OTRO

Hay días en que a mí, que soy un papanatas pagado de sí mismo, me gustaría ser otro. Pero no a la manera de Rimbaud. No, nada de moderno, ninguna metamorfosis. Ser un individuo totalmente distinto.

Este deseo –tan claro, tan evidente y tan impracticable– se pone de manifiesto a través de una inclinación perversa. Porque no se trataría de vestirme con un disfraz nuevo ni de ponerme una máscara en lugar de la que llevo habitualmente. No. Es más sutil. Me gustaría infringir mi propia regla pero sin responder ante mí́. Así, sería como los otros, como ese individuo que está allí, admirable, superior a mí, al que le importan un bledo mis máximas y principios.

Ese, que es un castigo para mí mismo.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.