Lucien Cuénot: nueva revisión del pensamiento evolucionista de un precursor de la genética moderna

El finalismo evolutivo y la complejidad de la naturaleza

Lucien Cuénot (1866-1951), considerado uno de los impulsores de la genética moderna, fue una figura reconocida en su tiempo dentro del ámbito científico. Tras el redescubrimiento en 1900 de las leyes de Mendel —obra de los científicos Carl Correns, Hugo de Vries y Eric von Tschermak—, Cuénot llevó a cabo los primeros estudios mendelianos en mamíferos, hasta la ocupación de su laboratorio de Nancy (Francia) durante la Primera Guerra Mundial. Autor de un extenso trabajo sobre la evolución —en especial, sobre el problema de la adaptación—, Cuénot acuñó la idea de preadaptación, un concepto de gran valor evolutivo.

En contraposición, en 1982 los paleontólogos Stephen J. Gould y Elisabeth Vrba revisaron de forma crítica esa idea de preadaptación, aparentemente relacionada con el finalismo teleológico, hasta reformularlo e introducir otro concepto en el debate evolutivo: el término exaptación. Sin embargo, según el trabajo de Casinos, el pensamiento de Cuénot ha sido malinterpretado como finalista, ya que en realidad no responde a una visión teleológica de los mecanismos evolutivos.

Preadaptación: un nuevo significado evolutivo

Tal como detalla Adrià Casinos, que analiza el pensamiento científico del genetista francés en el marco de los estudios evolutivos, Cuénot es una figura extraordinariamente rica, que en cierto modo se está redescubriendo en la actualidad: «Siempre se manifestó en contra del finalismo, pero otra cosa es cómo lo han utilizado otros autores, partidarios del finalismo. R. A. Fisher y C. S. Stock son los primeros que levantaron la acusación de teleologismo. E incluso si no se trataba de teleología, entonces para estos autores el concepto de preadaptación no era necesario, porque era el mismo que el de adaptación».

Sin embargo, estos dos conceptos no serían equivalentes en el marco de la evolución, ya que «preadaptación implica un cambio de función sin cambio estructural, mientras que adaptación conlleva una transformación estructural como respuesta a una determinada presión selectiva. Como rechazo la posibilidad de que un carácter sea ex nihilo, es decir, que no se derive de otro, la transformación estructural es necesaria», apunta Casinos, catedrático del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales, y experto en biomecánica, morfología funcional e historia y filosofía de la biología.

Para Casinos, el trabajo de revisión de Gould y Vrba llega a ignorar la labor pionera de Cuénot en el discurso evolutivo: «Estos autores utilizan un primer argumento de orden semántico, que es preferir el término preaptation a preadaptation (preadaptación) Así pues, el concepto de exaptación equivaldría a la antigua preadaptación ya realizada, mientras que preaptation sería la situación correspondiente a la función original. Por ejemplo: la pluma era una preaptation en los dinosaurios, en los que tenía una función de aislamiento térmico, pero es una exaptación en los pájaros porque ha adquirido una nueva función, asociada al vuelo. Bajo mi opinión, esa matización sería demasiado gratuita».

Aun así, no todo son diferencias ideológicas, e incluso sería posible encontrar puntos de contacto en el marco del debate conceptual: «La coincidencia entre Cuénot y Gould y Vrba radicaría en aceptar que una estructura puede pasar a desarrollar una nueva función sin cambios importantes», detalla Casinos.

«Además, los términos preadaptación y exaptación coexisten en la literatura científica actual. Hay bibliografía que demuestra cómo el uso del término preadaptación está todavía vigente. La equivalencia, en concreto, se podría sintetizar en la idea de que preadaptación (en el sentido clásico de Cuénot) es la suma de los conceptos de preaptation y exaptación», concluye Casinos.