LA REGLA DEL JUEGO

Llamamos juego a un indefinible que podemos reconocer por su parecido con otros juegos, pero que no tiene contenido propio ni sustancia (por eso es un juego) sino que solamente da contexto, espacio o acontecimiento a una regla, la regla del juego. Para jugar a lo que sea es preciso seguir una regla, de lo contrario no hay juego. La expresión: “Fulano (no) es de mi palo” para referir una afinidad que nos une o nos separa de otro, dice claramente que una relación se establece en el marco de una regla de juego.

Homo ludens. Parece fácil definirlo así. Pero piensa en todos los casos en que, nos guste o no, entramos en un juego que no tiene reglas o, mejor dicho, en que solo uno de los jugadores cumple con la regla. O, si no, piensa en un juego en que nadie conoce las reglas: los nihilistas contemporáneos viven así, en una especie de papanatismo tolerado y arropado por la pedagogía, la psicología y los manuales de autoayuda que inventan reglas falsas a partir de inferencias de lo que se ve, un papanatismo coreado por los medios de comunicación. Es la subversión absoluta y la desolación.

Llega un momento en que no sabes quién es o no es de tu palo, peor aún, al cabo de un tiempo en malas compañías, ya no eres capaz de reconocer a tu propio palo en la baraja y ya no ves el juego por ninguna parte, como le pasa a Fabrizio del Dongo en La Cartuja de Parma cuando de pronto descubre que estuvo en medio de la batalla de Waterloo y no se dio cuenta.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.