Economía de plata

//El envejecimiento como oportunidad de negocio

Es obvio que la inversión de la pirámide poblacional acarreará serios problemas. En primer lugar, habrá que  garantizar la sostenibilidad de los sistemas sanitario y de pensiones en países donde está previsto que la proporción de personas mayores llegue, incluso, se duplique. El envejecimiento progresivo de la población es un desafío, sí. Pero es también una oportunidad, porque representa la demanda de nuevos productos y servicios por parte de las personas mayores, con lo que se abre un nicho de mercado que puede contribuir a dinamizar la industria de la región. La vejez, por tanto, lejos de la percepción negativa que tradicionalmente se transmite de ella, también comporta beneficios. Uno de ellos es su potencial económico.

El potencial económico de la vejez

Un informe del Instituto Alemán de Investigación Económica asegura que las personas mayores son el grupo de población activa que ha experimentado el mayor crecimiento en los últimos años. Considera que el aumento no se debe a la evolución demográfica, sino a un  cambio de paradigma en la actividad laboral de las personas que tienen la edad de jubilarse. En el país, una tercera parte del gasto total ya lo hacen las personas mayores de sesenta años, y está previsto que en 2050 se incremente hasta el 41%. Aunque el dato no parece extrapolable a los estados con economías en recesión, puede afirmarse que la gente mayor es cada vez más relevante en términos de consumo: si son más y viven más años, consumirán más productos y más servicios. Algunos sectores han visto en esta tendencia al alza una oportunidad de negocio.

Se conoce como economía de plata al conjunto de productos y servicios que las personas van a consumir por el hecho de ser mayores

El catálogo de productos y servicios que las personas van a consumir por el hecho de ser mayores recibe el nombre de silver economy o economía de plata. Las necesidades sobrevenidas con la edad requieren soluciones específicas, y las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías hacen pensar que las respuestas que se darán en el futuro serán diferentes a las que han obtenido nuestros padres y abuelos: recursos de teleasistencia que ayuden a prolongar la vida autónoma de las personas; teléfonos con iconos y sonidos adaptados a la falta de visión y de oído propia de la vejez; o cajeros automáticos biométricos que utilicen la huella digital, en vez de tarjetas y códigos numéricos, para proteger al usuario de posibles robos y de su desmemoria. Este aumento de la demanda interna significará un impulso para la economía regional, ya que crear productos y servicios nuevos implica crear empleo y empresas nuevas, así como una mejora de la competitividad de la Unión Europea. Se trata, además, de negocios que hasta ahora han tenido un buen índice de retorno de la inversión, de manera que suelen ser rentables. Disciplinas innovadoras como las nanociencias, la biotecnología, la inteligencia computacional y la robótica tendrán la posibilidad de monetizar sus ideas ensayando fórmulas para hacer que nuestros últimos años de vida sean mejores.

Cambios en la percepción del envejecimiento

El potencial económico de la gente mayor debería servir para consolidar un cambio cultural en la idea que se tiene del envejecimiento. Para el imaginario popular, envejecer equivale a perder facultades, lo que en cierto modo es cierto: el tiempo actúa sobre los seres vivos y merma sus capacidades de adaptación y de respuesta al entorno. Pero envejecer también es ganar conocimiento, experiencia, generosidad. Las personas mayores pueden mantenerse activas y ser muy útiles para la sociedad. Y no sólo desde el punto de vista de los valores: con sus ingresos pagan impuestos, gastan y, a veces, realizan trabajos voluntarios no remunerados que representan un ahorro para la administración. Su bagaje profesional y su capacidad de consumo pueden contribuir al crecimiento y al desarrollo económico de la Unión Europea. No tenemos que ver las personas mayores como una carga, debemos saber valorar sus aportaciones. Hace falta, en definitiva, un replanteamiento de la concepción que tenemos de la vejez. Entender que envejecer puede ser un problema pero puede ser, también, una oportunidad.

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