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EDICIÓN  ELECTRÓNICA DE TRABAJOS PUBLICADOS 
SOBRE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
 
ESPAÑA EN LAS GEOGRAFIAS BRITANICAS DEL SIGLO XVIII
 
Consol Freixa
 
Reproducido de: Estudios Geográficos

Durante el siglo XVIII la geografía fue en la Gran Bretaña una ciencia de moda. Ello se tradujo en un sin número de publicaciones , tanto eruditas como de divulgación, que sólo se vieron superadas por la edición de sermones a los que, según parece, los británicos eran también muy aficionados. Los editores se afanaban en publicar colecciones de libros de viaje y resúmenes obtenidos de estos mismos relatos que ofrecían bajo el título de geografías, puesto que, a finales del siglo XVII y principios del XVIII, la palabra geografía " era un término que se usaba para describir una compilación de extractos y síntesis obtenidos de los libros de viajes ". (1)

El presente artículo pretende analizar qué imagen se dió de España en estos textos. El tema es poco conocido puesto que, si bien tanto los libros de viajeros como las geografías británicas han merecido la atención de los historiadores, no se había planteado hasta ahora el estudio de los textos que estos libros de divulgación dedicaron a la Península. Con la intención de saber qué tratamiento mereció España, veremos primero de qué modo organizaron el estudio de países, para analizar posteriormente cómo manejaron las pocas fuentes de las que dispusieron durante gran parte del XVIII, y también las causas de esta escasez, y de qué modo fueron incorporando la nueva información ofrecida por los viajeros que vinieron durante el último tercio del siglo. (2)

Geografías, enciclopedias geográficas y colecciones de viajes

Dos fueron las grandes colecciones de viajes: A Collection of Voyages and Travels, some now first printed from original manuscripts. Others translated out of foreign languages and now first published in English, que se publicó en cuatro volúmenes en 1704, a los que se añadieron otros dos en la edición de 1732 y que tuvo entre 1744 y 1746 una tercera edición; y Navigantium atque Itinerantium Biblioteca, que se dió en llamar la " Harris " porque J.Harris, miembro de la Royal Society, fue el responsable de la edición. La " Harris" se publicó por primera vez en 1703 y contaba con buenos mapas elaborados por Herman Moll e incluía las observaciones de Halley sobre las mareas. Entre 1744 y 1748, J.Cambell, prolífico escritor de gran prestigio, la editó de nuevo dedicándola a los comerciantes a quienes decía en el prefacio que esta obra estaba pensada " para estimular las manufacturas de estos reinos, mostrando las grandes ventajas del Comercio y de la Navegación en general, y de las maneras de mejorar y extender el nuestro propio en particular ". (3)

Sin embargo los editores pronto se dieron cuenta de que tanto el precio, como la extensión y la erudición de estos textos no estaban al alcance de un amplio público que, sin embargo, estaba ávido de información. En seguida les ofrecieron dos tipos distintos de textos: resúmenes de libros de viajes y síntesis ordenadas por continentes y paises, que se publicaron bajo el nombre de geografías. Entre los primeros podríamos citar la edición que, en 1756, Tobias Smollet ofreció en siete pequeños volumenes y que tituló Compendium of authentic and entertaining Voyages digested in a Cronological series; o el que, a finales de siglo, publicó J.Fielding con el título de The polite traveller and British Navigator, y que, al módico precio de un chelín por cada uno de sus cuatro pequeños volúmenes, prometía " instruir y deleitar ".

Otros, sin embargo, tomaron otro camino. Herman Moll, que era un prestigioso cartógrafo, argumentó que ofrecer solamente la descripción física de la tierra resultaba un tema excesivamente árido y, en consecuencia, había decidido incluir relaciones sobre los paises y explicaciones sobre las costumbres de sus pueblos. Con esta filosofía y basandose en el Thesaurus geographicus que Patrick Gordon había publicado en 1693, editó en 1701 su System of Geography que reeditó con ampliaciones en 1709 y 1723.

Otros muchos siguieron su ejemplo: Thomas Pennant publicó Outlines of the Globe y Richard Brookes The general Gazetteer or Compendius Geographical Dictionary; en 1789 Thomas Bankes editó System of Universal Geography y, en 1782, Henry Millar ofreció The new and universal system of Geography, que subtitulaba con un esclarecedor " being a complete modern History and description of the world ". Algunos de estos textos tuvieron mucho éxito, así por ejemplo Thomas Salmon que, empezando en 1724 y a lo largo de catorce años había ido publicando su Modern History; or the Present State of all Nations, decidió resumirlo y ofrecer un solo volumen que tituló The modern gazetteer or a short view of the several nations of the world, al que luego añadió A new Geographical and Historical Grammar.

Esta profusión de publicaciones no parecía ser ningún problema puesto que, al decir de William Guthrie, autor de A New Geographical, Historical and Commercial Grammar, la geografía era un tema que interesaba a sus compatriotas y ello podía deducirse del hecho que su texto no sólo había sido editado muchas veces, tuvo su decimoquinta edición en 1795, sino que seguía vendiendose con rapidez. Y no era el único: la Geografía de Salmon alcanzó su undécima edición en 1769 y su Gaceta la décima en 1782, mientras que Brookes publicaba la suya por séptima vez en 1791.

Este gran éxito de los libros de geografía no era una apreciación de los hombres de la época sino que viene corroborado por la cifras. Efectivamente, no hay más que consultar A eference guide to the literature of travel, editado por E. Cox en 1935, para comprobar que sólo bajo el epígrafe de colecciones anota un total de 52 títulos, mientras que bajo el de viajes generales da una lista de 35 que, evidentemente, distingue de las circumnavegaciones y de los libros dedicados especificamente a un continente o a un país. (4)

Organización de los textos

Los libros de geografía solían tener la misma estructura: normalmente el estudio de continentes y paises iba precedido por una introducción de tipo general en la que se ofrecía una pequeña síntesis sobre lo que era la geografía, se daba una relación de la nomenclatura usada en esta ciencia o se incluía una explicación sobre el uso de los mapas y de la " esfera artificial con sus meridianos y paralelos ". Así por ejemplo la colección Churchill trataba temas como la geografía, la navegación, el gobierno, el comercio o los viajes; la reedición de la " Harris " hecha por Campbell incluía una alabanza del comercio, mientras que el texto de Salmon daba una explicación sobre la manera de averiguar la duración del día y la noche según fuera la posición en el mapa y Brookes ofrecía una introducción a la astronomía.

Por su parte Guthrie, en su afán didáctico, además de ofrecer también una introducción a la astronomía, añadía un estudio sobre el origen de las leyes, el gobierno y el comercio porque, consideraba, que el carácter de las naciones dependía de " una combinación de muchas circunstancias, que reciprocamente se influyen las unas a las otras ", puesto que " hay una conexión más cercana entre el conocimiento, el comercio y el gobierno de un estado de lo que mucha gente parece reconocer ". (5)

Dos temas más solían incluirse en estas introducciones: una disertación sobre " la excelencia y utilidad " de la geografía y una glosa sobre las virtudes y perfecciones de la Gran Bretaña. Después de todo esto y entrando ya en materia, se pasaba al estudio de cada uno de los paises, que ordenaban por continentes. Cogiendo como ejemplo el texto de Henry Millar, veremos que de un total de 812 páginas, dedica 294 a Europa y de ellas 12 a España mientras que, por ejemplo, Portugal sólo merece 4 y Francia 41. Además de incluir un mapa de España y un grabado de Madrid, distribuye su espacio en cuatro apartados. El primero de ellos contiene " una descripción general de España, su nombre, situación, extensión y límites; también una relación del país con respecto a sus montañas, ríos, climas, productos y ganado ". En el segundo da " una descripción geográfica de las grandes divisiones o provincias de España, junto con una explicación de sus principales ciudades, pueblos y lugares; y su comercio, manufacturas, maneras y costumbres de sus habitantes". En el tercero describe " las maneras y costumbres de los españoles, su lengua, religión, diversiones, toros y obras de teatro ". Y finalmente habla " del genio, conocimientos, religión, comercio, monedas, pesos y medidas, constitución, grados de nobleza, presupuesto nacional y fuerzas armadas ". (6)

Parecida es la distribución que hacen Bankes en su System of Geography y Salmon, tanto en su Modern History de tres grandes volumenes tamaño folio, como en el resumen titulado A new Geographical and Historical Grammar. En este último, Salmon informa que se propone dar: " una descripción de la forma y movimientos de la tierra; " definiciones y problemas geográficos de manera que sirvan de introducción a esta ciencia "; " una división del globo en tierras y mares " y por último " la situación y extensión de los diversos países contenidos en cada zona del globo; sus ciudades, principales villas, historia, estado actual, sus respectivas formas de gobierno, fuerzas armadas, finanzas, impuestos, cambios y sucesos notables ". (7)

Los proyectos eran, pues, muy ambiciosos puesto que estos esforzados geografos pretendían ofrecer una síntesis de un mundo que se mostraba cada vez más extenso y plural. Y ahí precisamente radica la grandeza y la debilidad de estas grandes geografías británicas. Sin embargo, este enorme esfuerzo científico y editorial adolecía de dos graves problemas: la poca preparación de los redactores y la irregularidad y poca fiabilidad de sus fuentes de información.

Muchos de los redactores eran personas que vivían de la pluma y debían escribir cientos de páginas sobre todo tipo de temas: geografía, ciencia, historia, filosofia, de modo que, normalmente, se dedicaban a sintetizar, con mayor o menor rigor, a partir de las fuentes de información que caían entre sus manos. Según Daniel Defoe, que conocía bien el tema, los editores actuaban como los dueños de una fábrica y " los escritores, autores, copistas, subescritores y todos los otros trabajadores de pluma y tinta son los operarios empleados por dichos fabricantes ". (8) Incluso los escritores famosos debieron someterse a ello: Oliver Goldsmith, por ejemplo, escribió una historia de Roma, otra de Grecia, un libro de ciencias naturales y otro de filosofia; mientras que Tobias Smollet, entre otras muchas cosas, redactó en catorce meses una historia de Inglaterra de 2.600 páginas por las que cobró 2.000 libras.

Los redactores, pues, escribían apresuradamente sobre temas que, a veces, no dominaban. Enfrentados a una variedad de fuentes copiaban de aquí y de allá sintetizando, comentando, sacando conclusiones y, lo que era peor, moralizando sobre ellas. Los textos resultan irregulares, repetitivos, y están llenos de tópicos y cliches que, además, se dedican a perpetuar.

Sin embargo toda la culpa no era de estos diligentes compiladores. La principal fuente de información con que contaban eran los libros de viaje que, a su vez, también habían sido escritos por personas que, a menudo, no tenían ningún tipo de preparación científica. De todas maneras hay que reconocer que este problema se fue subsanando a lo largo del siglo gracias a los esfuerzos de instituciones que, como la Royal Society, dictaron normas de observación y redacción que pudieran servir como guía a los viajeros que, de pronto, se veían convertidos en geógrafos y científicos improvisados. Ello y las exigencias de un público que, a decir de Samuel Johnson , " no se contenta ya con ser entretenido; quiere aprender algo " (9), fueron convirtiendo los libros de viajes en algo respetable, donde el rigor y la objetividad fuera la norma y no la excepción.

Pero, podía suceder, que al iniciar el estudio de un país, los redactadores carecieran de los textos adecuados que les pudieran informar con exactitud o que, sencillamente, los textos hubieran quedado anticuados y esto fue precisamente lo que les sucedió en relación a España.

El problema de las fuentes

En 1744, cuando Campbell estaba reeditando la colección " Harris " de viajes, se dió cuenta de este problema y, tratando de reflexionar sobre las causas de esta carencia, consideraba que, en el caso de España, " la nación inglesa había cogido una antipatía tan grande y universal contra ambos, el país y su gente, que pocos de nuestros caballeros que viajaron al extranjero se inclinaron por visitarlo y, en consecuencia, sólo tenemos relaciones poco valiosas de lo que es interesante allí, como puede verse al consultar libros de geografía publicados en estas épocas " y, advertía, que no podía " disponer, por la época en que fueron escritas, de mejores narraciones que las de Willoughby " (10). Viajero que había visitado España en 1664.

Esta opinión es corroborada por el editor de un libro de viajes publicado en 1738 que justificaba la inclusión del texto de Willoughby comentando que lo había hecho con la intención de que el lector pudiera hacerse una idea sobre la Península sin la necesidad de visitarla puesto que, " España está fuera de la ruta común de los viajeros y, los que la han visitado, han dado pocos ánimos a otros para seguir su ejemplo, antes al contrario, se han condenado ellos mismos por su curiosidad, porque no han encontrado nada que respondiera a sus molestias y gastos ". (11)

Efectivamente, España no interesaba a los británicos y, aunque en el siglo XVIII se lanzaron a viajar por Europa en lo que luego se dió en llamar el " Grand Tour ", la Península quedó marginada del circuito. En consecuencia nadie la visitó con el ánimo de hacer " turismo " y nada nuevo se publicó sobre ella. De modo que los editores no encontraron fuentes de información que estuvieran al día y tuvieron que limitarse a publicar los viejos relatos, o basarse en ellos para sus textos, lo cual fosilizó la vieja y negativa imagen que España tenía, cosa que, a su vez, como reconocen los propios editores, desanimó a posibles futuros viajeros.

Tres son las fuentes más utilizadas durante gran parte del siglo, se trata de los libros de viaje: de Francis Willoughby que recorrió España en 1664 y publicó en 1673; de Veryard Ellis que, en 1685 y procedente de Marsella, desembarcó en Málaga y visitó algunas ciudades andaluzas, publicando su relación en 1701 ; y William Bromley que viaja en 1694 y está practicamente un año en la Península. La imagen que dan es mala y podríamos resumirla con estas palabras de Bromley: " España, tan odiada y temida por Inglaterra, es, en este momento, más digna de lástima que de envidia ". (12)

Sin embargo el problema de los editores se complica no sólo debido al uso de fuentes que, con el tiempo, fueron quedando anticuadas sino que, sin saberlo, están utilizando relaciones de viaje que la crítica posterior ha considerado falsos. Esto sucede con Relation du Voyage d'Espagne de la condesa d'Aulnoy, libro que fue muy popular en Inglaterra y que, traducido por primera vez en 1692, alcanzó su onceava edición en 1808 y con Memoirs of an English officer including anecdotes of the war in Spain under the earl of Peterborough que se consideraba escrita por un capitán del ejército llamado George Carleton y que la crítica moderna ha adjudicado a Daniel Defoe, autor muy experto en esconderse bajo innumerables nombres.

Efectivamente, el hispanista Foulché Delbosch, que estudió con profundidad el texto de la condesa d'Aulnoy, llegó a la conclusión de que no sólo era falso el relato, sino que la escritora nunca había estado en España.(13) Según este historiador, d'Aulnoy utilizó como fuentes libros de otros viajeros franceses, cartas privadas a las que tuvo acceso y conversaciones con personas que conocían bien el país; posteriormente, fundió estos materiales, los unificó con un estilo novelesco, recordemos que la condesa fué también escritora de cuentos, y, reforzando los elementos románticos y exóticos, lo envolvió todo en una atmósfera mágica que hacía del texto una narración realmente atrayente.

Delbosch consideraba que su falsedad no se había establecido definitivamente hasta 1865, a pesar de que muchos autores del siglo XVIII, como Clarke que lo calificaba de " libro pirateado de un escritor francés " (14), ya habían puesto en duda su autenticidad. Sin embargo este texto, que, probablemente, colaboró a crear la imagen de un país exótico y romántico, fue utilizado por muchos de los redactores del siglo XVIII que lo citan como fuente de información.

Los redactores también citan al " capitán Carleton ", que según la crítica actual no era otro que el excelente periodista y novelista Defoe quien, utilizando diversos textos entre los que se encontraría la narración de la condesa d'Aulnoy y Account of the Earl of Peterboro's Conduct in Spain, habría escrito una excelente historia.(15) El resultado había sido tan bueno que era tomado como un relato auténtico no sólo por el lector medio sino también por especialistas como el mismo Samuel Johnson, famoso escritor y gran aficionado a los libros de viajes. (16)

Pero quizás, el problema más grave no fue el uso de textos anticuados o de relatos falsos, sino la copia sistemática que los redactores se hacían entre ellos, las síntesis de libros que, a su vez, ya eran resúmenes de otros y, en consecuencia, la pervivencia a lo largo del siglo de las mismas anecdotas, de los mismos análisis y de los mismos tópicos. Así por ejemplo Bankes y Millar escriben en sus respectivas geografías que: " Terrosis, cerca de Lérida, tiene un aire notablemente saludable y particularmente adecuado para los casos de locura; de manera que en Cataluña es común decir de una persona apasionada: deberías ir a Terrosis ".(17) Mientras que, por citar otro caso, Millar y Brookes se repiten y coinciden en afirmar, con las mismas palabras que, en España, " las mujeres son normalmente muy delgadas y amorosas; tienen los ojos negros, no tienen pecho, pies pequeños y visten largos vestidos "; o en decir que los españoles " pueden hacer una comida con aceitunas, una ensalada y un poco de ajo ". (18)

 El cliché, pués, está servido y lo que hacen las geografías y enciclopedias no es más que perpetuarlo: España, mero apéndice de los borbones franceses, es un país pobre y despoblado que se halla en plena decadencia; sus habitantes perezosos y orgullosos, fanáticos y lascivos, están dominados por los celos y el deseo de venganza; dormitando al sol en invierno y a la sombra de una iglesia en verano, hacen su siesta diaria, asisten a su misa y dejan que los franceses hagan todo.

Ya lo había dicho Daniel Defoe en un poema satírico que escribió en 1701:

" Orgullo, el primer caballero, y Presidente del Infierno, sobre España, su parte y mayor provincia, cayó.
El sutil Príncipe creyó conveniente darles las ricas minas de oro de Méjico; y todas las montañas de plata de Perú;
Riqueza que en manos prudentes podría dominar el mundo:
pero él sabía que su temperamento era este: demasiado perezosos y demasiado altivos para ser ricos.
Un pueblo tan orgulloso, tan por encima de su destino, que, si reducido a pedir, lo haría con arrogancia.
Malgastan su dinero para que se les llame valientes  y, orgullosamente, mueren de hambre porque desprecian el ahorro.
Nunca hubo una nación en el Mundo que fuera tan rica y, sin embargo, tan pobre ". (19)

Está opinión se fue reforzando con el tiempo y así, en 1752, Lord Chesterfield escribía a un amigo que cometía la insensatez, o la extravagancia, de visitar la Península y le advertía que " España es seguramente el único país de Europa que ha caido más y más en la barbarie en la proporción en la que otros países se han ido civilizando ".(20) Y la imagen estaba tan asumida que, en 1783, cuando muchos de los nuevos viajeros ya habían publicado sus relatos, el editor de The polite traveller and British navigator todavía escribía : " Nada excepto la necesidad puede inducir a alguien a viajar por España: debe ser idiota si hace el " tour " de este país por mera curiosidad, a menos que pretenda publicar las memorias de la extravagancia de la naturaleza humana ". (21)

La llegada de los viajeros y su repercusión en las geografías del último tercio de siglo

Y sin embargo en 1783 habían sido muchos los viajeros que habían venido a España. La mayoría llegó, aproximadamente, durante el último tercio de siglo, entre 1770 y 1788, es decir unos años después de la Guerra de los Siete Años y poco antes de la Guerra de la Independencia Norteamericana, que seguida por la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, iba a cambiar el mundo europeo y desbaratar el concepto de viaje tal como se había entendido durante el siglo XVIII.

Algunos viajeros, pocos, habían venido durante los primeros setenta años del siglo. De 1700 a 1760 llegaron: Durant Breval, Christopher Hervey y Giussepe Baretti, italiano afincado en Inglaterra. También durante esta época publicaron sus libros los militares George Cleghorn y John Armstrong, residentes en Menorca, y Edward Clarke, capellán de la embajada británica en Madrid. Pero fue la década de los setenta la que acogió mayor número de viajeros  entre los que se cuentan Richard Twiss y Henry Swinburne. Después de la Guerra de Independencia Americana llegaron, entre otros, Arthur Young y Joseph Townsend, mientras que el consul de la Coruña, Alexander Jardine, decidió publicar sus vivencias y opiniones. La Revolución Francesa significó un freno pero, a pesar de ello, hubo un cierto goteo antes de la masiva llegada de soldados y oficiales británicos con motivo de la Guerra de la Independencia éspañola.

Todos ellos se apresuraron a publicar sus experiencias, puesto que esta había sido la razón principal que, en la mayoría de los casos, les había animado a viajar. Así por ejemplo Swinburne escribe: " cuando inicié mi viaje por España tenía la intención de publicar mis observaciones sobre este país. Estaba muy interesado en recorrer un camino que había sido poco frecuentado por otros viajeros y deseaba saber hasta que punto eran ciertas las relaciones que de él se habían dado ".(22) Por su parte Twiss, convencido de la poca calidad de esta información, admitía su interés tanto por Portugal como por España puesto que " no he encontrado ningún relato sobre estos dos reinos que me haya parecido satisfactorio " de modo que, añadía, " espero disfrutar con el estudio de algo que es totalmente nuevo: la observación de paises que están considerados entre los últimos en relación a las artes y la literatura". (23)

Estos libros de viaje a España se vendieron bien: a veces se hacían ediciones simultáneas en Londres y Dublín, pronto se reeditaban y se hacían traducciones al francés y al alemán. Las revistas como el Gentleman's Magazine se hacían eco de estas publicaciones y solían incluir críticas y un pequeño fragmento del relato. El éxito estaba asegurado.

Sin embargo su repercusión, tanto en las reediciones como en la redacción de nuevos textos de geografía y enciclopedias, fue lento e irregular. Si dividieramos las obras publicadas a finales de siglo según la modernidad de sus fuentes, encontraríamos tres grandes grupos: el primero, afortunadamente reducido, que parece ignorar a los nuevos viajeros y sigue con las mismas ideas y análisis de principios de siglo; el segundo que introduce nuevo material pero sigue manteniendo textos antiguos, de modo que, en ocasiones, resulta un tanto contradictorio; mientras que el último estaría formado por los que se basan en los nuevos viajeros, entre los que Townsend es el preferido.

En el primer grupo se encontraría The general Gazetteer: or the Compendius Geographical Dictionary de Richard Brookes que en 1782 va por su quinta edición y en 1807 por la décimotercera. Este texto no prescindirá hasta finales de siglo del relato de Willoughby que, recordemos, había estado en España en 1664. Si comparamos las ediciones de 1762, 1791 y 1797, comprobaremos que las dos primeras coinciden totalmente a pesar de la publicación masiva de los nuevos relatos de viajeros. Sin embargo en el prefacio de la edición de 1797, que es la décima, el editor asegura que se han preocupado de recoger los cambios ocurridos en Francia y que, además, muchos de los articulos son nuevos. En el caso de España el redactor se ha limitado a quitar todo lo que le ha parecido anticuado sin añadir practicamente nada nuevo, de modo que el espacio dedicado a la Península ha quedado considerablemente reducido.

Así prescinde de la lujuria y de la poca fertilidad de las mujeres para explicar la poca población, pero insiste en el gran número de eclesiásticos y en la " indolencia de los nativos ". Elimina finalmente toda la información obtenida en el Willoughby, quita todo lo referente a la suciedad de Madrid e introduce nuevos temas como: la constatación de que los celos ya no son una característica del país; la existencia del cortejo que compara con los " ciscibeos " italianos o la moderación de la Inquisición que considera más benigna.

En el segundo grupo incluiríamos The new and universal system of Geography de Henry Millar, publicado en 1782, y el System of Universal Geography antient and modern de Thomas Bankes de 1789. Ambos libros son parecidos en su concepción, en su estructura e incluso en su medida, pero no terminan ahí sus semejanzas puesto que parecen compartir muy a menudo las mismas fuentes, que suelen reproducir con las mismas palabras. Fuentes cuya procedencia no suelen decir, aunque Millar reconoce que toma prestado de Carleton su explicación sobre los toros y utiliza a Dalrymple, viajero de finales de siglo, y a Ustariz. Sin embargo otras veces hay que rastrearlas: así probablemente ambos han leído a Clarke, puesto que su opinión sobre el teatro español es tan mala como la del capellán; mientras que Bankes puede que copie la explicación que Swinburne da sobre el fandango, y Millar habla de los problemas en las aduanas pensando quizás en las tribulaciones de Hervey.

También comparten el mismo análisis sobre la despoblación y pobreza de España: ambos consideran que la indolencia y la " falta de espíritu " y " su aversión al trabajo " junto con el papel negativo de la Iglesia son sus causas, aunque Millar es quien carga más las tintas y habla de la " insaciable avaricia" de la Iglesia que tiene dominados a los españoles que, en su opinión " son meros esclavos de los clérigos ". Según este autor España es un país pobre, sus habitantes perezosos y fanáticos, sus universidades anticuadas pero su ejercito, que él cifra en 96.597 personas, potente.

Bankes es quizás algo más moderado en sus apreciaciones y parece estar dispuesto a admitir que algo ha cambiado. Así considera que el poder de la Iglesia ha diminuído y piensa que las finanzas han mejorado desde que gobiernan los borbones. En cambio aunque, en su opinión, uno de los grandes problemas del país es la pereza de sus gentes, señala al gobierno como responsable de muchos de sus males, análisis que recoge de los nuevos viajeros. Sin embargo la utilización indiscriminada de
diversas fuentes o su dificultad al cotejarlas, le hacen ser contradictorio.

Muy distinto de ellos es la New geographical historical and commercial Grammar de William Guthrie que se publicó por primera vez en 1770, y que, en 1795, iba por su decimoquinta edición. Aunque también adolece de algunos de los problemas de las otras geografias, puesto que, como ellas, copia párrafos enteros de sus fuentes que luego pueden hallarse idénticos en otros textos. Sin embargo hay que reconocer su esfuerzo en incorporar los datos y opiniones de los nuevos viajeros.

Comparando la edición de 1770 y la de 1795, comprobaremos que en la primera sólo dedica 10 páginas a España, mientras que en la última ocupa 28 que llena con los textos de Thicknesse, Swinburne y Townsend, todos ellos viajeros del último tercio de siglo, además de citar al francés Bourgoing. También ha suprimido todo lo referente a la dificultad del viaje y al orgullo e indolencia de los nativos, tema caro a todos los redactores anteriores. Sin embargo la variedad de fuentes y las adaptaciones lo hacen ser contradictorio puesto que recurre de nuevo a la pereza, tema que había abandonado al hablar del carácter, para explicar las causas de la despoblación. De modo que, según él, hay poca población " debido a la indolencia de los nativos que no producen comida para sus familias " razón que, con las mismas palabras, ya había mencionado Bankes.

Coincide también con él en el tema del comercio americano, y vuelve a insistir en " la falta de espíritu " que, a pesar de sus esfuerzos, el gobierno no ha sabido fomentar, de modo que los beneficios del comercio americano quedan en manos europeas. A pesar de reconocer este esfuerzo del gobierno, es muy crítico con él, y, siguiendo el análisis de los nuevos viajeros, considera que " la pobreza es en gran parte, el resultado de su gobierno, cuya administración no dedica suficiente atención a los intereses y bienestar del pueblo ". Palabras en las que coincide literalmente con Bankes, cosa que nos muestra de nuevo que usan las mismas fuentes pero que no se toman excesivos trabajos en su adaptación.

Guthrie también insiste en el hecho, que ya había recogido Bankes, que el peso de la religión ha disminuído y que las finanzas se hallan en mejor situación; sin embargo, quizás haciéndose eco de la preocupación de Townsend, asegura que los impuestos " son varios, arbitrarios y tan sujetos a las conveniencias que no puede explicarlos con certeza ". También se interesa por el carácter español y recoge la larga cita de Swinburne sobre las diferencias que muestran los españoles según sea su región de origen. Finalmente, como otros geógrafos y viajeros, se queja del monopolio español sobre el comercio americano, aunque reconoce el enorme volumen del contrabando y critica a los españoles por haber hecho del oro y la plata su principal producto de intercambio.(24)

El libro de John Pinkerton titulado Modern Geography, que se publicó en 1802, se muestra como una ruptura en la linea seguida por sus predecesores y, en consecuencia, podría quedar incluido en el tercer grupo. Pinkerton es consciente de este cambio y en el prefacio, como también había hecho Salmon unos años antes, critica los textos anteriores considerando que " eran imperfectos en su planificación puesto que los temas de geografía habían sido sacrificados en favor de largos detalles de historia, cronología y notas comerciales totalmente ajenos a la naturaleza de la geografía ".

Curiosamente, Pinkerton cambia el orden de su estudio y dedica el primer capítulo a lo que él llama Geografía Histórica que no es más que una especie de historia del país; el segundo a Geografía Política en la que incluye: religión, leyes, población y ejército; el tercero a Geografía Civil en el que trata de las maneras y costumbres, educación, ciudades, edificios, carreteras, manufacturas y comercio; concluyendo con un capítulo que dedica a Geografía Natural, tema que, normalmente, siempre había sido tratado al principio.

En el prefacio el autor explica cual ha sido su método de trabajo: así escribe que el lector podrá apreciar que " se ha incluído la esencia de innumerables libros de viaje ", añadiendo que, " tal género literario ha sido el pasatiempo favorito de las mentes más distinguidas en todos los tiempos y países, puesto que combina la variedad, la novedad y la aventura de las narraciones románticas y poéticas, con el estudio del hombre y las ventajas de la instrucción práctica ". Entre las fuentes que Pinkerton reconoce haber utilizado se hallan: Townsend, Bourgoing, Baretti, Link, Swinburne, Dillon y Fisher aunque es al primero a quien su texto debe más.

Efectivamente, la mayoría de datos numéricos que nos ofrece están tomados de Townsend, al que copia sin plantearse la fiabilidad de sus datos. Así como tambien recoge muchas de sus apreciaciones, como por ejemplo: sus críticas sobre la poca moralidad de sacerdotes y frailes; la extensión del adulterio bajo la excusa social de los " ciscibei "; el poco interés de los pasatiempos españoles basados principalmente en el baile, las cartas y los toros; la naturaleza monopolística de las fábricas reales y la excesiva ambición, y en consecuencia, la inoperancia de los planes de caminos y canales, temas todos ellos tratados
por Townsend. También se hace eco de la preocupación de este viajero por la escasez de casas de nobles en el campo, lo cual indica el desinterés de este grupo social, tan poderoso, por un tema tan importante como la agricultura. Así escribe: " en lugar de estas bellas villas y ricas granjas que enriquecen toda Inglaterra, la arquitectura española está prácticamente confinada a la capital y a unas pocas ciudades y pueblos ". Considerando, como Townsend, que hasta que los nobles no vivan en el campo " es completamente imposible que la agricultura florezca en España".

Lo sigue también en el estudio del carácter español que considera " altamente respetable ", dando por tanto una visión más mesurada que sus predecesores e incluyendo la templanza entre las virtudes y el orgullo y exceso de ceremonia entre los defectos.

En cuanto a la cuestión americana, tema que ningún británico puede dejar pasar sin comentar, Pinkerton piensa que el descubrimiento de America ha sido negativo para España que " de hecho se ha empobrecido y agotado a causa de estas grandes y ricas colonias. Puesto que las ventajas naturales del país se han sacrificado a los intereses comerciales, y el miserable se muere de hambre en medio de la riqueza acumulada ". Porque, en su opinión, la emigración a América, la lejanía de las colonias que obligan a mantener una potente marina y hacen de cualquier guerra con Inglaterra " la mayor calamidad ", han perjudicado al país que ha visto su papel internacional reducido a la nada, hallándose " agotada por sus guerras motivadas por la ambición y avaricia ", avaricia, que para un británico, significaba el empecinamiento español en mantener el monopolio americano.

El análisis de los problemas de España lleva a Pinkerton, como a la mayoría de sus compatriotas, a la reflexión sobre el propio país que, con la comparación, siempre gana. Así celebra la libertad religiosa y política inglesa porque ello permite que ciudadanos de otros paises puedan adoptar su ciudadanía y así paliar los efectos de la emigración a America, cosa imposible en el caso español. Y se felicita también por el interés que ponen todas las clases sociales inglesas en sus negocios, tan distinto del caso español, lo cual permite el enriquecimiento de la nación y la permeabilidad de los grupos; " la conexión íntima y mezcla de todos los grupos, y su mútuo respeto, es una fuente de riqueza y poder en los territorios británicos; pero ", añade, " quizás España desprecia el ejemplo de los herejes ". (25)

Pinkerton termina sus 39 páginas dedicadas a España, de las 666 que tiene el primer volumen, con una apreciación sobre la geografía natural de España, rama de la geografía que, en su opinión, había conseguido ser mucho más precisa gracias a los avances de la Historia Natural.

A modo de conclusión

Así pués durante los tres primeros tercios de siglo, las geografías, las enciclopedias y los diccionarios geográficos ingleses se dedicaron a perpetuar una imagen de España que, quizás, fue cierta en algún momento pero que, poco a poco, se había ido alejando de la realidad. El convencimiento de que España no era digna de soportar la fatiga y la dificultad de un viaje azaroso, el poco interés que la Península despertaba y el hecho de no estar de moda, la mantuvieron al margen de los circuitos " turísticos " del siglo. Este desconocimiento supuso un vacío bibliográfico de material de primera mano que los editores tuvieron que suplir, incluso a mediados de los años cincuenta y sesenta, con relatos del siglo anterior. Ello perpetuó una imagen ya caduca y eternizó todo tipo de tópicos y cliches que, a su vez, mantuvieron el desinterés y el miedo a viajar a España. La poca preparación de muchos de los redactores y la utilización de fuentes que, en su momento, se consideraron originales hicieron el resto.

Sin embargo, durante el último tercio de siglo España recibe un gran número de viajeros que, precisamente, llegan con el ánimo de escribir y publicar sus experiencias. Las nuevas corrientes románticas que valoraban el exotismo y la diferencia, junto con la convicción de que, en realidad, no se sabía nada sobre España y que las narraciones sobre ella no eran adecuadas, fueron la causa principal de este cambio de actitud.

Fueron muchos los viajeros que vinieron y publicaron. Sin embargo, sus relatos, sus nuevos análisis y opiniones no tuvieron una influencia inmediata en los libros de divulgación. Efectivamente, a pesar de que consideran a éstos como su mejor fuente y se alaban de utilizarlos en sus textos, esto se hace tarde y con irregularidad. La lectura de estas geografías y diccionarios geográficos da la sensación de que se han elaborado y se han ido reimprimiendo sin mayor cuidado editorial que ir incluyendo los más recientes hechos históricos y, como mucho, prescindiendo de las afirmaciones realmente obsoletas. Son pocos los que estan al día y que utilizan sus fuentes con mesura y seriedad.

La visión que se da del país sigue siendo negativa aunque se reconozca que, en algunos aspectos, como las finanzas, el ejercito y la marina, algo se ha mejorado. En cuanto al tema de la monarquía borbónica, todos parecen coincidir en que ésta es mejor que la dinastía anterior, no recogiendo, curiosamente, la preocupación de muchos de los viajeros que ven en ella un mal para España y un peligro para Inglaterra a causa de los pactos de familia con Francia.

Si la visión que se da España sigue siendo mala, las causas de sus problemas parecen haber cambiado. Por ejemplo se ha olvidado la lujuria como una de las causas de despoblación, y la pereza, aunque todavía es considerada un aspecto importante del carácter español, ha dejado de ser uno de los primeros puntos del cliché. Poco a poco el tema del gobierno responsable de la decadencia se va introduciendo en las geografías, de modo que la monarquía calificada de " despótica " y " tiránica " es acusada de ser la responsable de todos los males de España. Esta afirmación partía de dos hipótesis: la convicción de que sólo la libertad permite el desarrollo y la riqueza; y de los análisis hechos a partir del estudio de la historia de los pueblos que pone énfasis en las causas morales, y no en las físicas, como explicación de la evolución de las naciones.

El pueblo, antes acusado de perezoso, fanático, supersticioso e ignorante, causa y razón de la decadencia, es ahora absuelto y, gracias a los nuevos planteamientos, se le convierte en víctima. Víctima de la tiranía de la monarquía, de su todo para el pueblo pero sin el pueblo; de la avaricia de la Iglesia, culpable del atraso cultural; y de la apatía de la nobleza, responsable de los grandes yermos, de los despoblados y del retraso de la agricultura. Se ha descubierto que los españoles no son indolentes por naturaleza sino que, cuando tienen trabajo, se aplican con diligencia; que son templados en la comida y en la bebida; que no son adustos sino alegres y educados y que, además, saben hablar con corrección y prudencia. Todo está preparado para la mitificación del pueblo español cuyo levantamiento contra Francia será interpretado en Inglaterra como una revuelta en favor de la libertad. Así Coxe justifica el interés que le llevó a escribir un libro sobre los borbones españoles " a la explosión de patriótico entusiasmo que la usurpación de los pérfidos franceses provocó entre los españoles y al gran interés con que el público inglés siguió los esfuerzos de una nación brava y magnánima que combatía por la causa sagrada de la libertad y la independencia." (26)

Mucho se había andado pero no había sido ni el rigor ni la objetividad de las geografías quien lo había conseguido, sino los nuevos postulados románticos, el miedo a los franceses y esta mezcla de desprecio y admiración con la que los ingleses contemplaban una España que, para ellos, siempre había sido misteriosa e incomprensible.

NOTAS

1. P.J. MARSHALL y Y.G.WILLIAMS: The great map of Mankind, Londres, 1982, pág. 47-48. Para el contexto geográfico de este trabajo, vease: CAPEL, H.: " Geografía y arte apodémica en el siglo de los viajes", Geocrítica, n.56, marzo 1985. CAPEL, H.: Filosofía y ciencia en la Geografía contemporanea, Barcelona, 1983, ed. Barcanova, págs. 509. CRONE,G.R. and SKELTON,R.A.: " English Collections of Voyages and Travels ", 1625-1846 en Richard Hayklut and his succesors, Londres, Ed. E. Lynam, número 2, 1946. DOWNES, A.: " The bibliographic dinosaurs of Georgian Geography 1714-1890 " Geographical Journal, vol. 137, 1971, págs. 379-387. FRANTZ, G. B.: " The English traveller and the movement of Ideas 1660-1732 ", Nebraska University Studies, 32-33, ( 1932-33). FREEMAN, T.W.: The Royal Geographical Society and the development of Geography, en BROWN, 1980, págs. 1-99. HIBBERT, C.: The Grand Tour, Londres, 1987, ed. T. Methuen. ROBERTSON, I.: Los curiosos impertinentes. Viajeros ingleses en España 1760-1855, Barcelona, 1990, ed. El Serbal.

2. FREIXA, C.: La imagen de España en los viajeros ingleses del siglo XVIII. Tesis doctoral dirigida por H.Capel, Dep. Geografía Humana, Universidad de Barcelona, 1991. Este artículo resume uno de los puntos estudiados en ella. Otros temas están recogidos en: Freixa, C.: Los ingleses y el arte de viajar. ( Una visión de las ciudades españolas del siglo XIII), Barcelona, ed. El Serbal. (en publicación).

3. J.CAMPBELL: Navigantium atque itinerantium biblioteca, Londres, 1744, dedicatoria.

4. E.COX: A reference guide to the literature of travel, 1935.

5. W.GUTHRIE: A New Geographical and Commenrcial Grammar and present state of the several kingdoms of the world, 1794, prefacio.

6. G.H.MILLAR: The new and universal system of geography, Londres, 1782, pág. 703-715.

7. T.SALMON: A new geographical and historical grammar, 1764, introducción.

8. D.DEFOE citado en ROY PORTER: Social History of Britain, Londres, Pelican Books, pág. 259.

9. J.BOSWELL: The life of Samuel Johnson, Londres, Everyman's Library, 1931, pág. 215.

10. op.cit. nota 3. ed. 1744, pág. 694 vol. II.

11. FRANCIS WILLOUGHBY: Travels of Willoughby through great part of Spain en J.RAY: Travels through the Low Countries, Germany, Italy and France, Londres, 1738, prefacio.

12. VERYARD ELLIS: An account taken in a journey through the Low Countries, France, Italy and part of Spain, Londres, 1701, pág. 272 a 284 y WILLIAM BROMLEY: Several years travels through Portugal, Spain, Italy, Prusia, Sweden, Denmark and the United Provinces performed by a Gentleman, Londres, 1702, pág. 30-72.

13. AULNOY: Travels into Spain, Londres, 1930. Prefacio de Foulché Delbosch.

14. EDWARD CLARKE: Letters concerning the Spanish Nation, London, 1763, prefacio.

15. D. DEFOE: Memoirs of an English Officer ( The military memoirs of Cap. Carleton ) editado por J.Boulton, Londres, Gollancz Classics, 1970, introducción.

16. op. cit. nota 9, vol. II, pág. 548.

17. op. cit. nota 6, pág. 705 y T.BANKES: System of universal geography, Londres, 1789, pág. 876.

18. op. cit. nota 6, pág. 712 y R.BROOKES: The general Gazetteer or Compendious Geographical Dictionary, 1791, Spain (n. 12 ).

19. D.DEFOE: The true-born Englishman en Selected writings of D.Defoe, editado por J.T.Boulton, C.U.P., 1975.

20. LORD CHESTERFIELD: Lord Chesterfield's letters to his son and others, Londres, Everyman's Library, 1938, pág. 310.

21. J.FIELDING: The polite traveller and British Navigator, Londres, 1783, pág. 92, vol. II.

22. HENRY SWINBURNE: Travels through Spain in the years 1775 and 1776, Londres, 1779, prefacio.

23. RICHARD TWISS: Travels through Portugal and Spain in the years 1772-73, 1775, prefacio.

24. op. cit. nota 5. ed.1770 pág. 396-406, ed. 1794 pág. 545-572, ed. 1795 pág. 545-573.

25. JOHN PINKERTON: Modern Geography, 1802, prefacio y pág. 402- 441.

26. COXE, E.G.: Memoirs of the kings of Spain of the House of Bourbon from the accesion of Philip the fifth to the death of Charles the third, 1813.



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