Expertos de la UB alertan sobre el impacto ecológico del alga invasora ʻmoco de rocaʼ en los ríos peninsulares

Solo algunos organismos pequeños pueden adaptarse al impacto ecológico del alga invasora <i>Didymosphenia geminata</i> (moco de roca) en los ríos.
Solo algunos organismos pequeños pueden adaptarse al impacto ecológico del alga invasora Didymosphenia geminata (moco de roca) en los ríos.
Investigación
(21/03/2018)

Solo algunos organismos pequeños de los ríos —como la hidra de agua— son capaces de adaptarse al impacto ecológico del alga invasora conocida popularmente como moco de roca, según alerta un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE por los investigadores Narcís Prat, Rubén Ladrera y Joan Gomà, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación del Agua (IdRA) de la Universidad de Barcelona.

Solo algunos organismos pequeños pueden adaptarse al impacto ecológico del alga invasora <i>Didymosphenia geminata</i> (moco de roca) en los ríos.
Solo algunos organismos pequeños pueden adaptarse al impacto ecológico del alga invasora Didymosphenia geminata (moco de roca) en los ríos.
Investigación
21/03/2018

Solo algunos organismos pequeños de los ríos —como la hidra de agua— son capaces de adaptarse al impacto ecológico del alga invasora conocida popularmente como moco de roca, según alerta un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE por los investigadores Narcís Prat, Rubén Ladrera y Joan Gomà, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación del Agua (IdRA) de la Universidad de Barcelona.

 

La nueva investigación de este equipo, integrantes del Grupo de Investigación Freshwater Ecology and Management (FEM) de la UB, es la más completa que se ha hecho hasta ahora en ecología de sistemas sobre dicha alga exótica y, junto con trabajos anteriores del grupo, constituye una herramienta estratégica para controlar la proliferación de la especie y para evitar su presencia en tramos fluviales donde todavía no ha aparecido.

El alga Didymosphenia geminata, o moco de roca, es una especie exótica e invasora de agua dulce capaz de recubrir el cauce de los ríos durante kilómetros. Es una diatomea originaria del norte de Europa y América del Norte que vive sobre todo en aguas muy frías —limpias y sin fósforo— y que genera grandes biomasas que alteran la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas fluviales. La D. geminata es resistente a la desecación y puede sobrevivir fuera del agua en condiciones extremas de temperatura y humedad. Detectada en más de cincuenta países de zonas templadas y frías, esta alga ha causado episodios críticos en Nueva Zelanda y Estados Unidos, donde ha llegado a afectar a la migración de especies de interés económico como el salmón.

Un alga invasora que invade los ríos menos contaminados

«La particularidad del moco de roca es que, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de algas —que crecen cuando hay más fósforo en el agua—, esta es capaz de proliferar en condiciones oligotróficas (sin fósforo), favorecida por pequeños incrementos de la temperatura o de la insolación (por ejemplo, en ríos sin bosque de ribera)», explica Narcís Prat, catedrático del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB y jefe del Grupo FEM.

«Cuando el crecimiento del alga se dispara —prosigue Prat— se forma una especie de moco que se incrusta en las piedras del río. Esta capa algal, de centímetros de espesor, altera completamente el hábitat de muchos organismos que antes vivían sobre las piedras (caracoles, insectos, etc.). Los efectos del crecimiento masivo de D. geminata también afectan a muchos peces como la trucha, que tiene menos opciones para alimentarse y para poner los huevos. Como resultado, solo quedan los organismos pequeños que son capaces de vivir en la trama del moco».

Del piragüismo a la pesca deportiva: así se dispersa una especie invasora

Cada vez se observan más episodios de crecimiento masivos del alga, detectada por primera vez en la península ibérica por el catedrático de la UB Ramon Margalef durante los años 50 del siglo pasado. Actividades como el piragüismo, la pesca deportiva y el excursionismo han favorecido la dispersión accidental del alga por muchos ríos. En la actualidad, las cuencas del Ebro y del Duero, en el norte de la península ibérica, son los ecosistemas más afectados por la proliferación masiva de la D. geminata.

La nueva investigación del Grupo FEM de la UB evalúa los efectos de la invasión algal en el hábitat natural y tiene como referente el río Lumbreras, en la cuenca fluvial del Ebro en La Rioja. «Este es uno de los puntos más afectados en la Península por el crecimiento masivo de la D. geminata desde 2011», explica el profesor Joan Gomà. «En este tramo fluvial, en concreto, se dan unas condiciones ambientales idóneas —regulación hidrológica, baja temperatura, poca concentración de fosfato y falta de bosque de ribera— para estimular la proliferación masiva de esta alga invasora».

En palabras del investigador Rubén Ladrera, primer autor del artículo, «en el caso del Ebro, los episodios más graves afectan a los ríos pirenaicos (sobre todo el Cinca, el Ara y el Subordán, en Huesca), y en el sistema ibérico, a las cuencas del Iregua y el Najerilla, en La Rioja.

«En el resto de Cataluña —añade Ladrera—, todavía no hay un registro de crecimientos masivos con grave impacto ambiental. Ahora bien, hay que estar alerta para reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas frente estos episodios invasivos».


¿Cómo se puede luchar contra la proliferación del alga?

Evitar la dispersión del alga y controlar la intensidad de los crecimientos masivos será clave para impedir que la especie llegue a lugares donde aún no está presente. En este contexto, las investigaciones del Grupo FEM ayudarán a identificar los episodios de proliferación y determinar los factores ambientales que disparan el crecimiento del alga en los ríos peninsulares.

«Es imposible eliminar por completo las poblaciones», subraya Rubén Ladrera. «Por ello, es imprescindible desinfectar con lejía todos los materiales que hayan estado en contacto con la D. geminata (artes de pesca, botas, piraguas, etc.) para evitar que se propague en otros ríos. Como a veces no se puede identificar el alga de un vistazo —aunque haya una densidad elevada de células—, aplicar estos protocolos de desinfección después de estar en contacto con cualquier ecosistema fluvial. Así se evitaría la transmisión de la D. geminata y otras especies invasoras».

Controlar el uso público de las zonas afectadas y fomentar la concienciación social y la educación ambiental son herramientas necesarias para evitar la huella ambiental de la especie en los ríos peninsulares. También es importante diseñar programas de vigilancia de los tramos afectados y de los que presentan condiciones óptimas para la especie. En las cuencas donde el moco de roca ha sido eliminado, conviene restaurar la vegetación de los bosques de ribera para reducir el grado de insolación sobre el cauce del río (es decir, limitar la actividad fotosintética y la producción de filamentos algales).

La nueva investigación publicada en la revista PLOS ONE amplía los trabajos del Grupo FEM —con la contribución destacada de la profesora Maria Rieradevall de la UB—, que continúan la tradición investigadora iniciada por el ecólogo Ramon Margalef (1919-2004), referente de generaciones de ecólogos y naturalistas de todo el país y fundador del Departamento de Ecología de la UB en 1967.


Naturalizar el ciclo hidrológico de los ríos

Las especies invasoras son una de las mayores amenazas para la conservación de la biodiversidad en ecosistemas acuáticos en todo el planeta. En países como Nueva Zelanda y Estados Unidos, se han desplegado estudios para controlar la población de D. geminata con fosfatos o biocidas basados en el cobre, productos que podrían afectar a los ecosistemas naturales. Otras estrategias en estudio para luchar contra la especie invasora podrían ser el aumento puntual de la concentración de fosfatos en los ríos o la liberación de capas superficiales de agua de los embalses —más calientes— que son menos adecuadas para la biología de la especie.

En este contexto, la regulación hidrológica, que altera completamente los caudales naturales de los ríos, es un factor que está favoreciendo la proliferación de especies invasoras en detrimento de las autóctonas. «Naturalizar el ciclo hidrológico de los ríos es una medida para ayudar al control poblacional del alga. Si se generan caudales extremos —en otoño e invierno— se podrían arrastrar células y filamentos algales justo antes del período más activo de la especie, que se inicia a finales de la primavera», concluye el equipo investigador de la UB.
 

 

Fotografías: Rubén Ladrera y Joan Gomà (Facultad de Biología e Instituto de Investigación del Agua-IdRA)

 
 

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