LA DECISIÓN

A veces tardamos un tiempo muy largo, demasiado largo, en tomar una decisión. Arrastramos una penuria o un deseo insatisfecho, una elección o una medida que requiere arrojo y que implica riesgo; y lo hacemos de forma inexplicable. Total, que aplicamos a esa tarea ímproba casi más energía que la que gastaríamos en mitigar los efectos de la decisión, por dolorosa que sea.

(Y, ya ves, era tan simple como cortarse las uñas de los pies… Esta analogía es muy exacta y es una cita, pero no recuerdo de quién.)

La decisión es el núcleo primario de la acción y es más importante que la voluntad. La voluntad no toma decisiones sino que se conforma y se construye con ellas. La decisión es el acto más humano, el único momento de libertad en que Dasein se hace cargo de su finitud. La lucidez de la teoría del poder de Carl Schmitt está justamente en su decisionismo. Quien detenta el poder lo hace por su capacidad de decidir sin deliberación, como el momento en que se aprieta el disparador del arma, el salto al vacío, no coger el teléfono, cogerlo.

Menos mal que todavía somos capaces de tomar decisiones.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.