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FICHA DEL LIBRO

Joaquím Prats.

La Universitat de Cervera i el Reformisme Borbónic

Lleida: Pagés Editors, 1993. 440 p.

 

 

 

RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN

 

LA UNIVERSIDAD DE CERVERA EN EL CONTEXTO HISTORIOGRÁFICO Y CULTURAL

 

 

A finales del siglo pasado y principios del presente, se editaron en España una gran parte de historias de las universidades. Era el gran momento de la educación en Europa. La sociedad occidental mostraba, por aquellas décadas, una extremada sensibilidad por los temas didácticos, académicos y, en general, educativos. La producción bibliográfica en todos estos terrenos fue espectacular. Este ambiente provocó que los historiadores contribuyeran a la reflexión social mediante trabajos de investigación sobre los antiguos centros docentes. Se produjeron en toda Europa, y también en España, obras que historiaban, desde la óptica institucional, las diversas universidades. El tiempo, como es lógico, ha ido dejando obsoletas aquellas obras largas, eruditas y epopéyicas, para dar paso a nuevos planteamientos y novedosas metodologías.

 

En los últimos veinte años han ido apareciendo multitud de estudios sociales, culturales y políticos de los centros universitarios. El interés por estas cuestiones parece que va en aumento. Historiadores de probada solvencia como Kagan, Stone, Chartier, Revel, Kanievska y Frijhoff entre otros, han dedicado parte de su actividad investigadora a trabajar sobre estos temas. En España el nivel y la producción investigadora ha mejorado sensiblemente gracias a historiadores como Mariano y José Luis Peset, entre otros, y las expectativas parecen ser halagüeñas. Son ya numerosos los estudios recientes desde ópticas actuales, que dejan atrás la vieja historia sólo institucional o pedagogista, la cual suele olvidar que los centros educativos son parte de la sociedad y deben ser analizados en el contexto histórico del momento. De esta manera trabajan ya un núcleo relativamente amplio de historiadores jóvenes.

 

En el caso de esta universidad, única en Cataluña durante más de un siglo, la práctica inexistencia de trabajos rigurosos ya que el tema ha estado prácticamente relegado por la historiografía de las últimos años.

 

Contrasta el conocimiento que en estos momentos se tiene de las universidades de Valencia, Salamanca y Valladolid entre otras, con el sorprendente desconocimiento de casi todas las universidades catalanas, y muy especialmente, de la que hubo en Cervera. Lo curioso del caso es que desde fuera del meollo de la investigación concreta, parece que el tema esté ya solucionado. Ciertos sectores de la historiografía o dan la cuestión cono zanjada, o no son conscientes de la importancia que puede tener para el conocimiento histórico el resolver las preguntas que deben hacerse para el estudio de la Universidad.

 

Junto a todo ello, el tema universitario cervariense tiene otras implicaciones ajenas a la investigación histórica. La Universidad de Cervera ha venido siendo, en cierto sentido, un catalizador ideológico. Sobre su creación y existencia pesan verdaderos mitos que, en algún caso, producen actitudes ajenas a la racionalidad del investigador social. Estudiando la Universidad de Cervera, se estudia algo más que una institución en un contexto catalán y español; se estudia lo que para algunos es un estigma fruto de oprobio a un pueblo, o para otros, la expresión máxima de que de un castigo deviene, por el genio y la inteligencia de una nación, una especie de Atenas de la cultura catalana. Ni una cosa, ni la otra pueden afirmarse con el uso del mero sentido común, pero mucho menos con el empleo del trabajo investigador analizando las fuentes y contrastándolas con lo que conocemos del contexto social, político y cultural de la época.

 

 

 

LOS OBJETIVOS DEL TRABAJO

 

Ante el panorama tan baldío que teníamos por delante, fue preciso hacer un plan de investigación que prácticamente comenzara de cero. Sólo existía una obra relativamente aceptable, publicada a principios de siglo, mientras que el resto eran, o trabajos de pequeño vuelo o, en su mayoría, interpretaciones conciente o inconscientemente interesadas. Por otra parte, las nuevas formas metodológicas y los nuevos planteamientos en la historiografía, no habían, ni tan siquiera, visitado el archivo universitario. Estas circunstancias hicieron necesario dividir la investigación en diversas fases de la que esta publicación pretende ser la primera.

 

Resultaba necesario reconstruir la historia de la institución en el contexto político de la monarquía borbónica y, en especial, respecto a la dinámica reformista de la Corona, tan contradictoria y llena de vicisitudes. La organización interna, los mecanismos de poder, la relación con la Monarquía, las reacciones y posiciones ante las distintas políticas reformistas, etc, eran cuestiones a dilucidar como tarea previa a otros tramos de la investigación. Es precisamente lo que se ha pretendido hacer en este primer estudio.

 

Hemos tratado también de clasificar las circunstancias que favorecieron la erección de la Universidad. En cuaquier otra universidad, esta cuestión resultaría casi epopéyica y anecdótica, pero en el de Cervera resulta ser un tema que suscita interés. Debemos reconocer que, en un primer momento, pensamos omitir esta cuestión precisamente por las implicaciones ideológicas que a lo largo del tiempo parece haber tenido. Desde el absurdo mito, sin ningún fundamento, de la supuesta petición por parte de los cervarienses de un puerto de mar, a las interpretaciones que veían las ansias vengativas y dañinas del primer Borbón, pasando por las acusaciones a los llamados "botiflers" de alta traición, etc, todo se ha dicho y se ha escrito. En realidad el problema no dejaba de ser secundario para conocer la función social que tuvo la Universidad o el lugar que ocupó en la estructura político cultural de la Cataluña del setecientos. Posteriormente, comprendimos que era conveniente desmitificar el tema tratándolo con la misma frialdad y cariño que se suele emplear con los problemas historiográficos menos entreverados. La tesis a la que llegamos sobre esta cuestión, parecía que hacía conveniente incorporar un capítulo específico para dejar aclarado este problema tan manido y nunca investigado con rigor.

 

El resto del libro responde a las preguntas que hemos hecho al principio de este subapartado. Hemos tenido que adentrarnos en aspectos de una cierta aridez, como suele ser considerada la historia de las estructuras administrativas. Se han visto también tratados, aunque indirectamente, cuestiones referidas a las tensiones y tendencias en el seno de la administración de la Corona.

 

Por otro lado resultaba necesario el análisis de las posiciones institucionales ante las propuestas y contrapropuestas reformistas del último tercio del siglo XVIII y primeros años del XIX. No se pretendía aquí hacer una historia intelectual de los personajes de la Universidad, sino ver en cada momento el tono medio y las opiniones más compartidas por la mayoría del profesorado. Este hecho nos tendría que permitir conocer la evolución ideológica, científica y cultural del conjunto de la institución.

 

Por último, nos planteamos el análisis de las tendencias y tensiones en el seno de la universidad. En este aspecto sólo hemos abordado las referentes al reparto del poder interno y a las suscitadas por diferentes visiones ante cuestiones como qué saberes enseñar o cómo organizar la ordenación académica. Nos parecía necesario tratar esta cuestión en tanto que proporcionaba una imagen más matizada y menos compacta del cuerpo académico. Para terminar, se ha intentado ofrecer un panorama de las relaciones entre Universidad y los mecanismos de control político administrativo en la medida que este hecho aporta un granito de arena al conocimiento de la estructuración burocrática del estado moderno.

 

Hemos limitado el estudio cronológicamente de 1714 a 1808. El período no es caprichoso. Como en tantos otros aspectos de la vida española, la Guerra de la Independencia supondrá un cambio de tendencia y un reajuste intelectual y político en muchas instituciones. Los años que van de 1815 a 1837 (con la excepción que supuso el traslado temporal de la Universidad a Barcelona en 1822) suponen un periodo peculiar en la que la dinámica de la Universidad con el Estado y la sociedad es otra. Se inicia una lenta agonía en la que la Universidad se convierte en un cada vez más débil bastión del reaccionarismo antiliberal. En realidad, la universidad en esta época no era más que una reliquia del pasado. Los últimos años de la existencia de la Universidad constituyen una proclamada agonía y una progresiva descomposición.

 

Por todo ello no nos pareció conveniente incorporar este período a nuestro trabajo. Esta etapa merece un enfoque y planteamiento especial si tenemos en cuenta que durante el período se produce la quiebra del Antiguo Régimen de que la Universidad era una pieza más. Tenemos intención de abordar el estudio del período 1808_1841 en futuros trabajos de investigación.

 

El presente trabajo es como se ha dicho una primera fase de un dilatado trabajo de investigación que esta en marcha. La recogida de fuentes nos permiten lanzar, con carácter provisional, algunas hipótesis y delimitar futuros aspectos del estudio. Vamos a continuación a resumir los distintos campos en que tenemos intención de ocuparnos próximamente:

 

Con la documentación existente, es posible realizar un estudio sobre las finanzas de la Universidad. En él se podrá determinar el sistema de captación de recursos, los mecanismos financieros de obtención de incrementos o créditos (censos) y el sistema contable. Por otro lado el análisis del gasto y su evolución facilitará el conocimiento del tipo de pagos más frecuentes y las partidas dedicadas a la inversión o a la retribución del personal. Las hipótesis de trabajo de las que partimos en este terreno son las siguientes: por un lado, se configuró en Cervera un tipo de financiación singular en la historia de las universidades españolas: la Corona, por primera vez, financió de la hacienda pública una parte no desdeñable del presupuesto universitario. Era una significativa novedad que el Estado se implicara económicamente en subvencionar la actividad educativa. Es cierto que el origen y el tipo de partidas no son homologables a las de un estado contemporáneo, pero no dejaba de ser un precedente de ello. Se buscó sin embargo para la otra mitad de los ingresos, un mecanismo de financiación habitual en las viejas universidades: pagos procedentes de ciudades o episcopados. La innovación radicaba en el sentido distinto de la territorialidad. Era común que un municipio o una mesa episcopal financiasen un centro en su jurisdicción, pero resultaba mucho más extraño (no conocemos otro caso igual) que las rentas fueran a parar a un centro educativo que se pretendía de todo el Principado, y que no se consideraba vinculado ni dependiente de las instituciones que contribuían a parte de su mantenimiento.

 

Una segunda fase de investigación será el estudio social de la Universidad. Aunque en este tema las fuentes son escasas para el siglo XVIII y primeros años del XIX (los libros de matrícula se quemaron en 1810 y 1821), es posible trabajar sobre el libro de grados y sobre documentación sobre vida escolar. Las hipótesis sobre esta cuestión las tenemos menos configuradas que las del punto anterior. En definitiva se tratará de analizar las categorías, el reclutamiento, los conflictos habituales del profesorado, la situación social del colectivo y sus posibilidades de promoción, etc. Respecto al alumnado, su número, procedencia geográfica y social, los perfiles personales e intelectuales más frecuentes, los aspectos cotidianos de la vida escolar y, por último, su ubicación posterior en la estructura profesional y social. Lo poco que podemos adelantar, siempre a título de hipótesis, es que el conjunto universitario es bastante homologable al del resto de universidades españolas. En segundo lugar, que el número de estudiantes fue disminuyendo progresivamente en relación a la evolución de la población catalana. En tercer lugar, que el número de barceloneses graduados es anormalmente menor del que demográfica y socialmente correspondería, lo que parece indicar un predominio del alumnado procedente de zonas más ruralizadas. En cuarto lugar, que las necesidades de la administración eclesiástica y civil no podían absorber en Cataluña la cantidad de graduados que, año tras año, iban abandonando la Universidad. Por último, tal como ocurrió en otras universidades, la cualificación profesional se perfilaba cada vez más inadaptada a las nuevas demandas sociales. Respecto a la caracterización del cuerpo académico como colectivo, puede apuntarse que heredaron todas las características gremiales propias de los claustros y colectivos estudiantiles de las viejas universidades.

 

Una tercera fase de investigación consistirá en el análisis de las relaciones institucionales entre la Universidad y los municipios, iglesia y otros organismos de Cataluña. Este terreno es el que más abundante en la documentación de que disponemos. Tras una primera lectura de las fuentes, cabe deducir la extremada conflictividad que se produjo entre el centro universitario y las instituciones citadas. Las razones inmediatas de los conflictos eran fundamentalmente dos: en primer lugar, los cobros de las partidas que ciertos ayuntamientos y todas las mitras debían pagar a la Universidad. En segundo lugar, la dificultad que suponía el mantener el monopolio de estudios superiores en Cataluña. La respuesta fueron numerosos subterfugios para enseñar legal o ilegalmente en colegios, seminarios u otros centros y una sorprendente fuga secular de estudiantes catalanes a otras universidades con el fin de obtener los grados de bachiller, licenciado o doctor.

 

Por último, tenemos también el proyecto de trabajar en el tema que, desde nuestras preferencias intelectuales, es más atractivo. Se trata del análisis cultural de la Universidad y su evolución a lo largo de la centuria. En este terreno se ha dicho mucho y se ha investigado poco. El ensalzamiento, el ditirambo que se ha venido haciendo de ciertos profesores, algunos jesuitas y otros no, como Josep. Finestres o Ramón L. Dou, responde más a la fidelidad de sus pretendidos descendientes intelectuales, que al análisis textual de sus obras. Algunos elementos clarificadores se ofrecen ya en la presente obra, pero es necesario trabajar el tema desde los métodos y perspectivas de la historia de las ideas.

 

Podemos adelantar como hipótesis que el tono medio de la calidad intelectual es similar al de las principales universidades españolas. Que el período más gris fue durante el tiempo que permanecieron los jesuitas. A partir de la expulsión de la Compañía, el profesorado se fue dividiendo progresivamente entre los que defendían las viejas concepciones de la escolástica tradicional en todos los campos y los renovadores que pugnaban por introducir las luces en las aulas cervarienses. En terrenos específicos como el derecho, parece que en el conservadurismo de Finestres retrasó, respecto a otras universidades, la introducción de nuevas visiones del derecho. En medicina, el nivel científico teórico, a partir de 1784 no tenía nada que envidiar al de cualquier otra universidad. Otra cosa sería la práctica docente.

 

No encontramos figuras destacadas en la innovación y en la creación de las ideas y la ciencia moderna. Sí que hay personajes que parecen tener un cierto nivel de erudición en los saberes tradicionales. Algunas disciplinas como la historia, fueron apreciadas aunque no cultivadas nunca en el marco de la institución. La filosofía no contó con ninguna figura de interés aunque sí encontramos en algunos personajes actitudes muy abiertas sin llegar nunca al enciclopedismo ni a las tendencias totalmente rupturistas con el pasado. Ningún teólogo de renombre pasó por las aulas cerverinas. En derecho, los más conocidos personajes de la Universidad se caracterizaron por elaborar obras en defensa del absolutismo o de glosa y comentario de ciertos aspectos del Código Justiniano.

 

 

 

VII. CONCLUSIONES

 

A todo lo largo del presente trabajo hemos procurado ir ofreciendo las conclusiones parciales a las que llegábamos en los diferentes capítulos y secciones. En muchos casos hemos tenido que limitarnos a emitir nuevas hipótesis, más o menos razonadas, ante la insuficiencia de la documentación disponible. En este último apartado pretendemos, sin ser exhaustivos, recoger los principales resultados a los que creemos haber llegado. Con el fin de ser sistemáticos, expondremos las conclusiones en el orden en el que han ido apareciendo y formularemos, como colofón, unas valoraciones globales.

 

 

 

 

A. RESPECTO A LA CREACIÓN DE LA UNIVERSIDAD, PODEMOS LLEGAR A LAS SIGUIENTES CONCLUSIONES:

 

 

1. La erección de una nueva universidad, con el consiguiente cierre de las preexistentes, pudo realizarse gracias a la situación excepcional que provocó el desenlace de la Guerrra de Sucesión. La derrota catalana dejó inermes a las instituciones catalanas que no pudieron defender sus privilegios tradicionales tal como lo hubieran hecho en una situación de normalidad.

 

2. La supresión de las universidades catalanas no puede entenderse como parte de un hipotético plan represivo. El hecho se produjo a consecuencia de un proyecto racionalizador de la estructura universitaria en el Principado. Los impulsores de las medidas reformistas en el campo universitario constituían un núcleo de ideología regalista y regeneracionista que contaba con el apoyo del monarca. Dichos individuos habían intentado reformas en las universidades castellanas con poco éxito. Su fracaso se debía a las resistencias encontradas por el alto grado de autonomía con que contaban todavía los centros superiores. El núcleo reformista vio en Cataluña la oportunidad de llevar a cabo sus planes de cambio.

 

3. Ni el Consejo de Castilla, ni los miembros de la Junta Superior de Justicia, ni los principales funcionarios de la Corona en Cataluña, participaron en la propuesta de la creación de la Universidad de Cervera. Algunos destacados partidarios de Felipe V se mostraron claramente contrarios a la medida.

 

4. A los intereses de los regalistas partidarios de la regeneración y racionalización de los estudios, se sumaron las pretensiones de la Compañía de Jesús que vio la ocasión de poderse introducir en la enseñanza superior, después del secular boicot de que había sido objeto por parte de las universidades catalanas.

 

5. Los rasgos iniciales que debían configurar la nueva universidad suponían un paso hacia la modernización de los estudios, la racionalización del sistema y la creación de un tipo de centro comparable en tamaño y recursos a los más importantes de la Corona; todo ello en contraste con el minifundio académico y la probada decadencia de los centros catalanes preexistentes. Asimismo se apuntaba la tendencia secular de intervención por parte del Estado en temas educativos, lo que suponía trasladar los principales núcleos de decisión a la administración de la Corona.

 

6. La elección de la ciudad de Cervera no se debió a la gestión de los enviados de esta ciudad en la Corte. En todo caso se aprovechó el ofrecimiento (si lo hubo), dado que el modelo de universidad que propugnaba el núcleo reformista se adaptaba perfectamente a un lugar no demasiado grande, sin guarnición militar, de fácil control del alumnado, en el centro geográfico del país y bien comunicado. A ello se sumaba la probada fidelidad a Felipe V de que habían hecho gala sus habitantes.

 

 

 

 

B. RESPECTO A LAS VICISITUDES DE LA PUESTA EN PRÁCTICA DEL PROYECTO INICIAL PODEMOS CONCLUIR:

 

 

1. Desde un primer momento se constató la falta de apoyo político de la mayor parte de la administración real. Ni el Consejo de Castilla, ni las instituciones de gobierno territorial en Cataluña colaboraron lo más mínimo en la realización del proyecto. Por el contrario, tanto el Capitán General, como la Real Audiencia mostraron repetidas veces su indiferencia y en ocasiones su hostilidad al nuevo centro.

 

2. La iglesia, especialmente la secular, mostró desde el principio una oposición frontal y en ocasiones desafiante ante las medidas que iban configurando la nueva universidad. La pérdida del control directo de la enseñanza superior por parte de los cabildos u órdenes religiosas (dominicos fundamentalmente) parecía la causa fundamental.

 

3. A la muerte del principal ejecutor de la reforma del sistema universitario catalán, Luis Curiel, los grupos más ultramontanos del Consejo de Castilla, apoyados por sectores de la Iglesia catalana quisiera modificar el proyecto e incluso un sector propuso reinstaurar el mapa universitario anterior a 1717. El resultado de esta ofensiva supuso un replanteamiento importante de la estrategia a seguir por parte del sector regalista del gobierno.

 

4. A partir de 1724 se buscó un pacto con Roma para poder resistir las presiones de los ultramontanos. Ello supuso reconocer que el nuevo centro no era considerado de nueva planta, sino fruto del traslado de las universidades preexistentes. El papel de los religiosos fue aceptado y el máximo responsable de la universidad quedó vinculado, formalmente, al obispado de Lérida.

 

5. El repliegue de las posiciones regalistas fue táctico en la medida que cedió en cuestiones muchas de ellas formales, aunque tuvo que entregar conscientemente el gobierno del centro durante seis años al cabildo ilerdense. Pese a todo, siguió adelante el proyecto de universidad de nuevo cuño sobre todo en los aspectos administrativos y de gobierno.

 

6. Los Estatutos de 1726 y las bulas pontificias configuraron un tipo de universidad cuyas características pueden resumirse en los siguientes puntos:

 

 

 

  • Dependencia directa de la Corona en todos los aspectos de gobierno, de orden académico y de régimen interior. Para ello se creó una nueva figura político administrativa en el Consejo de Castilla llamada: ministro protector.
  • Centralización del gobierno directo en una sola cabeza, el cancelario. Este cargo reunía las tradicionales jurisdicciones que, en el resto de universidades no conventuales, estaban repartidas en dos o tres cabezas.
  • Diseño de las enseñanzas al estilo de las universidades castellanas (Alcalá y Salamanca fundamentalmente) y equilibrio relativo en la distribución de escuelas filosófico teológicas.
  • Modelo atípico de financiación de la Universidad. Por un lado, la Real Hacienda se implicaba por primera vez en la subvención ordinaria de un centro educativo superior. Por otro, los obispados y ciertas ciudades aportaban rentas a un centro en el que no tenían jurisdicción ni tan siquiera influencia directa, situación ésta que provocaba innumerables problemas y contenciosos.

 

 

 

C. RESPECTO A LAS DIFICULTADES QUE SE ENCONTRARON EN EL FUNCIONAMIENTO DEL MODELO UNIVERSITARIO ENSAYADO SE PUEDE DECIR:

 

1. Que la atipicidad de muchos de los rasgos descritos provocó un período de tensiones. Mientras las universidades españolas seguían rigiéndose por un sistema que les confería un gran margen de autonomía, en Cervera se intentaba un nuevo diseño. La Corona gobernaba centralizadamente el centro a través de los mecanismos previstos (protector, cancelario, Consejo de Castilla). La falta, por un lado, de un diseño general para todo el sistema universitario, la ambigüedad de la normativa, y, sobre todo, la falta de una política universitaria definida, provocaron numerosos conflictos de competencias en el gobierno del centro cervariense. A ello hay que añadir las tensiones de carácter político en los medios de gobierno, y las disfunciones que provocaban las actuaciones de personajes de fuera del organigrama administrativo, como era el caso de los confesores reales.

 

2. A la desaparición de hombres que habían estado en el proyecto desde sus inicios (José Rodrigo) o que lo habían asumido (Velázquez y Aguado) sucedió el progresivo desinterés por la experiencia en sus continuadores. Se tendió a homologar los mecanismos de control con los del resto de las universidades. En cualquier caso, en la práctica siguió dándose una dependencia directa de la Universidad respecto del poder central, aunque en esta nueva fase (a partir de 1750 a 1767) la administración de la Corona en Cataluña (Real Audiencia especialmente), cobró un papel más destacado en los asuntos referidos a Cervera.

 

 

 

D. LAS DIVERSAS POSICIONES QUE ADOPTÓ LA UNIVERSIDAD ANTE LA POLÍTICA REFORMISTA DE CARLOS III NOS LLEVAN A CONCLUIR LO SIGUIENTE:

 

1. Hasta la expulsión de la Compañía de Jesús, las posiciones defendidas institucionalmente por la Universidad fueron contrarias al clima de reformas que se vivía en el país. Hasta 1767 no se dieron en el seno del claustro iniciativas de cambio y modernidad, si exceptuamos algunas tendencias moderadamente aperturistas de algún profesor.

 

2. Desde 1767 a 1789 se produce un proceso de lenta modernización. Poco a poco, se fueron introduciendo las nuevas concepciones del saber en diversas facultades. No toda la Universidad asumió los cambios. Mientras se fue consolidando un sector anclado en las ideas tradicionales (la mayoría de los legistas y el sector tomista de teología), otros fueron adoptando en la enseñanza visiones que rompían con el clásico escolasticismo (filosofía) o que incorporaban las tendencias jansenistas moderadas (canonistas). En medicina, quizá por estímulos exteriores, se logró superar la concepción contraria a las nuevas tendencias científicas y clínicas de esta facultad. Otra cosa sería la posibilidad de aplicar los nuevos planes de estudio.

 

3. Respecto a la aceptación de las nuevas medidas de control y centralización general del gobierno en las universidades, no provocó en la de Cervera ninguna reticencia ni reparo. En realidad, lo que intentó llevar a cabo la Corona en este orden de cosas, no era más que lo que en la Universidad se había hecho desde sus inicios. Algunos problemas provocaron, no obstante, la unificación de normas de régimen interior ordenada por el gobierno, pero más por los intereses corporativos del claustro, que por una defensa de la autonomía universitaria, como había ocurrido en otros lugares.

 

 

 

E. LOS AÑOS DE CAMBIO DE SIGLO SUPUSIERON PARA LA UNIVERSIDAD EL FIN DEL PROCESO INICIADO EN LA ETAPA ANTERIOR. RESPECTO A ESTE PERÍODO PODEMOS DECIR:

 

1. Por un lado se fueron configurando cada vez más dos sectores de profesorado. Por un lado los que coincidían básicamente con las ideas de modernización de los estudios y cambio del régimen anquilosado de la Universidad. Por otro, se fue definiendo un sector tradicionalista contrario a las innovaciones, tanto en el régimen de estudios como en los contenidos de las diferentes disciplinas. Este sector consevador actuó repetidamente en contra de los individuos significados como aperturistas y progresistas.

 

2. Los profesores partidarios de los cambios propugnaban medidas modernizadoras de los contenidos de los estudios. Llegaron a controlar la Facultad de Filosofía emitiendo propuestas que denotan posiciones avanzadas en el conjunto del panorama universitario. Junto a estos parece que una parte del profesorado de medicina y del de cánones puede englobarse también, aunque con matices, en este sector del claustro.

 

3. Los conservadores formaban la mayor parte de la facultad de derecho, e incluían a algunos canonistas y a la casi totalidad de los teólogos. Este sector tampoco era totalmente homogéneo y encontramos actitudes reaccionarias y radicalmente opuestas a todo cambio, junto con posiciones más moderadas que aceptaban, en ocasiones con reticencias, la política reformista del gobierno.

 

4. La política reformista de los primeros años del siglo XIX provocó la progresiva radicalización de las posturas en el seno del claustro, llegándose a un momento de crisis en el que puede afirmarse que se configuraron dos actitudes diferentes y enfrentadas. Esta división se dió, no sólo en los temas universitarios, sino en las cuestiones de política general que, a partir de 1808, comenzaron a convulsionar la vida española.

 

 

 

F. CONCLUSIONES GENERALES

 

1. La Corona sólo mostró un interés específico por la Universidad de Cervera durante los primeros treinta años, aproximadamente, de la existencia del Centro. A partir de este momento tenderá a tratar a la Universidad como a las restantes. Esto es válido, asimismo, para el período en que el Estado comienza a dotarse de una política universitaria.

 

2. La Universidad cervariense constituyó inicialmente un proyecto de reforma de los estudios superiores. Puede decirse que dicho proyecto fue un relativo fracaso en la medida que surgió en un momento en que el ambiente social y cultural, por un lado, y las preocupaciones políticas y administrativas de la mayor parte de los gobernantes, por otro, no arropaban una iniciativa de esta índole.

 

3. Pese a sus peculiaridades, la Universidad de Cervera siguió una trayectoria más o menos semejante a la del resto de los principales centros de la Corona. Los procesos de cambio, el tipo de conflictividad interna, las características corporativas del profesorado, los ritmos de renovación interna etc., son perfectamente homologables a centros como el de Valencia, Valladolid, Salamanca o Granada. El hecho catalán, pese a lo que tantas veces se ha escrito, no condicionó de una manera relevante las diversas posiciones culturales y científicas que institucionalmente fueron defendidas por el centro.

 

Tampoco puede defenderse la idea hasta ahora más difundida, que el momento de esplendor de la Universidad estaba ligado a la presencia de los miembros de la Compañía de Jesús. Por el contrario, hay que afirmar que la salida del adocenamiento tradicional en los saberes universitarios se inició en la década de 1770, una vez expulsados los jesuitas. La Universidad de Cervera fue un fruto del siglo XVIII y vivió las vicisitudes de su época como tantas instituciones de su mismo carácter.