Claustra

Santa Maria de Pedralbes

Authorship

Carme Aixalà / Anna Castellano / Marta Segarra

Name

Santa Maria de Pedralbes

Other names

Monestir de Pedralbes

Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes

Chronological data

1326

Orderse

Clarisses
De 1350 a 1550

Related Communities

Sant Antoni i Santa Clara de Barcelona
History of the Community

El 3 de mayo del 1327 el rey Jaime II el Justo, conjuntamente con su esposa, la reina Elisenda de Montcada y Pinós y el Infante Pedro, el futuro Ceremonioso, presidieron el acto de consagración de la iglesia del monasterio de Pedralbes con una misa solemne concelebrada por el arzobispo de Toledo y los obispos de Barcelona, Huesca y Vic. La ceremonia contó también con la máxima representación de la nobleza del país y de las autoridades civiles y religiosas del momento. 
No había pasado un año desde que se había colocolocado la primera piedra en la cabecera de la iglesia y poco más desde que el 1 de febrero de 1325, el papa Juan XXII concediera la bula papal para fundar el nuevo monasterio. Sin duda, el conjunto todavía estaba en construcción, a pesar de contar con las estancias básicas para alojar las primeras catorce religiosas y quince novicias que provenían del primer monasterio de religiosas clarisas que se había fundado en Barcelona, el de Sant Antoni.

Sin duda, la iniciativa y el proceso de gestión de la nueva fundación corresponden a la reina Elisenda, que concibió el proyecto del monasterio en vida del rey, aunque, seguramente, ya previendo como sería su futuro sin él ante la precaria salud de éste. Elisenda no tenía descendencia y por tanto, una vez viuda, no podría disponer de los privilegios propios de la madre de un rey y su papel en la corte sería secundario. Es probable que esta situación explique en parte su deseo de buscar una residencia donde retirarse en un futuro previsiblemente no demasiado lejano y el lugar elegido sería Pedralbes. A pesar de esta primera necesidad terrenal, no se puede despreciar otro factor más trascendente que daría sentido a su voluntad de que esta fundación fuera un monasterio. En consonancia con su declarada devoción hacia la orden de los mendicantes que compartía con el rey, en línea también con el ambiente favorable a este orden que ya habían mostrado sus predecesores y otros miembros del casal catalán, se optó por la rama femenina de este orden, las clarisas, para poblar el nuevo monasterio.

De esta manera, el proyecto de la reina contemplaba un complejo que debía contar con unas estancias palaciegas y un monasterio para las religiosas, para que una vez traspasada pudiera conseguir la vida eterna. Esta doble intencionalidad queda reflejada de forma clara en su monumento funerario que concibió de forma bifronte, mostrándose por el lado de la iglesia como soberana, con todos sus atribuidos reales, y desde el interior de la clausura, visible únicamente a los ojos de las religiosas que debían rezar por su alma, como penitente.

Del conjunto original del recinto monástico hoy sólo queda la parte religiosa, ya que la reina dispuso en su testamento que su palacio fuera derribado después de su fallecimiento, a excepción de su sala principal que tenía que pasar a formar parte del monasterio de las religiosas.

A pesar de que la documentación perteneciente a la Cancillería de la reina, tanto la de los años en que vivió junto al rey en el Palacio Real de Barcelona, como la posterior, una vez ya asentada en el Palacio de Pedralbes, no ha sido localizada, sí se conserva en el archivo del propio monasterio, mucha documentación sobre la fundación y organización de la comunidad. Esta documentación es clave para determinar el grado de incidencia de la reina en los asuntos internos del monasterio durante toda su vida, y que quiso perpetuar más allá con disposiciones precisas en su testamento en el que declaraba como heredero universal de todos los sus bienes al monasterio a cambio del cumplimiento de algunas obligaciones. El conjunto de las ordenaciones que fue emitiendo en vida y sus últimas voluntades permiten entrever la personalidad de la reina tanto en lo que afectaba a la organización de su vida "terrenal" como las previsiones para su vida futura en "el más allá".

En 1334, la reina dictó la segunda y más completa de sus ordenanzas, en las que aumentaba las rentas que daba a la comunidad para que el número de las internas pudieran llegar a sesenta, el doble que en un origen, y también el número de frailes y curas a su servicio. De este documento y otros del mismo período se puede deducir que tanto el templo como buena parte del conjunto monástico estaba bastante avanzados y se estaban construyendo y ornando dos de sus elementos más significativos: la tumba de la reina Elisenda y los murales que debían decorar la capilla de san Miguel, para uso particular de la abadesa Francesca ça Portella. El ciclo iconográfico que llena la capilla en su totalidad es el mismo que el del templo: los Siete Gozos de la Virgen, en el que, en el caso de la capilla, se añade el Ciclo de la Pasión que igualmente se encuentra en otros lugares del monasterio, evidenciando que el conjunto fue concebido desde un origen de forma global y siguiendo un proyecto bien definido tras el cual, seguramente, habría la reina, la abadesa Francesca ça Portella y el su entorno familiar y monástico.

No obstante la personalización del proyecto en la figura de Elisenda, los testimonios conservados, tanto documentales como artísticos, muestran que desde un principio, este fue compartido por otras mujeres que la rodearon, algunas en la misma corte y otras en el monasterio. El seguimiento de los linajes de estas nobles y religiosas muestra que en un número elevado formaban parte de su círculo familiar, tanto materno, los Pinós, como paterno, los Moncada, lo que les daría acceso a ocupar los cargos importantes dentro del gobierno de la comunidad y, en el caso de las Moncada, disfrutar del privilegio de pertenecer a la familia de la que sería escogida la abadesa hasta las reformas de final siglo XV. La influencia que el monasterio alcanzó en la sociedad de su entorno, gracias a su extenso patrimonio y rentas, a los numerosos beneficios y privilegios de que gozaba, y, fundamentalmente, por el amparo que recibía por parte de la casa real y del gobierno municipal, propició que pronto otras mujeres de la pequeña nobleza y de las clases acomodadas de la sociedad se añadieran a la nómina de religiosas. Con ello el poder del monasterio aumentaba y con él también el de las mujeres que allí residían. En muchos casos estas mujeres religiosas podían seguir disponiendo y administrando su propio patrimonio, al tiempo que veían reconocido su importante papel dentro de la familia y la sociedad: el velar por los intereses de los miembros del clan tanto en lo que pudiera afectar a la vida terrenal, como se mantuvo hasta finales del siglo XV, cuando la nueva realidad política provocó fuertes tensiones en el monasterio.
En 1472, en el mismo monasterio fueron firmadas las capitulaciones -conocidas por este hecho como Capitulaciones de Pedralbes- que supusieron el reconocimiento por parte de las instituciones catalanas de Juan II como rey, poniéndose punto final a años de guerra civil. Por el monasterio de Santa María de Pedralbes este momento supuso el inicio de un cambio sustancial en su trayectoria histórica.

La unión de las dos coronas en la figura de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla supondrá de inmediato el intento de controlar la comunidad de Pedralbes mediante la sustitución de las representantes de los viejos linajes catalanes por otros provenientes de familias nobles castellanas afines a la corona. Esta intervención en los asuntos internos de la comunidad fue dirigida en persona por el propio rey Fernando, hijo de Juan II y Juana Enríquez, con la más que probable aquiescencia de la reina Isabel, que se encontró con una fuerte y persistente resistencia para parte de un sector importante de las religiosas autóctonas que vieron cómo se las quería desplazar del poder.

El hecho no era puntual, sino que se enmarcaba dentro de un programa general de reformas que los monarcas querían introducir en determinados ámbitos de poder, entre ellos el monástico, por el que contaban con el amparo y la inspiración del proyecto reformador del cardenal Cisneros que, como confesor de la reina, tenía un fuerte ascendente sobre ella. Su condición de franciscano conllevó un mayor interés para la reforma de esta orden, tanto en su rama masculina como femenina.

La situación económica del monasterio de Pedralbes en ese momento era saneada y le proporcionaba una gran influencia económica pero también política y social. Este protagonismo fue el pretexto al que se acogerían los reformadores para la intervención en la comunidad femenina de Pedralbes y la del pequeño "Conventet" de frailes conventuales que había a su lado, que ejercían el papel de confesores y administradores de sus bienes. El intento de controlar la comunidad tuvo su inicio justo después de firmarse dichas "Capitulaciones", pero este primer intento de reforma no tuvo éxito y se volvería a retomar por parte del rey Fernando, tal como muestra un Chronologich conservado en el propio archivo del monasterio, de autor anónimo, redactado en 1598, que narra los hechos y el eco que tuvo en la sociedad de la época.

La reforma se inició en enero de 1494 con la visita de los reformadores Daza y Fenals, y el ministro provincial, Pedro de Castrobol. Con esta visita se iniciaba un periodo marcado por la tensión y los enfrentamientos entre la comunidad -y la abadesa sor Violante de Moncada a la cabeza- y sor Teresa Enríquez, clarisa venida de Palencia, prima del monarca. La oposición de la comunidad, que contaba con el apoyo papal, dificultó una vez más este nuevo intento de reforma e hizo inevitable la destitución de la abadesa recién llegada y el retorno de sor Violante. No obstante, la voluntad del monarca de controlar la institución no se detuvo ante la decisión papal y al no conseguir revocarla optó por una nueva vía, la de proponer para el cargo a su hija natural, María de Aragón, monja agustina del convento de Madrigal.

La voluntad manifiesta de la corona, que se ocultaba tras la reforma religiosa a fin de controlar los diferentes centros de poder, se hacía también evidente a ojos de los contemporáneos y de la misma iglesia, donde las facciones estaban divididas a favor y en contra de la reforma. Finalmente, a pesar de las reticencias, la curia papal medió para que sor Violante facilitara la resolución del conflicto con su renuncia y la aceptación del nombramiento de sor María de Aragón, el 24 de agosto del 1515, como nueva abadesa. Con ella y las religiosas que lo acompañaron, venidas de territorios foráneos a la corona catalanoaragonesa, por deseo expreso del monarca, se iniciaba definitivamente una nueva etapa en el monasterio.

Sor María de Aragón sería una abadesa de transición al servicio de los intereses de su padre, llevando a cabo la reforma antes de retornar a su convento de Madrigal en 1519, de donde provenía. Durante su mandato en el monasterio de Pedralbes se introdujeron varias reformas en la línea de afianzar la clausura e introducir un nuevo tipo de espiritualidad que quedó plasmado en los objetos de culto y artísticos y en el propio conjunto monástico. Es también a partir de este momento cuando se inició un período de hermanamiento del monasterio barcelonés con el de Montserrat, bajo el gobierno abacial de García de Cisneros. La obra de sor María de Aragón fue continuada por la prima del monarca, sor Teresa de Cardona, quién, proveniente del convento de Jerusalén de Barcelona, se había trasladado al monasterio para apoyar a sor María.

Hacia finales siglo XVI, el monasterio entra en un periodo de recesión económica que conllevaría una progresiva decadencia de la institución y del inmueble y de la que ya no se recuperará hasta finales del siglo XIX, gracias al mecenazgo de sor Eulalia Anzizu y Vila que ingresó en el monasterio en 1890. Hija de una familia acomodada, el importante dote que aportó al ingresar permitió reiniciar el año 1893 las obras de restauración del templo y de otras partes del monasterio que se habían iniciado unos años antes por suscripción popular, encomendándole, una vez más, al arquitecto Joan Martorell y Montells afín al círculo del conde Güell, mecenas de Gaudí y de otros miembros del movimiento cultural de la Renaixença. Las obras de restauración se inauguraron el 17 de septiembre de 1895.

Sor Eulalia poseía, además, una amplia cultura que se manifestó en varios escritos, entre ellos, una serie de volúmenes de poesías que reflejaban la influencia de Jacint Verdaguer, de quien era una admiradora y a quien conocía personalmente. Además de su faceta de poeta, Sor Eulalia destacaría en la larga trayectoria del monasterio por su papel de mecenas y de historiadora, dos tareas que unidas permitieron que la comunidad tomara conciencia de la valía del legado histórico y artístico que tenía entre las manos y la necesidad de su preservación y difusión.

El 3 de junio de 1931, el Real Monasterio de Santa María de Pedralbes era declarado "Monumento histórico artístico" de carácter estatal. La comunida, consciente del importante patrimonio que custodiaba, quiso abrirlo a la ciudad. Recuperando los viejos lazos que la unían históricamente con el antiguo Consejo de Ciento, estableció un pacto con el Ayuntamiento de Barcelona por el que cedían el monumento al municipio para que lo gestionara como museo. El Monasterio de Pedralbes abrió sus puertas en 1983, después de que la comunidad se trasladara a un nuevo recinto junto al monasterio histórico.

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Prominent figures

Elisenda de Montacada y de Pinós: Tercera esposa del rey Jaime II "el Justo" fue la fundadora del monasterio de Santa Maria de Pedralbes, que quiso que fuera habitado por monjas de la orden de las clarisas.
Era hija de Pedro II de Montcada y de Abarca, señor de la baronía de Aitona, Serós y Soses y Senescal real, y de Elisenda de Pinós. No se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, ya que ningún documento la permite determinar con toda certeza. Aunque comúnmente se ha aceptado que rodeaba la treintena cuando se casó con el rey el día de Navidad del año 1322, no deja de extrañar el hecho de que en el testamento de su padre, fallecido en 1300, no estuviera mencionada. En respuesta a su solicitud, el 1 de febrero de 1325 obtuvo del papa Juan XXII el permiso para fundar un nuevo monasterio de clarisas en Barcelona -ya existía uno del mismo orden en la ciudad- que se inauguró el 3 de mayo del 1327.
Una vez traspasado el rey en noviembre de ese mismo año, la reina se trasladó a un palacio que mandó construir junto al monasterio mismo para vivir alejada de la corte, pero manteniendo la relación. Dedicó su vida al proyecto de construcción del monasterio y a sentar las bases de su organización interna. La defensa de los intereses de su familia de sangre y política así como la del monasterio, definieron su personalidad conjuntamente con una profunda religiosidad, tal como quiso dejar plasmado en su monumento funerario. Este monumento doble, visible desde el interior de la iglesia y el claustro del monasterio, presenta a la reina como soberana a ojos del mundo, y como penitente a ojos de las religiosas y de Dios.
Elisenda murió el 19 de julio del año 1364, después de haber dictado su testamento unos meses antes, el 11 de abril del 1364.

Jaime II: Conde de Barcelona y rey de Aragón, Valencia, Sicilia, Mallorca y Cerdeña. Hijo de Pedro III de Aragón y Constanza de Sicilia. Nació en Valencia el 10 de abril de 1267. Rey de Sicilia por herencia de su madre, heredó el trono a la corona catalanoaragonesa a la muerte sin descendencia de su hermano Alfonso el Liberal, en 1291.
Son varias las causas que se han esgrimido para explicar el motivo que llevó a Jaime II a escoger Elisenda de Montcada como última mujer, si se tienen en cuenta sus matrimonios anteriores con princesas de casas reales extranjeras para tejer alianzas. Este principio rigió su primera boda con Blanca de Anjou de Nápoles y con María de Lusignan de Chipre. Sin embargo, el momento político de exaltación patriótica ante la conquista de Cerdeña, el especial vínculo con la familia Moncada, el importante patrimonio del clan, la religiosidad del monarca en la última etapa de su vida y su poca salud, podrían explicar la elección de Elisenda de Moncada.
La religiosidad compartida de los monarcas queda patente en el elevado número de objetos y libros religiosos donados por el monarca a la nueva esposa en el momento de la boda y en su apoyo para fundar el monasterio de Pedralbes, que pudo inaugurar junto a la reina sólo seis meses antes de su muerte, ocurrida el 2 de noviembre del 1327.

Ot I de Montcada, apodado El Viejo: Senescal de la corte por herencia de su padre, señor de las baronías de Aitona, Mequinenza y Llagostera, Seròs, Caldes de Malavella y Soses. Su relación con la casa real era estrecha. Desde 1312 formaba parte del consejo de Jaime II y, al año siguiente, fue nombrado mayordomo real. A raíz de la boda del infante Alfonso con Teresa de Entenza pasó a su servicio personal con el cargo de lugarteniente en la procuraduría de Cataluña. Esta relación tan personal le llevó a ser elegido como padrino del niño Pedro, motivo que podría explicar el especial interés que Elisenda demostró en la defensa de los derechos del futuro rey. Interés que Pedro, una vez elegido rey, le reconocería con toda una serie de atenciones dirigidas a su persona y a su obra, el monasterio de Pedralbes.
Con motivo del enlace, Ot de Montcada dotó a su hermana con las propiedades de Serós y Mequinenza y la corona con la que iba a ser coronada como reina.

Sor Francesca Ça Portella y de Pinós: Hija de Bernat Guillem de çaPortella (o Saportella), barón de Lluçà y la Portella y de Sibil.la de Pinós. Esta era sobrina de la reina Elisenda de Montcada, por tanto, Francesca era pariente directa de la reina.
Francesca çaPortella fue la segunda abadesa del monasterio a la muerte de sor Soberana de Olzet, ocurrida el 25 de abril de 1336. Ocupó el cargo durante veintiocho años. Su muerte se produjo el 25 de mayo de 1364, dos meses antes que la de la reina. Durante todos estos años, se fue configurando el monasterio tanto arquitectónica como organizativamente. Fue esta abadesa la que encargó los murales que debían decorar su capilla de San Miguel, en el claustro del monasterio, al maestro de la corte Ferrer Bassa y que se han convertido en el primer y mejor ejemplo del estilo italogótico a la península ibérica, en consonancia a lo que al mismo tiempo estaban llevan a términos los grandes maestros de la pintura italiana como Giotto, los hermanos Lorenzetti o Simone Martini.
Su tumba se encuentra al lado del de la reina Elisenda, dentro del espacio que acoge el monumento funerario de ésta.

Constança de Cardona y de Pinós: El obituario del monasterio recoge el fallecimiento de Constanza de Cardona en 1325, antes de la fundación del monasterio. Hija de Ramón Folc VI de Cardona y de Flor de Pontiac, dejó en su testamento un legado para la construcción de la futura sala capitular que no se construiría hasta entrado el siglo XV. Su escudo se puede ver en la entrada de esta sala. Su sepultura se encuentra en el claustro, junto al mausoleo de la reina, y presenta un epitafio donde se recoge su donación al monasterio y confirma la fecha de su muerte, 1325. La donación temprana de sor Constanza es uno de los testigos que evidencian que el proyecto de la reina Elisenda fue compartido desde muy pronto por otras mujeres de su círculo más cercano.

Isabel March: Ingresó en el monasterio el 16 de marzo de 1359, a los nueve años de edad. Isabel era hija de Jaume March y su mujer Guillemona de Esplugues, fallecida ya en aquel momento.

Isabel pertenecía a los March, la familia de ciudadanos honrados que, por los servicios prestados a la corona, el rey Pedro decidió ennoblecer. El honor recayó en Jaume March, que recibió el título de caballero de manos del rey al mismo monasterio de Pedralbes en 1360, sólo un año más tarde que su hija ingresara a la comunidad. Jaume March había adquirido el castillo y toda la baronía de Eramprunyà por venta hecha por el mismo rey Jaime II, el 4 de febrero de 1323, ante la necesidad de fondos para subvencionar sus campañas de Córcega y Cerdeña.

Isabel March, pues, formaba parte del sector de la pequeña nobleza, de la que también había otros representantes dentro de la comunidad como sor ConstançaTerrer, sor Tecla Marquet y sor Constança Bastida, emparentadas entre ellas.

Sor Violant de Montcada: Sor Violant se erige como una de las figuras centrales, junto con otras religiosas como Teresa Enríquez, de un periodo convulso en el reino que, como otros acontecimientos que marcaron la sociedad en diferentes momentos históricos, tuvieron su reflejo en el seno del Monasterio.

Ingresada de pequeña al Monasterio, en 1475 regía la Comunidad por enfermedad de la abadesa sor Violant de Centelles. Hacía sólo tres años que habían firmado al mismo Monasterio las llamadas Capitulaciones de Pedralbes que ponían fin a diez años de guerra civil entre el rey Juan II y la Generalitat de Cataluña. El rey había convertido el Monasterio en su cuartel general y obligado a la Comunidad a trasladarse a la ciudad de Barcelona. Esta dispersión de la vida comunitaria, y la edad avanzada de la abadesa fueron los motivos argumentados por el monarca para intentar una reforma de la Comunidad en la línea de lo que ya había intentado el rey Juan anteriormente. La reforma monástica que pretendía una mayor observancia de la regla franciscana, se inició en enero de 1494 y enmascaraba el deseo de la corona de sustituir las representantes de los viejos linajes, que habían ostentado el poder dentro y fuera del Monasterio hasta ese momento, por otros más cercanos a la monarquía de los Trastámara. El enfrentamiento entre sor Violant de Montcada, que contaba con el apoyo de la Comunidad y buena parte de la sociedad civil y política del país, con sor Teresa Enríquez, pariente del rey Fernando, venida del convento de Santa Clara de Palencia y seguidora del movimiento de la Observancia, escenifica este conflicto con trasfondo político.

Sor María de Aragón: Sor María fue nombrada abadesa del Monasterio de Pedrabes después de que el rey Fernando considerara que la reforma iniciada no había alcanzado los objetivos deseados. Sor María de Aragón, hija natural del monarca, había ingresado como religiosa agustina en el convento de esta orden en Madrigal de las Altas Torres, en Ávila.

El 24 de Agosto del 1515 ya había tomado posesión del cargo y recibió homenaje de los representantes del Consejo de Ciento de la ciudad en el mismo monasterio. Sor María contó con el apoyo de su confesor, Juan Doroz y el abad del monasterio de Montserrat, García de Cisneros. Con ella se iniciaba definitivamente una nueva etapa en el monasterio con la implantación de una serie de reformas a todos los niveles que pasaban por diversas actuaciones en el propio edificio para afianzar la clausura y cambios en la liturgia que supusieron una renovación de los libros de coro así como la adquisición de obras de arte y objetos de culto que respondían a un nuevo tipo de espiritualidad con fuerte influencia de los Países Bajos.

El año 1519, sor María de Aragón retornó al monasterio de Madrigal y en su lugar fue elegida abadesa sor Damiata de Mendoza que murió poco después siendo sustituida por sor Teresa de Cardona, prima del rey Fernando, que se había trasladado al monasterio desde el convento de Jerusalén de Barcelona, para apoyar a sor María. Con sor Teresa de Cardona y su sucesora, sor Isabel de Cardona, la reforma monástica observando se asentó definitivamente en el monasterio.

Sor María de Lanuza: Hija de los condes de Plasencia, nació en Barcelona en 1677. Sor Eulalia Anzizu dice de ella que era "una de las figuras más agradables, puede ser la que más llama la atención por sus virtudes, desde la fundación". Y es que sor María de Lanuza representa con excelencia un período del monasterio marcado por una parte, por la decadencia económica, como consecuencia de la pérdida de propiedades, rentas y censales, y un ambiente de rigurosa observancia religiosa por otra, que dar lugar a la presencia de varias religiosas con un alto grado de exacerbación piadosa.

Sor María ingresó en el monasterio a la edad de 13 años y ostentó el cargo de abadesa tres veces. Con fama de ser extremadamente mortificada y dada a la oración, era muy fervorosa de la Eucaristía que recibía cada día, en contra de la costumbre de la época. Sor María fue también muy devota de la advocación del Santísimo Nombre de Jesús e hizo erigir un altar por su culto en medio de la iglesia que sería retirado con la remodelación de final del siglo XIX. Murió el 4 de octubre de 1754 dejando varios objetos a la comunidad algunos de ellos con su escudo.

Sor Eulalia Anzizu: En 1890 profesaba como religiosa del monasterio MariaMercèAnzizu y Villa con el nombre de sor Eulalia. Hija de una familia acomodada, quedó huérfana desde muy pequeña y pasó bajo la tutela primeros de los abuelos y, posteriormente, de su tío Eusebi Güell. Alrededor de este se reunían algunos de los principales artífices del movimiento cultural de la Renaixença que, en la línea de los corrientes románticos europeos, reivindicaba un pasado glorioso del país centrado en la edad media. El interés de recuperación de la identidad catalana pasaba en buena medida por una revalorización del propio patrimonio cultural y arquitectónico.

La importante dote que sor Eulalia aportó al ingresar al monasterio permitió reiniciar el año 1893, las obras de restauración del templo que se habían iniciado unos años antes por suscripción popular. Como entonces, las obras se encomendaron al arquitecto Joan Martorell y Montells afín al círculo de Eusebi Güell. Las obras de restauración se inauguraron el 17 de septiembre de 1895.

Además de promotora de las obras de restauración del monasterio, sor Eulalia destacó como poeta, con una obra de gran calidad reconocida por el mismo Verdaguer, con quien mantenía estrecha amistad. Le corresponde también a ella el mérito de haber puesto en valor el patrimonio artístico custodiado en el monasterio, redescubriendo el valor de los murales de la capilla de San Miguel y reuniendo las piezas más valiosas de las colecciones que las monjas habían ido reuniendo a lo largo de siglos de existencia en el mismo lugar, en un primer museo que se emplazaba en el piso superior de la enfermería, el "Museo de las claraboyas", predecesor del actual museo. Pero lo que le conferiría su lugar especial en la historia del monasterio es su papel como archivera, llevando a cabo con metodología científica una catalogación del rico fondo documental que se custodiaba en el archivo. Este trabajo constituiría la base de su monografía sobre la historia del monasterio, la primera que se llevó a cabo sobre el sitio. Sor Eulalia ha sido una de las figuras capitales en el reconocimiento del monasterio de Pedralbes como uno de los monumentos más relevantes del gótico religioso catalán.

Building architecture

El Real Monasterio de Santa Maria de Pedralbes constituye un excelente ejemplo de la arquitectura gótica meridional, que muestra, en sus muros, las huellas de las órdenes mendicantes y las pautas de vida y convivencia impuestas por la regla del papa Urbano IV, bajo la cual vivían (y viven) las clarisas de Pedralbes. A primera vista, destaca la unidad estilística del conjunto, motivada en parte por la rapidez en su construcción, aunque el programa arquitectónico, en su totalidad, no responde a un único momento constructivo, sino que se fue completando a medida que la comunidad se asentaba, siendo los siglos XIV y XV cuando quedó prácticamente delimitado. Si bien desconocemos el autor del proyecto, la unidad constructiva que se respira permite pensar que fue concebido por una sola mano, la identificación de la cual, a pesar de las hipótesis conocidas, es una incógnita. Pedralbes es un conjunto excepcional, ya que a pesar de las vicisitudes históricas se ha conservado en buen estado y con gran pureza arquitectónica. El recinto conventual está situado a los pies de San Pedro Mártir, aprovechando la suave pendiente de la montaña de Collserola que delimita su estructura en tres terrazas donde se disponen los espacios necesarios para el desarrollo de la vida monacal. A grandes rasgos diremos que en el nivel superior se encuentra el dormidero y la sala de la reina; a nivel intermedio, la iglesia y el claustro, en torno al cual están las principales dependencias del recinto como la sala capitular, la abadía, la enfermería, la cocina y el refectorio; en el nivel inferior, están las procuras, la bodega y los huertos. El conjunto arquitectónico, con las dependencias propias de la vida de la comunidad religiosa y todas las otras edificaciones anexas y cercanas que le eran menester para el desarrollo de la dinámica diaria (las casas de los sacerdotes, el Conventet, el horno, la casa de la compradora...) y los huertos, estaba rodeado de una muralla que delimitaba el recinto y de la que perduran las puertas sur y norte, con las correspondientes torres medievales.
La iglesia es un espacio de unión entre el mundo interior (la clausura) y el mundo exterior. Se trata de una construcción unitaria, sobria, de una sola nave de siete tramos, cubierta con bóveda de crucería, capillas laterales entre contrafuertes y ábside poligonal. El único añadido es el campanario octogonal que se adosa a la nave y tapia uno de los ventanales construidos. La puerta del templo se sitúa en la fachada noreste y está concebida como era habitual en los edificios del primer gótico catalán, con arquivoltas, tímpano ciego y gablete, en este caso, con el escudo de la reina fundadora. El interior de la iglesia se divide en la parte de clausura, constituida por coro alto y bajo, y el espacio público, constituido por la nave, los presbiterio y las capillas laterales. Mientras el coro alto y bajo son destinados a las monjas (inicialmente el bajo tenía otras funciones), en el centro de la nave se dispone el coro "de los frailes", la comunidad masculina de sacerdotes y frailes menores, encargados de la administración de los bienes del monasterio y consejeros espirituales y confesores de las religiosas. La construcción del coro alto ocupa el desnivel generado por la terraza superior del terreno, mientras que el bajo, ocupa el tramo inferior del alto, más inmediato a la iglesia.

El altar mayor ha sido siempre dedicado a la Virgen María, mientras que los de las capillas, han variado su advocación a lo largo de los siglos, aunque siempre se han vinculado con santos de la orden franciscana. Destacan las claves de bóveda de la nave con los gozos de María, el sepulcro de la reina, en el presbiterio, los pequeños sarcófagos de las capillas laterales y el conjunto de vidrieras de la nave, de los cuales, los de los presbiterioson los originales de época medieval.

El claustro del monasterio actúa como distribuidor de la actividad interior del cenobio. Es de planta cuadrada y consta de tres niveles. Los dos inferiores se resuelven con galerías formadas por 26 arcadas apuntadas, cada una, con columnas, bases y capiteles, ejecutadas con piedra numulítica de Girona. El superior, de ejecución más tardía que los demás, ya en el siglo XV, es una galería baja con pilares prismáticos de piedra de Montjuïc. Dentro del jardín del claustro, varios elementos como el surtidor central, la fuente del ángel y el pozo de la cisterna, junto con la vegetación de los parterres, contribuyen a la serenidad y la paz que respira todo el conjunto.

Como hemos dicho, en torno al claustro están las dependencias monásticas más relevantes. Así, en la galería norte, encontramos situado a nivel de segundo piso una de las primeras construcciones del monasterio: el dormidero de la comunidad. Una espléndida nave a la que, inicialmente, se accedía desde el mismo segundo piso del claustro y que tenía dos accesos secundarios a ambos lados de la nave. Uno de estos accesos permitía llegar con facilidad al coro alto de la iglesia para hacer los rezos en comunidad. El espacio se estructura con once arcos diafragmáticos y un envigado de madera que conforma el doble pendiente del tejado. Como otras estancias del monasterio, el dormidero se fue configurando y perfilando a lo largo de los años, al tiempo que se modificaba para adaptarse a mejores condiciones de habitabilidad. A finales del siglo XIV se construyó un pavimento nuevo, sobre elevado a modo de forjado sanitario, para aislarse del terreno natural y, a lo largo del siglo XV, se hicieron intervenciones en los ventanales. Posteriormente, a mediados del siglo XVI, se construyó el artesonado de madera que rebaja en buena medida el techo de la nave ocultando el coronamiento de los arcos apuntados para crear una cámara de aire en el techo de la estancia. Las reformas continuaron hasta el siglo XX en el que el espacio único quedó compartimentado en celdas individuales. Actualmente esta magnífica sala se puede contemplar con el esplendor que tenía en el siglo XVI y alberga una exposición de las obras artísticas más interesantes de la colección de las clarisas de Pedralbes.

Siguiendo por el primer piso del claustro, por la galería este, nos situamos en el refectorio de la comunidad. Un amplio espacio de nave inicialmente con cubierta de madera de doble vertiente, destinado a reunir a la comunidad para hacer los principales comidas del día en silencio, como mandaba la regla. La pared del fondo de la sala queda presidida por unas pinturas y un crucifijo que formaba parte de un conjunto escultórico promovido por la abadesa sor María de Aragón, hija natural del rey Fernando el católico, en 1516, del que hoy sólo se conserva el escudo de la abadesa. El aspecto actual de la sala con bóveda de ladrillo se debe a la intervención arquitectónica llevada a cabo a finales del siglo XIX.

La cocina del monasterio sale mencionada por primera vez en la documentación del archivo del año 1364, junto al refectorio. Esta primitiva cocina, que tenía un techo de gran altura y un hogar central de chimenea, fue reconstruida en 1602, después de haber sufrido un grave incendio, por el maestro de casas Joan Flix y fue sufragada por el Consejo de Ciento la ciudad. A finales del XIX, el espacio fue modificado nuevamente y fue entonces cuando se construyó la cocina de leña decorada con azulejos antiguos, presidida por la imagen de San Antonio de Padua, en el lugar que ocupaban los antiguos hornos de pan. De esa misma época es la cocina económica y los mostradores de baldosa blanca y azul. Posteriormente, se instaló la cocina de gas.

Justo detrás y tocando la cocina está el espacio destinado a los lavaderos, conocido como "claustro de los gatos", donde las religiosas daban de comer a los gatos. Es un espacio rectangular con poyo y columnas de piedra de sección poligonal cubierto en el siglo XX con techo de ventanas y claraboyas. Conserva las tinajas de piedra del siglo XVI.
La nave de la enfermería, cierra el claustro por la galería sur. Desde un principio, el Monasterio de Pedralbes dispuso de un espacio destinado a acoger las hermanas enfermas, pero el aspecto actual se debe a la renovación pagada por el rey Felipe II, en 1568, que agrandó y mejorar la enfermería medieval. De esta intervención ha quedado constancia en los escudos que presiden el pasillo de la enfermería.

La enfermería es un buen ejemplo de la arquitectura hospitalaria. Consta de un largo pasillo cubierto con bóveda de arista al que se abren varias dependencias: cuatro grandes cámaras para las enfermas, la cocina y una sala distribuidor que da paso a la capilla de la enfermería, el comedor, la cisterna y las procuras. En definitiva, la enfermería era un espacio que permitía un funcionamiento al margen del propio monasterio.

El piso superior de esta enfermería constituye el espacio conocido como las claraboyas, inicialmente compartimentado con varias celdas. En él destacan una secuencia de ventanas caracterizadas por la presencia de celosías barrocas. El inferior, en cambio, es ocupado por las dependencias de las procuras, lugar donde se guardaba el producto que se cosechaba en el huerto, el grano y las herramientas del campo. Actualmente está compartimentado con pequeños cuartos y una gran sala que deja ver los pilares, los arcos rebajados y las vueltas que fundamentan y soportan la nave de la enfermería.

Siguiendo por el mismo lado de mediodía del claustro, hay dos ámbitos más muy interesantes. La abadía y la sala capitular. El piso de la abadía es la más antigua que se conserva en esta ala del monasterio. Es un espacio cuadrangular cubierto con artesonado de madera. Destaca su decoración mural imitando unos cortinajes y la pintura de la crucifixión, ambas fechadas del siglo XIV. Las pinturas de la crucifixión tienen representadas las Marías y San Juan, San Francisco, Santa Clara, San Luis de Tolosa, Santa Isabel y Santa Eulalia. Actualmente, la crucifixión queda traspasada a tela. Su descubrimiento se debe a la intervención llevada a cabo en 1938, cuando el monasterio estaba confiscado por la Generalidad de Cataluña y Agustí Duran i Sanpere, llevaba la dirección del Archivo Histórico Nacional de Cataluña, ubicado en el monasterio. Hasta entonces estaba escondida por una capa de cal. Las escaleras del fondo de la abadía suben a una pequeña estancia edificada a finales del siglo XV para la abadesa y que daría nombre a toda la sala. A finales del siglo XIX esta celda superior recibía el nombre de Santes Creus y fue la celda de día de sor Eulalia Anzizu, poetisa, archivera y cronista del monasterio.
La sala capitular cierra las estancias de la galería sur del claustro. Es una construcción de planta cuadrada de la que se tienen noticias documentales que señalan que Guillem Albiell trabajó allí hacia los años 1415-19. De ese momento data la construcción de la bóveda de ladrillo con terraza encima, cubierta a cuatro vertientes. La vuelta se cierra con una magnífica clave donde se representa Pentecostés. También son del siglo XV, las pinturas murales, ahora traspasadas, con orlas de coronas y ángeles que salen de nubes, enmarcando la escultura gótica de la Virgen de los Desamparados. Tanto la clave como la imagen de la Virgen y otra pintura mural que se conserva traspasada en una de las paredes laterales de la sala fueron pintadas por Pere ÇaClosa y Guillem. Esta última pintura, que simula una estructura arquitectónica con pináculos, inicialmente enmarcaba la imagen del capítulo hasta que, en un determinado momento, fue sustituida por el tapiz mural actual.

La intervención del siglo XV, sin embargo, podría no hacer referencia al levantamiento de la totalidad del espacio, sino más bien a una reforma. Últimamente, existe la tendencia a creer que había una edificación preexistente, del siglo XIV, de la que formaría parte la fachada de la sala, con la puerta flanqueada por dos ventanales.
En el muro de los fondos hay dos ventanales y un rosetón con algunos vitrales medievales reubicados.
Toda esta organización cartesiana queda sensiblemente alterada por la presencia de numerosas celdas de día construidas por todo el monasterio, entre los contrafuertes de los muros del claustro, de la iglesia y también en los tejados y otros rincones del inmueble. Estos espacios, de dimensiones variables, concebidos como espacios privativos de algunas de las religiosas, se han convertido en uno de los elementos característicos de este monasterio. La mayoría son de los siglos XVI y XVII, aunque del siglo XIV se conserva la capilla de San Miguel, capilla de devoción de la abadesa sor Francesca Saportella.

En febrero de 1328, la reina Elisenda se trasladó a vivir en el palacio que mandó construir junto al monasterio, donde residió hasta su muerte en 1364. El testamento real explicitaba el derribo del edificio, del que sólo había que conservar la sala principal del mismo. Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo durante la década de 1970 situaron la construcción del palacio justo al lado del dormitorio de las religiosas, a la zona donde en el siglo XVII se había edificado el noviciado de la comunidad, e identificaron la sala principal del palacio con la sala de la Reina, lugar donde Elisenda guardaba las piezas más valiosas y recibía las visitas. Esta sala, ubicada a nivel de segundo piso del claustro, es un ejemplo de cómo las construcciones del palacio de la reina pasaron a integrarse en las dependencias del monasterio, una vez ella traspasó.

Documentary heritage

El monasterio conserva un valioso patrimonio documental que ha llegado a nuestros días bastante íntegro, tanto por el volumen de la documentación conservada como por su estado de conservación. Se trata de un archivo patrimonial de tipo señorial eclesiástico. Contiene documentación en relación a la vida conventual y religiosa y de gestión del patrimonio de la institución. Igualmente se conserva documentación original y traslados, provenientes de otros fondos en relación a alguna religiosa o institución relacionada con el monasterio.

Si bien se tiene constancia documental de que a lo largo del siglo XVII se llevó a cabo una clasificación del fondo, la primera con criterios históricos fue obra de sor Eulalia Anzizu hacia finales de siglo XIX.

El fondo se encuentra dispuesto de manera ordenada en el interior de un armario archivo que conserva partes reaprovechadas, fechadas los siglos XVI al XVII. Sor Eulalia dividió el fondo en tres tipologías diferentes de documentos: libros, legajos y pergaminos. Los libros están agrupados por series clasificadas alfabéticamente y cada serie ordenada cronológicamente comenzando por la puerta número 1 hasta la número 10. Los pergaminos se agrupan de cinco en cinco con numeración correlativa y ocupan el registro inferior de armarios, junto con otros libros. Los legajos están situados en el lateral derecho del mueble. El fondo consta de 2000 unidades de pergaminos, 7000 unidades en papel de legajos y de 451 unidades en formato libro. En metros lineales esto supone un total de 37 metros (18 metros armario archivo; 7 metros los otros armarios; 6 metros los pergaminos).

La mayor parte de la documentación del archivo del monasterio de Pedralbes es de carácter económico, derivada de la administración del patrimonio: derechos señoriales, contratos, cambios en términos contractuales, de pago de censos, censales, violarios, etc. También de tipo contable, relacionada con la administración del Monasterio: libros de cuentas, recibos, relaciones de ingresos y gastos, etc. Y judicial: pleitos y litigios que se han producido a lo largo de los siglos, a través de los cuales el Monasterio de Santa Maria de Pedralbes defendía sus derechos señoriales y privilegios. A diferencia de laabundancia de este tipo de fuentes, son muy escasas, e incluso inexistentes, las tipologías documentales que hacen referencia a las actividades más cotidianas, domésticas y de culto propias del convento de monjas clarisas, en todo caso la información sobre el abastecimiento, producción propia, mantenimiento físico del Monasterio, actividad de culto, etc. se recoge en los libros de cuentas. Igualmente se encuentra documentación de tipo patrimonial de algunas religiosas que legaban su patrimonio familiar y / o personal al Monasterio.

Hay que hacer especial mención a la serie Manuales notariales, que van del siglo XIV al siglo XVIII. Es una documentación que proporciona abundante información sobre las funciones, actividades y competencias del Monasterio para administrar el patrimonio y llevar a cabo los instrumentos que autentifican las acciones, actividades, competencias, funciones y derechos del Monasterio. Toda esta documentación ha permanecido siempre en el monasterio, salvo determinados periodos como la revuelta de 1868, en el que consta que el archivo fue trasladado y escondido provisionalmente en una casa particular. Durante la guerra civil española, a pesar de ser el Monasterio sede del Servicio de Archivos de la Generalidad de Cataluña, parte de la documentación de Pedralbes salió hacia el Archivo de la Corona de Aragón y hacia la Biblioteca Cataluña. Después de la guerra la documentación retornó al monasterio. Con el objetivo de preservar este importante patrimonio documental y facilitar su consulta, la comunidad de clarisas, conjuntamente con el Ayuntamiento de Barcelona, a través del Museo del Monasterio de Pedralbes y la Subdirección de Archivos de la Generalidad de Cataluña, ha llevado a cabo un importante proyecto de nueva clasificación del fondo, respetando la clasificación histórica realizada por sor Eulalia Anzizu tanto con respecto a las firmas topográficas como su ubicación física. A esta clasificación antigua se le ha superpuesto una nueva, llevada a cabo por una empresa especializada, que ha consistido en un nuevo cuadro clasificatorio, siguiendo la normativa archivística internacional ISAD (G) en su versión catalana NODAC. El proyecto ha permitido igualmente la digitalización de las diferentes series para facilitar el acceso al fondo de los estudiosos al tiempo que se garantiza el estado de conservación de la documentación y la de la estancia fondo y de la estancia donde se ubica el archivo.

Artistic heritage

El Real Monasterio de Santa María de Pedralbes conserva varios bienes artísticos, muebles e inmuebles, propiedad de la comunidad de clarisas que lo habita, que son reflejo de la vida y la historia de las religiosas. Desde el año 1983 en que el monasterio se abrió al público como institución museística, el Ayuntamiento de Barcelona, a través del Instituto de Cultura de Barcelona, conserva y gestiona este legado patrimonial, una parte del cual se conserva en las dependencias de clausura.
Se trata de un fondo heterogéneo, unitario, donde destaca por su número y cantidad la colección de arte medieval y de época moderna, con obras de procedencia catalana, castellana y europea, de uso cotidiano y de arte religioso con un fuerte componente devocional y litúrgico, definido como el único de estas características que nos ha llegado de una casa religiosa en Cataluña.

Dentro de la categoría de los bienes pictóricos, el monasterio dispone de conjuntos de pintura mural, pintura sobre tabla y pintura sobre tela, con una cronología general que abarca un abanico que va desde el siglo XIV hasta el XX.
La pintura mural está formada por trece conjuntos entre los cuales destaca, sin duda, el de la capilla de San Miguel, que por su carácter estilísticamente y técnicamente italiano constituye un conjunto único en Cataluña. En base a la conservación de unos documentos en el archivo del monasterio, la historiografía ha atribuido las pinturas al pintor Ferrer Bassa, pero actualmente, algunos especialistas están refutando esta atribución. Estas pinturas que narran el ciclo de la pasión de Cristo y los gozos de María así como plasman varias imágenes de santos y santashan sido objeto de un estudio técnico profundo, previo a la intervención de conservación y restauración que se está llevando a cabo.

En cuanto a las pinturas en otros soportes, hay que destacar el tríptico de la Epifanía del taller de los DellaRobbia, con puertas laterales del taller de los Vergós, la serie de retablos fáctica directamente vinculados al culto íntimo, personal y privado de las religiosas, el díptico flamenco de la Virgen de la leche y el Cristo de la Piedad, las obras de escuela catalana como la Epifanía de Juan Panadero o el retablo de san Pedro, de Joan Mates, de la segunda mitad del siglo XVI. Las pinturas con temática franciscana como la Cena de San Francisco o la Muerte de Santa Clara, anónimos catalanes, y los ejemplares de final del siglo XIX y principios del XX de Joan Llimona y Josep Maria Tamburini, por citar algunos ejemplos, cierran el repertorio de la colección pictórica. La colección de escultura no es una de las más representativas del monasterio en cuanto a número de ejemplares se refiere. Sin embargo, la calidad de las obras conservadas, en la mayoría de los casos es excepcional. De la primera época podemos disfrutar de las imágenes góticas de la Virgen con el Niño, como la de alabastro, una de las más antiguas del monasterio, junto con la Virgen del Remedio del altar de la iglesia o la Virgen de los Desamparados de la sala capitular. También cabe destacar el grupo de la Anunciación, supuestamente de los maestros Aloi de Montbrai y Antoni Canet, el grupo de la Natividad, uno de los pesebres más antiguos que se conservan en la Península Ibérica. Ya del siglo XVI, debemos destacar el Cristo sentado en la roca fría, una escultura de madera policromada que por las características de su trabajo y sobre todo la iconografía representada, nos sitúan ante una obra importada, producida en la zona del Países Bajos surgida, probablemente, de un taller de Brabante.
Dentro de esta colección también destacan el conjunto de lápidas sepulcrales, tumbas y sarcófagos que, encabezados por la sepultura de la Reina, se disponen en la iglesia, el claustro y la sala capitular. La tumba de la Reina es uno de los monumentos sepulcrales del siglo XIV más interesantes tanto por su tipología formal y compositiva como por el desconocimiento de su autoría. Ubicado entre dos contrafuertes del ábside de la iglesia, esta obra, concebida como tumba bifacial, por el lado de la iglesia se puede ver en el presbiterio, con la imagen de Elisenda adornada como reina mientras que por el lado del claustro, justo al lado de la capilla de san Miguel, la reina se presenta con una imagen de penitente. Aún hoy en día, ante la duda sobre su autoría, se atribuye este conjunto de obras al maestro de Pedralbes, que los historiadores del arte identifican con Pere de Guines o Aloi de Montbrai.

La escultura arquitectónica del monasterio queda ejemplificada en las ménsulas y claves de bóveda de las celdas de día, la iglesia y, sobre todo, la gran clave de bóveda de la sala capitular, fechada hacia 1420, con la representación de Pentecostés.
El museo del monasterio exhibe parte de la colección de cantorales o libros de coro, donde están los cantos del oficio de la misa según el calendario anual. De esta colección destacan, principalmente, las dos series del siglo XVI elaboradas en tiempos de sor María de Aragón y de sor Teresa de Cardona y Enríquez, con miniaturas de SmeraldoDotavanti y Juan Gonzalo, respectivamente.

En cuanto al mobiliario, el monasterio conserva una buena colección de muebles, algunos excepcionales y otros de sencillos y utilitarios, todos testigos de su uso litúrgico y de la vida cotidiana en el monasterio, al tiempo que reflejo de la sociedad del momento, ya que la mayoría llegaron al cenobio junto con las mujeres que ingresaban procedentes, principalmente, de familias acomodadas y de la nobleza. El repertorio cubre el arco cronológico de los siglos XIV al XX con ejemplares mayoritariamente catalanes, también españoles y de procedencia extranjera con raíces islámicas, indoportugueses y europeas. Destacan el armario capilla conocido como Armario de la reina, el Cofre también llamado "de la reina", ambos del siglo XIV, la colección de bargueños y arquetas renacentistas, la arqueta del siglo XVI con trabajo de Tarso a Topper , de posible origen granadino, el arca del Jueves Santo, del 1607, con una interesante decoración policromada inspirada en motivos cinccentistes, las cajas de novia, el conjunto de armarios de los siglos XVI y XVII, las sillas de brazos o las bajas como la Silla tradicionalmente llamada "de la reina", pero que data de finales del siglo XVI o del primer cuarto del XVII, entre otros ejemplares del repertorio. La colección de cerámica ejemplifica detalladamente la existencia diaria de la comunidad de religiosas. Es un fondo interesante formado por piezas de vuelta y de vajilla con ejemplares desde el siglo XIII hasta el siglo XX. Platos, escudillas de loza blanca con el escudo de Pedralbes en azul, aguamaniles, piezas provenientes del botiquín del monasterio como jarabes, morteros, botes para la miel, botes de boticario y también jarrones, cubos, cántaros, aceiteras, jarras, .... No podemos olvidar la colección de baldosas conservadas tanto in situ como en los espacios de reserva y en la clausura. Pedralbes conserva azulejos de oficios y de músicos, entre las que sobresale el panel de la cocinita de San Antonio. También hay baldosas de cartabón y sobre todo baldosas de muestra, policromas, con una cronología que abarca del siglo XVI al XVIII, que las podemos encontrar sueltas o bien formando parte de arrimaderos o pavimentos de las celdas. Asimismo conservamos baldosas medievales con motivos vitivinícolas en azul, y otras también pintadas en azul del siglo XVIII. Destacan los paneles, como el conservado en la cocina de la enfermería con el emblema franciscano y el llamado "Tapiz de Mallorca", con azulejos policromos de manufactura barcelonesa de principios del siglo XVIII.

Considerada el "tesoro" de la comunidad en el sentido más literal del término, si atendemos la nobleza y la riqueza de los materiales con los que están labrados los objetos, la orfebrería conservada en el monasterio no es representativa de lo que otrora era. En conjunto, constituye un reflejo de la trayectoria histórica y social del cenobio, quizá mejor que ninguna otra colección, ya que las características extrínsecas de los objetos los ha hecho motivo de fueros, prendas, transformaciones y ventas en varias ocasiones. Se trata de una colección fundamentalmente de orfebrería religiosa trabajada, mayoritariamente, en obradores catalanes, sobre todo barceloneses. Como objeto más antiguo y remarcable, destaca la cruz de altar relicario del siglo XIV y una cruz procesional del siglo XVI. Es interesante la colección de vasos litúrgicos, principalmente los cálices, de los cuales el más antiguo es uno de barroco de finales del siglo XVII. Cabe señalar también el conjunto de cálices del siglo XIX, ejemplo del neomedievalismo de la época. No podemos dejar de mencionar los relicarios con el emblema de la familia de sor María de Lanuza, del siglo XVIII, la custodia neogótica salida del taller Oliver y Aragonés y la palmatoria que ostenta el punzón de Ramon Sunyer Clarà.

Son interesantes los tejidos y ornamentos litúrgicos, con un conjunto notable de paños litúrgicos, cortinajes, ternos y corporales, la mayoría bordados. De época barroca es un conjunto formado por unos corporales y unas mariposas, con puntas hechas de hilo de oro, piedras semipreciosas y perlas, que tradicionalmente se habían atribuido a la reina Elisenda pero que en realidad son del siglo XVI.

No podemos concluir el patrimonio artístico sin mencionar los vidrios y vidrieras del monasterio. Dentro de la categoría de cristales, debemos tener en consideración los cuatro ejemplares con lacticinios con una cronología entre los siglo XVI y XVIII, mientras que dentro de los vitrales hacemos mención de los conservados en la iglesia del monasterio, donde los del presbiterio son los de época medieval. La sala capitular del monasterio conserva también dos vitrales del siglo XIV, que procedentes de la iglesia, fueron reubicados en sus ventanales.
Dentro de la categoría de bienes etnológicos se incluyen todos aquellos objetos la naturaleza y funcionalidad de los cuales está ligada a los trabajos de uso doméstico y de herramientas del campo. Estos contribuyen a enriquecer y explicar la historia de la vida cotidiana de la comunidad de religiosas desde un punto de vista ajeno a la práctica religiosa. Azadas, barricas, garrafas, tinas, medidas… son objetos de uso diario que podemos observar en la cocina y en las procuras del monasterio.

Arqueologia

En 1972 la comunidad de religiosas del monasterio de Santa Maria de Pedralbes y el Ayuntamiento de Barcelona firmaron un convenio para que el monasterio se convirtiera museo municipal. El Ayuntamiento arrendaba el monasterio y se hacía cargo de las obras arquitectónicas y de mantenimiento que había que hacer para la apertura de dicho museo. Entre estas obras fue necesario, además, edificar un nuevo convento donde la comunidad fue a residir una vez terminada su construcción, por lo que el edificio histórico quedaba a disposición de la nueva funcionalidad museística.

El nuevo convento fue proyectado por el arquitecto Joan Bassegoda Nonell en la zona que ocupaba el noviciado, levantado en el siglo XVIII. Fue en ese momento, en 1973, cuando se hicieron las primeras intervenciones arqueológicas en el monasterio de Pedralbes en el área que había de verse afectada por la nueva edificación: la zona del noviciado y el bosque de las cortes. Esta intervención fue autorizada por el entonces negociado de Bellas Artes y Museos y fue financiada por el Museo de Arte de Cataluña conjuntamente con el Museo de Historia de la Ciudad.
La actuación arqueológica realizada permitió encontrar la parte del Palacio de la Reina Elisenda que no había sido derribada justo después de su muerte, siguiendo la disposición testamentaria de la misma, en la que mandaba demoler todo el palacio menos la cámara principal. Este hallazgo obligó al arquitecto Bassegoda, a partir de 1975, a cambiar el emplazamiento inicial pensado para el nuevo convento, que se ubicó en el huerto grande de la comunidad. Entonces se restauró la sala de la reina o cámara mayor y la otra parte del noviciado fue transformada en capilla, sala de reuniones y locutorio del nuevo convento, por donde el edificio nuevo edificio comunicaba con el viejo.

A esta primera intervención arqueológica siguieron otras a partir del año 1989, de las cuales ha quedado constancia en la memoria realizada y en el material cerámico encontrado.

Los años 1989-1991 se actuó en la zona del dormitorio, situado en el noreste del monasterio. Esta intervención se organizó en tres fases: el actual pasillo de Santa Lucía, la zona de la Ronda de Dalt y finalmente en el mismo Dormidor. Los objetivos eran encontrar los indicios de ocupación de época romana, las fases posteriores correspondientes a la época medieval previa a la edificación del monasterio, es decir, coincidiendo con el mas Pedralbes, y finalmente, en la zona del dormidero, estudiar las etapas constructivas del cenobio en ese sector. Los trabajos realizados dieron como resultado el conocimiento de la presencia de una villa romana del siglo I con actividad de transformación de productos agrícolas, encontrando material de época bajo imperial, de la que se tenían algunos indicios, resultado de las excavaciones de los años 70 hechas en la zona del noviciado. Finalmente también se encontraron las bases de lo que había sido el "mas Pedralbes" medieval, localizando mucha producción de cerámica.

En los años 1998, 2003 y 2004 las excavaciones arqueológicas se centraron en el interior del monasterio.

En 1998 se actuó en la zona de la enfermería, en el lado meridional del claustro. Esta intervención arqueológica puso en evidencia que el año 1364, cuando murió la reina Elisenda, la enfermería del monasterio ya debería estar construida o en proceso de construcción, y que, a finales del siglo XVI, a raíz de un donativo real, la enfermería existente se reconstruyó y amplió. La intervención también permitió fechar con cierta aproximación los muros del espacio y permitió datar la cubierta de la nave, conocer la técnica constructiva de la cubierta, la evolución constructiva y su seriación cronológica. La cerámica encontrada en estas intervenciones constituye un grupo heterogéneo y las piezas y fragmentos encontrados corresponden al siglo XIV-XV y otros al siglo XVII.

En el año 2001 se realizaron sondeos estratigráficos para identificar las posibles estructuras localizadas en el subsuelo de la zona de la Abadía y el Huerto pequeño de la comunidad. Las zanjas efectuadas documentaron un tramo de alcantarilla del siglo XVIII, posiblemente relacionada con una cisterna cercana. Se recuperaron diversos materiales cerámicos con diversidades de fragmentos y piezas enteras. En conjunto, predominaron las cerámicas comunes oxidadas, en muchos casos vidriadas, y piezas y fragmentos de cerámica vidriada blanca con motivos de color azul (cerámica de Barcelona, catalana y de Manises). Se encontraron diversidad de piezas como ollas de cerámica común, escudillas decoradas con motivos en azul y reflejos dorados, cazuelas, un candelabro de cerámica de Manises y platos y cortadores de loza blanca vidriada y, otros decorados con reflejos metálicos, todas bastante representativas de los siglos XV y XVI. En ese momento también se intervino en el interior de la abadía identificando pavimentos modernos, los fundamentos de un pilar y material cerámico que posiblemente habría sido utilizado como material de relleno.

En los meses de octubre, noviembre y diciembre de 2003 y enero de 2004 se hicieron varias intervenciones intermitentes (la memoria es del año 2006). El objetivo iba dirigido a remodelar el antiguo sistema de canalizaciones que había provocado inundaciones, actuando en la zona de la Abadía, del Huerto pequeño de la comunidad y de las Procuras, en la vertiente meridional del monasterio. El sistema utilizado para el estudio fue mediante la apertura de zanjas.
Se encontró diverso material cerámico fechado desde época bajo medieval hasta época moderna y se localizó la cimentación del muro de la antigua Abadía, que en el momento de su construcción haría de muro de la fachada en el huerto (la construcción de la abadía data de los siglo XIV). A nivel de procuras, se encontró también un pavimento, cercano a la Sala Capitular, que data del siglo XV, momento en que se hizo una gran reforma en este espacio mencionado, abriendo unas puertas hacia la sala. Los hallazgos permitieron datar otro gran momento constructivo a finales del siglo XV y principios del siguiente que coincidiría con un espacio entre la Abadía y la Sala Capitular. Finalmente, coincidiendo con la zona de la enfermería, se encuentran indicios de la construcción que coincide con la reforma de este espacio hecha en el siglo XVII.

Los meses de abril, mayo y agosto de 2004 se hizo una nueva intervención en la zona situada entre la Abadía y el huerto de las monjas, motivada por el proyecto de rehabilitación y construcción de un ascensor en la zona de la abadía que afectaba al subsuelo. Las intervenciones arqueológicas en estos espacios pusieron de manifiesto la existencia de estructuras anteriores a la construcción de los espacios y también posteriores, por lo tanto nos movemos con unas dataciones que van del siglo XIV al XVIII. En cuanto a material arqueológico encontrado, salieron fragmentos de cerámica azul y de reflejo metálico, alguno con heráldica. También se encontraron restos de alcantarillado antiguo y una cisterna.

En 2003, se intervino en los Jardines de la Cruz de Pedralbes con motivo de la apertura de una zanja de canalización para mantener la presión del agua de la zona, con el objetivo de reforzar la red de abastecimiento de aguas de la zona. Esta zanja se hizo en el exterior del muro de cierre y muralla del Monasterio y abierta en paralelo a ésta. El encargado de llevar a cabo esta intervención fue la Sociedad generales de Aguas de Barcelona, bajo la coordinación del Museo de Historia de la Ciudad.

En la zanja abierta no aparecieron restos estructurales arquitectónicas de ningún tipo indicativas de una ocupación antigua. Sin embargo, sí que surgieron fragmentos de cerámica de época moderna en una estratigrafía removida producto de alguna intervención de regadío. Se trata de cerámica común vidriada.

En diciembre de 2004 se actuó en el claustro del monasterio a raíz de la instalación del sistema de riego automático. Esta intervención permitió fechar dos momentos constructivos diferenciados. El primero en el siglo XVI, momento en que se llevaron a cabo algunas reformas en el claustro, como la construcción de la cisterna o el marco de la fuente del ángel. Apareció algún fragmento de cerámica vidriada y loza blanca decorada en azul con el escudo del monasterio. El segundo momento respondía a la época contemporánea y coincidía con los pasillos complementarios a los cuatro principales. Se hicieron zanjas a poca profundidad lo que no permitió aportar nuevos datos históricos referentes al monasterio. Esto reafirmaría la idea de que el actual jardín del claustro está sobre elevado respecto las galerías del claustro.

A finales de 2007 y hasta febrero de 2008, se practicó una nueva intervención en la parte baja de la Sala capitular y en la zona del Huerto que ocupa el patio de las casas de la bajada del Monasterio. No hay memoria.

Finalmente, en el año 2012, con motivo del proyecto de la segunda fase de restauración del cuerpo de la enfermería, se hizo una última intervención en el extremo sudoeste del monasterio de Pedralbes, entre la muralla medieval y el anexo a la antigua enfermería. Los trabajos arqueológicos realizados pusieron al descubierto una secuencia estratigráfica y constructiva con un arco cronológico que va desde la época protohistórica o primeros estadios de la época ibérica hasta la actualidad. De la primera época se encontraron estructuras que correspondían a silos para almacenar grano, evidenciando la explotación agrícola del lugar. También restos de cerámica de época romana. El grueso de los restos arqueológicos documentados, sin embargo, se relacionaron directamente con el establecimiento del monasterio de Pedralbes en 1327. Entre los hallazgos destacan la localización de un vertido de cerámica y desechos situado en torno a los siglos XVII y XIX, formado por vertido continuo de desechos provenientes principalmente de la cocina de la enfermería del monasterio y también, probablemente de otras dependencias del mismo.

Bibliography and links

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Links

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Key words

Sobirana d'Olzet, abadessa; Francesca Sa Portella, abadessa; Jaume Despujol, procurador; Ferrer Bassa, pintor

Geographic descriptor
Catalunya
Notes

Classificació arxiu Convenis Universitats, Centres de recerca, centres ensenyament primari i secundari Cicle de concerts Cicle de conferències Projectes de recerca

CLAUSTRA es un proyecto del IRCVM (Institut de Recerca en Cultures Medievals) de la Universitat de Barcelona.
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