DOS MUJERES PIADOSAS

En un panfleto dedicado a la defensa de las mujeres y titulado Lana Caprina, Giacomo Casanova da noticia al pasar de la existencia de nihilistas avant la lettre.

Conocí a dos mujeres piadosas que, tras leer ese librito [un opúsculo donde se pretende probar, basándose en cincuenta pasajes de la Biblia, que las mujeres no pertenecen a la misma especie que el hombre] quedaron persuadidas de que no gozaban de un alma inmortal como los hombres; pero ese considerable error produjo en cada una de estas mujeres efectos opuestos. Una de ellas, consciente de no estar destinada tras esta vida a una existencia eterna, en la que le serían infligidos castigos o asignadas recompensas, quedó aterrorizada, sombría, agobiada, por así decirlo, y humillada por su propia debilidad; pero la otra se volvió alegre, su corazón rebosaba júbilo pues pensaba que ya no debía imponerse ningún freno, ni había nada que temer, ni ningún motivo para moderar aquellas pasiones que antes la condenaban a la maldición.

Pero lo más curioso de este pasaje no es que anticipe algo que hoy reconocemos perfectamente, el nihilismo, sino que a su autor no le llamase la atención que una de las dos nihilistas ganara la felicidad al saber que era mortal. Según cuenta la leyenda el popular seductor italiano tenía un gran sentido del tacto, en especial para tratar con las mujeres de la corte, y el texto del que procede la cita así lo confirma. Pero a la luz de este pasaje –y considerando que además Casanova apenas vio que el mundo en el que se desvivía por medrar se estaba desmoronando– también parece bastante evidente que el sentido del olfato no era lo suyo: fue incapaz de oler los cambios que se avecinaban.

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