La migración turca en Alemania: Los trabajadores invitados
Màster Món Àrab i Islàmic /Sección Turquía
Asignatura : Antropología
Alumna: Laia Gutiérrez
Introducción
La migración turca en Alemania se dio en una época de necesidad imperante para poder suplir la carencia de trabajadores que había en un momento de auge económico. La realidad de esta migración, careciente de valor humano, pero sí de valor económico se produjo por la flexibilidad del gobierno alemán en facilitar canales de entrada al país, incentivando la movilidad migratoria de las personas de origen turco, pero también de otros territorios, como Italia, España, Portugal y Grecia, entre otros. En este ensayo pretendemos mostrar cómo fue esa migración, como fueron las políticas sociales migratorias que favorecieron la rapidez de movilidad y como todo ello generó una situación no planeada con el asentamiento de los trabajadores migrantes en el país.
La migración turca, con grandes dificultades de integración socioeconómica y de identidad, con desigualdades frente a los autóctonos, evidenció la inexistencia de políticas migratorias y de inclusión que mermaron en la construcción identitaria de los ciudadanos turcos y su convivencia en el país germano.
Contexto histórico
Después de la Segunda Guerra Mundial, la República Federal Alemana (en adelante RFA) se encontraba en una situación de auge económico debido a varias reformas económicas sumado a las ayudas presupuestarias de los Estados Unidos, conocidas como el Plan Marshall que propició que el país se convirtiera en una de las grandes potencias europeas en pocos años, duplicando la producción industrial y agraria, así como el aumento del comercio2. En este contexto de auge económico y de reconstrucción, la RFA precisaba de trabajadores ya que no podía dar respuesta a la demanda con la población autóctona. En 1955 se llegó a un acuerdo de contratación (Anwerbeabkommen) de trabajadores con Italia, seguido por España y Grecia en 19603. En 1961 se firmó un acuerdo bilateral con Turquía para poder traer trabajadores en el marco del programa de trabajadores invitados (Gastarbeiter), con un perfil de baja cualificación, y en su mayoría de sexo masculino y analfabetos. Este primer acuerdo permitió la migración de trabajadores de zonas rurales y empobrecidas de Turquía con una duración corta (de 2 años) para generar una rotación de trabajadores y así evitar su permanencia en el país y que se convirtieran en inmigrantes4. En este acuerdo se establecieron los mecanismos para poder reclutar a los trabajadores que en su llegada al país germano deberían ocupar puestos en las fábricas y en las minas, residiendo de forma comunitaria al lado de ellas para así evitar desplazamientos y generar más costos.
A continuación se muestra una imagen de trabajadores turcos en una fábrica automovilística en el país germano.
Este primer acuerdo bilateral entre los dos países llega en un momento complejo en el seno de Turquía, que recién había aprobado su nueva Constitución como República, y en la cual se determinaba que los ciudadanos podían viajar al extranjero, liberando así la movilidad geográfica. Turquía había pretendido con las ayudas monetarias del Plan Marshal modernizar la industria agrícola, por medio de nuevas máquinas y sistemas de riego y fertilización, pero no lo consiguió, ya que minorizó las posibilidades de los pequeños productores agrícolas provocando la migración de jóvenes desde las áreas rurales a las ciudades principales; donde no se pudo dar respuesta a tanta necesidad de desempleo. Es por ello que el primer acuerdo firmado con la RFA generó una salida para esta población joven, proveniente de áreas rurales, sin estudios y de zonas muy poco desarrolladas y a la misma vez unas ventajas para el país, de una parte un beneficio económico directo, ya que el estado turco recibía por cada emigrante enviado 640 marcos alemanes, por otra parte las remesas enviadas al país supondrían un beneficio directo para las familias y para el estado y finalmente el regreso de los emigrados con el conocimiento adquirido y el beneficio ahorrado podrían invertir en la economía turca.
Como hemos comentado anteriormente el proceso migratorio se pretendía que fuera circular, donde los trabajadores migrados pudieran estar un periodo de tiempo corto en el país germano, recabar conocimientos y ahorros, apoyar a sus familias en el origen y retornar para invertir en el país, y así dejar espacio para nuevos emigrantes trabajadores. En el primer acuerdo bilateral el tiempo destinado para esta migración circular era de 2 años, pero no surgió el efecto esperado, y se llegó a un nuevo acuerdo en 1964 para ampliar dicho periodo. El modelo de rotación no funcionó, y sus consecuencias fueron la migración permanente en el país alemán. Los empresarios alemanes que habían formado a los trabajadores extranjeros veían su marcha como un desperdicio en tiempo y dinero, y a la misma vez el fracasado regreso de los emigrantes a Turquía, disuadió a sus compatriotas que seguían en la RFA. La reintegración de los emigrados no fue un éxito, ya que sus pequeñas inversiones para mejorar la economía turca no dieron sus frutos y el corto tiempo de estada en el extranjero no les había sido suficiente como para poder ahorrar y crear negocios en su tierra natal, viendo también que las tasas de desempleo seguían al alza. La situación de Turquía en ese momento tampoco era estable, ya que estaba viviendo varios golpes de estado (1960 y 1971), olas de violencia, huelgas de trabajadores, arrestos y torturas, lo que provocó que aún más emigrantes retrasaran su regreso al país natal.
En 1973 acontece una crisis del petróleo provocando una recesión económica que paraliza los acuerdos bilaterales de la RFA con los demás países para frenar la entrada de migrantes trabajadores. Esta paralización supuso el cierre de las políticas de reclutamiento y a la vez la imposibilidad de retornar a la RFA después de regresar a Turquía. En 1973 el número de migrantes turcos en la RFA era de aproximadamente 900.000 personas. Pero la migración siguió aumentando, aunque cambiando la dinámica primera donde solo emigraban varones, pasando ahora a la migración de las familias (mujeres e hijos de los trabajadores extranjeros). En 1974 se establece la Ley de Reunificación Familiar para las esposas y los hijos menores de 18 años, y junto a las demandas de asilo también por parte de los turcos (debido a la situación extensa de crisis socioeconómica) se produce un aumento considerable de entradas de ciudadanos turcos llegando a 200.000 personas en 1980 (superando la entrada de personas en 1973)9; fecha en la cual se produce el tercer golpe de estado en Turquía.
En 1989 los turcos en la RFA constituían la población extranjera más numerosa llegando a alcanzar 1.612.000 personas, representando un tercio de todos los migrantes residentes en el país germano.
Condiciones de los emigrados turcos:
El estatus legal de los emigrados turcos no se contempló hasta la llegada de las familias, ya que en un primer momento debían de ser trabajadores provisionales que regresarían a sus orígenes en un margen de tiempo corto. La política de derecho hacia los extranjeros era muy débil, no ofrecía garantías y la protección administrativa era precaria, sobre todo para las esposas que quedaban fuera del sistema si se divorciaban o enviudaban, ya que se quedaban sin permiso de residencia.
En cuanto al trabajo, tenemos dos momentos, el primero de ellos se centra en la primera ola de trabajadores turcos los cuales enviaban remesas a sus familiares con el ahorro de las ganancias en el país germano, pero ello se vio disminuido en la segunda ola, a medida que los familiares fueron llegando y el asentamiento se hizo mucho más palpable y duradero. Las remesas se disminuyeron ya que los gastos eran mayores. Aun así, la proporción de turcos que trabajaban era bastante mayor, llegando a las 570.000 ocupados de los 1.077.100 de turcos residentes en la RFA en 1975.
En cuanto a la vivienda, también la tendencia cambió; en un principio los varones emigrados residían en albergues comunitarios cercanos a las fábricas o puestos de trabajo, para así ahorrar el máximo y evitar los gastos innecesarios; pero una vez llegadas las familias, las necesidades de vivienda eran distintas pero la realidad discriminatoria de acceso a las mismas supuso la guetización de las familias extranjeras, que acababan residiendo en zonas con comercios y habitantes extranjeros, clasificados como barrios de rentas bajas y étnicamente diferenciados de los autóctonos. Esta creación de guetos agilizó el asentamiento de las familias, pero por otra parte no favoreció su integración en la sociedad de acogida ya que el aislamiento fue severo, produciéndose éxodos de alemanes a otros barrios donde residieran sus compatriotas.
En cuanto a la formación y la adquisición de la lengua del país de destino cabe mencionar dos momentos, en la primera migración de turcos, la propia estructura de la migración circular no propició la necesidad de aprender el idioma autóctono, ni la reclusión residencial y laboral (se usaban intérpretes en el ámbito laboral que no favorecían el aprendizaje de la lengua vehicular). Así mismo en la segunda migración, las familias que se situaron en barrios guetizados, con comercios turcos y habitantes turcos tampoco explotaron dicha necesidad. Tanto las mujeres como los hijos que vinieron partían de una base educacional muy escasa, que no facilitó ni el aprendizaje de la lengua ni la adquisición de conocimientos básicos en las escuelas.
A nivel político se crearon asociaciones de turcos independientes del estado alemán, para dar apoyo a la comunidad, tanto a nivel social como a nivel de protección legal. Asimismo, se pretendía dar fuerza a la necesidad de poder votar como ciudadanos.
Cabe señalar un apartado concreto para la mujer turca, la cual experimentó doble discriminación, por ser mujer y ser migrante, y que sufrió más desigualdades tanto de acceso a la formación como al trabajo. Su residencia legal estaba ligada al marido, lo cual fortalecía su dependencia hacía él y a su círculo más próximo; y a la vez debía esperar 4 años desde su llegada a la RFA para poder obtener el permiso de trabajo, por lo que su contacto con la vida de la sociedad alemana se veía reducida y favorecía la dependencia del marido.
Otro elemento importante seria la discriminación del extranjero por parte de la sociedad alemana. Se realizó un estudio en 1966 a través del instituto de investigación INFAS (Institute for Applied Social Sciences) de Alemania donde resultaba que dos tercios de los autóctonos hablaban de “librarse de los inmigrantes”. En 1975 otra encuesta mostraba como 6 de cada 10 alemanes pensaba que era mejor que los migrantes regresaran a sus países de origen en épocas de crisis económicas y el 82% expresaban que habían demasiados extranjeros. Más adelante esta situación se tradujo en situaciones hostiles hacia los turcos, por una falta de políticas públicas de integración y una escasez de voluntad política en intermediar en las discriminaciones que sufrían los ciudadanos turcos (estudio de 1985 de Marilyn Hoskin). Otra reflexión de este estudio concluía que la participación de la población extranjera debía limitarse sobre todo en el ámbito político y social, y que la integración debía ser únicamente responsabilidad de los propios extranjeros.
Conclusión
La primera ola de personas turcas que llegaron a la RFA lo hicieron con la convicción de poder trabajar y generar ahorros para poder regresar a su tierra natal y contribuir a la mejora económica del país. Se trataba de personas de otro origen, con códigos étnicos propios donde el objetivo primario era la ganancia económica y por ello la necesidad de acomodación y de integración no era palpable, tanto para los alóctonos como para los autóctonos, que veían en ellos trabajadores, no personas. El contexto y las circunstancias del momento, junto con la inestabilidad del país de origen ofrecieron una nueva posibilidad a la comunidad extranjera, la permanencia y la reagrupación familiar. El concepto migratorio ya no era el mismo, ahora estaban llegando familias con hijos y la realidad del arraigo generó malestar y discriminación hacía la población turca. La inexistencia de políticas migratorias y de integración desfavorecieron el acercamiento y la convivencia entre culturas dejando a las segundas generaciones un camino arduo para reivindicar su lugar como parte de la ciudadanía alemana.
Profesora: Nesrin Karavar
Bibliografía
Documentos
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Artículos web
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