SADEANA(II)

Según Roudinesco –y Freud, naturalmente– debemos al marqués de Sade el descubrimiento de la pulsión de muerte que se expresa en el deseo del mal. Más allá del principio de placer se sitúa el goce, que no conoce distinciones morales. Mejor dicho, allí donde goza el sujeto se libera de toda coacción valorativa. El goce es transvalorativo. De ello se presupone que, en tanto que sujetos de alguna forma de goce, todos somos perversos y aquellos a los que aplicamos esa etiqueta vienen a ser los mártires de una economía libidinal reprimida. Una especie de santos, según se mire.

(Piensas en el austriaco incestuoso de Amstetten o en aquel pederasta caníbal. En los que torturan o en los muchos violadores o en los asesinos a sueldo… No parece muy convincente.)

El psicoanálisis encierra una trampa discursiva. En la medida en que se inscribe en alguna especie de mito, su “verdad” es meramente sintagmática, o sea, literaria. Hay algo que queda transparentemente revelado en sus fórmulas pero cada observación sirve además como pantalla que oculta el sentido profundo de otra observación y, a la postre, da aliento a una especie de anomia donde todo, en el fondo, da lo mismo. Lo mismo sucede con relación a las muchas definiciones psicoanalíticas del amor, fundadas todas ellas en otras tantas variantes o versiones del amor por uno mismo. Es ese reduccionismo el que resulta chocante –Lévi-Strauss llamaba a los psicoanalistas “jíbaros”–: si todas las formas del amor son especies del narcisismo, entonces el narcisismo, o sea el amor por uno mismo, no es tal sino puro conatus sesse conservandi. Y el perverso sádico resulta ser notre semblable.

(Consternación. ¿Y por qué unos lo son y otros no?)

En el texto de Antoine Tudar, citado por Lacan:

Entre la mujer y el hombre
Está la mujer.
Entre el hombre y la mujer
hay un mundo.
Entre el hombre y el mundo
Hay un muro.

Lo importante es el muro. Sade es una pequeña grieta en ese muro, una rendija que deja ver más allá. Pero lo que se ve no es nada reconocible, como los frescos de la Domus Aurea cuando los descubrieron, figure grottesche..

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