Hasta muy recientemente la ciudadanía se ha desarrollado dentro del ámbito de los Estados. Los recientes procesos de constitución de entidades supraestatales como es el caso de la Unión Europea, en la medida en que asumen una parte de las viejas competencias estatales, y también en el terreno del reconocimiento, la regulación y la protección de la nueva ciudadanía transnacional, han comenzado a introducir tensiones entre los derechos reconocidos a los ciudadanos de estas nuevas uniones políticas y las ciudadanías nacionales. Tensiones debidas tanto a las diferentes tradiciones políticas nacionales que han dado lugar a modalidades diferentes de ciudadanía, como a los diferentes grados de desarrollo soioeconómico que han conducido a un nivel distinto de desarrollo de los derechos sociales.