SAFO

Miro entre las pilas de libros que se acumulan sobre la mesa de trabajo como hace un curioso cuando merodea por los puestos de un mercado una mañana de domingo; y descubro dos pasajes en Safo, la de Lesbos, en la antología de Juan Ferraté.

En el primero de ellos se habla de cierta desazón y –claro– resulta un tanto amargo:

Pues aquellos a quienes
yo quiero bien
son los que más me dañan.

Parece un reproche pero, si lo fuera, en realidad sería un reproche que Safo se hace a sí misma por no saber administrar sus sentimientos.

El otro es solamente un verso que Ferraté clasifica entre la monodia, donde Safo describe la incertidumbre. Confiesa:

No sé qué hacer: mi pensamiento es doble.

Nunca había reparado en que la medida de la certeza, que es una sensación de estar en lo cierto, la da la unicidad del pensamiento y no la naturaleza de su objeto. Quien es capaz de decidir y estar seguro de su decisión piensa solamente una cosa. O sea que la seguridad en la acción no se obtiene de la deliberación sino que depende solo de la entereza del propio pensamiento.

Y pienso que estos versos que antaño eran cantados, ahora en cambio se leen en silencio. Están, por decirlo así, secos; y sin embargo…

(Déjalo ya.)

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.