Crónica Asado Febrero 2016

Asado 9 – 1 Pescado (con dos «educados» animadores de Liliput)

12-02-16

Can Filas (o séase, «Can Nacho und half Deutschland»)
Alineación: Nachi, Patxi, Neiltxi, Ignachi, Andreichi, Huguitxi, Luichi, Antoniochi,
Mariochi y Sergeichi. (Con los fantásticos pequeñajos Nauehl y Amélie en todas las
bandas).

Se abrió el cielo, y ahuyentó el sol los malos augurios de lluvia para el encuentro.
Madrugador, como siempre, Nachi ya estaba sobre la hierba cuando llegamos los
primeros; como si hubiera estado escaneando la cancha, nos fue mostrando cada
palmo del terreno: sus pros y sus contras. Había que golear…
Sergeichi no daba «crédito» (iba sin tarjeta de color alguno):


—¿Aún no ha llegado Arnau? Me pidió subir conmigo en coche ayer… Pero
ni noticia… —dijo.
—«¡¿Arnau?!» —a coro + risas.


En estas, mientras Neiltxi ya se cambiaba de ropa y Patxi afilaba sus armas
cerca del tobogán de Can Filas, los demás añoramos de repente y de manera
indecible la ausencia de Manolich (¡porque en Sant Quirze NO era festivo! y a
currar tocan…), así que nos pusimos con entusiasmo a recolectar leña en el
bosquecillo. (Consigna: Ningún partido sin «buena» leña... ¡Presión, presión!)
 Patxi, como es novato en este equipo, no entendía nada… Pero, como «por
casualidad» traía buenas carnes y el cuchillo de asador de su abuelo, al ver la leña
le vinieron ideas de fuego. Era el minuto 12h.30m, cuando el argentino se echó
palante:

—Esto está a las 2.00 PM.
—¡Ja! —a coro—. Por goleada.

Llegó la columna vertebral: Andreichi y Mariochi, en el híbrido caballo
blanco, con refuerzos fresquitos. (¡Guaaay! «Hoy, si no marcamos, ¡por lo menos
nos marcamos unas birras!»). Al poco, arribó el otro vertebrado, Huguitxi, como
una moto, y con su propio casco (el normal de moto, no de otra cosa).

—¿Y Arnau? —preguntó Sergeichi.

Nadie tuvo tiempo de decir nada, porque en ese momento aterrizaba la
saeta carrilera, Luichi, con su paje Amélie; la niña se esfumó ipso facto en cuanto
vio el tobogán (ya no estaba ahí Patxi, si no la habría asustado… por el cuchillo,
digo). A la ninfa se le sumó en un santiamén el rubio caballero andante Nauehl.
Más claro agua. Tandem que ni pintao. (A no decir tacos tocaba. Pero sí bromas
finas…)

—Bueno, chavales, ¿quién falta?
—Antonio está llegando —Andreichi dixit, mirando el smartphone.
—¿Antonio? Pero si no era «doodle»… ¿Y Óscar?
(Óscar sí era «doodle», y se pasó a las «dudas».)
—Vale… Pero ¿dónde está Arnau, D? —Sergeichi diiixit.
 

A calentar… Pis, pas, pis pas… Como en esos épicos partidos en Vallvidrera, nadie
había echado de menos las curvas y contracurvas para llegar al campo. Era como
pelotear en casa. Pis, pas, pis, pas…

—Bueno chicos, son las 13h.55m y esto está a las 14h —anuncia Patxi.
(¿Este tío es argentino o suizo?)
—¿¡Cómo!? Avisa del pase con tiempo, tío.

En otro pis-pas ya estaban las líneas trazadas, las bases-mesas puestas, los
puntos-de-apoyo-sillas en su sitio… Y, sobre el terreno, la poción-táctica del
chimichurri, la clave para el gol.

Empieza el partido. Chillido inicial (de Amélie y Nauehl, por el tobogán).
Primeras incursiones sólidas y proteínicas en el rectángulo… El encuentro iba tan
por sí solo como un molino de viento en un buen día ampurdanés.
Bien puestos en la cancha, y con los de Liliput apoyando con entrega desde
la esquina, todo fluía… Los brebajes, los manjares del fogón de Patxi, los gourmet y
dulces pases finales de Luichi y Naichi (made by sus mujeres… eso es amor)…

Hasta la dieta marinera de Neiltxi puso el contrapunto genial con el que se monta
una buena escuadra sobre la hierba, que Ignachi había segado para que la bola
rodara y rodara (y eso que también fue reportero gráfico al mismo tiempo; a veces,
multiplicarse es también sumarse). Andreichi, Mariochi y Antoniochi pusieron el
punto de sobriedad y risas para que la cosa no se desparramara. Otro punto.

Neiltxi hizo de Neiltxi, y Nachi ya estaba planeando ¡otra, otra, otra!
Ganó el asado al pescado por 9-1 (pura anécdota). Lo importante es que:
 se habló (y se rió) en el campo;
 se aguantaron las posiciones (con leves y acertados movimientos solo
porque la táctica-chimichurri a veces quedaba lejos);
 se calcularon bien los tiempos del encuentro (con su descansito de
contención tras las fases de ataque carnívoro, o de pescado, en el caso de
Neiltxi);

 se ejerció la presión justa para que ese enemigo/amenaza que era la lluvia
no tuviera opción;

 y se respetó a propios y extraños…, que eso es también el deporte.
Ya en el post-match, nos jugamos en el futbolín quién fregaba los platos, pero
Neiltxi se avanzó a lo escocés y acometió la faena (se nota que no juegan mucho al
futbolín en Edimburgo ni Manchester). Eso es sacrifico, otro punto.
Vale…, el tándem Higuitxi/Sergeichi ganaron cinco rondas seguidas de
futbolete hasta que, como pasa con los grandes, pincharon; en la última les venció
la pareja argentina Patxi/Nachi. (En Google dice que en Argentina hay más
futbolines y «gatos» per cápita que en cualquier lugar de este mundo y del otro, y
con diferencia… Y además, Nachi jugaba en casa e iba de «yo no he sido…»).  
No se echó en falta el esférico en este encuentro, porque todo salió «redondo».

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