La biblioteca académica: un puente para una ciencia ciudadana efectiva

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Beatriz Tejada Carrasco
Subdirectora de la Biblioteca de la UNED
Universidad Nacional de Educación a Distancia


Ruttenberg, Judy; Taylor, Shawna; Vandegrift, Micah; Hudson Vitale, Cynthia (2022). Accelerating social impact research: libraries at the intersection of openness and community-engaged scholarship. Washington, DC: Association of Research Libraries. 21 p. Disponible en: <https://doi.org/10.29242/report.asirjune2022>. [Consulta: 27/02/2023].


En este artículo se reseña el informe Accelerating social impact research: libraries at the intersection of openness and community-engaged scholarship, el primero realizado dentro del programa piloto denominado Accelerating the Social Impact of Research (ASIR). En este programa, cuya duración se estableció en seis meses, participaron ocho bibliotecas miembros1 de la Association of Research Libraries (ARL) interesadas en compartir estrategias útiles para acelerar la adopción e implementación de buenas prácticas que promuevan la ciencia abierta y la investigación con impacto social.

El informe se centra en el papel que las bibliotecas académicas pueden jugar en la promoción de la ciencia abierta y proporciona ejemplos que algunas de ellas ya están explorando en el conocimiento en abierto comprometido socialmente.

El documento parte de una serie de definiciones tanto de lo que es la ciencia abierta como del compromiso social de ésta para avanzar sobre bases comunes de lo que entendemos por cada una de ellas. Si bien existe un consenso más generalizado sobre qué es la ciencia abierta, particularmente gracias a la Recomendación sobre ciencia abierta realizada por la UNESCO de 2021, está más en construcción el compromiso social que debe asumir. La investigación se debe realizar no sólo para la sociedad, sino que debe contar con su participación activa para dar respuesta a los retos que ésta le plantea. La cada vez más exigente demanda de transparencia de una ciudadanía empoderada que financia la investigación, unida a una cierta desconfianza en las instituciones, hace imprescindible lo que se ha venido en llamar ciencia ciudadana. Se trata de una práctica científica abierta que persigue el impacto en el mundo real, más allá del círculo académico, que debe producir un beneficio directo en el bienestar colectivo, facilitar la movilidad socioeconómica y promover el bienestar ambiental.

Para que todo ello sea una realidad, se requiere de un cambio cultural que transforme todo el ciclo de la investigación científica, desde su inicio hasta la publicación de los resultados. Así, por ejemplo, la colaboración entre investigadores que compartan avances antes que resultados; la revisión abierta por pares; la relevancia del software libre o los recursos educativos abiertos; la modificación del esquema de incentivos para la promoción de la carrera investigadora y la ciencia ciudadana.

Esta transformación modifica las prácticas de todos los agentes que participan en el ciclo de la investigación. En primer lugar, afecta obviamente a los investigadores. Aquellos que ofrecen en abierto los resultados de su trabajo reciben un incremento en el número de citas y, por tanto, en el impacto de sus investigaciones. Pero también afecta a las agencias de financiación, a las instituciones de investigación, a los gestores de programas y proyectos de investigación y a la ciudadanía en general. Las bibliotecas académicas, como un agente que son, también verán cambios importantes en los servicios que ofrecen.

El compromiso social de la biblioteca, de cualquier tipología, es incuestionable y puede corroborarse fácilmente revisando la misión que le atribuyen organismos internacionales como la IFLA o la UNESCO. Además, una búsqueda rápida de bibliografía especializada que trate sobre la función social de la biblioteca y su compromiso con la comunidad a la que presta sus servicios ofrece cuantiosos resultados. Son instituciones que tienen en su origen contribuir a la creación de un mundo más justo, más tolerante, y más igualitario. Sus profesionales demuestran un gran compromiso con la comunidad a la que prestan sus servicios. Como prueba de ello, podemos destacar cómo actualmente se están movilizando para desarrollar acciones que contribuyan a alcanzar los objetivos ODS en 2030.

En lo que a la ciencia abierta se refiere, la participación directa de las bibliotecas académicas en su desarrollo está muy consolidada respecto al acceso abierto, pero no en el resto de los elementos que la constituyen. Es por ello por lo que el informe destaca otros aspectos que las bibliotecas pueden y deben afrontar. Por ejemplo, las bibliotecas tienen un rol fundamental en la formación y sensibilización de la comunidad académica para promover la cultura de la ciencia abierta. La literatura especializada muestra una amplia oferta en las bibliotecas de programas de alfabetización informacional para la utilización de repositorios de cara a conseguir una investigación reutilizable.  

Además, otro aspecto detectado es la ampliación y mejora de las infraestructuras y servicios que ofrecen a la comunidad investigadora para adoptar prácticas de investigación abierta, lo que implica una expansión del alcance de los repositorios y servicios de publicación en abierto. En esta línea estamos viendo la importancia que cobran los repositorios de datos, o los cuadernos de desarrollo de la investigación en curso.

Por otra parte, las bibliotecas académicas también tienen un papel que jugar en la transformación de la comunicación científica en el contexto de la ciencia abierta. Así, se deberán implementar herramientas tecnológicas que den soporte a los flujos de evaluación abierta (open peer review).  

Hasta ahora, los elementos detectados están todos ellos relacionados con una aportación tecnológica y, sin embargo, éste no es el único papel de las bibliotecas académicas. También el informe destaca casos de bibliotecas que están construyendo centros en los que lo fundamental es el encuentro de las personas: la interacción de investigadores y usuarios del conocimiento no especialistas, externos a la academia. Estos centros multiplican y modifican el impacto de la investigación.

Otra línea de trabajo sería el apoyo a nuevos modos y métodos de investigación. La participación del público en general en el proceso de investigación científica es un vínculo directo con el compromiso con la comunidad y la biblioteca puede ser un agente facilitador gracias a su fortaleza como punto de encuentro y la confianza que genera en la ciudadanía.

En definitiva, a tenor de lo expuesto en esta reseña, podemos concluir que se trata de un informe muy relevante, particularmente para todos los profesionales que desarrollamos nuestra carrera en las bibliotecas universitarias y de centros de investigación. Debemos estar muy atentos a estas y otras buenas prácticas que están surgiendo en nuestro sector que nos pueden ayudar a contribuir en nuestras instituciones a que entre todos hagamos que la ciencia abierta comprometida socialmente sea una realidad.


1 Las ocho bibliotecas son de la: Johns Hopkins University, NC State University, New York University, Princeton University, Simon Fraser University, University of Illinois Chicago, University of Virginia y University of Texas at Austin.


© Imagen inicial de Evgeni Tcherkasski en Pixabay