Utilizamos cookies propias y de terceros para ofrecer nuestros servicios y recoger datos estadísticos. Continuar navegando implica su aceptación. Más información

Aceptar
Volver
17-09-2020

Covid-19: hora de exonerar el pangolín de la transmisión del SARS-CoV-2 a los humanos



Desde los primeros tiempos, ha estado en la naturaleza humana buscar un culpable (humano o animal) durante las epidemias, que conduce a menudo a comportamientos irracionales destinados a eliminar la amenaza. Con la aparición de la Covid-19, los culpables designados fueron los murciélagos y los pangolines. Sin embargo, ¿cuál fue su papel real en el proceso que condujo a la actual pandemia?

El artículo donde participa en Jordi Serra Cobo, del Instituto de Investigación de la Biología de la UB, nos ayuda a desentrañar el inicio del COVID-19.

La aparición de la Covid-19 ha desencadenado muchos trabajos destinados a identificar el animal intermedio potencialmente implicado en la transmisión del SARS-CoV-2 a los humanos. La presencia de virus relacionados con el SARS-CoV-2 en pangolines Malasianos, el polimorfismo del receptor ACE2 y las similitudes de secuencias entre el receptor de enlace dominante (Receptor Binding Domain, RBD) de las células del pangolín y de las humanas hacia los Sarbecovirus llevaron a proponer el pangolín como huésped intermediario. Sin embargo, más tarde se informó que la afinidad de unión del receptor ACE2 del pangolín por SARS-CoV-2 era baja.

Este artículo proporciona pruebas de que el pangolín no es el animal intermedio en el origen de la pandemia humana. Además, los datos disponibles no se ajustan al modelo de desbordamiento que se propone actualmente para la zoonosis emergente, por lo que es poco probable que explique este brote. Proponemos un modelo diferente para explicar cómo los coronavirus relacionados con el SARS-CoV-2 podrían haber circulado en diferentes especies, incluidos los humanos, antes de la aparición del COVID-19.

Los sarbecovirus muy relacionados entre ellos circulan por diferentes huéspedes de todo el mundo planteando la cuestión de la dinámica de la zoonosis emergente y del papel que juega la fauna salvaje. Este artículo nos enseña dos modelos hipotéticos de zoonosis emergente, el conocido modelo de desbordamiento y un modelo alternativo, el modelo de circulación.

El modelo de desbordamiento teoriza que la zoonosis emergente comienza como consecuencia de una presión zoonótica (Plowright et al., 2017). En este modelo, el virus se desarrolla en una etapa epizoótica (epidemia en animales) en una población animal, éste llega al umbral necesario para efectuar el salto de especie y producir la transmisión a los humanos y propagarse a las poblaciones humanas. Los factores socioeconómicos y la dinámica demográfica desencadenan la expansión epidémica o pandémica de la enfermedad (Plowright et al., 2017; Frutos et al., 2020). Según el modelo de derrame, la enfermedad ya existe previamente a la epidemia humana como epizootia y, por tanto, la identificación del reservorio animal es fundamental para detener la propagación viral.

En el modelo de circulación propuesto no hay ningún requisito de presión zoonótica ni episodio epizoótico antes de la aparición de una enfermedad humana. Según el modelo de circulación hay una amplia circulación de virus en diferentes especies, incluida la humana, pero sin que se produzca ninguna epidemia. Esto concuerda con la observación de que los humanos hemos sido mucho más expuestos a diversos virus de lo esperado y sin que haya habido ninguna epidemia relacionada (Pike et al., 2010).
Según el modelo de circulación, lo que realmente prepara una epidemia es simplemente un acontecimiento accidental, es decir, una mutación o recombinación en el genoma del virus. El virus ya está presente en una población animal cercana a los humanos o incluso en humanos, y esta mutación lo hace más invasivo y / o patógeno. Esto ya se ha informado recientemente a SARS-CoV-2 (Korber et al., 2020) y más allá de los coronavirus se ha observado en virus gripales, chikungunya o Zika (Webster et al., 1982: Tsetsarkin y Weaver, 2011 ; Yuan et al., 2017).

Los auténticos desencadenantes de la epidemia y la pandemia son la destrucción de los territorios y hábitats naturales provocando un aumento de los contactos entre humanos y animales y las zonas de amplificación de estos contactos como mercados, comercios internacionales, movilidad, etc. (Pike et al., 2010; Frutos et al., 2020). Uno de los principales efectos positivos del modelo de circulación es que se pone el foco en estas actividades humanas y no en la vida salvaje. Los pangolines, los murciélagos y otros animales no son responsables de las epidemias o pandemias que afectan a los humanos. Debemos replantearnos la manera de interactuar con la naturaleza. Culpar la vida silvestre de las zoonosis emergentes puede resultar altamente perjudicial, una matanza masiva y la pérdida de biodiversidad.

Más información en el artículo:
Roger Frutos, Jordi Serra-Cobo, Tianmu Chen, Christian A. Devaux.COVID-19: Time to exonerate the pangolin from the transmisión of SARS-CoV-2 to humanos. Agust2020


Foto @wildlifeJusticeComission