Andrés González: «Con el programa TEI, desaparece en un 95 % el acoso escolar, se minimiza la victimización y disminuye el nivel de estrés y de ansiedad»

Andrés González Bellido es el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI).
Andrés González Bellido es el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI).
Entrevistas
(03/07/2017)

Andrés González Bellido es maestro y catedrático de Orientación Educativa, está licenciado en Psicología y es experto en convivencia y gestión de conflictos. Con este perfil curricular, no es  extraño que sea el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI), en el que alumnos mayores se encargan de tutorizar a compañeros más pequeños para prevenir la violencia y el acoso en las aulas y fomentar la tolerancia cero al maltrato.

Desde hace más de quince años, González Bellido lidera un grupo de investigación en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona. Formado por pedagogos, profesores y psicólogos, este grupo trabaja para implementar el programa TEI en el máximo número posible de centros educativos, junto con dos equipos más de trabajo, investigación, evaluación y desarrollo de la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad de Alicante.

Desde su puesta en funcionamiento, se han formado con la metodología TEI 620.000 alumnos y 40.000 profesores de centros de infantil, primaria, secundaria, educación especial, formación profesional básica y ciclos formativos. Además, el 100  % de los centros que implementan el programa continúan desarrollándolo.

Está demostrado que gracias al TEI desaparecen en un 95 % las situaciones de acoso, que se minimiza la victimización y disminuye el nivel de estrés, de ansiedad y depresión, y que se reduce el absentismo escolar. Asimismo, aumentan los niveles de autoestima y autoconcepto, y se fomenta el empoderamiento de los alumnos. Por último, pero no menos importante, mejora la motivación, el rendimiento académico y el clima del centro.

 

Andrés González Bellido es el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI).
Andrés González Bellido es el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI).
Entrevistas
03/07/2017

Andrés González Bellido es maestro y catedrático de Orientación Educativa, está licenciado en Psicología y es experto en convivencia y gestión de conflictos. Con este perfil curricular, no es  extraño que sea el impulsor del programa de tutoría entre iguales (TEI), en el que alumnos mayores se encargan de tutorizar a compañeros más pequeños para prevenir la violencia y el acoso en las aulas y fomentar la tolerancia cero al maltrato.

Desde hace más de quince años, González Bellido lidera un grupo de investigación en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona. Formado por pedagogos, profesores y psicólogos, este grupo trabaja para implementar el programa TEI en el máximo número posible de centros educativos, junto con dos equipos más de trabajo, investigación, evaluación y desarrollo de la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad de Alicante.

Desde su puesta en funcionamiento, se han formado con la metodología TEI 620.000 alumnos y 40.000 profesores de centros de infantil, primaria, secundaria, educación especial, formación profesional básica y ciclos formativos. Además, el 100  % de los centros que implementan el programa continúan desarrollándolo.

Está demostrado que gracias al TEI desaparecen en un 95 % las situaciones de acoso, que se minimiza la victimización y disminuye el nivel de estrés, de ansiedad y depresión, y que se reduce el absentismo escolar. Asimismo, aumentan los niveles de autoestima y autoconcepto, y se fomenta el empoderamiento de los alumnos. Por último, pero no menos importante, mejora la motivación, el rendimiento académico y el clima del centro.

 

¿Cuándo surge la idea de crear el programa TEI?

No sé si hay un momento concreto, creo que es más bien un proceso. Como  psicólogo clínico y educativo, he tratado a muchos chavales víctimas de agresiones y he visto el nivel de sufrimiento que experimentan los alumnos. Y no solamente ellos —que son importantísimos—, sino sobre todo las familias. Los padres y madres te dicen que no saben qué hacer ni cómo salir de ese pozo. Además, he trabajado como orientador en un centro educativo de secundaria y conozco bien a los adolescentes. Cuando les das responsabilidades y hacen algo que quieren y les gusta hacer, su concepto de la equidad, del compromiso y de la justicia es altísimo.

 

El programa se nutre de toda esa experiencia profesional y, además, tiene unas bases teóricas muy sólidas.

Sí, sí, por supuesto. El TEI parte principalmente de tres grandes líneas teóricas: la inteligencia o educación emocional en sus diferentes corrientes; la psicología positiva y el optimismo, y la teoría ecológica de los sistemas de Urie Bronfenbrenner (haciendo especial hincapié en la transferencia de competencias emocionales del alumnado al grupo clase, al centro educativo, a la familia y, finalmente, al entorno social).


Exactamente, en el programa implicáis a los alumnos, pero también al centro y a los profesores, y necesitáis la colaboración de las familias. 

Efectivamente, la intervención sobre la violencia y el acoso escolar siempre ha de ser multidisciplinar e implicar al 100  % de la comunidad escolar. Por eso el TEI interviene sobre todos los elementos de forma sistemática y ningún alumno queda fuera del programa, porque los que no son tutores son ayudantes del coordinador. Si no fuera así, no sería un programa integral sobre prevención de violencia.


¿A qué colectivo le produce mayor nivel de satisfacción el TEI?

Los niveles de satisfacción o plenitud del TEI se producen, de mayor a menor, en este orden: primero, las familias; en segundo lugar, los alumnos tutores; en tercer lugar, los alumnos tutorizados, y por último, los maestros y profesores.


¿Y los alumnos tutores sienten mayor satisfacción que sus compañeros tutorizados?

Sí. Con diferencia. Piensa en alguna vez en que hayas ayudado a alguien altruistamente. Ayudar produce cambios físicos, emocionales y psicológicos. El alumno que ayuda, lo que quiere es ayudar cada vez más.


¿Cómo se establecen las parejas?

A los alumnos les decimos que es por sorteo para no producir un proceso de estigmatización, pero lo que hacemos es establecer el nivel de necesidades que tienen los tutorizados: 1, 2 o 3. El nivel 3 es el de máxima necesidad: alumnos altamente susceptibles de estar en situaciones de exclusión o de violencia de carácter social, alumnos que han padecido situaciones de acoso, o alumnos con necesidades educativas especiales. Entonces les asignamos un tutor que es líder emocional, que tiene competencias altas en el aspecto emocional. Básicamente, compensamos desequilibrios. Se trata de que todo el mundo pueda ayudar a todo el mundo, todos los alumnos son ayudantes y son ayudados.


Los beneficios del tutor y el tutorizado están claros, ¿pero qué pasa con el agresor?

En primer lugar, hay que destacar que el TEI jamás trabaja sobre las personas, ni sobre los roles, sino sobre las conductas. Porque la dignidad individual no se ha de tocar, y el agresor ha de tener siempre la opción de reinsertarse, de cambiar. Si voy a hacer una intervención sobre las collejas, no diré que Manuel da collejas, sino que dar collejas hace daño. Las intervenciones en público deben ser siempre sobre las conductas, nunca sobre las personas o sobre los roles. Estructuralmente, el programa está diseñado para que el agresor quede excluido de forma natural. Lo único que necesitas es cambiar su conducta. Se trata de inhibir la retroalimentación diaria que tiene la mayor parte de los agresores, porque es un reforzador. Si tuviéramos que definir solo una variable característica de un adolescente o preadolescente, sería su pertenencia al grupo. ¿Qué es lo que hacía el grupo hasta ahora? Reforzar la conducta de los agresores. ¿Qué hace a partir del TEI? Intervenir y rechazarla. 

Lo que queremos conseguir es que las conductas que llamen la atención en los centros sean las que hacen daño, hemos de hacer un proceso de des-aprendizaje, para tener consciencia mediante la empatía de que hay conductas que hacen daño, y no al revés, porque las hemos normalizado. Eso produce una inhibición de esas conductas de forma automática. La clase ahora ya no reforzará las conductas del agresor. ¿Qué hará el acosador? Cambiar sus conductas por otras de ayuda, que son las que fortalecen. Cambian su conducta porque el reforzador ha cambiado. Y si no la cambian y le dicen a otro chaval: «Hola, gordo», alguien del grupo le dirá: «¡Oye, no te pases!». El grupo no aceptará más las conductas que hagan daño, vengan de donde vengan, y ha perdido el miedo a decir que hacer daño no está bien. Y ya no se arropa a la víctima, lo que considero que es una equivocación.  El hecho de no intervenir de forma directa sobre la víctima —sino de forma indirecta— e intervenir sobre las conductas que hacen daño conduce a que la víctima se integre naturalmente, sin necesidad de producir lástima.


A los profesores se les requiere hacer formación. ¿Qué grado de implicación tienen?

Exigimos que todos hagan una formación de treinta horas y la respuesta es alucinante. Piensa que, después de aplicar el programa, constatamos que se rebajan los partes, las amonestaciones y las conductas disruptivas en más de un 50 %. El beneficio es total.


Y el método funciona tan bien, que traspasa fronteras…

La verdad es que sí. Ya se ha implementado el programa TEI en centros educativos de París, Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay, México, y tenemos también un convenio con California.


En alguna ocasión ha dicho que el objetivo final es que la educación salga de las aulas, y que el gran proyecto de su grupo de investigación es la creación de las ciudades TEI. ¿Qué es una ciudad TEI?

Una ciudad TEI sería aquella en la que absolutamente todos los centros de infantil, primaria y secundaria desarrollaran el TEI, y en la que la modificación del individuo, del aula y del centro acabara modificando todo el entorno. Trabajamos con ciudades grandes como Tarragona, Gijón, Oviedo, Elche. Actualmente desarrollamos dieciocho proyectos de ciudades TEI cuyo referente a nivel nacional es Ibi (Alicante), que ha ganado el I Concurso de Buenas Prácticas Municipales en la Prevención del Abandono Escolar y la Prevención y Atención del Acoso Escolar, convocado por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). En este proyecto de ciudades TEI, todos los centros educativos, monitores, servicios municipales, trabajan con el TEI, en el concepto más amplio. El objetivo no es únicamente que cada sujeto evolucione, sino que modifique los entornos en los que vive y los haga lo más agradables posible.