El utillaje químico, eje central de la exposición anual de la Biblioteca de Física y Química

La exposición, que se podrá visitar durante todo el curso 2011-2012, presenta una muestra de ilustraciones aparecidas en manuales de química, con aparatos y su manera de utilizarlos, así como sobre las formas de representar los cambios de color asociados a reacciones químicas. También hay otras ilustraciones de manuales especializados en diseño de laboratorios y utillaje.

En palabras de Santiago Álvarez, catedrático del Departamento de Química Inorgánica de la UB y comisario de la exposición, junto con el profesor del mismo departamento Miguel Seco, los «platos principales» son las muestras de libros antiguos y de catálogos comerciales.

Entre los primeros, destacan los volúmenes dedicados a la metalurgia y la minería de Biringuccio Vanuccio y Georgius Agricola, que se publicaron a mediados del siglo xvi y que incluyen descripciones gráficas detalladas de laboratorios con sus utensilios. Destacan también los cursos de química pioneros del alquimista Nicasius le Fevre (1669) y del protoquímico Nicolas Lémery, en su edición de 1724. Este último fue el manual de referencia en toda Europa a través de las ediciones en diversas lenguas que se publicaron durante más de ochenta años a partir de la primera edición, en 1675.

En cuanto a los catálogos, tradicionalmente considerados como un material que se acaba desechando, esta exposición quiere reivindicar su valor como fondo documental de la evolución del material de laboratorio y del tejido de fabricantes y distribuidores, cuyo papel no fue para nada desdeñable en el desarrollo de la química. Sus contenidos gráficos los hacen dignos de conservación y de estudio, aunque hayan perdido vigencia como catálogos comerciales.

La muestra también dedica una sección a las obras literarias que hacen referencia a laboratorios químicos, e incluye a autores como Chaucer, Goethe, Balzac, Dumas, Poe, Andersen, Conan Doyle, García Márquez o Sampedro.

Entre los utensilios de laboratorio que acompañan a la muestra de libros, los hay que se empleaban para generar corrientes de gases en el laboratorio, como los frascos lavadores de Woulfe o el aparato de Kipp; otros sirven para medir la temperatura, como el termómetro de Beckman, que podía precisar hasta la centésima de grado. También los hay para las diversas modalidades de destilación, como el matraz de Claisen o una variedad de condensadores o piezas tradicionales empleadas para calentar, como mecheros de Bunsen, de Mecker o Teclu, así como antiguos baños de María.