EL OJO CRÍTICO

Hay dos maneras de llegar a la poesía,

(Vale. Te permito hablar así, pero no te pases.)

una, para desentrañar el misterio que el poema representa y que alguna vez despertó la curiosidad o la imaginación del poeta. Y, dos, para alejarte de todo misterio, como hace cualquiera que se quiere distraer.

El crítico, sin embargo, no respeta ninguno de estos procedimientos; y si no me crees, considera la fórmula propuesta por Harold Bloom:

Debemos ver el objeto, el poema, como lo que en verdad no es, porque debemos ver no sólo lo que falta en él, sino por qué el poema debía excluir aquello que le falta. (Bloom, Agon: 18)

Siempre he pensado que esta manera de leer poesía no sólo es totalmente ajena a la distracción sino que incluso implica el tener que correr cierto peligro (porque el poema es, por definición, una manera imprevista/imprevisible de estar en el mundo) y, por eso, tiene algo de dramático.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.