MISOGINIA

Si es verdad lo que observaba Macedonio Fernández (citado por Bioy, Borges, 605), que “los escritores se enamoran de las circunstancias de una mujer, pero no de la mujer” se entiende que haya tantos relatos de intrigas y amoríos y desengaños, más o menos novelescos, dramáticos o poéticos donde se explica cómo el escritor enamorado imagina el objeto de sus desvelos mientras lo evoca y va tejiendo una madeja de misterio en torno a ella. Pienso en Beatrice, en Cordelia y en la inolvidable Lolita de Vladimir Nabokov.

Pero también pienso que en esta manera de suplantar a la mujer por las circunstancias y hacer pasar al lector gato por liebre no solo hay un pretexto para tener de qué escribir sino además signos evidentes de misoginia que, solo por consideración, podemos llamar literaria.

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