Santa MarÃa de la Caridad, Tulebras
- Identification
- Description
- Bibliography and links
- Contact and services
- Search parameters
- Picture gallery
Authorship
-
Julia Pavón Benito
Name
-
Santa MarÃa de la Caridad, Tulebras
Other names
-
Santa MarÃa de las Dueñas, Tudela
Chronological data
-
1149 Tudela / 1157 Tulebras
Orderse
CistercenquesDe 1150 a 1150
De 1175 a 1550
Related Communities
Santa MarÃa de CañasSanta MarÃa de la Consolación de Perales
Santa MarÃa de Trasobares
Santa MarÃa de Vallbona de les Monges
Santa MarÃa la Real de Gradefes
Santa Maria la Real de las Huelgas, Burgos
- History of the Community
-
La andadura inicial histórica de la comunidad de Tulebras, al igual que el del resto de centros femeninos cistercienses adscritos al reino de Navarra, está empañada por las confusiones, falsificaciones documentales e historiográficas, incluso por algunas leyendas posteriores que atribuyen su temprana fundación al noble aragonés Pedro de Atarés y también al rey de Pamplona, García Ramírez en el año 1134, primero de su gobierno. Esta larga tradición, alimentada por el imaginario de la pluma del monje de Veruela, Atilano de la Espina, autor de su primera crónica titulada Espejo del santo y real monasterio de Tulebras, no ha sido superada por una reciente investigación de corte científico.
El ramal femenino del Cister se implantó en Navarra entrado el siglo XII, a la par que la rama masculina, dentro de un importante contexto de establecimiento de fronteras entre los reinos de Aragón, Castilla y Pamplona, tras la reciente reconquista del valle medio del Ebro, y dentro de una tónica de recepción de la renovada espiritualidad monástica benedictina. La comunidad de Santa María de la Caridad o de las Dueñas, se estableció al parecer hacia el año 1149 en Tudela y se trasladó poco tiempo después definitivamente a Tulebras (1157), una pequeña localidad al mediodía de la villa tudelana. Se convirtió así en la primera fundación cisterciense femenina en Navarra, y también de los reinos cristianos hispanos. Casi a la par se fundó el establecimiento de Marcilla (1160) y quizás también el de Santa María de Salas, en Estella, aunque sus monjas no quedaron bajo la regla cisterciense hasta el año 1266.
El documento fundacional conservado para la comunidad de Santa María de la Caridad atribuido a García Ramírez de 1134 es una falsificación, como probablemente también pueda ser una reconstrucción diplomática la copia conservada de otro datado en julio de 1147 e imputado al mismo monarca. En este último, García ofrece a su abadesa M.[aría?] la almunia de Campus Boretus (Tudela) en la diócesis turiasonense para edificar un monasterio bajo la regla de San Benito. No obstante, el texto recogido en la copia ni conserva signatura real ni la tradicional suscripción de los principales o notables del reino. En cambio sí que se le puede otorgar credibilidad al tenor que contiene información sobre su primitiva sede en Tudela, fechado el 29 de mayo de 1149. En el mismo, el obispo de Tarazona se dirige a María y sus hermanas, que viven según la regla de San Benito y la Orden de los hermanos cistercienses, otorgándoles la iglesia de Campus Riboetus en Tudela.
El nacimiento de esta corporación religiosa femenina se enmarca claramente en el contexto de advenimiento a la Península Ibérica de monjes cistercienses procedentes de ultrapuertos, encauzados inicialmente por los intereses políticos de los reyes hispanos, y más en concreto de los de Pamplona y Castilla. La muerte de Alfonso I el Batallador en septiembre de 1134 abrió una larga contienda en el plano institucional cuyo telón de fondo fue el cuestionamiento de la legitimidad del reparto de su potestas y sus derechos a partir de su testamento. Esta tensión política también se desplazó al plano territorial del valle medio del Ebro, recientemente conquistado, y donde entraron en pugna fronteriza entre el río Alhama, Queiles y Huecha, la monarquía castellana, pamplonesa y aragonesa. La fijación de los espacios y dominios de Alfonso VII, García Ramírez y Ramiro II en ese tramo se tornó vital, dados los intereses que representaban cada uno de ellos y cuyo denominador común se sustentaba sobre dos bases: el interés de Castilla por disfrutar de una presencia en el valle del Ebro, y el uso diplomático de la “ilegitimidad” de García Ramírez como rey de Navarra, ya que su proyecto de rehabilitación del reino de Pamplona había nacido al margen de los derechos del Batallador. Así, por ejemplo, se dimensiona también el nacimiento y primer desarrollo de las comunidades masculinas de Fitero, Veruela y La Oliva. Pero tampoco hay que descartar la nueva efervescencia espiritual del Cister y su influencia en los cuadros sociales, renovando también los modelos de vida conventual del mapa europeo occidental.
Cabe pensar en la preexistencia de un núcleo religioso navarro como origen de la comunidad y futuro monasterio de Tulebras, al que se sumó en sus primeros años de andadura, y por iniciativa del abad Bernardo de la Barthe del monasterio de Scala Dei en el condado de Bigorra, un grupo de religiosas procedentes de la abadía de Lumen Dei en Favars (Fabas, Languedoc), en la diócesis de Comminges.
Mediado el siglo XII, la comunidad, que debió alcanzar una importancia significativa, estaba asentada en la localidad ribereña de Barillas, también en el entorno tudelano. No obstante, el rey Sancho VI el Sabio (1157) se encargó de tutelar su sede definitiva, donándoles el lugar de Tulebras, a media legua de Cascante, en el obispado de Tarazona, y a partir del cual surgiría el actual núcleo de población, compuesto inicialmente por gentes al servicio de monasterio. La población contó con un alcalde nombrado por la abadesa, y dada su proximidad con Cascante, hubo conflictos por cuestiones jurisdiccionales y por la explotación del agua.
Las religiosas se asentaron en la llamada “casa romana”, quizá alguna edificación relacionada con alguna villa o dependencia de origen romano, a tenor de los vestigios de la época hallados en el propio monasterio; si bien no se conservan testimonios escritos que ayuden a constatar de qué se trata exactamente esa alusión documental. Tampoco extrañaría la presencia de vestigios de dicha época en este paraje, como se testimonia igualmente en áreas próximas del valle del Ebro, caso de la cercana villa de Cascante.
Sea cual fuere la razón para que Sancho VI interviniera en su definitivo asentamiento (1157), no escapa en la actualidad la importancia del emplazamiento geoestratégico de Tulebras para los tres reinos hispánicos mencionados; y así quedó manifiesto a través de la donación que Sancho III de Castilla les hizo de la villa de Salas en su reino (1157), quizá con el interés de vincular esta recién creada comunidad a su soberanía. Sin embargo, esta tónica regia basada en una “interesada” generosidad, no fue secundada por la nobleza local, que apenas aportó dominios y beneficios durante los siglos XII y XIII, siendo en éste último cuando comenzó el fenómeno de cesión en arrendamiento de sus bienes a cambio de rentas en moneda; y a finales del siglo XV en la enajenación de bienes a cambio de censos perpetuos, como se ratifica en la documentación.
Cabe destacar, dentro de esa política de sintonía y triangulación inicial con la monarquía, en este caso la aragonesa, de la entrega por parte de Jaime I en 1252 del lugar de san Martín del Moncayo, que más bien viene a confirmar la donación de una tal Eva de Tarazona (17 de marzo de 1252). También el convenio con Jaime II de 1301, mediante el que se comprometía a revisar la renta anual de sal que percibía de Pola y Remolinos, desde tiempos de Pedro III, ajustándola definitivamente en 20 cahíces.
Teobaldo II de Champaña legó a Tulebras en su testamento (1270), sesenta sueldos para pitanza el día de su aniversario y mil para la obra de la iglesia que venía construyéndose desde finales del siglo XII y que se culminó a mediados de la siguiente centuria. Esta manda espiritual y otros motivos piadosos debieron mover a Enrique I, su hijo y sucesor, para que el 23 de enero de 1271, estando en Tudela, visitara la comunidad y entregara del granero real de Ablitas 50 cahíces de trigo anuales para mantener un capellán que rezara por la familia real. A pesar de ello, nadie eximió a Tulebras de contribuir al rediezmo, otorgado mediante bula de 9 de junio de 1264 con la finalidad de financiar su santa empresa cruzada, aportando 14 cahices de trigo, 20 cahices y 3 robos de cebada y avena, 1 cahiz y 2 robos de centeno.
En 1221 nació al amparo de esta comunidad la cofradía de San Benito, por iniciativa de uno de los capellanes llamado Sebastián, en tiempos de la abadesa Toda (1213-1240), y cuya trayectoria se prolongó hasta 1623. La abadesa era la priora de la misma, y sus estatutos se conocen gracias a su conservación en un pergamino original conservado en el Archivo General de Navarra. Este documento, de excepcional factura, recoge la imagen de la crucifixión de Cristo, y a los pies su madre, la Virgen María y el apóstol Juan (se adjunta entre las fotografías de esta ficha del monasterio).
Tulebras será la matriz de otras fundaciones hispanas cistercienses como Santa María de Perales (1160, Palencia), Santa María la Real de Gradefes (1177, León), Santa María de Vallbona (1175, Lérida) y sobre todo Santa María la Real de las Huelgas en Burgos (1187), así como las filiaciones de Santa María de Trasobares en Aragón (1168) y Santa María de San Salvador Cañas en la Rioja (1169).
El monasterio sufrió, al igual que otras instituciones, las consecuencias de la crisis del siglo XIV y de algunos de sus enfrentamientos armados, caso de los conflictos fronterizos entre Carlos II y el Trastámara Enrique II, quedando destruida la localidad en una de las refriegas (1378-1379). La situación de abandono causó el estado ruinoso de Tulebras, que tuvo que ser eximido del pago de impuestos por parte de rey Juan II para animar a su reconstrucción (1434). De la misma forma, Bernardo Pujadas, visitador del obispado de Tarazona, apelaría a toda su diócesis otorgando cuarenta días de indulgencia a quien ayudase a su reconstrucción (1455), durante el período de la guerra civil navarra (1451-1461).
Durante la Edad Media el “padre inmediato” o monasterio tutor de Tulebras fue inicialmente Citeaux, si bien, al parecer dicha función fue llevada a cabo a nivel práctico desde el cercano monasterio masculino de Santa María de Veruela, que proveía de capellanes y confesores a la comunidad navarra. Esta formalidad de tutela espiritual y temporal fue ratificada por Guido, abad de Morimond (1432), por diez años; si bien a mediados de siglo recayó en el abad de Fitero, hasta que nuevamente en 1461 volvería a la jurisdicción del primero.
Durante aquella etapa finimedieval la comunidad de religiosas no fue muy extensa, como tampoco sus dominios en la comarca y fuera de ella. Consta la cifra de dieciocho hermanas en 1573, número que se mantuvo con ligeras variantes hasta el siglo XVIII, momento en que la comunidad sufrió un notable descenso.
Cabe señalar, asimismo, la vinculación de los grandes linajes nobiliarios bajomedievales navarros a esta casa, ya que figuran como abadesas de la misma Margarita de Peralta (1480-1507), Ana de Beaumont (1521-1546), María de Beaumont (1554-1559) o Ana Pasquier (1559-1573). La entrada de las abadesas pertenecientes a la familia de los Beaumont coincidió con una etapa de reconstrucción y ampliación constructiva y decorativa del monasterio, además de un renacimiento espiritual de la comunidad. El Concilio de Trento (1545-1565) devolvería la obligación de la clausura, marcando una línea de mayor rigor en la observancia de la regla.
Las centurias posteriores apenas supusieron cambios en la comunidad, salvo su nueva adscripción desde 1632 a la congregación cisterciense navarra, ya que hasta la fecha había formado parte de la aragonesa; y el fin de los abadiados vitalicios pasando a ser cuatrienales y por elección. La guerra de la Independencia traería el saqueo del monasterio en dos ocasiones (1808 y 1810). La desamortización de Mendizábal supuso la pérdida de todas sus propiedades (1837) y tras los distintos hitos de la modernización del sistema monacal propuestos en el Concilio Vaticano II, gozan de capacidad autolegislativa e independencia, gracias también a los esfuerzos de modernización económica de las últimas décadas. En definitiva, la comunidad, a pesar de las dificultades y de los momentos de decadencia, ha continuado hasta nuestros días.
Sobre la historia del monasterio:
http://www.enciclopedianavarra.com/navarra/tulebras-santa-maria-de-la-caridad-de/17660/
https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_la_Caridad
Enlace a la enciclopedia del románico:
http://www.romanicodigital.com/detalle-Pdf.aspx?archivo=TULEBRAS&localidad=NAVARRA
Información turística sobre el monasterio:
http://www.turismo.navarra.es/esp/organice-viaje/recurso/Patrimonio/3030/Monasterio-de-Tulebras.htm
Página web de la actual comunidad:
http://www.monasteriodetulebras.com/vista/index.html
- Prominent figures
-
Margarita de Peralta (1468-1504). Perteneciente al linaje de los Peralta, cuyo padre Pierres, señor de Undiano y consejero del rey Carlos II, y hermano Pierres el Joven, consejero de Carlos III y Blanca y Juan II, protagonizaron una parte sustancial de la historia del reino navarro entre mediados del siglo XIV y XV. Criada, por tanto, dentro de una de las familias más influyentes de su tiempo, Margarita abrazó la vida conventual entre 1455 y 1465, poniendo al servicio de Tulebras sus dotes de mando y sus proyectos de renovación del monasterio en una etapa tan crispada como la de finales del siglo XV y comienzos del XVI. Las consecuencias de la guerra civil y conflictos en Navarra mellaron la gestión del patrimonio del convento, de ahí que durante el gobierno de Margarita se impulsara la reordenación y restitución patrimonial de las rentas, así como la repoblación del lugar de Tulebras.
Ana de Beaumont (1506-1524). Hija del señor de Monteagudo, Juan de Beaumont, accedió a la sede abacial, tras un conflicto con Leonor de Gurrea, lo que indica cierta tensión entre clanes nobiliarios por el control del monasterio.
María de Beaumont y Navarra (1524-1547). Procedente del monasterio de las Huelgas de Burgos e hija del condestable Luis de Beaumont, conde de Lerín, rigió la comunidad de Tulebras hasta su muerte. Su abadiado trajo consigo una intensa tarea de recuperación de derechos por toda la comarca (Cascante, Ablitas, Monteagudo), con los consiguientes pleitos que duraron años en relación a la recopilación de molinos, fincas rústicas, hornos y otras propiedades que se entregaban a censo. Asimismo el número de monjas de la comunidad rondó la veintena, el doble que a finales del siglo XV.
- Building architecture
-
El conjunto monástico es de reducidas dimensiones y presenta las características propias de la planimetría y de la austeridad de la arquitectura medieval cisterciense. No obstante, la herencia medieval se corresponde a la planta y parte del alzado de su iglesia y al lado norte del claustro.
La iglesia, de fábrica de piedra de sillería, construida a partir del último tercio del siglo XII o principios del XIII es de nave única, y con cinco tramos separados por pilastrones a los que se adosan medias columnas y una cabecera o ábside semicircular. Llama la atención que el eje de su planta se encuentre desviado en su cabecera. En este se abren tres ventanas abocinadas de medio punto con doble arco, cuya cara exterior se asienta sobre columnillas de capiteles decorados por motivos florales, a excepción de uno de ellos que presenta una decoración de cestería. Asimismo se abren otras ventanas en los muros del templo que cortan la cornisa que rodea en todo su perímetro a la iglesia.
No se conserva la cubierta original, que pudo ser de cañón apuntado, siendo sustituida en tiempos de la abadesa Ana Pasquier (1563-1565) por unas bóvedas de crucería estrellada con claves de madera dorada decoradas con el escudo del arzobispo de Zaragoza y visitador general del Cister en la corona de Aragón y Navarra, Hernando de Aragón y Gurrea (1498/1539-1575), que financió la obra con 500 libras. La tarea de abobedamiento fue acometida por Pedro Verges.
El presbiterio está vestido con la imagen de la Virgen de la Caridad con el niño en su regazo, talla de madera policromada del siglo XIV al gusto del gótico navarro. Delante se ubica con un altar de piedra de gran tamaño (264 x 121) sustentado por cinco columnas con capiteles vegetales, que podría datarse en consonancia con la fábrica del templo. La sede actual se corresponde con un sillón rehecho del abacial de la sala capitular, cuyo respaldo tiene seis tableros gótico-flamígeros que se datan a comienzos del siglo XVI. Se sabe que se abrieron nuevas capillas en torno a la nave, aunque a día de hoy sólo se conserva la de San Bernardo (s. XVII-XVIII), antaño dedicada a San Benito, y situada a la izquierda del presbiterio. Las más recientes remodelaciones han dejado la fábrica del templo despojada de los retablos instalados en los siglos XVI y XVII, recuperando el espíritu constructivo cisterciense medieval.
La iglesia, cuya cabecera está en dirección este, dispuso, siguiendo los modelos cistercienses, del claustro a su derecha o en dirección sur. Una puerta comunicaba el acceso al templo, permaneciendo oculta hasta el año 1970, cuando se remodeló el convento. Se trata de una portada románica compuesta por dos arquivoltas sobre pares de columnas acodilladas con capiteles con motivos vegetales. Otra portada románica se abría en el muro norte y que daba acceso al cementerio, abocinada y formada por arquivoltas de medio punto.
Las dependencias del conjunto monacal, cuya planimetría no se completó en el siglo XIII, fueron remodeladas o construidas, en su mayor parte, a partir de las postrimerías del medievo; esto es, desde comienzos del siglo XVI, de manera que la factura del conjunto nada tiene que ver con las edificaciones más clásicas del Cister. Tanto el claustro (s. XVI, en tiempos de Ana de Beaumont) como el palacio abacial (ss. XVI-XVIII) están realizados y ampliados con fábrica de ladrillos que incorporan algunos motivos decorativos ejecutados con el mismo material (arquillos), bastante clásicos y sencillos, al estilo del mudéjar del valle del Ebro. La sala capitular y demás dependencias (celdas, refectorio, salas de trabajo, enfermería) están totalmente remodeladas.
Dentro del conjunto del museo, a los pies de la iglesia, se hallan restos de una dependencia o torre romana; si bien en la actualidad estas salas conservan las piezas del retablo mayor (c. 1565-1570), realizado por Jerónimo Vicente Vallejo Cosida, y otros retablos que se encontraban en los muros de la iglesia. También se exhiben algunos cantorales y piezas de orfebrería para uso litúrgico de plata, que se pueden fechar entre el siglo XVI y XIX, y entre las que destaca una cruz procesional realizada a comienzos del siglo XVII.
- Documentary heritage
-
Los fondos documentales y librarios de este monasterio han sufrido los avatares de la institución, las guerras y los saqueos, además de la Desamortización del siglo XIX; de manera que algunos de los documentos relativos a su historia se han perdido o están dispersos. No obstante, sus fondos se hallan repartidos entre el propio monasterio (sin catalogar), el Archivo General de Navarra (Sección Clero, Tulebras) y los Archivos Eclesiásticos de Tudela, ubicados en su sede catedral (fondos vinculados principalmente a su iglesia como parroquia). Queda pendiente un estudio a fondo de estas piezas medievales, que además de estar pendientes de una recatalogación, se estima puedan alcanzar los tres centenares:
http://www.navarra.es/NR/rdonlyres/505358CA-9E13-4709-A71B-41C18D45AD52/312139/CUADRODEORGANIZACIONweb.pdf
http://www.palaciodecanaldetudela.com/palacio/archivos_fondos_diocesanos_indice1.html
Tenemos noticia que en el propio monasterio se custodian libros antiguos vinculados a la liturgia, la contabilidad de establecimiento, y ejemplares sobre religiosidad y espiritualidad desde la Edad Moderna, pero también se encuentran sin catalogar.
- Artistic heritage
-
Vid. el apartado de arquitectura del edificio.
Dentro del conjunto del museo, a los pies de la iglesia, se hallan restos de una dependencia o torre romana; si bien en la actualidad estas salas conservan las piezas del retablo mayor (c. 1565-1570), realizado por Jerónimo Vicente Vallejo Cosida, y otros retablos que se encontraban en los muros de la iglesia. También se exhiben algunos cantorales y piezas de orfebrería para uso litúrgico de plata, que se pueden fechar entre el siglo XVI y XIX, y entre las que destaca una cruz procesional realizada a comienzos del siglo XVII.
El retablo de San Juan Bautista (c.1530), vendido en 1959 y encargado por la familia Beaumont para Tulebras, es una pieza destacada del comienzo del Renacimiento en Navarra, se conserva en la actualidad en el Museo de Navarra de Pamplona.
- Arqueologia
-
A pesar de las remodelaciones que han tenido lugar sobre el edificio en la década de los años setenta y alrededor de 1995/1996, no se tiene constancia de campañas arqueológicas, salvo la realizada en 1985 en la nevera y cuyos materiales se encuentran depositados en el almacén de la sección de Arqueología (Consejería de Cultura y Turismo) del Gobierno de Navarra en Cordovilla.
Bibliography and links
- Links
-
Sobre la historia del monasterio:
http://www.enciclopedianavarra.com/navarra/tulebras-santa-maria-de-la-caridad-de/17660/
https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_Santa_Mar%C3%ADa_de_la_Caridad
Enlace a la enciclopedia del románico:
http://www.romanicodigital.com/detalle-Pdf.aspx?archivo=TULEBRAS&localidad=NAVARRA
Información turística sobre el monasterio:
http://www.turismo.navarra.es/esp/organice-viaje/recurso/Patrimonio/3030/Monasterio-de-Tulebras.htm
Página web de la actual comunidad:
http://www.monasteriodetulebras.com/vista/index.html
- Key words
-
Cister; Conflictos fronterizos; CofradÃa de San Benito; Linaje Peralta; Linaje Beaumont y Navarra; obispo Hernando de Aragón y Gurrea; MarÃa de Beaumont y Aragón (1524-1547)
- Geographic descriptor
-
Navarra
- Notes