COVID-19 y bibliotecas

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Juan Carlos Calvo Flores
Tècnic de cultura
Programa d’Assessoraments
Oficina d’Estudis i Recursos Culturals. Diputació de Barcelona


COVID-19 y el sector bibliotecario global (2020). [La Haya]: IFLA. Disponible en: <https://www.ifla.org/ES/node/92983>. [Consulta: 05/04/2021].


Las bibliotecas de todo el mundo se han visto afectadas por la aparición de la COVID-19. Muchas de ellas han cerrado temporalmente o han reducido los servicios al mínimo para contribuir a los esfuerzos destinados a limitar la propagación del coronavirus. También se han ido tomando decisiones difíciles sobre la mejor manera de dar acceso a la información sin comprometer la seguridad de las personas usuarias y del personal que trabaja en ellas.

Ante esta situación, las asociaciones de bibliotecas han intensificado las acciones y han ofrecido recursos para que sus miembros puedan planificar y responder a los retos que plantea la irrupción de la pandemia en el mundo bibliotecario. La IFLA, por ejemplo, mantiene actualizada una página web con información y recursos detallados sobre el cierre y los planes de reapertura por países, además de ideas y experiencias en diferentes ámbitos: prestación de servicios en línea, reasignación de recursos, organización de actividades, medidas de higiene y seguridad para el personal, etcétera.

Toda la información y los recursos clave que describe esta página web, y que se reseñan a continuación, pueden ser ampliados con las aportaciones que hagan las bibliotecas o las instituciones responsables de su gestión mediante el correo electrónico updates@ifla.org. Hay que recalcar también que la revista de la IFLA publicará un número especial sobre la adaptación y la transformación del sector bibliotecario durante la pandemia.

En general, los gobiernos han adoptado diferentes enfoques: unos han ordenado el cierre, pocos han mantenido la apertura y otros han dejado la decisión en manos de los responsables de los equipamientos. Aunque la mayor parte cerraron durante la primera ola y después reabrieron con restricciones, encontramos casos excepcionales como en Suecia, donde el 90 % de los municipios mantuvieron abiertas las bibliotecas, e incluso el 85 % ofrecieron servicios adicionales.

Un claro desafío provocado por el cierre de las bibliotecas ha sido la gestión eficaz del teletrabajo. No obstante, la situación sobrevenida no ha permitido planificarlo con antelación y dotarnos de herramientas y de la capacitación necesaria para trabajar con eficacia y seguridad desde casa. Cuando esto no ha sido posible, algunos países han optado por asignar al personal otras funciones como en el caso de Irlanda, donde se ha colaborado en la trazabilidad de contactos COVID-19. En la misma línea, los bibliotecarios del Reino Unido han empezado a trabajar con personas en riesgo de exclusión social para asegurar el contacto con el mundo exterior y romper su aislamiento.

En lo relativo a la puesta en marcha de las bibliotecas, una de las principales preocupaciones ha sido la de garantizar la seguridad del personal y de las personas usuarias. Muchos países no han abierto ninguna biblioteca hasta no tener asegurado el acceso al material de protección e higiene y a los protocolos de actuación y de regulación del servicio ante el riesgo de contagio. Es por ello por lo que muchas bibliotecas reducen el horario de atención y se esfuerzan en garantizar el bienestar del personal.

La reanudación de la actividad podría clasificarse en las categorías siguientes: con actividad más o menos regular, con restricciones o servicios mínimos, o bien cerradas o preparándose para la reapertura. Podemos constatar que el sector bibliotecario ha sido prudente y ha aplicado una serie de medidas en función de la evolución de la pandemia. Una de ellas, con el objetivo de reducir el riesgo de infección, ha sido la de limitar el aforo en los equipamientos para cumplir las restricciones y normas de distanciamiento social. Al mismo tiempo, también se han llevado a cabo limitaciones en la cantidad de espacios abiertos al público, especialmente en aquellas áreas que presentan mayores niveles de socialización.

Dada la incertidumbre actual, un aspecto que adquiere especial importancia es la comunicación con las personas usuarias, ja sea para explicar los cambios en los servicios o para ayudarlas a comprender algunas cuestiones que quizás nunca vuelvan a ser como antes. Sin olvidar que habrá que trabajar para que las personas se sientan bienvenidas y perciban los equipamientos como espacios seguros para su salud. Algunas asociaciones profesionales han recogido testimonios que echaban de menos los servicios bibliotecarios durante el confinamiento con el objetivo de utilizarlos en el futuro para la promoción del servicio.

A pesar de la comprensible precaución mostrada, las bibliotecas han trabajado intensamente para dar acceso a los servicios virtuales y a las colecciones digitales. Si bien es cierto que muchas de ellas ya contaban con una presencia digital fuerte, otras han aprovechado el momento para incorporar nuevos recursos digitales. Destacan en este sentido los esfuerzos para facilitar el acceso a los libros electrónicos, aumentando la cantidad de ejemplares disponibles. Sin embargo, este aumento del interés por los recursos digitales provoca que deban hacerse cambios en la asignación de presupuestos y trabajar para resolver el bloqueo y las limitaciones que imponen las editoriales al número de préstamos simultáneos. Con respecto al primer punto, resulta sorprendente y provoca admiración que, ante la necesidad de invertir en nuevos contenidos y servicios, la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos (ALA) ha conseguido que las bibliotecas sean incluidas en el plan de estímulo económico anunciado por el Gobierno de este país. En relación con los libros electrónicos, es preciso que los titulares de los derechos de autor adopten medidas que garanticen el acceso a la información con finalidades educativas, culturales o de investigación.

Es evidente que las bibliotecas pueden contribuir a la recuperación, es decir, a paliar los efectos de la pandemia. Hay artículos que ya destacan el papel de las bibliotecas escolares en la alfabetización informacional o el de las públicas en la respuesta que puedan dar a las personas y la comunidad. Ámbitos como la recuperación económica a través de la ayuda y formación a desempleados y emprendedores, el apoyo a la educación de niños y sobre todo de aquellos con necesidades especiales, y la lucha contra el aislamiento social de colectivos desfavorecidos, entre muchos otros, serán buenos argumentos en la reivindicación del papel relevante de las bibliotecas.

Para concluir, la IFLA reconoce que los efectos de la pandemia serán de gran relevancia y de difícil solución, y por eso se propone seguirlos de cerca. Preocupan temas como los derechos de autor, el impacto en los sectores más amplios de la cultura, la educación y la investigación, la privacidad y la protección de las normas democráticas. Destaca, pero, el trabajo activo en la redacción de una declaración de la UNESCO sobre el patrimonio documental y la pandemia de la COVID-19, a la que se adherirán, o la elaboración de una carta dirigida al director general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) para garantizar que las leyes y las prácticas relacionadas con los derechos de autor se adapten al contexto actual.

Sin olvidar que han propuesto cinco sencillas, pero valiosas, recomendaciones para incluir las bibliotecas a los paquetes de estímulo económico que lleven a cabo los gobiernos: aumento del presupuesto para la adquisición de fondo documental a las librerías de proximidad; impulso a la mejora de los equipamientos bibliotecarios como espacios para el aprendizaje y el bienestar social de la ciudadanía; dotación de recursos y de las habilidades necesarias al personal para afrontar el gran reto de la inclusión social; actualización de la conectividad a la red para acabar con la fractura digital; y finalmente promover la programación cultural con creadores locales.