Daniel Gil
Biblioteca Pública Episcopal del Seminari Conciliar de Barcelona
The librarian’s guide to citizen science: understanding, planning, and sustaining ongoing engagement in citizen science at your library. (2019). Editors: Darlene Cavalier, Caroline Nickerson, Robin Salthouse, Dan Stanton. School for the Future of Innovation in Society, Arizona State University. 43 p. Disponible en: <https://s3-us-west-2.amazonaws.com/orrery-media/misc/CitSci_Librarians_Guide_02_22_r1.pdf>. [Consulta: 22/10/2020]
Hace unos meses, en este mismo blog, ya publiqué una reseña del informe Ciència ciutadana a les biblioteques: observa, analitza, crea i participa done exponía que «La idea de fondo es que cualquier ciudadano puede generar datos científicos, y las bibliotecas públicas son las principales instituciones que pueden suministrar las herramientas necesarias para canalizar, validar y dar forma a estos datos». Esta idea de fondo se repite en este nuevo informe, esta vez editado en los Estados Unidos por la School for the Future of Innovation in Society, de la Arizona State University, que es además la impulsora desde 2014 del portal SciStarter, donde se pueden encontrar multitud de proyectos de ciencia abierta y ciudadana que las bibliotecas pueden incorporar a sus planes de actuación. Y a pesar de ser un informe sobre la realidad y las experiencias en ciencia ciudadana en las bibliotecas de los Estados Unidos, pienso que es claramente extrapolable a nuestra realidad bibliotecaria.
Se ha publicado la nueva versión del portal Library buildings in Europe, una herramienta muy visual e intuitiva para el hallazgo de buenos ejemplos de transformación de edificios de biblioteca. Tiene el objetivo de generar nuevas ideas y estimular la inspiración de los profesionales implicados en la construcción, ampliación o renovación de bibliotecas, para que la arquitectura pueda facilitar la transformación del modelo de servicio de biblioteca.
El Digital Preservation Working Group de las instituciones de memoria histórica del Canadá ha realizado un estudio sobre las necesidades y la capacidad de preservación digital de dichas instituciones, entre las cuales destacan instituciones gubernamentales, archivos, bibliotecas y museos.
¿Qué sabemos de los profesionales y de las bibliotecas de otros lugares del mundo? ¿Se parecen a nosotros y a nuestras bibliotecas? ¿Qué formación tienen? ¿Cómo se organizan? Para responder a estas preguntas la Sección de Nuevos Profesionales de la Library Association de Letonia inició, en 2017, el proyecto «Librarians Around the World», y pidió a bibliotecarios de todo el mundo que escribiesen sobre ellos mismos, sobre el sistema bibliotecario de su país, la legislación, la formación y las asociaciones profesionales. También podían hablar sobre su relación con la profesión y explicar algún proyecto interesante que estuviesen llevando a cabo.
Todavía ahora, si alguien nos pidiera que definiéramos la biblioteca con dos palabras, muy probablemente diríamos que las bibliotecas son edificios donde hay libros. Aunque puede ser una descripción muy simple, no por ello es inadecuada. Una biblioteca está formada por un continente, o sea, un espacio físico, y un contenido, o sea, información. Estos dos conceptos van de la mano y han tenido que evolucionar en paralelo, aunque a veces haya sido a velocidades diferentes. La biblioteca, en su concepción global, ha pasado de ser un lugar donde se custodiaba el conocimiento a un espacio de información, de relación, de cultura y de formación. Así pues, los edificios bibliotecarios han tenido que adaptarse a la evolución tanto de lo que se entiende por biblioteca como de los sistemas de información.
