El espejo que soy me deshabita

El cuerpo oculto de la artista tras el espejo que porta se desplaza a lo largo y ancho del vacío que las piezas de los demás artistas dejan como resto de su ocupación de la sala expositiva en la que se desarrolla la performance. De repente, la artista para frente a alguien. Los inter-espacios que la alteridad artística ha definido son el hábitat en que la alteridad del/la espectador/a se revela. Ese/a espectador/a se verá interpelado/a a participar de ciertas cuestiones que el poema La Caída de Octavio Paz plantea en torno a la identidad. Enfrentado/a a su propio reflejo que deviene aún más inquietante, más distanciado, más inquisitivo cuando lee frente a su imagen ese poema de forma fragmentada “la antigua certidumbre de mí mismo”, “niebla de mí, mentira y espejismo”, “un caer en mí mismo inacabable”,… ¿Cabe estar sin estar? ¿Cabe decir sin decir? ¿Cabe ser sin ser? Quizá hallemos respuestas en el vacío del reflejoejoejoejoejo triplicado –cuerpo, imagen especular y sombra- o quizá sólo más interrogantes durante la caída.