La pardela cenicienta es capaz de proporcionar protección inmunitaria a sus polluelos hasta seis años después de ser vacunada

La pardela cenicienta es un ave marina que cría en las islas oceánicas, a grandes distancias del continente. Foto: Raül Ramos, UB-IRBio
La pardela cenicienta es un ave marina que cría en las islas oceánicas, a grandes distancias del continente. Foto: Raül Ramos, UB-IRBio
Investigación
(27/11/2014)

La pardela cenicienta es capaz de conferir inmunidad a sus polluelos hasta seis años después de ser vacunada contra un patógeno, según un artículo publicado en la revista The American Naturalist que firman los expertos Raül Ramos y Jacob González-Solís, del Departamento de Biología Animal de la UB y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio); Romain Garnier, de la Universidad de Princenton (Estados Unidos), y Thierry Boulinier, del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva de Montpellier (Francia).

La pardela cenicienta es un ave marina que cría en las islas oceánicas, a grandes distancias del continente. Foto: Raül Ramos, UB-IRBio
La pardela cenicienta es un ave marina que cría en las islas oceánicas, a grandes distancias del continente. Foto: Raül Ramos, UB-IRBio
Investigación
27/11/2014

La pardela cenicienta es capaz de conferir inmunidad a sus polluelos hasta seis años después de ser vacunada contra un patógeno, según un artículo publicado en la revista The American Naturalist que firman los expertos Raül Ramos y Jacob González-Solís, del Departamento de Biología Animal de la UB y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio); Romain Garnier, de la Universidad de Princenton (Estados Unidos), y Thierry Boulinier, del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva de Montpellier (Francia).

Unas aves oceánicas de larga vida

La pardela cenicienta (Calonectris borealis) es un ave marina que tiene su hábitat de cría natural en las islas oceánicas, a grandes distancias del continente. Con una larga esperanza de vida, la pardela retrasa la madurez sexual hasta los seis años y tiene una tasa de reproducción muy baja (un polluelo por año). «Con estas características de vida, un brote infeccioso en una colonia de aves oceánicas podría tener efectos devastadores, ya que podría comprometer la recuperación y viabilidad de la población afectada», apunta el profesor Jacob González-Solís.

El equipo científico ha estudiado la respuesta inmunitaria de las aves frente a una vacuna contra la enfermedad de Newcastle, una patología de origen vírico. Tal como explica el investigador Raül Ramos, primer autor del artículo, «la idea es simular una infección vírica mediante la vacuna y estudiar el sistema inmunitario en esta especie por si se da el caso de infección real en una población».

 

Respuesta inmunitaria en polluelos y en hembras

El nuevo trabajo se ha llevado a cabo de 2008 a 2013 en la colonia de pardela cenicienta de los acantilados del municipio de Mogán, en la isla de Gran Canaria. Los autores han evaluado la persistencia de las inmunoglobulinas o anticuerpos en las madres a lo largo de estos años, ampliando así los resultados de un estudio del equipo publicado en 2011 y centrado en la persistencia de las inmunoglobulinas durante el crecimiento de los polluelos.

En concreto, los expertos realizaron una primera campaña de vacunación en una treintena de madres en 2008, y la repitieron en 2010 en un número más limitado de hembras para comprobar si una segunda exposición al patógeno generaba una respuesta más rápida y persistente.

 

Protegiendo a los nuevos polluelos seis años después de la vacuna

Los resultados revelan que seis años después de ser vacunadas las madres todavía son capaces de transferir inmunoglobulinas a sus polluelos, lo que los protege de los patógenos que pueden infectar a la población. «Todas las inmunoglobulinas son de origen materno, y la transferencia maternal de anticuerpos tiene lugar exclusivamente durante la formación de la yema de huevo», detalla Raül Ramos. «En el caso de los polluelos, la vida media de estas inmunoglobulinas es de veinticinco días».

Además de la extraordinaria persistencia de los anticuerpos en las hembras vacunadas, el trabajo constata una correlación directa entre la cantidad de anticuerpos que tiene la madre en sangre en el momento de la puesta y la que recibe el polluelo. Es decir, el polluelo que nace el año en que vacunan a la madre recibe una gran cantidad de anticuerpos. Pero el polluelo de una hembra vacunada hace más años recibe menos anticuerpos, y estos se pierden más rápidamente durante el crecimiento.

«Los niveles de inmunoglobulinas en hembras son significativos incluso después de seis años —apunta Ramos—, tanto si hay una doble vacunación como si no. Por tanto, no sería preciso volver a vacunar a la población de hembras para mejorar la supervivencia de las crías ante los brotes infecciosos». Según los expertos, este mecanismo de alta persistencia de los anticuerpos en sangre podría ser una estrategia evolutiva para evitar la reinfección en colonias de aves oceánicas que crían siempre en las mismas colonias y se exponen de forma recurrente a los mismos patógenos.

 

Poblaciones de aves amenazadas en todo el mundo

El trabajo del equipo de la UB para estudiar la respuesta inmunitaria en las poblaciones de pardela es clave para establecer modelizaciones demográficas que faciliten la supervivencia de aves oceánicas de todo el mundo ante posibles brotes infecciosos. Es el caso, por ejemplo, del albatros de Ámsterdam (Diomedea amsterdamensis), una especie que habita en islas del océano Índico y que está amenazada por el cólera aviar, enfermedad infecciosa causada por la bacteria Pasteurella multocida.

«La prevención es clave en estas especies que generalmente no se exponen a la acción de depredadores. Son pájaros oceánicos que crían en colonias densas, y es fácil que un patógeno pueda expandirse si infecta a algún individuo», alertan los autores de la UB. En el futuro, la idea es poder repetir el protocolo experimental en otras aves marinas del orden de los Procelariformes (ave de las tormentas, albatros, etc.) para ver si el patrón es similar y compararlo con especies de otros órdenes taxonómicos, como las gaviotas, los cormoranes o los pingüinos.