TAN VULGAR

¿En cuántas cosas somos vulgares, y a veces sin quererlo? A ver, aquí van unas cuantas:

– el cigarrillo
– el miedo a morir
– “el llamado de la selva”, que es como denominan las mujeres a su claudicación ante la ideología de la maternidad
– las baratijas de la notoriedad
– atribuir un determinado espíritu a cada edad biológica
– creer que ser de izquierdas es más inteligente
– sentir respeto y hacer culto de la Revolución Francesa
– poner los ojos en blanco cuando se habla de Proust
– afirmar que Fulano “aún no ha resuelto su vida” (¿quién lo ha conseguido alguna vez?)
– defender que no hay contenido en la felicidad
Carpe Diem
– presumir de psicópata sentimental
– dar autoridad inapelable a los hechos (o a las cosas mismas)
– confundir una metáfora con un pensamiento
– no tener afición y estar cargado de vicios
– negar el valor del dinero
– hacer de la amistad una cruzada (para después traicionarla)
– mostrar signos de orgullo hispánico
– en los hombres, dejarse crecer la barba; en las mujeres, usar el tacón bajo
–- hablar en voz muy alta

(Para ya, no seas pedante y resentido, que eso también es muy vulgar.)

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