SOBRE LA VARIACIÓN

(De nuevo acerca de la experiencia.)

Para que haya experiencia en tanto que conocimiento de algo sucedido a una conciencia, es preciso que haya memoria de ella, pero ¿qué quiere decir “memoria de ella”? ¿Que la recuerde? En parte sí; en efecto, si no la recuerdo –como el sujeto del obispo Berkeley, que hace desaparecer el mundo cada vez que cierra los ojos– entonces nunca ha tenido lugar. Pero me dicen por ahí que hay una anestesia que no anula la experiencia del dolor sino que tan sólo borra el recuerdo de ella, por eso, después de una operación muy agresiva, el cuerpo responde con un prolongado estado de abatimiento y a veces sume al enfermo en una melancolía. El convalesciente no recuerda el dolor pues ha sido anestesiado y no obstante de alguna manera sabe que ha sido agredido aunque no pueda establecer –porque no recuerda nada– por qué y por quién. La consciencia no tiene constancia del dolor pese a haberlo experimentado, de modo que el recuerdo retorna, pero en forma de síntoma.

O sea que se puede tener una experiencia y no recordarla: así en las amnesias traumáticas, en el mal de Alzheimer, en las represiones varias que más tarde retornan, etc. Por lo tanto, una experiencia puede ser considerada como tal si además de recordarla podemos reproducirla más o menos sublimada; mejor dicho, si el recuerdo sirve para una especie de repetición; porque, ¿cuál es el sentido o el propósito de la repetición? La diferencia entre la experiencia singular y la experiencia repetida por mediación o no de un recuerdo o un acto de mimesis o cualquier forma de representación, es la diferencia que media entre la repetición y la variación. Por la repetición, formalizo lo que sólo existe en mi memoria de acuerdo con un patrón abstracto; por la variación convierto la experiencia formalizada, reducida a un patrón, en una nueva experiencia singular. Este debe de ser el principio que guía a los artistas –Cézanne y sus decenas de versiones de la montaña de Sainte-Victoire– cuando vuelven obsesivamente sobre un mismo tema, lo varían una y otra vez y en cada variación lo examinan y lo vuelven a examinar.
Ahora bien, ¿cuál es el goce o el placer que reporta la variación? Desde luego no se trata del placer del reconocimiento. En la variación no se trata de repetir lo experimentado, como en la mimesis, sino que se trata más bien de no repetirlo aunque conservando la experiencia que le sirve de base. En la variación, el goce se dispara con la producción de lo mismo (la experiencia) por la reproducción de lo mismo como diferente.

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