La UB ofrece apoyo personalizado en los estudios a los alumnos con discapacidad

La UB es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios.
La UB es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios.
Institucional
(18/09/2014)

La Universidad de Barcelona es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios: solo en el curso 2013-2014 se matricularon un total de 676 alumnos, de los que 154 fueron de nuevo ingreso. Con el fin de apoyarlos, la UB, a través del Servicio de Atención al Estudiante (SAE), impulsa desde hace años diversos programas de integración para que los estudiantes con discapacidad y otras necesidades especiales puedan llevar una vida académica en igualdad de oportunidades. De estos programas, el más antiguo y el que atiende a más alumnos es Fem Via, que ofrece una atención directa y personalizada al alumnado que tiene algún tipo de discapacidad.

La UB es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios.
La UB es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios.
Institucional
18/09/2014

La Universidad de Barcelona es la universidad presencial de Cataluña que eligen más estudiantes con discapacidad para realizar sus estudios: solo en el curso 2013-2014 se matricularon un total de 676 alumnos, de los que 154 fueron de nuevo ingreso. Con el fin de apoyarlos, la UB, a través del Servicio de Atención al Estudiante (SAE), impulsa desde hace años diversos programas de integración para que los estudiantes con discapacidad y otras necesidades especiales puedan llevar una vida académica en igualdad de oportunidades. De estos programas, el más antiguo y el que atiende a más alumnos es Fem Via, que ofrece una atención directa y personalizada al alumnado que tiene algún tipo de discapacidad.

 
«Ya hace más de diez años que Fem Via funciona. Desde entonces, el número de estudiantes ha crecido exponencialmente: hemos pasado de poco más de una veintena en los inicios, a los 610 estudiantes con discapacidad del curso 2012-2013, o a los 676 del curso pasado», explica Jordi Molina, responsable de los programas de integración del SAE. A lo largo de estos años, el programa ha atendido a cerca de 1.500 alumnos con discapacidad reconocida, «ya sea con seguimientos continuados o con asesoramientos y gestiones más puntuales».
 
Cada inicio de curso, el SAE contacta con los estudiantes que, durante el proceso de matriculación, dejan constancia de su discapacidad, con objeto de que conozcan los recursos que pone a su alcance la Universidad. En el supuesto de que el alumno requiera más apoyo o necesite adaptaciones, se concierta una entrevista personal para valorar las necesidades de cada caso. «Hay una enorme diversidad en cuanto a las problemáticas que afectan a nuestros estudiantes; cada cual tiene sus propias necesidades y no podemos cometer el error de generalizar», comenta Molina. A partir de aquí, con base en el diagnóstico médico y por medio de esta entrevista personal, se acuerda un Plan Individual de Atención que deriva en diferentes acciones, como la elaboración de un informe con recomendaciones para el profesorado, la coordinación y colaboración con los centros o la provisión de recursos adicionales. Estas acciones pueden revisarse mientras el alumno continúe estudiando en la UB, en función de cómo varíen sus necesidades.
 
Ofrecer el apoyo personal y técnico necesario para lograr la igualdad de oportunidades
 
La UB, con el apoyo de la Secretaría de Universidades e Investigación —a través del Departamento de Economía y Conocimiento—, pone al alcance del estudiante con discapacidad diversas herramientas suplementarias para ayudarlo en el proceso de aprendizaje: entre otros, sistemas de frecuencia modulada, libretas autocopiativas, software específico, pizarras digitales o sillas eléctricas con sistema de posición vertical. Asimismo, existe todo un catálogo de recursos adicionales que aportan organismos con los que colabora la Universidad, como la  Unidad de Técnicas Aumentativas de Comunicación (UTAC), un servicio externo de la Facultad de Psicología de la UB que ofrece la posibilidad de conocer medios técnicos a personas con discapacidad motriz que requieren formas aumentativas y alternativas de comunicación y de acceso al ordenador, así como movilidad asistida.
 
Además de ofrecer apoyo técnico, si es necesario, desde el SAE también se gestiona el apoyo de intérpretes de lengua de signos en el aula o la colaboración de alumnos de apoyo, para ayudar en la toma de apuntes y la movilidad por el interior del campus. A la vez, en colaboración con los diferentes centros, se trabaja para adecuar el entorno universitario, elaborando propuestas para suprimir barreras arquitectónicas y de comunicación.
 
Por el campus con perro guía
 
Verónica Barragán estudia tercer curso del grado de Historia y sufre una ceguera total. En su día a día, la acompañan dos alumnos de apoyo, Jennifer Martínez e Ivan Prieto, que la ayudan a desenvolverse por sí misma en los estudios. «Conocí a Jennifer e Ivan el curso pasado, el día de la matrícula. Yo voy a clase con la ayuda de un perro guía y casualmente, a través de este hecho, se inició una relación. Yo todavía no conocía el programa Fem Via. Pero cuando empezó el curso, pensé inmediatamente en ellos como alumnos de apoyo porque, además, habíamos coincidido en todas las clases», explica Verónica.
 
Verónica toma sus propios apuntes con la ayuda de un ordenador con auricular, y utiliza un programa lector de pantalla incorporado, cedido por la ONCE. «Aun así, hay cosas que siempre me pierdo y, entonces, ellos también me pasan sus apuntes». Pero el apoyo de Jennifer e Ivan va más allá. Además de proporcionarle los apuntes en formato digital, le adaptan materiales que se usan en clase (por ejemplo, le buscan diccionarios especializados en formato digital y le organizan contenidos por carpetas para facilitar la preparación de los exámenes). También repasan juntos algunas asignaturas fuera de las horas de clase y hablan con el profesorado sobre cómo han trabajado los contenidos. Otra tarea importante que realizan es ayudarla a moverse por el campus: «Jennifer e Ivan me hacen el acompañamiento por el centro, y si tengo que ir a ver al tutor o a la Secretaría a hacer alguna gestión, también están allí».
 
Verónica reconoce que, en su caso, la ceguera le dificulta el hecho de relacionarse con los demás: «Al no ver, dirigirse a alguien es más complicado, porque no sabes con quién estás. Que la persona se pueda presentar te facilita mucho el ponerte en contacto con la gente y conocerla». En este sentido, el hecho de tener a dos alumnos de apoyo la ha ayudado a conectar con el resto de compañeros: «Yo creo que, al ver que Jennifer e Ivan tienen una relación muy cotidiana conmigo, parece que los otros sienten menos miedo y se acercan más a mí; van viendo cómo tienen que actuar conmigo y me tratan con más normalidad. Además, hemos creado un grupito de gente y la verdad es que estoy muy a gusto», comenta.
 
«No se trata de regalar nada a nadie, sino de hacer que todos partan de la igualdad de oportunidades»
 
Desde el programa Fem Via también se contacta con el profesorado para ofrecerle en todo momento información y asesoramiento sobre las discapacidades que afectan al alumnado. Además, se elabora un informe que recoge las adaptaciones curriculares necesarias para cada caso concreto. Estas adaptaciones están especialmente relacionadas con la adecuación del medio físico de la clase, el acceso a la comunicación y la modificación de ciertas metodologías para facilitar el seguimiento de las asignaturas.
 
«Las barreras con que se encuentran las personas con discapacidad a menudo están más relacionadas con la herencia de modelos educativos que no tienen en cuenta la diversidad de las personas, que con las propias características de la persona y aquello que es capaz de lograr», afirma Jordi Molina. Y subraya: «Por eso, cuando hablamos de adaptaciones curriculares, no se trata de regalar nada a nadie, sino de hacer que todos partan de la igualdad de oportunidades».
 
Facilitar el primer contacto con el mercado laboral
 
Una plena integración tiene que ser fruto de un esfuerzo continuado; por lo que la tarea de la Universidad no se limita a apoyar a los alumnos mientras siguen los estudios, sino que va más allá. También se busca facilitar su incorporación al mundo laboral. Con este objetivo, se ponen a disposición del alumnado con discapacidad varios recursos para fomentar el empleo, como una bolsa de trabajo especializada o la posibilidad de hacer prácticas académicas externas en empresas, mediante el programa Oportunidad al Talento, promovido por la Fundación ONCE.
 
«Somos una familia»
 
La sensibilización de la comunidad universitaria también es parte del compromiso que tiene la UB con el desarrollo de los estudiantes. En este sentido, desde el SAE se organizan jornadas y cursos en materia de discapacidad.
 
Según explica Verónica, para quien tiene una discapacidad o puede sentirse diferente, lo más importante es que el trato sea absolutamente natural: «Que la gente no tenga miedo a preguntarte con toda naturalidad en qué te puede ayudar». Y añade: «También tenemos que poner nosotros de nuestra parte y decir en qué nos podéis ayudar. Cualquiera que tenga una discapacidad no debe tener problema para explicarla», comenta.
 
Ivan Prieto afirma que la experiencia como alumno de apoyo de Verónica ha hecho que entre ellos se establezca una fuerte relación de amistad: «Todos somos una familia». Jennifer Martínez añade que la experiencia está resultando absolutamente enriquecedora: «Personalmente, ella me ha aportado muchísimo. Es un mundo que mucha gente desconoce. Siempre se piensa que a nadie le pasará, que es algo fuera de lo normal, y en realidad no es así». Y reclama: «Todos tenemos derecho a la oportunidad de estudiar, de tener compañeros que nos ayuden y también a integrarnos. Para poder sentirnos más cómodos en un centro es muy importante saber que, si tenemos cualquier problema, podemos contar con alguien».
 
Debe ser un compromiso de todo el mundo lograr cada día una Universidad más inclusiva, lo que empieza con las pequeñas acciones del día a día. «Es necesaria la colaboración de los demás alumnos, el profesorado y el personal de administración y servicios para conseguir la plena integración. Las posibilidades y limitaciones de una persona son una realidad; pero su discapacidad también depende del grado en que los centros y las personas del entorno sean inclusivos y estén preparados», concluye Jordi Molina.
 
Enlace al vídeo del programa Fem Via