universidad barcelona siglo xviA. Fernández Luzón

Barcelona: Ed. Universidad de Barcelona, 2005

342 páginas. Prólogo de Salvador Claramunt.

 

 

La historia de la Universidad de Barcelona era una vieja asignatura pendiente, en buena parte, por los lastres que arrastra tradicionalmente la historiografía catalana. En la primera mitad del siglo XIX, en la euforia de la Renaixença romántica se la exaltó, sin estudiarla seriamente, por lo que presuntamente significaba la Universidad de Barcelona frente a la Universidad de Cervera, creada por Felipe V: la feliz era dorada de los estudios universitarios antes de la Nueva Planta , desde la perspectiva de la "Cataluña que no pudo ser" con todas sus connotaciones de idealización y elevación a los altares.

La llamada "cuestión universitaria", con el planteamiento de los primeros debates en torno a la significación de la universidad pública (noche de San Daniel de 1865, separación de catedráticos krausistas de la Universidad en 1865 y 1875, creación de la Institución Libre de Enseñanza) cortó en seco la ensoñación idealista de la Universidad de Barcelona y puso en danza la historiografía positivista, documental, rigurosa sobre las universidades españolas. Las obras de Gil de Zárate, Sánchez de la Campa y de la Fuente son testimonio de este afán por el estudio científico objetivo de la historia de las universidades españolas, de clara influencia alemana.

Pero la historia de la Universidad de Barcelona no pudo subirse al carro de esta historiografía. No faltaron desde luego proyectos de estudio científico de la historia de la Universidad de Barcelona, pero los intentos de Rubió y Borrás (1917), de de la Torre (que solo pudo publicar con Rubió Balaguer una muy útil recopilación documental que llega hasta 1536 y editada en 1971), Soldevila (1938), Vicens, Palomeque, Seco... se frustraron. Hacía falta una buena tesis que llenara este vacío. La tenemos ya. El libro de Antonio Fernández Luzón, reelaboración de su excelente tesis doctoral leída el año 2003, permite responder a los grandes interrogantes que nos planteaba la historia de la Universidad de Barcelona: sus complejos orígenes, desde la fundación por Alfonso el Magnánimo en 1450 hasta su consolidación en 1559, su estructura jerárquico-administrativa, con especial acento en la Hacienda universitaria, su régimen docente y planes de estudio y la sociología del profesorado y el estudiantado, con incidencia particular en su proyección política...

¿Cuál es el balance global que de la Universidad de Barcelona del siglo XVI nos hace el autor del libro? ¿Tenía fundamento la nostalgia romántica por aquella Universidad o tenía más sentido el desprecio ilustrado por la misma? La conclusión es matizada. De una parte, se atribuye a la Universidad de Barcelona una oferta cultural en el siglo XVI, no de tanto relieve como la de Salamanca, Alcalá o Valencia pero en ningún caso irrelevante. No puede hablarse de provincianismo cultural en la Barcelona del siglo XVI. Ahí están como testimonio el uso de los Coloquios de Erasmo en las aulas, las aportaciones del lulista Lluís Joan Vileta en Trento, la significación de Damiá Hortolà en la metodología bíblica, el papel de la Universidad como refugio de presuntos heterodoxos como Pere Joan Nunyes, la creación de la cátedra de Matemáticas y Astrología... imagen ésta que se conjugaría con la que de la imprenta barcelonesa en el siglo XVI nos han dado Manuel Peña o Javier Burgos.

La fascinación de Cervantes por Barcelona, aunque sobreactuada, tendría la lógica de la respetabilidad que como capitalidad de la España mediterránea en el siglo XVI merecería Barcelona. Salvaguardados los valores de la oferta cultural de la Universidad de Barcelona, A. Fernández desliza su análisis hacia otro problema: la funcionalidad de la Universidad. ¿Qui prodest? En este escenario de debate, queda bien claro el perfil municipal de la Universidad. La Universidad sirvió a quién la pagaba. Y la pagaba el Consell de Cent municipal. La historia de la Universidad es la de la complicada historia de la propia institución municipal con sus problemas económicos y políticos. La batalla interna de la Universidad en el siglo XVI se libra entre el corporativismo gremial y la institución municipal, con el poder político central ausente. Progresivamente esta batalla se deslizará hacia la confrontación entre el nuevo poder emanado de la Universidad (los gaudints , juristas o médicos) y las viejas familias del poder tradicional.

La Universidad no solo reprodujo el poder ya establecido, lo distorsionó al hacer emerger el prestigio profesional como alternativa al linaje. Esa desestabilización estallará en el siglo XVII y la "deserción de los intelectuales" catalanes respecto al Estado bien pudo responder a la insatisfacción creciente ante las limitaciones de un mercado profesional empequeñecido por una oferta mayor de títulos. Pero esa es otra historia. En conclusión, las cualidades de este libro permiten afirmar contundentemente que la vieja asignatura pendiente del estudio científico de la historia de la Universidad de Barcelona, por fin ha sido aprobada. Y con la mejor nota.

Ricardo García Cárcel. (UAB)