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LA GESTIÓN DE RIESGO EN VENEZUELA Y AMÉRICA LATINA,
SU
REPRESENTACIÓN CARTOGRÁFICA Y LA POTENCIAL PROYECCIÓN DE UNA GEOGRAFÍA CON
ALCANCE SOCIAL
Scarleth
Coromoto Mujica
Universidad Simón Bolívar
La gestión
de riesgo en Venezuela y América Latina, su representación cartográfica y la
potencial proyección de una geografía con alcance social. (Resumen).
Actualmente,
son muchas las investigaciones en geografía que inclinan su interés hacia la
producción de mapas de riesgo, teniendo como soporte el registro de sucesos y
episodios ocurridos, para proyectar modelos de susceptibilidad y amenaza. Se
considera interesante el desarrollo de estas investigaciones, pero aún no se
logra un nivel deseado ya que el riesgo ambiental es un problema no resuelto
en los albores del siglo XXI. El objetivo principal
es abordar un estado del arte en Venezuela y en algunos países de Latinoamérica
referido especialmente a la etapa de evaluación y representación cartográfica,
con la finalidad de ubicar un espacio de acción trascendental para la
geografía, además, adecuar criterios para que futuras investigaciones puedan
convertirse en un potencial importante para la proyección de esta disciplina.
Se adoptó la metodología de revisión documental, investigando en diversas fuentes,
tanto electrónicas como impresas, a través de páginas Web, documentos y
revistas especializadas.
Palabras clave:
Gestión de Riesgo, Estado del Arte, Geografía, Venezuela, Latinoamérica.
The management of
risk in
At the moment, the investigations in
geography are many that incline their interest towards the production of risk
maps, having like support the registry of events and happened episodes, to
project susceptibility models and threatens. The
development of these investigations is considered interesting, but not yet a
wished level is obtained, being that the environmental risk is a problem nonsolved in the dawn of century XXI. The primary target is
to approach a state-of-the-art in
Key words: Management of Risk,
State-of-the-art,
El presente
ensayo está enmarcado en una línea de investigación sobre gestión de riesgo e
impacto social, específicamente en el proyecto “El riesgo ambiental como una
amenaza de gran impacto social en el siglo XXI,
políticas y esquemas de respuesta en Venezuela”, y es el resultado de una
investigación documental que arroja una reflexión en torno a la importancia de
los estudios en gestión de riesgo ambiental y su representación cartográfica,
así como la proyección de la geografía a través de este significativo aporte.
La gestión
para la reducción del riesgo es un tema que ha adquirido cada vez mayor
importancia, constituye un eje transversal e integrador en los diferentes
programas encargados de garantizar que los procesos de desarrollo impulsados en
la sociedad se den en condiciones óptimas y dé seguridad para la población. Así
mismo, involucra varias etapas como la prevención, el análisis, la mitigación
de desastres, la respuesta a la emergencia, la rehabilitación y la
reconstrucción. Lo anterior motiva la realización del presente ensayo, cuyo
objetivo principal es describir, a grandes rasgos, el estado del arte en el
cual se encuentra la gestión de riesgo ambiental en Venezuela y en algunos
países de Latinoamérica, específicamente referidos a la etapa de evaluación y
su representación cartográfica, con el fin de ubicar un espacio de acción
importante para la geografía. Junto a ello, adecuar criterios desde donde
la geografía los ha generado y los puede desarrollar, aportes que se
conviertan convertirse en un potencial importante para la proyección de
esta disciplina.
Estado del arte sobre la cartografía del riesgo en
Venezuela y Latinoamérica
Con la finalidad de cumplir con
el principal objetivo de este ensayo, es necesario abordar un estado del arte,
haciendo referencia a experiencias previas en investigaciones, para sustentar
varias premisas fundamentales: el status de las investigaciones referidas a la
cartografía del riesgo dentro del contexto venezolano y latinoamericano, hacia
dónde se inclinan, su importancia, su demanda social, el apoyo institucional y
la necesaria proyección de estas investigaciones.
En los
últimos años, la frecuencia y diversidad de amenazas naturales, la magnitud de
los daños, además, las pérdidas materiales y humanas asociadas con éstas han
generado una reflexión y un debate sobre los factores ajenos a los eventos
físicos en sí, que podrían ayudar a explicar los niveles de destrucción e
impacto que afectan la economía y sociedad. Una explicación en torno a esta
reflexión es la llamada vulnerabilidad social o humana, ante lo cual se hace
necesaria la gestión en la reducción del riesgo (Lavell,
2000).
En Venezuela, en los espacios
académicos sobre gestión de riesgos y desastres, se han planteado muchas
iniciativas y acciones tanto a nivel regional como a nivel nacional. Por
ejemplo, tenemos una de las pioneras a nivel regional en el estado Mérida en
1979 con la creación de la Comisión Especial de Asesoría para la Prevención del
Riesgo Sísmico (CESAPRIS) por Decreto Oficial número
85 de fecha 22 de marzo de 1979 y por un segundo Decreto Oficial
número 76 el 7 de mayo de 1984, donde se promulga la implementación de los
programas de educación en materia de riesgo sísmico en todo el Estado Mérida.
La Comisión surge como un esfuerzo entre el gobierno local y la Universidad de
Los Andes, con el objetivo de asesorar a los entes públicos y privados en la
temática del riesgo sísmico, por ser ésta la amenaza geológica dominante
en el área. Por razones académicas y organizativas, esta comisión se dividió en
cuatro subcomisiones: estudio y zonificación de peligros naturales; manejo de
desastres sísmicos; construcción y desarrollo urbano; educación y capacitación.
En la
Universidad de Los Andes, Venezuela, las investigaciones sobre riesgo
ambiental tienen una tendencia hacia el estudio de la vulnerabilidad, la
legitimidad del riesgo y la construcción social del desastre. Desde 1960, ellos
están consolidando los estudios de riesgos a través de los llamados núcleos geotemáticos, entre los que figura el de geomorfología y
riesgos naturales. Además, existe un grupo dirigido por Liñayo
Alejandro en el Centro Regional de Gestión de Riesgos del Estado Mérida, CIGIR. De igual forma, destacan otros investigadores
importantes como Carlos Ferrer y Jaime Lafaille
(Presidente de la Fundación
para la Prevención del Riesgo Sísmico).
Durante 1998, en Venezuela, La
Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL)
tomó la iniciativa de diseñar e implementar el Proyecto “Educar para
Situaciones no Previstas”, en el cual desarrolló acciones de concientización y
capacitación en materia de educación y gestión de riesgos. En el año
2000, la UPEL realizó el “Primer Congreso Nacional
sobre Mitigación de Riesgos Socio-naturales” que tuvo como objetivo: Conformar
un equipo interdisciplinario que permitiera trazar estrategias, planificar
acciones, facilitar el trabajo inicial con las comunidades de alto riesgo y con
la población en general, con el fin de contribuir tanto a la protección de la
vida de las personas como la preservación del ambiente.
En el año 2001, en el Departamento
de Ciencias de la Tierra de la UPEL, Instituto
Pedagógico de Caracas, se desarrolló la línea de investigación denominada
“Gestión y Educación para la Mitigación y Reducción del Riesgo y el Desastre”,
coordinada por Méndez Williams, Pacheco Henry y Ruiz Simón. En esta materia,
el departamento ha tenido varios enfoques para el estudio de la gestión de
riesgo, debido principalmente a partir del fenómeno de lluvias extraordinarias,
ocurrido en el estado Vargas en diciembre de 1999, conocido como “la tragedia
de Vargas”, uno de los de mayor magnitud en Venezuela por la gran cantidad de
personas afectadas; al mismo tiempo, comenzaron a realizar una serie de
investigaciones con estudiantes de pregrado, que tenían como eje el estudio de
riesgo por deslizamientos, orientadas hacia el aspecto educativo.
Actualmente,
la UPEL cuenta con otras líneas de investigación
relacionadas, en la Sede de Maracay se encuentra una bajo la coordinación del
profesor José Sierra denominada “Educación en Gestión de Riesgo” y dos más en
Caracas, una coordinada por Méndez Williams, Henry Pacheco y Simón Ruíz, llamada “Investigación, Educación y Gestión de
Riesgos y Desastres”; y otra por Scarlet Cartaya
sobre “Estudio en geografía de los riesgos naturales y antrópicos,
ecogeografía y conservación de recursos naturales”.
Por otro
lado, en la Universidad Central de Venezuela (UCV)
está el programa Coordinado para la Mitigación de Riesgos Ante Desastres Socio
Naturales (COMIR) instaurado desde 1985 y dirigido
por Marrero Mercedes. Actualmente, en la Universidad de Falcón (UDEFA), existe el Centro de Investigaciones de Riesgo,
coordinado por Juan Murria (quien diseñó el plan COLM
en occidente, Maraven y PDVSA,
en 1990). Además, se encuentran Instituciones encargadas como el Instituto
Geográfico Nacional Simón Bolívar, con el Proyecto Ávila, dirigido por Virginia
Jiménez y el Proyecto de
Apoyo a la Prevención de Desastres en la Comunidad Andina (PREDECAN),
financiado por la Comisión Europea y la Comunidad Andina.
Por otro
lado, cabe destacar la importancia que tienen estos estudios, no sólo en el
contexto nacional, sino latinoamericano y mundial; de acuerdo al seminario
sobre “Reducción de Riesgos ante la Ocurrencia de Desastres Naturales en
América Latina y el Caribe” realizado en México en el año 2006 [s.n] se precisa que “Desde finales de la década de los años
ochenta, la preocupación por la ocurrencia de desastres provocados por la
combinación de fenómenos naturales y las acciones realizadas por el hombre (…)
se han convertido en un tema de interés nacional…”. Este interés se incrementa
en la década de los noventa, donde crece considerablemente el número de
investigaciones, discusiones y propuestas enfocadas en esta temática,
generando una tendencia dentro de las ciencias tanto geográficas como afines.
En el año
2002, desde la óptica de la Comisión Europea y desde lo que se considera la
propia realidad, América Latina “Es la más urbanizada de las regiones en
desarrollo” y también “Se encuentra entre las regiones de alto riesgo en cuanto
a fenómenos naturales” (p. 4), es una región de gran diversidad
geográfica y, a menudo, sufre problemas derivados de fenómenos climáticos o
geomorfológicos que se convierten en amenazas latentes. Es bien
conocido que, en la gran mayoría de los casos, los altos niveles de urbanismo
se convierten en un factor que interviene de forma negativa en la naturaleza,
considerándose al agente antrópico también como una variable desencadenante de
este problema, generando la aceleración de procesos “naturales” que se
convierten en amenazas de riesgo.
De acuerdo a Lavell (2002), la mayoría de las grandes y pequeñas
ciudades del mundo “están ubicadas en áreas de gran amenaza física, (…).
En los países en vía de desarrollo estas ciudades están tipificadas por niveles
altos y crecientes de vulnerabilidad…” (p .1), este autor también considera que
es poca la atención que se le ha prestado a la problemática, tanto por parte de
los investigadores como por parte de los entes responsables del desarrollo y la
planificación urbana. Por lo tanto, es importante la dedicación y los esfuerzos
que se puedan realizar en esta materia, convirtiéndose la Gestión de Riesgo en
un tema abierto y aun no concluido que puede darle a la Geografía una gran
proyección. El escenario nacional e internacional ha proporcionado un marco
legal y racional de apoyo, que debería motivar y facilitar los procesos de
investigación y puesta en marcha de medidas de mitigación de riesgo; es así
como, en su momento, la propia Organización de Naciones Unidas declaró la
década de los noventa como el decenio internacional para la reducción de los
desastres naturales, y como esta declaración no ha logrado engranar y poner en
práctica acciones que alcancen ese objetivo en un nivel deseable, sino todo lo
contrario, la vulnerabilidad ha sido creciente, incluso en lo que va de siglo XXI se mantiene la preocupación latente y esto debería dar
pie a una reflexión más profunda.
Por otro
lado, dentro de muchas otras instituciones importantes se puede mencionar el
caso de Banco Interamericano de Desarrollo, institución financiera multilateral
para el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe, el cual
fijó especial interés en el tema de la Gestión de Riesgo de Desastres en
el año 2007; con el fin de superar el desafío del aumento de los riesgos
y las pérdidas atribuibles a los desastres naturales, se destacan dentro de sus
estrategias, la prioridad a las medidas para reducir la vulnerabilidad en su
apoyo a los países de la región, incluso destacan textualmente en dichas
estrategias lo siguiente; “Información sobre el riesgo para facilitar las
decisiones: evaluar los métodos vigentes de determinación de los riesgos,
establecer indicadores de la vulnerabilidad y del progreso en su reducción, y
promover una amplia difusión de información sobre riesgos.” Es decir, que a
nivel internacional existe un respaldo importante, sólo queda de parte de los
investigadores, en especial los del área de la Geografía, dirigir en mayor
medida sus enfoques en ese sentido, por lo que es pertinente reiterar la idea
de que esto sería una gran oportunidad para proyectar a esta disciplina en un
marco social e institucional bien interesante en Latinoamérica.
En general,
el estado del arte sobre esta temática ha indicado que existe una preferencia
hacia el estudio de sucesos ya ocurridos o de análisis de episodios concretos,
aunque las líneas de investigación no se supeditan a ello. Actualmente, existen
muchos aportes que han fortalecido un perfil que inclina el interés de la
geografía hacia la producción de mapas de riesgo, como principal contribución a
esta problemática, teniendo como soporte precisamente el registro de sucesos y
episodios concretos para proyectar modelos que prevean la posibilidad de ocurrencia
de factores de riesgo y reflejen la vulnerabilidad de áreas específicas. En el
caso de Venezuela, citando al Proyecto Ávila del Instituto Geográfico de
Venezuela Simón Bolívar y Ministerio de Ambiente y los Recursos
Naturales, se observa, durante el 2003, la importancia que tiene este
tipo de producción específica dentro de lo que es la Gestión de Riesgo, este
proyecto plantea la necesidad del manejo del conocimiento sobre el entorno para
la mitigación de los riesgos, aclarando que la “…expresión cartográfica es una
de las formas de palpar las dimensiones espaciales que puede alcanzar el área
de influencia de las amenazas y las zonas de riesgo”. Igualmente, Rosa Ramírez
(2005, p. 1) lo hace notar cuando menciona que “la cartografía geomorfológica expresada en mapas de estabilidad relativa,
se ha convertido en la actualidad en uno de los documentos más valiosos que
existe para orientación geotécnica”, ya que permiten pulsar el comportamiento
de terrenos y expresar en diferentes niveles sus respuestas ante la ocurrencia
de un riesgo determinado.
En este
sentido, se pueden considerar varios estudios que han apuntado a validar una
metodología que mejore cada vez más esta expresión cartográfica del riesgo y se
logre adecuar a situaciones particulares en la región. Apreciando los métodos
más empíricos, sin pasar por alto lo teórico, se puede partir, por ejemplo, de
lo que ha sido la propuesta de Sergio Mora y Wilhelm-Guenther
Vahrson en el año 1991, surgido en Costa Rica, es
conocido como el método Mora-Vahrson , uno de los más
utilizados en la actualidad para mapas de susceptibilidad a deslizamiento.
Ejemplo de ello, los estudios de Mora, Chaves y
Vásquez (2002), en su trabajo “Zonificación de la susceptibilidad al
deslizamiento: Resultados obtenidos para la península de Papagayo mediante la
modificación del método Mora-Vharson”; así como el
realizado posteriormente, también por el mismo Mora en el año 2004, denominado:
“Evaluación de la susceptibilidad al deslizamiento del Cantón de San José,
Provincia de San José, Costa Rica.”. También en esa línea se ubican los
proyectos generados por el Servicio Nacional de Estudios Territoriales para el
caso de Nicaragua y El Salvador, denominado uno “Mapa de Susceptibilidad a
deslizamientos de Nicaragua El método Mora-Vahrson” y
el otro: “Memoria técnica para el mapa de susceptibilidad de deslizamientos de
tierra en El Salvador“, realizado en el 2004, entre otros.
Por otro
lado, también se puede contar con la metodología del Instituto Colombiano de
Ingeniería y Minería (IGEOMINAS), propuesta en
el año 2001, mediante Castro et. al. (2006), en su obra titulada “Evaluación de riesgos por fenómenos de
remoción en masa: Guía metodológica”, la cual ha sido puesta en práctica por
varios investigadores, dentro de los cuales destaca el trabajo de Cartaya, Méndez y Pacheco en el año 2006: “Modelo de
zonificación de la susceptibilidad a los procesos de remoción en masa a través
de un Sistema de Información Geográfica” aplicado a la microcuenca de la
quebrada Curucutí, Estado Vargas, Venezuela.
Además, está
la propuesta de Hervas, et. al.
(2002), que ha sido validada por Zavala y Fidel, en una ponencia presentada en
el XIII Congreso Peruano de Geología, llamada
“Susceptibilidad a los movimientos en masa en la cuenca de la quebrada Hulanga. Pataz, La Libertad” en el año 2006.
Finalmente, se pueden mencionar otras tantas que han sido puestas en práctica
de forma particular, tal es el caso de Ramírez (2005) en su artículo denominado
“Zonificación geomorfológica utilizando el concepto
de estabilidad relativa aplicado a la microcuenca Los Tapiales, río Mucujún, El Vallecito, estado Mérida – Venezuela”; Ferrer y
Laffaille (2005) “Zonificación física para la
reducción de vulnerabilidad de barrios en los andes venezolanos”; Roa José
Gregorio (2006) “Estimación de áreas susceptibles a deslizamientos mediante
datos e imágenes satelitales: cuenca del río Mocotíes,
estado Mérida-Venezuela”; y otros promocionados en años anteriores por la
UNESCO, tales como “Desarrollo de una metodología para la identificación
de amenazas y riesgos a deslizamientos en la cuenca del río San Juan, República
Dominicana” y “Análisis de riesgo por inundaciones y deslizamientos de tierra
en al microcuenca del Arenal de Montserrat” El Salvador” en los años 2000 y
2003 respectivamente, entre otros.
Esto es sólo
una muestra de lo que ha sido el desarrollo de las investigaciones en Gestión
de Riesgo en América Latina y su representación cartográfica, queda como
consideración que este tipo de investigaciones, deben ser ubicadas dentro de un
marco en el cual se defina al riesgo como un problema no resuelto aún en los
albores del siglo XXI, y que éstos no sólo están
ligados con la naturaleza, sino más bien enmarcados en una relación
hombre-naturaleza, por un lado la organización y estructura de la sociedad está
implicada como causante del problema, por el otro es la más afectada. La
sociedad moderna sumergida dentro del modelo económico capitalista se articula
con un sistema moral que legitima la producción de riesgos. La relación poder-saber
comprometida en las políticas sobre riesgos, parece haber sido desplazada por
la politización de éstos, lo cual conlleva a pensar en torno a la
correspondencia de este vínculo, cuya eficacia implica la comprensión del
desastre como constructor social, suponiendo una profunda acción reflexiva en
todos los espacios.
La geografía: una visión de conjunto para abordar la
gestión de riesgo ambiental
Por definición, la geografía debe
ser una disciplina enmarcada dentro del espíritu de las ciencias sociales, sin
embargo, tomando en cuenta que para su desarrollo necesita el apoyo de las
ciencias naturales, pasaría ella a ser un enlace naturaleza-sociedad,
convirtiéndose en una herramienta de mucha utilidad. La geografía trata de
interpretar el medio natural y la intervención antrópica,
para ello hace uso de las ciencias naturales, con la finalidad de generar un
conocimiento que contribuya con el fomento de una conciencia de equilibrio
entre el hombre y la naturaleza, para lograr una interacción armónica. De
acuerdo a Sala y Batalla (1999, p. 13) “la geografía (…) tiene una perspectiva
humana puesto que usualmente analiza sus temas entendidos como recurso” , y su mayor foco de atención indudablemente es la
superficie de la tierra en su ámbito natural, tomando en cuenta la
industrialización, el urbanismo, y el ambiente cultural.
Por más
academicista que sea, toda evidencia demuestra que la geografía por esencia es
humana, que hunde sus raíces en tiempos históricos y geológicos muy alejados,
pero no deja de estar ligada a una concepción antropocéntrica; bajo la premisa
de que el medio se convierte en geográfico al tener la intervención antrópica, antes de ello se estaría hablando meramente
de geología, siendo que ésta sólo representa una ciencia auxiliar
importante para la geografía, pero no a la geografía en sí misma.
Quizás el
conocimiento generado por la geografía en décadas pasadas, no logró impregnarse
en una cultura que permitiera una relación armónica del hombre con la naturaleza.
En la actualidad, es tan grande el desequilibrio que existe la necesidad de que
la investigación geográfica tenga una mayor pertinencia social, ya que, en
medio de una sociedad que avanza cada vez más hacia un acelerado desarrollo
científico y tecnológico, también se desarrolla de forma paralela un
crecimiento elevado de los problemas antrópicos
generados, en gran medida, por la relación hombre-naturaleza, dependencia que
es absolutamente imprescindible para la sobrevivencia humana, pero necesariamente
esa relación no debe ser de una forma tan devastadora como lo es actualmente;
es el caso por ejemplo del calentamiento global, el manejo inadecuado de los
recursos, la contaminación, el riesgo ambiental ante la ocurrencia de fenómenos
naturales, en especial en áreas de concentración urbana, conocido también como
vulnerabilidad, la escasa producción agroalimentaria, el desequilibrio
ecológico, entre otros.
De alguna
manera, la geografía ha intentado establecer modelos sobre comportamientos
terrestres y la dinámica de fenómenos a través del estudio científico, pero se
ha hecho difícil la consolidación de estos modelos de comportamiento porque, si
bien la naturaleza se rige por leyes generales, hay un elemento que se le debe
agregar: la acción del hombre sobre la naturaleza, eso genera tendencias
específicas en dicho comportamiento y modifica la dinámica, acelerando procesos
que se revierten tarde o temprano hacia el propio ser humano que la habita.
En la
actualidad, estos modelos requieren fundamentalmente de una cartografía
manejada a través de los Sistemas de Información Geográfica (SIG), herramienta útil para la integración y análisis de la
información proveniente de un conjunto de variables tomadas en cuenta para
abordar un estudio, demandando una cooperación multidisciplinaria, más allá del
especialista en SIG, para la búsqueda de las fuentes, programas, recursos y
datos requeridos, en la que el geógrafo adquiere un papel significativo.
Ahora bien, como la geografía tiene la facilidad de
poder pasar de una ciencia auxiliar a otra sin mayor complejidad, en muchos
casos, dependiendo del estudio, haciendo énfasis en alguna de ellas, se debe
admitir que de allí parte su importancia, al tener una visión de conjunto
para generar interpretaciones y modelos explicativos sobre los procesos en el
medio ambiental, siendo esta ciencia una abstracción de la realidad donde cobra
mucho significado el concepto de sistema.
Por todo
ello, se deduce que la geografía adquiere cada vez mayor trascendencia, puesto
que se trata de estudios integrados con una visión de conjunto, mientras que
otras áreas del conocimiento pudieran estar haciendo esfuerzos aislados para
proponer alternativas a los problemas ambientales, en especial, los
relacionados con el riesgo. Y esto representa una distinción; una visión corta,
coloca a los geógrafos en una posición de desventaja con respecto a ingenieros,
geólogos, entre otros, pero una visión sagaz, la que hace falta desarrollar con
mayor velocidad, la presenta como una disciplina importante sin la cual
la sociedad no va en camino a un verdadero desarrollo sostenible. He allí uno
de los puntos claves para proponer una mayor geografización
de las investigaciones en el campo de la geografía, porque de lo contrario se
estaría convirtiendo en otra cosa diferente, como en geología, biología,
química, hidrología, climatología, entre otras, pero no geografía. No se
trata de una crítica acérrima de lo que pudiera estar generando las actuales
tendencias, la verdadera intención es generar un punto de reflexión, para el
desarrollo de las investigaciones en el campo de la geografía, y así llegar a
un estadio más avanzado e importante de la propia disciplina.
Conclusiones
A pesar de
todo lo mencionado, contradictoriamente en Venezuela se puede considerar que el
avance institucional que ha tenido la geografía es muy limitado, parte de esa
responsabilidad tiene que ver con los propios geógrafos; por ello, es necesario
dejar un poco la perplejidad hacia lo que existe, e ir más allá de lo que está
contemplado como institucionalidad cuando se trata de enmarcar los estudios y
el desarrollo social y ambiental, resaltando la idea de que no sólo se debe
avanzar en el desarrollo del conocimiento y de la ciencia como tal, sino
ampliar los horizontes cuando se trata de divulgar, aunque los fondos
institucionales sean limitados. El investigador no debe reducirse a
cumplir con una mera formalidad o exigencia divulgativa, ya que ello no
logra un gran alcance todavía en Venezuela y en el mundo (a pesar de la Internet),
esta poca divulgación de los estudios geográficos, cumple solo en la mayoría de
los casos, la exigencia formal de un postgrado, la publicación de artículos o
un trabajo de ascenso en el campo académico, de allí que la reflexión propuesta
es que la geografía debe plantearse de fondo, un verdadero alcance social
tangible, “un gran alcance social”, fortaleciendo así un campo de trabajo
más amplio, más allá de las aulas de clase, de geografía meramente académica.
Existe una divulgación mas no una difusión y expansión de su pertinencia social
y cuando ésta lo logre, el espacio institucional sin duda alguna se irá
ampliando, geografizando así efectivamente el espacio
físico, de otra manera se continuará en franca desventaja frente a otras
profesiones de campos afines, y además muy dependientes a nivel de métodos y
conceptos.
En
definitiva, el campo de la gestión de riesgo y su representación cartográfica,
apoyándose en la tecnología de los sistemas de información, ofrece a la
geografía, una importante vía de desarrollo investigativo, para el aporte
científico-social, con la finalidad de que ésta disciplina se proyecte y pueda
contribuir verdaderamente con la resolución de problemas socio-ambientales,
relacionados con el riesgo, de esa forma avanzar en la reducción de la
vulnerabilidad en los principales centros urbanos de la región latinoamericana.
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[Edición
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