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08-03-2021

Albatros y petreles: hoja de ruta para proteger en alta mar las aves marinas más amenazadas

Los albatros y los petreles viven cerca del 39 % de su ciclo vital en alta mar, una inmensa área marina global que se extiende más allá del ámbito de las jurisdicciones nacionales o internacionales de protección de la naturaleza. Ante esa falta de protección legal, para conservar las poblaciones de estas aves marinas —uno de los grupos de aves más amenazados del mundo—, será decisivo mejorar la gobernanza de las zonas de alta mar y aplicar sin excepciones los tratados de protección vigentes en la actualidad.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista Science Advances en el que participa el Grupo de Ecología de Aves Marinas de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), bajo la dirección del catedrático Jacob González-Solís.

En el trabajo, liderado por Martin Beal, experto del Instituto Universitario de Lisboa (Portugal), también participan equipos investigadores de cerca de sesenta centros e instituciones de todo el mundo. Entre ellos destacan BirdLife International, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-UIB-CSIC), el Servicio Antártico Británico (BAS), la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB, Reino Unido) y el Instituto Nacional de Investigación Polar de Japón (NIPR).
 
Albatros y petreles: los grandes vagabundos de alta mar
 
Los albatros y los grandes petreles forman parte del orden de aves marinas de los procelariformes, con 124 especies distribuidas por todos los océanos del mundo. Cerca del 50 % de estas especies están en peligro de extinción debido a la introducción de especies invasoras en las colonias de cría, la captura accidental en pesquerías, la sobrepesca, la contaminación lumínica, el cambio climático o la polución. Además, las estrategias vitales de estas aves (ciclo de desarrollo muy largo, madurez sexual tardía, baja fecundidad, fidelidad a los lugares de cría, etc.) las hacen extremadamente vulnerables a esas amenazas tanto en el mar como en tierra firme.

Una de esas especies en peligro es la pardela balear (Puffinus mauretanicus), endémica del Mediterráneo. Según detalla Jacob González-Solís, catedrático del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB, es «una de las aves marinas más perjudicadas por el impacto de la actividad pesquera». El investigador recuerda que la pardela balear está clasificada como especie en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
En el trabajo, los expertos han seguido por telemetría un total de 5.775 especímenes de 39 especies de aves procelariformes en distintos continentes mediante geolocalizadores o GPS tan diminutos que en algunos casos pesan menos de un gramo. Los resultados muestran que estos pájaros marinos se desplazan regularmente a regiones de alta mar donde ningún Estado puede garantizar su conservación de forma adecuada.

«Hoy en día, las aves marinas como los albatros son los grandes vagabundos», explica el investigador Martin Beal, autor principal del trabajo. «Ahora bien, ese increíble estilo de vida los hace muy vulnerables a las amenazas en áreas marinas donde la protección legal es insuficiente».

Según Maria Dias, coautora del estudio y experta de BirdLife International, «las interacciones negativas con las pesquerías son particularmente graves en las aguas internacionales, porque hay un control menor de las prácticas de la industria y del cumplimiento de la normativa». Asimismo, la experta señala que «aparte de las especies de peces, actualmente no hay un marco legal global para abordar la conservación de la biodiversidad en alta mar».
 
Proteger las aves marinas más allá de las fronteras
 
Mejorar la gestión de las poblaciones reproductoras de cada país y la gobernanza de los territorios de alta mar será imprescindible para preservar las poblaciones de albatros y petreles en el futuro. Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica son los países que concentran la mayor riqueza de especies reproductoras de albatros y petreles. España también tiene una posición destacada en ese ranking —la novena— y en especial por las áreas reproductoras decisivas para estas especies en las islas Baleares y Canarias.

«A escala global, habrá que hacer valer los actuales tratados y las directrices de foros internacionales como la Convención sobre Especies Migratorias (CMS), el Acuerdo sobre la Conservación de Albatros y Petreles (ACAP) o la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCAMLR). También será necesario seguir alcanzando acuerdos internacionales sobre la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad biológica marina, más allá de las jurisdicciones nacionales», indica Jacob González-Solís.

La hoja de ruta para mejorar la conservación de aves y petreles también apunta a la necesidad de potenciar tratados bilaterales entre países tan distantes como Japón, Australia y Rusia, a fin de garantizar que las especies que migran a través de las jurisdicciones de estos países reciban la protección necesaria a lo largo de todo su ciclo vital.
 
Del Mediterráneo hasta Namibia o Brasil
 
El equipo de la UB-IRBio se ha centrado en el seguimiento remoto de la pardela cenicienta del Mediterráneo (Calonectris diomedea), la pardela cenicienta del Atlántico (C. borealis), y la pardela de Cabo Verde (C. edwardsii), aves marinas que se reproducen en los archipiélagos de las Baleares, las Canarias y Cabo Verde, respectivamente.

«La conservación de especies tan amenazadas como la pardela balear dependerá fundamentalmente de la buena gestión de las administraciones baleares, catalanas y españolas, pero también de los países a donde se desplazan estas aves fuera de su época reproductiva, en concreto Francia y Portugal», detalla Raúl Ramos, investigador de la UB-IRBio.

«Además —prosigue el experto—, los ejemplares de pardelas que se reproducen en Baleares y Canarias tienen sus áreas de invernada frente a las costas del Sáhara Occidental, Brasil, Namibia o Sudáfrica, entre otros países. Con el fin de garantizar su supervivencia, es fundamental que estos países también se comprometan a protegerlos mientras se encuentren en su territorio jurisdiccional».

Actualmente, España es signataria de los acuerdos internacionales impulsados por la CMS, la ACAP, y el CCAMLR. Además, es un país comprometido con el Plan de acción para minimizar la captura accidental (Unión Europea, 2012), así como con la Política Pesquera Común y la Directiva sobre la estrategia marina, la Convención para la Protección del Medioambiente Marino del Atlántico Nororiental (OSPAR), y las directrices de las Organizaciones Regionales de Pesca (RFO), entre las que se incluye la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (GFCM).

«Sin embargo, a pesar de saber que la pesquería del palangre es actualmente la principal responsable del declive de las pardelas balear, cenicienta y mediterránea, hoy en día las pesquerías que operan en territorio español aún trabajan sin ninguna regulación que obligue a los pescadores a minimizar las capturas accidentales de pardelas y otras aves marinas», alertan los expertos.
 
 
                                                             Imágenes: Jacob González-Solís y Raül Ramos (UB-IRBio)
Fuente:PrensaUB