Igualdad e identidad
Para Collin existe una confusión entre los conceptos de igualdad e identidad.
No debe confundirse la identidad propia de las mujeres con su igualdad respecto
a los hombres dentro de un sistema social y político. Toda igualdad, como
sería el caso del neutro-universal tan utilizado en teoría política, es sospechosa
en la medida que significa una igualación ciega de las diferencias. Ser iguales
no significa ser idénticos y ser diferentes no implica ser desiguales.
Collin construirá una noción más compleja de igualdad, que vaya más allá de
la "falacia" igualdad como identidad, y que permita reducir efectivamente
las desigualdades sociales. La deconstrucción del sujeto maître y la aparición
de una pluralidad de sujetos serán los cimientos en los que Collin asentará
su concepto de igualdad. Utilizando un lenguaje arendtiano Collin definirá
la igualdad como un acceso plural a la palabra y a la acción. La desaparición
del sujeto maître "oportunamente sordo" da lugar a una sociedad plural, en
la que cada persona se manifiesta des de su peculiaridad, ya sea un sexo,
un color, una lengua o una tradición... la igualdad reside en un diálogo en
el que no hay nadie silenciado. Sólo a partir de este discurso elaborado por
una persona singular y sus circunstancias concretas puede aspirarse a una
verdadera democracia en la que las mujeres puedan manifestarse y ser reconocidas
a partir de sus peculiaridades.