LA ENFERMEDAD MORTAL

Kierkegaard llama a la desesperación enfermedad mortal, y dice que son tres las figuras del desesperado, o sea de aquél que está aquejado por ella: el que no sabe que tiene un yo, el que no quiere ser él mismo y –paradójicamente– el que quiere serlo.

(¿Tienes un yo? No estás seguro. ¿Quieres ser tú mismo? Lo eres, inevitablemente. ¿No quieres serlo? Por supuesto que no, entonces no cabe duda: estás desesperado.)

También yo estoy mortalmente enfermo, pero Kierkegaard advierte que la desesperación no tiene nada que ver con una enfermedad física porque la muerte acaba con la enfermedad y, para un cristiano, la muerte es además el pasaje a la vida verdadera.

(Pero tú no eres cristiano.)

¿En qué sentido la enfermedad es mortal? La enfermedad es mortal no cuando la muerte acaba con la enfermedad sino cuando la enfermedad acaba con la muerte y no hay nada después de ella. O sea, cuando ya no tienes esperanza. En eso consiste “estar desesperado”.

(Tú no tienes esperanza; más aún, no quieres tenerla, quieres vivir sin esperanza; pero no hay manera. Y, sin embargo, tienes la impresión de haber querido estar desesperado.)

Rodamundo, roda gigante
roda moinho, roda pião.
O mundo rodou num instante
nas voltas do meu coracão…

Anda ya, ¿;por qué no te mueres de una vez?

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