Repensar la ciudadanía desde la perspectiva de la diferencia sexual


El que las mujeres fueran tratadas de modo particular, en nombre de una igualdad real y no sólo formal, ha dado pie a las definiciones diferenciadas de la ciudadanía. El feminismo de la diferencia se sitúa en ruptura con la lógica de la inclusión que ha sido dominante hasta época muy reciente. En sintonía con las reflexiones posmodernas, Luce Irigaray opone la diferencia a la lógica unitaria que pretende una integración a posteriori en una lógica que no se formó teniendo en cuenta la diferencia.

El feminismo de la diferencia parte de una concepción de la exclusión de las mujeres como parte de la propia constitución del concepto de ciudadanía. Desde esta perspectiva, la dificultad de su posterior inclusión no es un fenómeno de retraso o de resistencia, sino un indicio de esta oposición constitutiva que habría construido a las mujeres como no ciudadanas, como no capaces de ciudadanía en tanto que madres, sujetos eminentemente familiares. La pertenencia a la comunidad familiar y la responsabilidad de crear hijos para la familia, para el marido, es la "causa" de la incapacidad de las mujeres para ser ciudadanas.

El feminismo de la diferencia considera que la ciudadanía liberal-democrática supone una nueva forma de opresión de las mujeres; el liberalismo es una expresión de la sociedad patriarcal. El reconocimiento público de la diferencia de género tendría que pasar por la revisión de la dicotomía público/privado. La consideración de la esfera doméstica como privada genera la falta de reconocimiento público del valor social del trabajo doméstico. El aumento de los servicios sociales con el Welfare no ha compensado el aumento de trabajo de las mujeres con su entrada en el mercado. La organización de la vida social ha continuado presuponiendo un tiempo femenino definido por las necesidades de la familia lo que limita la capacidad de las mujeres de participar en la vida pública, en la política.