Calidad al servicio de la credibilidad de la ciencia

El Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona es un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB.
El Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona es un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB.
Investigación
(22/06/2016)

Fiabilidad, trazabilidad e integridad: estos son los ejes principales en los que trabaja el Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona, un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB. Una labor de asesoramiento que ha permitido implementar sistemas de gestión y certificaciones de la calidad como la ISO 9001, la ISO 17025 o las BPL, claves para posicionar en sectores tan exigentes como el químico-farmacéutico a los Centros Científicos y Tecnológicos de la UB (CCiTUB) y a otros grupos de investigación, como el Laboratorio de Radiología Ambiental, el Grupo de Investigación Consolidado de Virus Entéricos, el Grupo de Investigación Metabolismo Lipídico-LPL y la Unidad de Investigación y Desarrollo del Programa de Terapia Celular. Sin embargo, el servicio de calidad no es solo una herramienta útil para los grupos que trabajan con empresas, sino que también puede tener un impacto en aquellos grupos interesados en mejorar su investigación diaria.

El Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona es un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB.
El Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona es un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB.
Investigación
22/06/2016

Fiabilidad, trazabilidad e integridad: estos son los ejes principales en los que trabaja el Servicio de Calidad de la Investigación de la Universidad de Barcelona, un servicio pionero en el sistema universitario español que desde 1994 ayuda a mejorar la producción científica de los investigadores de la UB. Una labor de asesoramiento que ha permitido implementar sistemas de gestión y certificaciones de la calidad como la ISO 9001, la ISO 17025 o las BPL, claves para posicionar en sectores tan exigentes como el químico-farmacéutico a los Centros Científicos y Tecnológicos de la UB (CCiTUB) y a otros grupos de investigación, como el Laboratorio de Radiología Ambiental, el Grupo de Investigación Consolidado de Virus Entéricos, el Grupo de Investigación Metabolismo Lipídico-LPL y la Unidad de Investigación y Desarrollo del Programa de Terapia Celular. Sin embargo, el servicio de calidad no es solo una herramienta útil para los grupos que trabajan con empresas, sino que también puede tener un impacto en aquellos grupos interesados en mejorar su investigación diaria.

Albert Cirera es profesor agregado del Departamento de Ingenierías: Sección de Electrónica de la UB. También es investigador del Grupo de Investigación Consolidado Micronanotecnologías y Nanoscopias para Dispositivos Electrónicos y Fotónicos (MIND), un grupo en pleno crecimiento que en poco tiempo ha pasado de diez a diecisiete personas. Esta dinámica positiva también ha exigido un peaje al funcionamiento del MIND: «Cuando llegas a un cierto tamaño, pierdes el control de la globalidad de las muestras, los experimentos, las personas, la información..., de todo aquello que no es estrictamente ciencia, pero que es importante para poder hacer ciencia de calidad», explica.

Este crecimiento agravó algunos problemas, especialmente en cuanto al flujo de información dentro del grupo. «Para llevar a cabo nuestro trabajo, recibimos y generamos muchas muestras, productos y prototipos. Nos ha pasado más de una vez equivocarnos de muestra, tener incertidumbre sobre algún material... Eso es grave, porque crea una desconfianza dentro del propio grupo y del grupo hacia fuera», argumenta el investigador.

 

Mejora sin comprometer la creatividad

En esta situación, Cirera asistió a una charla de Carme Navarro, doctora en Biología por la Universidad de Barcelona y directora del Servicio de Calidad de la Investigación, y enseguida vio que necesitaban su apoyo. Durante los últimos tres años han trabajado juntos para solucionar algunos de los problemas de MIND: «Nos ayudaron a verificar diferentes estrategias y a darles contenido, solvencia, continuidad... Nos ayudaron a implementar cierta coherencia, pero sin tener que rebajar nuestro espíritu, que es muy libre, ni afectar a nuestra creatividad», destaca Albert Cirera.

«El grupo de investigación tiene que preocuparse de hacer su investigación; de cómo garantizar su calidad, nos preocupamos nosotros», recalca Carme Navarro, la persona que en 1994 puso en marcha la Unidad de Garantía de Calidad, embrión del actual servicio, y que en este momento dirige un equipo de cinco técnicos y un becario, todos ellos con formación en ciencias experimentales.

 

Más de treinta auditorías anuales y controles de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos

La gestión de la calidad de los CCiTUB es la tarea principal de este equipo, especialmente desde que en 2005, después de cuatro años de trabajo, los centros consiguieron la certificación ISO 9001, un requisito imprescindible para tratar con muchas empresas. «No solo se trata de poner en marcha el sistema de calidad y conseguir la certificación: también hay que mantener eso en el tiempo. Hacemos unas 32-33 auditorías internas al año y también recibimos auditorías externas de empresas que quieren trabajar con los CCiTUB. Incluso hemos pasado dos auditorías de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés)», recuerda Navarro.

 

Fiabilidad, trazabilidad e integridad

El Servicio de Calidad de la Investigación tiene como objetivo principal asegurar la fiabilidad, la trazabilidad y la integridad de la investigación. «Es decir, que si una investigación se hace en Barcelona, los resultados de esta deberían ser los mismos en cualquier otro lugar del mundo. También hay que tenerlo todo documentado para poder seguir el rastro de los resultados por si detectamos alguna anomalía, o por si un nuevo investigador quiere repetir el experimento. Es una manera de estandarizar y de evitar la aparición de criterios subjetivos que puedan sesgar nuestros resultados», detalla Carme Navarro.

La calibración de los instrumentos es otra de las medidas importantes para garantizar la fiabilidad de la investigación. De hecho, en las instalaciones del Servicio de Calidad de la UB tienen patrones de calibración disponibles para todos los investigadores. «Hay gente que sigue pensando que si un instrumento muestra una cifra, esta debe de ser correcta, y no piensan que estos instrumentos se deben calibrar regularmente. La tarea de los investigadores se basa en la ciencia, no en la fe. Si calibramos el instrumento, es ciencia; si no lo hacemos, es fe», recalca Carme Navarro.

 

Impacto en la evaluación de la investigación

A partir de estas líneas fundamentales, y con el asesoramiento del Servicio de Calidad, el grupo de Albert Cirera ha implementado diferentes medidas, como por ejemplo un sistema de documentación de las muestras con adhesivos muy resistentes —«de los que se utilizaban antiguamente en los negativos de fotografía»— que vinculan la muestra con libretas de laboratorio numeradas. Además, toda la información sobre la muestra, como por ejemplo el proyecto al que pertenece y quién es el responsable, se recoge en un Excel compartido por todo el laboratorio. También se han establecido protocolos similares en el caso de los equipamientos, con indicaciones claras sobre los responsables y los procedimientos. «Todo esto te da robustez. Es la única forma de que se pueda reproducir un resultado positivo o de poder ver qué ha pasado si el resultado es negativo. Incluso se ha dado el caso de empresas que tenían dudas sobre alguna muestra suya y han aprovechado nuestro sistema de identificación para confirmarlo», explica el investigador.

Esta metodología ha demostrado su utilidad incluso en juicios de propiedad intelectual: «Un cliente nos pidió todas las libretas con las fechas para llevarlas a un juicio de patentes y demostrar que los datos que se habían obtenido eran anteriores a los de otra empresa», recuerda Carme Navarro.

«En ciencia hacemos hipótesis, y crees haberlas comprobado hasta que viene alguien y demuestra que estás equivocado. Lo que nosotros queremos es que, si nos hemos equivocado, no haya sido por la gestión de las muestras o de la información: será porque las hipótesis no eran las correctas o porque los medios experimentales no eran los adecuados, pero no será porque el equipo estaba mal por no haberlo calibrado o porque nos habíamos equivocado de muestra o porque el compañero y yo no hemos compartido oportunamente la información», reflexiona Albert. En este sentido, el investigador cree que esta metodología tendrá un impacto en la forma de evaluar la investigación científica: «En el futuro, algunas de las revistas importantes aceptarán de forma prioritaria trabajos de grupos que sigan estas políticas». De hecho, la importancia y el impacto de los sistemas de calidad en la investigación fue el tema central de un artículo de la revista científica Nature donde se menciona la labor del Servicio de Calidad de la Investigación de la UB.

 

Un código de buenas prácticas

Algunas de estas pautas de trabajo se pueden consultar también en el Código de buenas prácticas en investigación que desarrolló un grupo de expertos de la Universidad de Barcelona bajo la coordinación del Servicio de Calidad de la Investigación en 2009. La idea es poner esta metodología al alcance de cualquier investigador de la UB e impulsar un modo de trabajar que tiene implicaciones en la propia credibilidad de la ciencia ante la sociedad. Especialmente en un momento en que algunos estudios denuncian la falta de reproducibilidad de muchas investigaciones. «Estamos en un punto de inflexión en el que no es bueno que en la sociedad cale la idea de que la investigación que se publica no es reproducible, y todas estas medidas ayudan a crear más confianza en la ciencia», concluye Carme Navarro.