constituyen claramente secciones de la misma. Es el caso de los Institutos de investigación local o regional (como el Institut Menorquí d’Estudis, organismo autónomo del Consell Insular de Menoría y otros muchos, hasta una veintena), de archivos de ayuntamientos o diputaciones, de organismos, de patronatos. Se pueden incluir también en este grupo los centros de estudios locales creados por ayuntamientos (como el Centre d’Estudis Locals del Ayuntamiento de Inca) los archivos municipales o de distrito con apoyo a la investigación, el Consell Comarcal del Alt Urgell, la Xarxa de Custodia del Territori (¿). Todos ellos son financiados por fondos públicos y tienen directores y muchos tienen juntas directivas nombradas desde arriba. Su labor es frecuentemente muy estimable, aunque estén en cierta manera supeditados a las administraciones de las que dependen. Los gobiernos de Cataluña, tanto los de Convergencia i Unión como los del tripartito (1ª etapa) han apoyado decididamente estos centros, especialmente si tenían un talante nacionalista.

Una segunda categoría es la de los centros de estudios surgidos a partir de iniciativas particulares. Pueden reconocerse diversos subgrupos. Uno es el de los centros de estudios vinculados a la obra cultural o los servicios de estudios de instituciones financieras, como bancos y cajas de ahorro, y a grandes empresas, que a veces apoyan centros de estudios que desarrollan lo esencial de su labor en el ámbito local. Otro muy distinto es el de las asociaciones que están vinculadas a iniciativas de carácter cultural o científico, desde las que poseen objetivos más generales vinculados a un barrio (Centre d’Estudis Ignasi Iglesias, el Centre de Recerca històrica del Poble-sec, el Arxiu Històric del Poblenou) o a una localidad (Centre d’Estudis Santjoanencs, Associació Cultural Lo Rafal de Alcanar, Centre d’Estudis Seniencs, de la Sénia, Centre d’Estudis Comarcals del Baix Llobregat, Centre d’Etudis Argentonins “Jaume Clavell”),  hasta los más específicos y especializados (como la Associació d’Amics del Castell de Gelida, el Centre de Recerca i Documentació Històrico Musical de Mallorca, la Fundació el Solà, Associació Amics de la Catedral de Barcelona, la Societat Arquelógica Luliana).

Finalmente un último grupo es el de centros surgidos en relación con movimientos vecinales, a veces como reacción a problemas que se plantean, incluso de tipo urbanístico y como compromiso de acción. Esos movimientos están en el origen de centros de estudios locales, y realizan e impulsan inventarios del patrimonio. Podemos citar entre ellos el Centre d’Estudis de Montjuic, el Grup d’Estudis de Nou Barris, el Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris vinculado al Ateneu Popular de Nou Barris, la AVV Satalía, el Forum Ribera del Besós). Hay otras muchas asociaciones de interés. Por ejemplo ateneos populares que desde la preocupación por la educación llegan también a los estudios locales.

Todos estos centros son autogobernados y autofinanciados, aunque puedan solicitar subvenciones públicas, y la mayoría lo hagan efectivamente.  En principio, puede suponerse que los centros de iniciativa particular tendrán mayor independencia y que pueden adoptar actitudes más críticas respecto al poder.

Para coordinar, y a veces controlar, todos estos centros han surgido diversas instituciones, tales como la Coordinadora de Centres d’Estudis de Parla Catalana, el Patronat Francesc Eximenis, la Federació de Centres d’Estudis del País Valenciá.  Más recientemente el Institut Ramon Muntaner, con un patronato de la Generalitat de Cataluña,  intenta coordinar la gran cantidad de centros que existen.

Detrás de cada centro de estudios local hay personas concretas. Están constituidos por gentes comprometidas con el medio en que viven (comarca, ciudad, barrio…), de un espíritu generoso, preocupados por la ciudad y por la sociedad, lo que se traduce en su dedicación al estudio y, a veces, a la realización de propuestas. Seguramente falta todavía bastante camino por andar; por ejemplo, ya que se dedican a realizar estudios, tal vez debería exigirse a todos comités científicos y evaluaciones externas, así como justificación pública de los objetivos y de los gastos realizados. Es urgente poner en marcha sistemas rigurosos de evaluación externa para decidir qué puede publicarse. 

El poder debería estar encantado con la existencia de todos estos centros de iniciativa particular, con su actividad, con sus propuestas, al igual que con los movimientos vecinales. No es seguro que siempre lo esté. Desde los años 1985 los movimientos vecinales han sido frecuentemente descalificados por el poder político (en Barcelona, en Cataluña) por no ser representativos en una situación de democracia representativa. Grupos de profesionales o intelectuales que hacen estudios independientes no son aceptados si son críticos, como muestra las iniciativas que se han tomado en relación con el recinto Can Ricart y con el plan de patrimonio del Poble Nou por parte del Forum de la Ribera del Besòs y de la Asociación de Vecinos del Poblenou.

Los centros de estudios locales de Cataluña cuentan con instrumentos de apoyo de gran valor intelectual, como el Servei de Documentació d’Història Local de Catalunya (SDHLC) adscrito al Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UAB, desde 198, y dirigido por Borja de Riquer, y que dispone de unas 70.000 referencias bibliográficas de historia local de Cataluña, con valiosas bibliografías comarcales y temáticas.

Tienen también una gran actividad editora. Se ha conseguido una etapa de consolidación y la variedad de temas es enorme. Pero hay que reconocer que una parte de lo que se publica puede tener una reducida calidad, y que a veces ve la luz por la influencia que tienen en los centros ciertas personas y por la abundancia de recursos públicos que frecuentemente se despilfarran.

El balance general de esta actividad editora es sin duda ambivalente. Puede reconocerse el interés social de las publicaciones, por el estímulo que representa para sus autores y para las entidades. Pero a veces se trata de una producción de escaso valor, que solo generan ruido y confusión. Son muchas las entidades que publican libros de personas significativas del medio local sin ningún interés, excepto para ellos mismos. Sería necesario realizar un inventario riguroso de los temas y de su interés, de su financiación, difusión y utilidad. No es seguro, por ejemplo, que deban dedicarse recursos al estudio de los castellets, a pesar del significado que se les atribuye para la creación de una identidad popular catalana.

En cuanto a los temas de los debates y las publicaciones, se observa la relación con los debates políticos o sociales que se difunden y estimulan desde el poder (personajes, aniversarios relacionados con el barrio, la guerra civil, el franquismo, etc).

El argumento de la necesidad de defender la lengua catalana y la generosidad excesiva de la administración de los sucesivos gobiernos nacionalistas (desde Convergencia i Unió a los del Tripartito formado por socialistas, antiguos comunistas y republicanos) está llevando a dedicar recursos abundantes a estos centros, aunque tratando de situar en primer término a otras personas.

Hay en ellos muchas personas generosas, desinteresadas y amantes de su localidad o de su barrio. Pero seguramente, al igual que se debe decir de las organizaciones no gubernamentales, deberían financiar su actividad con sus propios recursos, en lugar de con fondos públicos.

Pero las mismas comunicaciones que se presentan en las reuniones de los CEL conducen a reforzar la idea de la necesidad de cortar este flujo de recursos públicos. En una de ellas se constata que en la década de 1950, bajo el franquismo, había dos autores catalanes merecedores del premio Nobel de literatura y que ahora no puede señalarse ninguno. Para explicarlo se alude a la actitud cívica de defensa que tenía una parte de la sociedad catalana en la época franquista, con falta total de apoyo político y de recursos. Sorprendentemente la comunicación acaba con un alegato sobre la necesidad de que la administración dedique hoy más recursos a los centros de estudios en defensa de la lengua. Un lector distanciado del texto obtendría una conclusión totalmente contraria: que es conveniente suprimir todas las ayudas, o en todo caso que debería haber un control exigente de calidad. El todo vale en defensa de la lengua catalana ha de dar paso a otra actitud de responsabilidad y contención.

En particular, debería evitarse seguir publicando pretendidos cuentos para niños con personajes fabulosos (dragones, gigantes…) que recorren un barrio o localidad y van presentando su historia y características, y que pretenden difundir una imagen y una  identificación nacionalista. La imagen que ofrecen es muchas veces inaceptable, sesgada, equivocada, pretendidamente nacionalista… Se diría que están hechas por infiltrados antinacionalistas, ya que algunas de ellas son tan burdas que tienen consecuencias totalmente distintas a las que pretenden.

El interés y la utilidad de la actividad de  los centros de estudios para el futuro

Los centros de estudios locales tienen un gran interés desde varias perspectivas: desde el punto de vista intelectual, por los estudios que realizan o estimulan; desde el punto de vista cívico, social y político, por las actividades que desarrollan; interés también por su papel en la defensa del patrimonio cultural. Se integran en ellos personas interesadas, que desean participar, y que se comprometen. Se puede defender que estos centros son esenciales para la sociedad y para la democracia.

Este último aspecto es esencial, ya que necesitamos profundizar la democracia. La democracia representativa es el punto de partida indispensable, pero hoy se ve que no es suficiente. Lo muestra la apatía de bastantes ciudadanos y, especialmente, de los jóvenes. Se ha de profundizar a través de la democracia participativa, y de la práctica cotidiana y ampliamente extendida: desde la comunidad de vecinos de una escalera al barrio, al distrito, a la ciudad.

En ese sentido, el papel de los centros de estudios locales es importante en numerosos aspectos. Desde luego por sus investigaciones, por la labor que realizan en defensa del patrimonio, y en otras dimensiones sociales. Pero también como movimientos ciudadanos que favorecen la participación y el compromiso de los ciudadanos con su localidad o comarca. Pueden contribuir a difundir esas nuevas formas de participación que se necesitan para profundizar y desarrollar la democracia.

Los centros locales de Estudios y su papel en la defensa del patrimonio

Es grande también la importancia de los centros de estudios locales para la defensa del patrimonio. Son muy relevantes para el inventario, la catalogación, el estudio y la difusión, Para la actitud vigilante con vistas a la conservación y la reutilización.

Para proponer nuevos puntos de vista a los políticos, aunque no coincidan con sus objetivos, y con sus ideas sobre lo que representa la modernización y el desarrollo inmobiliario o urbano. Barcelona, e incluso Sant Andreu, nos proporcionan numerosos ejemplos de la importancia de esa presión popular e institucional para la defensa del patrimonio, frente a las ideas de las autoridades municipales y de sus técnicos..

La participación en la protección del patrimonio se consigue, ante todo, contribuyendo a la investigación y estudio del mismo. Es necesario comprometer a toda la población en ello. Puede hacerse con la recogida de testimonios orales, y con la de documentos, fotografías etc. También con la ayuda a la catalogación, y con la difusión a través de debates y conferencias.

Tenemos necesidad de cambiar y profundizar el concepto de participación. No puede seguir realizándose de arriba abajo, desde los políticos y los técnicos hacia la población, que se limitaría a aceptar lo decidido por ellos.

Tenemos necesidad de estudios, pero también de propuestas para intervenir en la gestión, y compromisos respecto a ello. Hay que establecer alternativas de conservación, y también de rehabilitación y uso del patrimonio cultural.

Es necesario elaborar documentos y manifiestos en defensa del patrimonio amenazado, y hacerlos públicos[3]. Tenemos a nuestra disposición la utilización de las nuevas tecnologías y del trabajo en red para la valoración y protección del patrimonio, para lo que existen ya numerosos portales (Coordinadora de Centres d’Estudis de Parla Catalana, IRMU, Patronat Francesc Eximenis, Confederación Española de Centros de Estudios Locales-CECEL etc.).

Los centros de estudios locales son esenciales para conectar a los investigadores con el territorio, y para la difusión cultural.

El patrimonio es importante para: los habitantes de un territorio, para su identidad y enrraizamiento; pero también para los visitantes y los turistas. Para unos y otros hay que valorar el patrimonio, ponerlo en valor, musealizarlo. Son numerosos los beneficios de esa musealización. Pero también hay que ser consciente de los costes elevados que eso puede tener; sobre todo, se ha de evitar la tematización consumista.

Las cuestiones a plantear son muchas por los valores e implicaciones del patrimonio cultural y la diversidad de sus dimensiones: patrimonio urbano, rural, minero, litoral o paisajístico; reflejo de la huella del hombre sobre la Tierra; posibilidad de establecer rutas culturales transcomarcales, transregionales y transnacionales;  nuevas formas de organización; puesta en marcha de experiencias de colaboración entre la administración pública y la iniciativa privada.

Al mismo tiempo, se necesita urgentemente buscar marcos teóricos e integradores que permitan orientar y coordinar los estudios locales. Examinando los trabajos que se realizan por los centros de estudios locales se observa una gran dispersión; una dispersión seguramente muy enriquecedora, pero dispersión al fin. Todos los estudios están motivados por el amor a la localidad y la defensa del patrimonio. Pero los temas son extraordinariamente diversos: desde la música y la historia oral a las masías y las fábricas; desde los nichos ecológicos de determinadas especies de pájaros o ciertos yacimientos geológicos al paisaje natural y humanizado.

Debería haber una forma de articular todo ello, y en relación con los marcos teóricos de los estudios científicos. Por ejemplo, es posible intentar articular los estudios que se realizan sobre el territorio, sobre la organización del espacio local o comarcal. Podrían proponerse planes de trabajo en los que se abordaran sistemáticamente cuestiones como el papel de las redes, la estructura de la propiedad, las estrategias de las empresa inmobiliarias, los intereses de los industriales, los movimientos vecinales, el papel del marco jurídico, los modelos implícitos y explícitos de organización y desarrollo. De esta manera los resultados podrían servir para entender como se organiza el territorio (especialmente en la época contemporánea, siglos XIX-XXI), para articular con programas de investigación en marcha, para tener criterios respecto a lo que ha de conservarse, y porqué, para debatir lo que ha ocurrido y las alternativas existentes.

Hay naturalmente muchos temas articuladores y enfoques. Por ejemplo: en relación con el cambio social, o con teorías ecológicas o de carácter naturalista; o relacionados con las condiciones ambientales que afectan negativamente a la salud de la población; también sobre las estrategias de actuación de los agentes urbanos (propietarios del suelo, empresas inmobiliarias, empresas industriales, bancos etc) sobre la ciudad, para entender la forma como el espacio urbano va siendo organizado y las razones que existen para ello, así como el papel del planeamiento y del marco legal.

En cualquier caso, vale la pena insistir en que la mayor parte de los estudios deberían poner énfasis en los problemas actuales, y partir de ellos para ir al pasado. Y en contacto con los programas que se desarrollan en la Universidad y en los centros de investigación de nivel superior. Al mismo tiempo se necesita no aproximarse a los problemas desde una sola perspectiva (como, por ejemplo, la del patrimonio) sino tratar de conocer sus diversas dimensiones.

La preocupación por las masías en el espacio urbano es algo que tiene hoy gran interés en relación con el patrimonio histórico existente y amenazado. Pero podemos preguntarnos qué es lo que se valora en ellas, y para qué sirve esa conservación. Es seguro que se piensa, en primer lugar, en los valores del edificio, que a veces conserva elementos medievales o de la época moderna. El patrimonio es un recordatorio de lo que fue el pasado y lo que es o ha sido la sociedad. La preocupación por las masías existente dentro del tejido urbano es algo importante para la historia del barrio de la ciudad y de sus barrios. Pero la masía es, o era, algo más que el edificio; éste constituye el centro de una explotación agraria y, a veces, forestal. La vida en la masía era muy dura, con relaciones sociales opresivas no solo respecto a los jornaleros sino en la misma familia cuya herencia pasaba íntegra al hereu. El dueño se convertía por ello a la vez en padre e padrone, por recordar el titulo de una conocida película. Esas fincas con una superficie agrícola y forestal, con actividad ganadera tenían unas estrategias de explotación, con una lógica que correspondía a las situaciones existentes, y que era diferente en la fase preindustrial y en la época contemporánea. Durante el siglo XX muchas situadas cerca de las ciudades han podido vender el terreno para construir polígonos de viviendas. A partir de todo ello, la pregunta de porqué en Barcelona las masías son importantes tiene respuestas diversas: por el modelo de explotación rural, por las relaciones sociales, por el espacio agrícola y forestal (espacio natural transformado), por las plusvalías que han generado en el espacio urbano, por su papel en la organización de la ciudad.

Debemos preguntarnos también sobre porqué es necesario conservar el patrimonio. En relación con esta pregunta se repiten generalmente, y sobre todo, una idea: para la identidad, para conservar tradiciones y para enraizar en el pasado. Hay otros argumentos a los que no se presta tanta atención pero que pueden ser importantes, por ejemplo, en el caso del patrimonio industrial: hay que conservarlo para mantener el tejido social, por ejemplo, los talleres situados en antiguas fábricas.

Es cierto que es necesario conocer las raíces, las tradiciones. Pero también hay que tener criterios sobre qué cosas deben cambiar y cómo ha de hacerse. No por una modernidad mal entendida. Sino para un futuro más justo, más igualitario, de mayor felicidad. Algo que no existe si hay pobreza y desigualdad.

Podemos decir que la conservación del patrimonio es necesaria porque hay que conocer el pasado para preparar el futuro. Un futuro mejor que el que tenemos hoy. Para lo cual algunas cosas deberán cambiar. Un debate sobre cuáles son esas cosas tal vez podría dar mayor visibilidad a los centros de estudios locales entre los jóvenes. No se conserva el patrimonio por el pasado, sino por el futuro, para un futuro mejor.

 

Notas

[1] Por ejemplo, en Cataluña los de Pau Vila, José Manuel Casas Torres, Josep Iglesias, Indice para facilitar el estudio de una localidad catalana 1950, o Josép María Puchades: Resum dels materials necesaris per a l’estudi del monografía geografica dels municipis de Catalunya, 1980.

[2] CECEL está vinculada al CSIC (Duque de Medinaceli 6, 4ª planta, Despacho 469 y 470, Madrid, teléfono 914 290 626, <http://www.filol.csic.es/CECEL/centro.html>.

[3] Manifiestos sobre el patrimonio en los Coloquios Internacionales de Geocrítica; puede verse también la Carta de Morvedre pel patrimoni cultural valencià <www.uv.es/Patrimoni_Industrial_Sagunt>.

 

Bibliografía

BELTRÁN MARTÍNEZ, Antonio. Prehistoria y arqueología de los estudios locales. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, Diputación Provincial de Zaragoza, 1985. 221 p.

CASAS TORRES, José Manuel, dir. Iniciación a la geografía local. Guía para el estudio de un municipio. Zaragoza: CSIC, Departamento de Geografía Aplicada, 1953.

GAVALDÁ, Antonio (dir). Llibre Blanc de centres i instituts d’estudis de Catalunya.

LUIS. Alberto y Luis URTEAGA. Estudio del medio y “Heimakunde” en la geografía escolar. Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, Universidad de Barcelona, marzo 1982, nº 38. 50 p.

PEIRÓ MARTÍN, Ignacio y Pedro RÚJULA LÓPEZ. La historia local en la España contemporánea: estudios y reflexiones desde Aragón (2º Congreso de Historia local de Aragón, Huesca 1999). Barcelona: L’Avenç 1999. 518 p.

Plecs d’Història local. L’Avenç, febrer 2003, nº 103, p. 1617-1632.

SAPENA, Carles. Els centres d’estudis. Girona: Quaderns de la Revista de Girona, 2002. 102 p.

 

Copyright: Horacio Capel 1999.
Copyright: Universitat de Barcelona, Departamento de Geografía Humana, 1999.

 

Ficha bibliográfica:

CAPEL, Horacio. Los Centros de Estudios y la protección del patrimonio: protección del patrimonio y participación. In Jornades Els Centres d’Estudis i el patrimoni cultural. Els papers dels Centres d’Estudis en la protecció, recerca i difusió del patrimoni’. Barcelona: Centre d’Estudis Ignasi Iglesias, 20, 21 i 22 d’octubre 2006. Reproducido en Scripta Vetera. Edición Electrónica de Trabajos Publicados sobre Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, nº 107. <http://www.ub.es/geocrit/sv-107.htm>. [ISSN: 1578-0015].


 

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