4.5.3. Factores explicativos
Sin ánimos de ser exhaustivos, podemos destacar algunos factores explicativos de diversa índole que inciden sobre la relación entre entorno, riego y comportamiento.
Factores individuales
El primer factor individual a considerar es la experiencia. La percepción de control de la situación y la consiguiente percepción de riesgo va asociada a la percepción de que se han aprendido a controlar los factores de peligrosidad debido a experiencias anteriores. En esta línea se enmarcan también los mecanismos de autoprotección, sean pasivos (por ejemplo, evitar determinadas calles o evitar determinadas horas para ir por lugares de la ciudad que se perciben peligrosos) o activos (salir a la calle con alguna arma o elemento de protección personal).
Otro factor es el grado de voluntariedad al que uno se somete en una situación de riesgo. En términos generales percibimos menos riesgo en aquellas situaciones ante las que nos exponemos voluntariamente. Tras este efecto se encuentra la distinción entre riesgo aceptable y riesgo aceptado. El “riesgo aceptable” parte de la idea de que, a la hora de implantar una actividad, la seguridad no ha de ser inferior de la que existía anteriormente. Pero muchas veces aceptamos riesgos que son considerados inaceptables, por ejemplo aceptamos el riesgo de fumar cuando se considera inaceptable per a la salud. Actualmente se habla más de tolerabilidad del riesgo que de aceptabilidad. El concepto de tolerabilidad no comporta este grado de conformidad que tiene la aceptabilidad, pero tampoco no comporta en absoluto negligencia.
Factores sociales
Los efectos del grupo sobre la persona han sido el tema central de la mayor parte de investigaciones en psicología social. La presión hacia la norma grupal no siempre favorece comportamientos orientados a la prevención o minimización de riesgos. Por suerte, actualmente la mayor conciencia sobre los peligros de conducir ebrio en las salidas de ocio nocturno o el peligro de asociar determinadas concepciones machistas con la no adopción de medidas de protección laboral en la construcción (por poner dos ejemplos) han mejorado sensiblemente la accidentabilidad y la reducción de afectados o víctimas mortales.
Por otro lado, existen algunas creencias que relacionan situaciones de riesgo o desastre con efectos derivados del comportamiento colectivo. Así, Puy y Cortés (2010) destacan mitos que hablan de comportamientos disfuncionales y que han institucionalizado la visión del público como emocional, irracional e ignorante. Uno de ellos es la creencia de que si la gente conociera los riesgos cundiría el pánico. Sin embargo, la conducta humana en tales situaciones, lejos de ser irracional, es organizada y responde a la definición social de la situación, a las normas y expectativas a ella asociadas. De igual modo este tipo de situaciones no se corresponden con mitos referidos al pánico colectivo como conductas antisociales y competitivas, saqueo, síndrome postdesastre e indefensión de las víctimas.
Factores culturales
Se ha analizado la percepción del riesgo en función de dos modelos culturales (Dake, 1991). En el primero lo que prevalece es el crecimiento económico y el desarrollo tecnológico, el libre mercado y los objetivos materialistas. En el segundo –vinculado a lo que Inglehart llama sociedad postmaterialista- opta por poner límites al crecimiento económico y material, defiende bajos niveles de consumo, redistribución de la riqueza, y prevalecen objetivos de autorealización y valores no materiales. Evidentmente en función del marco socio-cultural la percepción de determinadas actividades y del riesgo que conllevan, será muyt diferente.
Otro desarrollo muy vinculado a la percepción de riesgos naturales, es el de Linda Steg y Inge Sievers (2000). La teoría cultural que proponen considera que hay diferencias en la percepción del riesgo en base a cuatro diferentes mitos o concepciones de la naturaleza:
Benigna. La naturaleza es vista en un estable y global equilibrio, repleta de recursos. Esta imagen se corresponde con una cultura individualista, donde el riesgo se percibe bajo ya que se cree altamente controlado por la tecnología y el mercado. Corresponde a una perspectiva individualista.
Efímera. La naturaleza es vista en un precario equilibrio en el cual el menor incidente puede ocasionar desastres inimaginables. Los recursos son agotables y, por lo tanto, solo una cultura de la igualdad puede mantener el riesgo controlado. Corresponde a una perspectiva igualitaria.
Perversa/tolerante. La naturaleza es vista como un sistema cuyo equilibrio es moderadamente vulnerable. Los riesgos se asumen hasta donde dicen los expertos, es decir, hasta donde se consideran aceptables para mantener el equilibrio. Corresponde a una perspectiva jerárquica.
Caprichosa. La naturaleza así como la cantidad de recursos son considerados imprevisibles, incoherentes y, por lo tanto, no gestionables. La baja percepción de riesgo que la acompaña se fundamenta en la creencia de que "lo que no se sabe no puede hacer daño". Corresponde a una perspectiva fatalista.