DIFICULTAD (II)

Muchas veces me he preguntado por qué los textos filosóficos, incluso cuando no se proponen impresionar al lector y, muy por el contrario, se esfuerzan por explicar un asunto cualquiera con todo detalle, son tan, pero tan difíciles. Hoy he descubierto por qué. Dioniso Areopagita lo explica con un argumento neoplatónico que recuerda la escala de Plotino.

Dice el Areopagita que cuando hablamos de las cosas terrenas, cotidianas, próximas o profanas, las palabras acuden al espíritu y se prodigan en formas variadas y bellas. A medida que el saber se eleva por encima de esa inmediatez que induce elocuencia, todo se hace más difícil, comienzan los balbuceos y los silencios. El lenguaje empieza a flaquear hasta que llegado al final de la escala del saber, cuando ya ha superado la propia ascensión y se enfrenta a lo indescriptible, se queda mudo.