3. 4. 3. Características del significado ambiental

Si en Lynch (1985) la "imaginabilidad" de un espacio toma una dimensión cognitiva en base a las características físicas y estructurales, la recuperación del término que hace Stokols (1981; Stokols & Shumaker, 1981) cuando habla de "imaginabilidad social" toma una dimensión simbólica en base a los significados subyacentes al espacio. Desde esta óptica, un espacio fundamenta su valor simbólico en el significado o significados que representa para el grupo o comunidad implicados. Estos significados simbólicos pueden ser definidos en función de unas determinadas características. En este punto, recogemos las ideas presentadas por Stokols & Shumaker (1981) de manera que el conjunto de significados socialmente elaborados y compartidos en relación a un determinado espacio ("campo social percibido" en palabras de estos autores) puede analizarse en función de su:

1. Contenido. Conjunto de significados atribuidos a un espacio. Así, un determinado espacio tendrá más alto valor simbólico cuanto más relevante sea el contenido a nivel de significado para el grupo o comunidad implicada.

Las iglesias son, evidentemente, lugares simbólicos por excelencia. Y lo son, entre otras cosas, por la relevancia del contenido simbólico que encierran. El edificio representa pues el conjunto de valores que comparte una determinada comunidad religiosa. Tanto es así que la tipología y forma del edificio varía según la manera de entender el hecho religioso. No es lo mismo una iglesia católica que una protestante. O, más allá de los avances en tecnología constructiva, no es lo mismo el recogimiento de una iglesia románica que el esplendor de una iglesia gótica.

2. Claridad. Cuanto más referido es un determinado significado por las personas más claro es éste y más alta será su "imaginabilidad" social. De esta forma, un determinado espacio podrá ser considerado simbólico no sólo cuantas más personas lo consideren como tal sino cuanto más claramente estén definidos los significados asociados a este espacio por parte de la gente.

Independientemente del tipo de gente y de la diversidad de grupos que pueden ocupar un espacio como el de la imagen, la Plaza Mayor de cualquier pueblo o ciudad se caracteriza por un su claridad de significados. Cualquier Plaza Mayor tendrá relevancia en términos urbanísticos, aglutinará servicios esenciales para la comunidad y será punto de encuentro para la celebración y la interacción social. En definitiva, “claramente” es considerada el centro del pueblo.

3. Complejidad. Se refiere al número de significados comunes que surgen entre las personas o grupos que ocupan un lugar en relación a éste. Cuanto más complejo es el significado asociado a un espacio más riqueza simbólica tendrá y, por tanto, será de más fácil reconocimiento como tal por los diferentes grupos sociales que se hallan implicados.

Un parque público, en cualquier pueblo o ciudad, es un buen ejemplo de espacio complejo en términos de significado. Estos lugares tienen la capacidad de aglutinar gran cantidad de significados en función de las diversas personas o grupos que los utilizan. Para unos será un lugar de descanso o un espacio restaurador. Para otros será un lugar de ocio. Para otros será en entorno para realizar prácticas deportivas. Y también puede ser lugar de juego, de encuentro, mirador urbano, …

4. Heterogeneidad. Número de subgrupos de un determinado entorno que pueden distinguirse en base a los diferentes patrones de significado. El hecho de que determinados subgrupos atribuyan significado simbólico a un espacio puede contribuir al aumento de la riqueza o complejidad y a su mayor reconocimiento como tal espacio simbólico. Una posible consecuencia de la heterogeneidad del significado será que, dentro de un mismo entorno, los diferentes subgrupos puedan basar su distintividad en función de los diferentes significados atribuidos a un mismo espacio.

El Monte del Templo, en Jerusalén, es un claro ejemplo de heterogeneidad de significados simbólicos. Estas escasas 15 hectáreas son uno de los lugares sagrados más disputados del mundo. En él se ubica el Muro de las Lamentaciones –único vestigio en pie de la reconstrucción del Templo de Salomón y primer lugar sagrado para el judaísmo- y la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca –la piedra sobre la que Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Ismael y tercer lugar sagrado para el islam. Judíos y musulmanes llevan disputándose este espacio durante siglos ya que para ambos es un espacio simbólico de primer orden.

5. Distorsiones. Cuantas menos discrepancias haya entre los significados socioculturales atribuidos a un lugar y las prácticas sociales que se desarrollan en él, más sólido será su valor simbólico.

Una de las principales polémicas en torno a Las Ramblas de Barcelona es su progresiva deriva desde un espacio simbólico para los barceloneses con sus prácticas sociales vinculadas (ramblear) a un espacio simbólico para los turistas, también con sus prácticas sociales vinculadas (ocio, consumo, bares, souvenirs). En estos momentos asociaciones como Los Amigos de Las Ramblas denuncian un verdadero abandono de este espacio por los barceloneses en aras de la ocupación turística. Este es un claro ejemplo de distorsión del significado simbólico.

6. Contradicciones. De igual manera sucede entre la naturaleza simbólica del espacio y las preferencias de sus ocupantes. La falta de discrepancias entre el significado actual que se atribuye a un determinado lugar y el significado deseado o esperado por sus ocupantes fortalecerá el valor simbólico de ese espacio.

El cementerio de Igualada, diseñado por Enric Miralles fue, en el momento de su inauguración, un espacio que generó gran polémica. La gente de la ciudad, entre otras cuestiones de carácter más práctico, se quejó de que aquello no parecía un cementerio ya que el diseñador quiso introducir el concepto de parque urbano en el equipamiento. Así pues se daba una contradicción entre el significado pretendido por el proyecto y el significado que la gente tenía de lo que debe ser un cementerio.

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