5.6.1. Privacidad y ciclo vital

Nuestra posibilidad de regular la interacción y la información para con los demás está sumamente influenciada por las características que definen las diferentes fases de nuestro ciclo vital. Efectivamente, durante la infancia somos tremendamente dependientes de los adultos y nuestras relaciones sociales pasan en gran medida por su conocimiento y aprobación.

De hecho, el descubrimiento por parte del niño de la capacidad de mentir es una de las primeras manifestaciones de regulación de la privacidad, aunque solo sea en términos informacionales. La edad adulta es, por supuesto, la etapa donde más clara y conscientemente puede ejercerse la privacidad. La agentividad, poder de decisión y autonomía se ejercen con todas sus consecuencias.


Pero cuando llegamos a la vejez, nuestra capacidad para mantener actividades sociales diversas, autonomía de acción y consecución de objetivos vitales suele disminuir sensiblemente, como también lo hacen nuestras facultades físicas y mentales.

Por todo ello, en muchas ocasiones volvemos a depender de los demás para mantener nuestra vida dentro de unos cauces de normalidad, con el precio consiguiente de pérdida de la privacidad.

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