LA OREJA HERIDA

La plus belle pensée ne peut plaire à l’esprit quand l’oreille est blessée.
Denis Diderot, Œuvres Esthétiques, Essais sur la peinture. Paris: Éditions Garnier Frères, p. 765.

Este pensamiento de Diderot me plantea la pregunta acerca de qué es escuchar y qué nos gusta o, nos disgusta escuchar. Escuchar a alguien es oír su voz. Oír la voz de otro, escribe Denis Vasse, en El ombligo y la voz, es “escuchar en el silencio de uno mismo una palabra que viene de otra parte”. Oír a alguien implica recoger en la intimidad de uno mismo esas modulaciones de la voz que hablan del sentir y de la intimidad de otro. Escuchar es hacer de nuestro cuerpo, que calla su voz, una caja de resonancia para esa voz de otro y suspender, necesariamente todo razonamiento. Eso nos puede permitir, como cuando escuchamos una melodía musical, acoger la alegría, el temor, la angustia, una orden, una queja, un insulto. El efecto es que nos gusta o nos disgusta aquello que oímos.

¿Qué ha podido producir una herida en el oído de un sujeto, que haría obstáculo a poder escuchar un pensamiento hermoso o, simplemente escuchar? Inmediatamente podemos pensar la relación que funda el ejercicio de la percepción y del recuerdo en su relación recíproca, como proceso constituyente de la estructura psíquica. ¿Qué es lo que, en primer lugar, escucha el sujeto cuando se le dirige la palabra? Escucha una voz, antes de que pueda comprender la significación de las palabras. Estamos en el registro simbólico y de cómo la voz del Otro impresiona la sensibilidad del cuerpo. ¿A qué se reduce aquello que el sujeto escucha? ¿qué cualidades tiene esa voz?, ¿qué deseo vehiculiza?

Escuchar y comprender la significación de las palabras, o como escribe Diderot, un pensamiento hermoso, implica un proceso más elaborado, más abstracto y secundario a la impresión de nuestra sensibilidad. La voz que vehiculiza los signos del discurso que un sujeto articula, traiciona al que habla: revela no sólo lo que dice sino cómo lo dice cuando habla a alguien.

¿No es el cómo se dice algo lo primero que nos afecta, antes de comprender qué se dice? ¿Y no sería ese cómo se dice algo, lo que hace obstáculo, por experiencias de dolor previas, a acoger un nuevo pensamiento?

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