Area de examen
Psicopatología de la percepción
                                                                               

   


El concepto de organización jerárquica de las estructuras nerviosas que llevan a cabo el procesamiento secuencial de la información hasta llegar a la percepción es uno de los presupuestos axiomáticos aceptados de manera tácita por gran cantidad de psicobiólogos (Dubrovsky, 1988). Dubrovsky (1993, 1988) relaciona el origen de los modelos jerárquicos en neurociencia con una interpretación equivocada de la Teoría de la Evolución. La idea de que el proceso evolutivo de las especies sigue un camino de progresivo perfeccionamiento hasta llegar al hombre (que se encontraría en la cúspide de la jerarquía evolutiva), no se corresponde con la manera en que Darwin entendía la evolución, puesto que para él ésta era esencialmente oportunista, dando lugar a diferentes formas de adaptación adecuadas al entorno presente en cada momento histórico, pero no ordenadas en virtud de ninguna clase de oscuro principio de perfección o progreso. En cambio, para Spencer la evolución sí que respondía a ese principio teleológico metafísico (Mayr, 1991; Ruse, 1986). En consonancia con esta visión spenceriana de la evolución, Jackson (1955) propuso el concepto de encefalización, con el que se asumía que las regiones nerviosas de aparición más reciente dominaban la actividad de las precedentes. El sistema nervioso se había ido construyendo, según Jackson, a través de una serie aditiva de etapas desde los automatismos correspondientes a los niveles funcionales inferiores hasta los niveles superiores caracterizados por la participación de la voluntad. De esta manera, los trastornos de las funciones nerviosas podían entenderse como el resultado de una suerte de "disolución", término acuñado por Spencer para referirse a un proceso inverso al de evolución.

Diamond (1979), estudiando el comportamiento de tupaias glis tras la resección de la corteza estriada encontró que eran capaces de saltar, correr, evitar obstáculos, seguir objetos en movimiento y aprender hábitos basados en discriminaciones visuales de color. Cuando las lesiones se extendieron a regiones adyacentes extraestriadas y a parte del lóbulo temporal, los tupaia sufrieron una pérdida acentuada de las discriminaciones visuales aprendidas. Estos resultados sugerían que la corteza adyacente a la estriada recibía fibras con señales visuales que llegaban en paralelo desde el tálamo, por lo que no dependían en su totalidad de los aferentes de la corteza estriada. Tales vías fueron buscadas empleando el método de Nauta (1957) de seguimiento de la degeneración anterógrada, con el que se demostró que pequeñas lesiones en las láminas superficiales del colículo superior producen degeneración de terminales en el núcleo pulvinar del tálamo (clásicamente considerado como un núcleo intrínseco, es decir, que sólo recibe aferencias talámicas). En estos trabajos se descubrió también que un contingente importante de fibras del pulvinar se proyectan en una extensión amplia de la corteza cerebral que abarca desde la corteza estriada hasta la corteza auditiva. Estas observaciones fueron replicadas en otras especies, como el Galago senegalensis (Diamond, 1983).

Todo ello apoyaba la tesis de que el procesamiento de las señales sensoriales en el sistema nervioso no es (o al menos no es sólo) secuencial, sino paralelo.




Asignatura  Psicología patológica