Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIV, nº 810, 25 de enero de 2009


PIERRE DEFFONTAINES Y EL DESARROLLO DE LA GEOGRAFÍA HUMANA

 

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Palabras clave: Geografía Humana, Deffontaines, Escuela francesa de Geografía, Escuela catalana de Geografía, Instituto Francés de Barcelona

Key Words: Human Geography, Deffontaines, French School of Geography, Catalan School of Geography, French Institute of Barcelona


Pierre Deffontaines es uno de los geógrafos que contribuyeron a configurar el campo de la geografía humana francesa, y tuvo una gran influencia en varios países. En España su papel fue muy importante, especialmente, para el desarrollo de la geografía en Cataluña. El homenaje que se le tributa en Barcelona con ocasión del trigésimo aniversario de su fallecimiento, constituye una buena ocasión para reflexionar sobre su obra científica y sobre su  actividad organizadora en el campo académico, editorial y diplomático[1]. Hablaré sucesivamente de la persona, de su formación intelectual y actividad científica hasta 1939, así como, finalmente, de su presencia en Barcelona y de la influencia que tuvo en el desarrollo de la geografía catalana. Al mismo tiempo aludiré a su papel en el desarrollo de la geografía humana francesa y a la influencia de su obra en diversos países europeos y americanos.


La persona

Conocí al profesor Pierre Deffontaines a fines de los años 1960, después de incorporarme como profesor a la Universidad de Barcelona.  En 1967 Deffontaines se había jubilado de su puesto de director del Instituto Francés en Barcelona. A pesar de su edad, el profesor J. Vilá Valentí, que era decano de la Facultad de Filosofía y Letras, consiguió que fuera nombrado profesor encargado de curso en ella. Entre 1967 y 1974 fue profesor de la Universidad de Barcelona adscrito al Departamento de Geografía que se había acabado de crear, y donde impartió clases de Geografía de Francia, en este Departamento y en la especialidad de Lenguas románicas.

Esa vinculación al Departamento de Geografía me permitió conocerlo y tratarlo ampliamente. 

Yo tenía en aquel momento un pequeño coche, un SEAT 600, que utilizaba para conocer Cataluña, y en algún momento, el profesor Deffontaines y su mujer empezaron a venir conmigo y con mi mujer, Mercedes Tatjer. Durante varios años hicimos multitud de salidas a diferentes lugares de Cataluña. En ellas siempre comíamos en el campo, aportando él invariablemente un excelente vino del Priorato, que adquiría en una bodega cercana a su domicilio en la calle Balmes.

Nos acompañó también a algunas excursiones geográficas que se organizaron en el Departamento como actividad de los cursos de geografía; por ejemplo a la que se hizo a Menorca a fines de 1970[2]. A pesar de su aspecto frágil, llamaba la atención su gran resistencia física: los jóvenes le adelantaban rápidamente al principio de la subida, pero él llegaba siempre a la cima el primero o en el grupo de los primeros. También tuve ocasión de realizar con él un recorrido por la parte septentrional de los Pirineos, con motivo del viaje para asistir al Coloquio sobre La regionalization de l’espace au Brésil, celebrado en Burdeos para la inauguración del Centro de Estudios de Geografía Tropical en noviembre de 1968, y al que tuve ocasión de asistir invitado por Pierre Mombeig (que era entonces director científico del CNRS) por indicación de Deffontaines.

Gracias a esas relaciones académicas y a las excursiones familiares de sábados o domingos, tuve una amistosa relación con él y con su mujer. Fue para mi un privilegio inmenso poder conocer Cataluña en su compañía. En aquellas salidas al campo aprendí mucho de la geografía catalana, y de la geografía en general. Y pude conocer una personalidad humana entrañable e inolvidable por muchas razones.

Hablaba y escribía con gran facilidad y tenía una enorme capacidad para conectar con el auditorio por su finura e imaginación. Como geógrafo destacaban en él su destreza para considerar de forma imaginativa los problemas, su énfasis en la comparación, su curiosidad universal. Este último rasgo, su curiosidad, es el que aparece de forma más destacada en mi memoria: podía volver a un lugar que conocía profundamente y siempre lo miraba como si fuera la primera vez, descubriendo aspectos nuevos. Tenía la capacidad de sorprenderse siempre por la riqueza del paisaje que observaba. La amplitud de sus conocimientos, por sus lecturas y sus viajes, le permitía encontrar relaciones insospechadas entre lo que veía y lo que recordaba de otros lugares.

La comparación era constante: la solana y la umbría en una montaña, la exposición a los vientos y la localización a sotavento, la periferia urbana inmediata y la más alejada de la ciudad, y otras muchas con las que continuamente nos sorprendía. Esas comparaciones le hacían descubrir aspectos interesantes. Como los que plasmó en diversos trabajos sobre las vertientes que bordean la comarca del Vallés, con rasgos morfológicos y paisajísticos diferenciados en relación con su exposición al sol[3]. O los contrastes que identificó entre dos comarcas mediterráneas de llanura, el Rosellón y el Ampurdán, afectadas por el hecho de ser, respectivamente, las regiones más meridional y septentrional de dos estados diferentes[4].Pude escucharle aludir a hechos de ese tipo en muchas ocasiones, en las que siempre insistía en el papel del medio sobre la actividad humana, en el impacto del hombre sobre el medio físico y en los factores que influían sobre la creación del paisaje.

En trabajos que le han dedicado distintos autores a su persona podemos encontrar calificativos muy expresivos, tales como: “dinamismo personal”, “capacidad para estimular y sugerir”, “personalidad rica y generosa”, con un “entusiasmo comunicativo”, “créateur de missions et d’hommes[5]; y también: “trabajador fogoso”, “observador atento de los hechos físicos y humanos”, “escudriñador de paisajes”[6]. Algunos más aparecen en otras obras[7]. Por el conocimiento personal que tuve de él, puedo confirmar que todos son apropiados. Tuvo siempre un gran talento para ilusionar a los geógrafos y, de manera general, a las personas que entraban en relación con él.

Era un gran conversador. Podía aparentar sorpresa para sorprender al interlocutor, haciéndole notar detalles aparentemente banales pero que resultaban muy relevantes y significativos.

Le gustaba mucho el campo. Hablaba de su “oficina” en Las Planas, a donde le gustaba ir a trabajar frecuentemente. Se trataba de un punto en la vertiente norte de la montaña de Collcerola a donde él se acercaba en tren los días de buena temperatura y visibilidad, para leer y pintar. La gran facilidad que tenía para captar los rasgos esenciales de un paisaje era lo que le permitía hacer unos dibujos muy expresivos, que trazaba con palillos y tinta china.

Su capacidad para la excursión activa y comprometida en la observación del territorio venía de atrás. El viajero activo era su ideal, y para introducir a los jóvenes en esa actitud no dudó en escribir un libro titulado Petit guide du voyageur actif, que había sido concebido para guiar a los boy-scouts y fue publicado en 1938, con un éxito enorme que hizo necesario realizar nuevas ediciones. La última en 1980, de la que conservo un ejemplar bellamente ilustrado con dibujos suyos[8].

La lectura de este libro muestra que Deffontaines mantuvo durante prácticamente toda su vida los mismos principios e idéntica actitud. Esta guía es un prodigio de perspicacia y capacidad para dirigir a los jóvenes excursionistas hacia temas relevantes, hacia las cuestiones que debe plantearse el viajero activo. Ante todo, el marco físico y el paisaje. Luego, los relacionados con el hombre en su territorio (en su pays): la casa y sus anexos, las funciones, el interior y el mobiliario, las tradiciones, la alimentación, el artesanado. A continuación, el hombre y el trabajo: en la agricultura, en las canteras y las minas, la vida forestal, la pesca, la vida industrial, la circulación, el papel del turismo, el crédito y los medios de financiación. Finalmente, la evolución del conjunto de la comarca.

Pero antes de hacer todo eso, insistía, había que prestar atención a la preparación del viaje, el equipamiento, la mentalidad de partida, y los métodos para facilitar las encuestas locales. Se trata esencialmente de ayudar a “descubrir la vida profunda de una comarca y crearse un alma de explorador que sepa reconocer las particularidades de un paisaje y penetrar su intimidad”.

El objetivo de todo ello era, esencialmente, descubrir “el prolongado trabajo de la naturaleza y la infinita labor humana”. Insiste en que es preciso prepararse previamente, leyendo, examinando la cartografía. Luego, tomar notas, “menos para resumir lo que se ha visto que para anotar lo que se querría saber y retener”, conocer previamente para saber plantearse cuestiones e interrogar a los habitantes. Convirtiendo en norma para los otros lo que era, sin duda, un rasgo acusado de su personalidad, aleccionaba a los jóvenes sobre el hecho de que antes de partir para estudiar un territorio es preciso, sobre todo, “aprovisionarse de curiosidad, el equipaje más útil de un viajero, y el menos molesto”. Y, finalmente, una metodología para las encuestas, poniendo énfasis en el respeto a las gentes, en la necesidad de saber entrar en relación con ellas: romper las desconfianzas, pedir ayuda, realizar las charlas en las horas de ocio y tener en cuenta el valor del tiempo para cada uno, respetar el silencio, saber dar las gracias, “ser uno mismo un elemento de intercambio; no limitarse a adquirir informaciones, sino interesar también a los otros en su propia tierra”. Como colofón del viaje era preciso, poner las notas en común con los compañeros, señalar las coincidencias, las dudas, y tener en cuenta que “el cuadro de las ignorancias es tan importante como el balance de los conocimientos; eso constituye los elementos para nuevos puntos de partida”[9].

Era profundamente creyente, un cristiano a lo Teilhard de Chardin, del que hablaba frecuentemente. También citaba a Robert Garric, con quien había colaborado en el movimiento de los “Equipes sociales”, al igual que había hecho su maestro Jean Brunhes –que había colaborado asimismo con otras grandes figuras del catolicismo social como Albert de Mun o Georges Goyau. Tenía un espíritu franciscano, y dedicó su Tesis a San Francisco, lo que seguramente no le favoreció en su intento de obtener una cátedra en la universidad francesa. Me parece indudable que la dedicatoria era una clara expresión de un hermanamiento con los ideales del santo de Asís; pero es posible que tenga también otra lectura, y es seguro que el director habría deseado una diferente[10].

En los años finales de los sesenta la figura de Defontaines no siempre era bien vista por la izquierda hispana, por su catolicismo y por el relevante papel cultural que había tenido durante el franquismo. Algún joven profesor incluso se atrevió a hacer públicamente desafortunadas descalificaciones, que supongo que ahora lamenta. Eran totalmente infundadas, y sin duda siempre tuvo un comportamiento liberal, profundamente humanista, y al servicio de los ideales de la difusión cultural francesa.

Nos separaba la edad y otras cosas, pero eso no fue obstáculo para la amistad y para un gran afecto mutuo. Yo no era creyente, pero admiré mucho su actitud y su talante. Recuerdo sobre todo esto: tenía una concepción optimista de los hombres, a los que siempre consideraba buenos y dispuestos a ayudar. Había hecho de ello una idea operativa, que utilizaba no solo en su vida diaria sino incluso en sus trabajos de investigación, y que puede resumirse en la estrategia de lo que él llamaba “la fausse crevaison de byciclette”, el pinchazo falso de la rueda, la avería falsa, que le permitía entrar en contacto con la gente. Su explicación era ésta: la mejor forma de tener una relación es pedir ayuda, solicitar un favor.

Esa concepción optimista se extendía también a la naturaleza, en la que siempre advertía la armonía y la belleza, como reflejo de un plan de la creación[11]

Aprecié mucho también su relación con Auxilia, la organización de ayuda que contribuyó a fundar, junto con su mujer. Se trata de otra actividad que se vincula con los “Equipes sociales” de Robert Garric, ya que Auxilia había nacido en Francia en 1927, para ayudar a los enfermos de larga duración, tales como los tuberculosos, y a las personas gravemente discapacitadas, con el objeto de integrarlas social y culturalmente a través de la enseñanza a distancia y las actividades conjuntas. En España se organizó en 1952, cuando Deffontaines recibió la petición de un enfermo del sanatorio antituberculoso de Terrassa, para poder estudiar francés en el mismo sanatorio. Con la ayuda de su esposa, de algunos profesores del Liceo Francés y de otros amigos, Deffontaines organizó esa asociación, que de hecho durante mucho tiempo desarrolló su actividad desde su propia casa, como yo mismo tuve ocasión de comprobar con ocasión de alguna visita a ella. Me consta, además, que él mismo asistía al sanatorio de Terrassa para impartir clases de geografía o dar conferencias a los enfermos.

En ese compromiso de ayuda a los otros compartía muchos ideales no solo con su maestro Brunhes, sino también con la hija de éste Mariel Jean-Brunhes, con la que colaboró durante toda su vida y a la que le unió una profunda amistad. Al igual que Deffontaines, Mariel Jean-Brunhes tuvo también inquietudes sociales y mantuvo durante toda su vida la dirección de un servicio social a favor de la infancia, a la vez que fue una activista contra las guerras, incluida las de Argelia y la de Vietnam, a partir de sentimientos de profunda fraternidad cristiana.


De prehistoriador a geógrafo

Pierre Deffontaines había nacido en Limoges en 1894, en un medio familiar vinculado a la alta administración del Estado. Su padre era militar y el primer general que murió en la Guerra Europea en 1914. De ese ambiente familiar procede su idea de servir a Francia por encima de todo, que le acompañó a lo largo de su vida.

Estudió Derecho en Poitiers y se licenció en 1916. Quedó exento del servicio militar, por un defecto de nacimiento en la mano izquierda, y por ello no tuvo que ir a la guerra, en la que murió, como he dicho, su padre y también un hermano; esa discapacidad, sin duda, le salvó la vida. Se interesó por la prehistoria y estudió en el Institut de Paléonthologie Humaine, y en 1920 obtuvo un diploma en la École du Louvre -institución de enseñanza superior que había sido fundada en 1882 para la formación en Arqueología, Historia del Arte, Antropología y Lenguas Antiguas-, con mención especial en Prehistoria (1922).

Estos estudios le convirtieron en un prehistoriador y antropólogo, y a esos temas se refieren sus primeros estudios. A partir de 1914 comenzó a publicar trabajos de prehistoria, continuando hasta mediados de los años 1930; en total una veintena de artículos. Se trata de investigaciones sobre estaciones prehistóricas, sobre toponimia, de descripción de estructuras megalíticas, y sobre las condiciones físicas durante el cuaternario.

El magisterio de Jean Brunhes

Su llegada a la geografía tuvo lugar tras encontrar a Jean Brunhes. En algún trabajo ha confesado que conoció la obra de Brunhes y leyó su libro principal “casi a escondidas”, mientras realizaba sus estudios de Derecho[12]. Luego en 1918 asistió a los cursos que éste daba (desde 1912) en el College de France, y que tenían un gran éxito de público. Él mismo lo contó en varias ocasiones, y también reconoció que de él procedieron su orientación hacia los estudios de la vivienda en el Limousin y en el País Vasco, las formas de poblamiento y los tipos de estructuras rurales, como el bocage[13].

Su relación con Bruhnes fue facilitada porque éste era también una personalidad curiosa, que había estudiado primero filología griega y se había interesado más tarde por la geografía; de él procede también una frase que Deffontaines repitió en varias ocasiones, la de que “las ciencias avanzan por los márgenes”, y que sin duda le estimulaba a interesarse por otros campos disciplinarios próximos. De Brunhes tuvo numerosas influencias que le acompañarían toda la vida. Para empezar, la utilización del término geografía humana, que acabaría por aceptar también el mismo Paul Vidal de la Blache. También procede de Brunhes la superación de la concepción regional, que era la dominante en su época.

Desde 1895 Bruhnes había recorrido las huertas de Valencia y Murcia y se había interesado por el regadío y, de manera más general, por el hombre y el agua en el Mediterráneo. Su Tesis doctoral, dirigida por Paul Vidal de la Blache, llevó el título de Étude de Géographie humaine. L’irrigation, ses conditions géographiques, ses modes et son organisation dans la Peninsule Ibérique et dans l’Afrique du Nord, y fue  publicada en 1902. La Tesis, que fue dedicada “A Mon Maitre M. P. Vidal de La Blache”, empieza preguntándose qué hechos geográficos deben ser objeto de su estudio, en qué ciencias naturales conviene estudiar dichos hechos que se refieren a la explotación del agua por el hombre, y cuales son las zonas áridas o desérticas escogidas para este estudio, así como sus razones y las ventajas del mismo. Trata, por tanto, de pasar del análisis de un espacio concreto a cuestiones de carácter más general.

“Geographie Humaine” fue también el nombre de la cátedra que Brunhes ocupó en Friburgo de Suiza desde 1898 y durante catorce años, de cuyos cursos surgió la obra principal La Géographie humaine, essai de classification positive, principes et exemples, publicada en 1910. Una obra que no debió gustar mucho a Vidal de La Blache, que preparaba un libro semejante para sus cursos, obra que dejaría incompleta y que se publicaría póstumamente, con el título Principes de Géographie humaine (1922).

En el prefacio Brunhes insiste en que los ejemplos que esgrime han sido observados directamente por él mismo o por sus discípulos. El libro es todo él “una reacción contra la fraseología metafísica, mística o política que durante tanto tiempo ha impregnado el trabajo geográfico en ciertos países: armonías, derechos superiores de esta o aquella raza o de este o aquel imperio” Frente a ello en su geografía humana el “esfuerzo en el dominio de la ciencia positiva ha sido rigurosamente subordinado al método positivo” [14].

La primera edición de la Géographie humaine de Brunhes se agotó en pocos meses, y  pronto se publicó la segunda, en 1912, y otras ampliadas y revisadas en 1925 y 1934. Fue también traducida al inglés por J. C. Lacompte, y editada por Isaiah Bowman y Richard Ewood Dodge, publicada en 1920.

A partir del contacto con Jean Brunhes, los problemas generales de geografía humana interesarían cada vez más a Pierre Deffontaines en los años siguientes. Aunque él mismo realizaría un estudio regional en su Tesis doctoral, ya que eso era lo que se consideraba que proporcionaba la formación específicamente geográfica, en realidad en su trabajo científico posterior privilegió, sobre todo, el tratamiento de problemas concretos estudiados a una escala más amplia, con un enfoque comparativo.

De Brunhes aprendió también Deffontaines la importancia de la lucha del hombre con el medio y las adaptaciones al mismo, preocupaciones que como confesó en alguna ocasión, él mismo continuó luego en muchos de los trabajos que realizó o estimuló; de ahí proceden su interés por la casa (que constituía el capítulo primero del libro de Brunhes al tratar de los hechos esenciales de la Geografía) y por sus elementos morfológicos, como los tejados –sobre lo que colaboró con el maestro-, la adaptación a las condiciones físicas y, sobre todo, “a las formas de civilización y a los hechos históricos”. Muchas cosas le unían a Brunhes y muchos calificativos que Deffontaines aplica a su maestro[15] sin duda le convenían igualmente a él: tenía las ideas “espumeantes”, “la alegría de conocer”, fue “un sabio y un impulsor de vocaciones”; como él tenía una energía contagiosa y fue asimismo un hombre generoso.

Seguramente fue también la relación con Brunhes lo que le hizo consciente de la importancia de la fotografía y de las imágenes para el estudio geográfico. Su maestro había convencido al banquero y filántropo alsaciano Albert Kahn de la importancia de la creación de un archivo fotográfico mundial, Les Archives de la Planète, para constituir un inventario fotográfico de la superficie del planeta y de su transformación por el hombre, con una mirada abierta al medio ambiente, el hábitat y las actividades humanas. Entre 1912 y 1931 (cuando el proyecto quedó detenido por la crisis financiera de 1929, que afectó a las finanzas de Kahn) llegó a reunir 70.000 clichés autochromes, 4.000 placas estereoscópicas en color y unos 183.000 metros de película de 40 países[16]. Kahn había financiado la cátedra de Geografía Humana que ocupó Brunhes en el College de France y fue convencido de la importancia de reunir ese Archivo, que debía servir como memoria del mundo tal como era a comienzos del siglo XX, en sus dimensiones rural, industrial y colonial. Cada misión se preparaba con gran cuidado y los participantes en el proyecto recibían un ejemplar de la Géographie humaine de Brunhes, cuyo contenido constituía el esquema fundamental de los temas a fotografiar.

Deffontaines conoció sin duda ese proyecto, que tenía su sede en Boulogne-sur-Seine (hoy Boulogne-Billancourt), al sudoeste de Paris, y quedó impresionado por su ambición y significado. También siguió cursos en la Sorbona y obtuvo la Licenciatura en Histoire et Géographie en 1919, estudiando con Lucien Gallois, Albert Demangeon y Emmanuel de Martonne. Realizó el DES (luego Maitrise) en Histoire et Géographie, bajo la dirección de Demangeon, con un estudio sobre Essai de Géographie prehistorique du Limousin et de son partour sedimentaire, estableciendo así un vínculo entre su formación prehistórica y la nueva inclinación geográfica.

A partir de ese momento se observa una reorientación de sus investigaciones, que incorporan una dimensión nueva, con la aplicación de la metodología geográfica a los estudios de prehistoria (1921), lo cual le llevó al intento de avanzar en el conocimiento de la “geografía prehistórica” en Francia y otros países, y a la elaboración de un proyecto de atlas prehistórico.

Deffontaines geógrafo

Comienzos de 1920 parece ser el momento en que Pierre Deffontaines se dedicó ya plenamente a la geografía. Es entonces cuando, además de sus trabajos sobre geografía prehistórica, inicia sus investigaciones propiamente geográficas con un libro sobre La région du Nord-est. Notice géographique (Paris 1921), que se publicó con un prólogo de Jean Brunhes; a él le seguirían artículos dedicados a la fachada marítima de la Francia del Norte y sobre Lorena. Las regiones septentrionales y nororientales de Francia fueron, por tanto, su primer banco de pruebas en la investigación geográfica.

La beca que, por mediación de Brunhes, obtuvo de la Fondation Thiers, fue también decisiva en su evolución. Allí conoció a Robert Garric, una personalidad muy relevante del catolicismo social francés, que había sido estimulado por la Encíclica Rerum novarum de León XIII y por el trauma de la guerra mundial. Como otros muchos que después de la Guerra Europea trataron de luchar por un mundo mejor, Garric fundó en 1919 los “Equipes sociales”, donde se integraron jóvenes universitarios que se dirigían a los barrios populares para organizar cursos y visitas culturales[17].

Tras su incorporación al movimiento de Robert Garric, Deffontaines se integró en una red de intelectuales católicos. Pero la III República francesa después de que en 1905 afirmara la separación de la Iglesia y el Estado[18], había puesto énfasis en el laicismo, y llegó a tener una cierta desconfianza en los católicos practicantes. Por ello, según estima Claire Delfosse, profesora de la Universidad de Lille, “esta fuerte implicación no le permitió obtener una cátedra en la Universidad después de la agregación”, como era normal entonces[19]. Lo cual supuso una marginación en su carrera universitaria. Ese carácter de “marginado”del sistema universitario público francés ha sido destacado también por otros estudiosos de la escuela geográfica francesa[20].

Esa dificultad para seguir una carrera normal en la universidad pública tal vez le condujo a aceptar una plaza de profesor en las Facultades Católicas de Lille, donde ejerció entre 1924 y 1938 y fundó el Instituto de Geografía. En Lille se vinculó también a la Societé de Géographie de Lille, de la que era secretario Max Sorre, al que sustituyó en 1931; en el Bulletín de esta sociedad colaboraría habitualmente durante los años siguientes. En esos años apoyó asimismo el movimiento boy-scout y redactó el Petit Guide pour le voyager actif (1938), de que he hablado antes.

La instalación en Lille reforzó su orientación hacia los estudios de la Francia septentrional y su paisaje. Pero la colaboración con Jean Brunhes le inclinaría al mismo tiempo hacia trabajos de carácter general, como la geografía política y del trabajo (1926) o el nomadismo.

Entre 1921 y 1929 realizó varias misiones culturales a Polonia, Eslovaquia y Yugoslavia. Ellas le permitieron iniciar una línea de investigaciones en Europa central. Aprovechando los viajes al segundo de esos países (1924 y 1926) realizaría una docena de trabajos sobre diversas áreas de Checoslovaquia. La vida forestal y la vida pastoral atrajeron, sobre todo, su atención; pero también aspectos relacionados con el papel de la topografía en el poblamiento, la geografía urbana y los efectos de la reforma agraria. Todas esas investigaciones estaban en relación con su investigación sobre La vie forestière en Slovaquie, que fue su Tesis complementaria (Paris, 1932). El tema forestal, y las relaciones entre el hombre y el bosque sería uno de sus problemas de investigación preferidos y seguido en sus numerosos viajes a diferentes países. Y que dio lugar ya en 1933 a una obra general destacada: L’homme et la forêt, el segundo volumen de su colección sobre geografía humana.

En esos años el esfuerzo fundamental se dedicó a la elaboración de su Tesis doctoral, dirigida por Albert Demangeon, y que sería presentada en 1932 con el título Les hommes et leurs travaux dans les pays de la Moyenne Garonne, Agenais et Bas Quercy. La Tesis supone un hito en los estudios de geografía regional francesa por su enfoque totalmente original. En lugar de iniciar la presentación por el medio físico y la evolución histórica desde el pasado al presente, como era habitual, se inicia con el estudio de la situación actual, yendo luego hacia el pasado para estudiar aquellos aspectos que son importantes para comprender la organización del territorio. También es significativa la incorporación a la Tesis de un buen número de fotografías para presentar los hechos que se estudian, realizadas por él mismo.

Además de esa publicación principal, la Tesis daría lugar también, como era habitual, a otros diversos artículos publicados en los años siguientes sobre cuestiones que se iban convirtiendo en temas preferentes de atención más general: el ganado, la arboricultura de frutales, los tipos de poblamiento, las pesca, la ocupación de terrenos difíciles, como las áreas pantanosas, los trabajos agrícolas, la “geografía de la energía humana”, los tipos de carruajes y la disposición de las ruedas. También aparece desde ese momento su preocupación por el valor educativo de la geografía, el turismo, la geografía histórica, los viajes, la caza, y los métodos que deben utilizarse para la observación del paisaje geográfico o para “connaître et comprendre un coin de pays” o “un coin de nature”. Asimismo es de esos años su primer artículo (1934) sobre la geografía de las religiones, que sería un tema mantenido y desarrollado en los años siguientes.

Y finalmente continuó con la valoración y difusión de la obra de su maestro Jean Brunhes, con el que colaboró frecuentemente, con cuya hija Mariel Jean-Bruhes Delamare escribió varios trabajos, y al que siguió valorando todo el resto de su vida. En un artículo publicado en la Revista de Geografía de Barcelona sobre “la aportación geográfica de Jean Brunhes”, que tuve ocasión de traducir (1968), examinó sus aportaciones más destacadas a la geografía humana, empezando por la misma expresión que la designa, en lugar de Antropogeografía, que era preferida por otros. Deffontaines hizo en geografía lo mismo que reconoce en su maestro Brunhes, del que escribió que “fue la suya una geografía de exploración, una ciencia conquistadora”[21].

La colección de Geographie Humaine en Editions Gallimard

Sus relaciones con Gaston Gallimard le permitieron poner en marcha un proyecto muy ambicioso, la colección “Geographie Humaine”, iniciada en 1933; en ella se publicarían quince volúmenes en solo seis años, hasta el comienzo de la Guerra Mundial, y otros 21 durante las tres décadas siguientes (cuadro 1).

 

Cuadro 1
Títulos de la Colección Géographie Humaine dirigida por Pierre Deffontaines en las Editions Gallimard

Georges HARDY, Géographie et colonisation, Préface de Pierre Deffontaines, 1933, 210 p. + 40 p. f. t. 55 ils.   

Pierre DEFFONTAINES, L'homme et la forêt, 1933; Nouvelle édition revue et augmentée avec la collaboration de Jean-Pierre Deffontaines, 1969, 192 p + 32 p. f. t., 55 ils.   

Jules BLACHE, L'homme et la montagne, Préface de Raoul Blanchard, 1933, 192 p. + 32 p. f. t., 43 ils.

Benoît BROUILLETTE, La chasse des animaux à fourrure au Canada, Préface de Pierre Deffontaines, 1934, 224 p. + 32 p. f.t., 32 ils.

Jan WELZ, La vie des esquimaux, 1934, 190 p.

Edgar AUBERT DE LA RÜE, L'homme et les îles, 1935; Nouvelle édition 1956, 198 p. + 32 p. f. t, 32 ils.

Jean VELLARD,  Une civilisation du miel, 1935, 444 p.

André LEROI-GOURHAN, La civilisation du renne, 1936, 182 p. + 32 p. f. t., 32 ils.

Charles PARAIN, La Méditerranée . Les hommes et leurs travaux, 1936, 228 p.+ 32 p. f. t., 58 ils.

Pierre LAVEDAN, Géographie des villes, 1936, 341 p.

Marcel HÉRUBEL, L'homme et la côte . Étude d'économie maritime, 1937, 224 p. + 16 p. f. t. 29 ils.

Jacques ANCEL, Géographie des frontières, Préface d'André Siegfried, 1939, 222 p. + 32 p. f.t., 55 ils. 

Armand PERRIN, La civilisation de la vigne, 1938, 220 p. + 16 p. f.t., 26 ils.  

Edgar AUBERT DE LA RÜE, La Somalie française, 1939, 164 p. + 32 p. f.t., 61 ils.  

Georges HARDY, La géographie psychologique, 1939, 188 p. + 32 p. f.t., 45 ils.

Edgar AUBERT DE LA RÜE, L’homme et le vent, 1940, 220 p. + 32 p. f.t., 16 ils.

Marcel BLANCHARD, Géographie des chemins de fer, Préface de Raoul Dautry, 1942, 232 p. + 32 p. f.t., 57 ils.

Henri-Paul EYDOUX, L'homme et le Sahara. 1943, 208 p. + 32 p. f.t., 56 ils.

André G. HAUDRICOURT A.G. HEDIN Y L. HÉDIN, L’homme et les plantes cultivées, 1943, 233 p.

Robert CAPOT-REY, Géographie de la circulation sur les continents, 1946, 300 p. + 32 p. f.t., 64 ils. 

Pierre DEFFONTAINES, Géographie et religions, 1948, 444 p. + 24 p. f.t., 27 ils.

Henri PRAT, L’homme et le sol, 1949, 296 p. + 16 p. f.t., 16 ils.

Paul VEYRET, Géographie de l’elevage, 1951, 254 p.

Ernst MANKER, Les lapons des montagnes suédoises [1954], trad. du suédois par I. et S. P. Lehman , 292 p. + 16 p. f.t., 49 ils.

André-G. HAUDRICOURT, Mariel JEAN-BRUNHES DELAMARRE, L'homme et la charrue à travers le monde, Préface de Pierre Deffontaines et André Leroi-Gourhan, 1955, 512 p. + 16 p. f.t., 57 ils.

Eugène PÉPIN, Géographie de la circulation aérienne, 1955, Préface d'Ed. Warner, 344 p. + 16 p. f.t., 28 ils.

Pierre DEFFONTAINES, L'homme et l'hiver au Canada, 1957, 300 p. + 16 p. f.t., 26 ils.

Edgar AUBERT DE LA RÜE, Brésil aride . La vie dans la caatinga [1957] . Avec deux cartes, 256 p. + 16 p. f.t., 31 ils.

Jacques BESANÇON, L'homme et le Nil, 1957, 400 p. + 16 p. f.t., 29 ils.

Edgar AUBERT DE LA RÜE, L’homme et les volcans, 1958. Avec une carte, 400 p. + 16 p. f.t., 34 ils.

Louis-René NOUGIER, Géographie humaine préhistorique, Préface de Pierre Deffontaines, 1959, 328 p. + 16 p. f.t., 31 ils.

Jean DOLLFUS, L'homme et le Rhin, 1960, 400 p. + 16 p. f.t., 30 ils.

Jean VELLARD, Civilisations des Andes, 1963, 270 p.

Jacques BESANÇON, Géographie de la pêche, 1965, 532 p. + 16 p. f.t., 55 ils.

Daniel FAUCHER, L’homme et le Rhône, 1968, 404 p. + 24 p. f.t., 54 ils.

Pierre DEFFONTAINES, L'homme et sa maison, 1972, 256 p. + 16 p. f.t., 44 ils.

Fuente: elaboración propia.


En el prefacio del volumen primero, escrito por Georges Hardy sobre Géographie et colonisation, Deffontaines presentó el plan de esa colección dedicada a la geografía humana, en la que se trataría de presentar los paisajes y las actividades humanas, buscando los rasgos generales que los unificaban. Los hechos esenciales de la geografía humana, que habían sido destacados en la Géographie humaine de Brunhes iban a aparecer tratados en su colección: casas, caminos, campos de cultivo, animales domésticos, actividades mineras y el uso destructor de recursos vegetales y animales. La colección, anunciaba, tendría tres series, una dedicada a los retos y obstáculos a los que se enfrentaban los hombres, y que llevarían el título de L’homme et,,, (la montaña, el bosque, los volcanes); otra sobre temas geográficos concretos y relevantes, con los títulos de Géographie de… (la colonización,  las ciudades, las fronteras…); y una tercera dedicada a la actividad humana en áreas poco conocidas del planeta (la vida de los esquimales, la civilización de la miel, del reno…). Se trataba de llegar a un público amplio, tal como había hecho Brunhes y difundir la geografía humana como rama esencial de la ciencia geográfica.

Sin duda lo consiguió, ya que en cuatro décadas pudo publicar un total de 36 volúmenes, algunos con gran éxito, demostrado por el elevado número de ediciones (hasta once ediciones en el caso de L’homme et le vent, de E. Aubert de la Rue). Se trataba de ediciones con ilustraciones (fotografías y dibujos de los propios autores o del mismo Deffontaines y de Mariel Jean-Brunhes). Un rasgo esencial de esa colección es el carácter geográfico que tenían los temas, pero, al mismo tiempo, la formación amplia de los autores de las obras. Sin duda, su propia evolución intelectual, y la de su maestro Brunhes, le había hecho consciente del interés de superar las barreras disciplinarias, de avanzar por los bordes de las disciplinas, y de abrir el diálogo con otros especialistas, solicitándoles su propio punto de vista sobre problemas que tenían una dimensión espacial o específicamente geográfica. Por ello en esa colección colaboraron no solo geógrafos, sino también prehistoriadores, etnólogos, juristas, urbanistas, altos funcionarios de la administración pública o historiadores.

En lo que se refiere a los temas, además de la profunda originalidad del plan general antes citado, la colección se significa por la novedad de muchos de los títulos, verdaderamente atractivos en conjunto y, en algunos casos verdaderamente innovadores; la geografía de la colonización, las fronteras, la geografía de las ciudades, de los ferrocarriles, etc. En algunos casos los libros se adelantaron en varias décadas a temas que pasarían a estar de moda en la ciencia geográfica después de la revolución humanista de los años 1970. Es el caso del volumen de Georges Hardy sobre Géographie psicologique[22], que anuncia, en cierta manera, lo que sería el gran campo de la geografía de la percepción y de las imágenes mentales, que tanta importancia tendría en la ciencia[23].

Pero no es seguro que, a pesar de su éxito entre especialistas diversos (por ejemplo entre los etnólogos o los historiadores) la colección tuviera entre los mismos geógrafos profesionales (es decir, esencialmente los profesores universitarios) una repercusión similar. Primero, por la ausencia entre los títulos de obras que respondieran a una concepción regional, que fue dominante en Francia hasta los sucesos de mayo de 1968, que afectarían de forma significativa a la universidad francesa, y también a la ciencia geográfica. Y luego, en los años que siguieron a esa fecha, por el prestigio de la geografía teorética y cuantitativa, que era poco sensible a los temas abordados en esa serie. Desgraciadamente la colección se clausuró en 1972 con el volumen del mismo Deffontaines L’homme et la maison, justo cuando estaba a punto de difundirse un nuevo cambio en la ciencia geográfica, la revolución radical o humanista (en realidad, la postmodernidad en la geografía) que habría sido sensible a muchas de las cuestiones abordadas y a los enfoques que dominaban en ella.

Las misiones al extranjero

Deffontaines pudo beneficiarse también del importante esfuerzo de política cultural que hizo Francia después de la Primera Guerra, con la creación de numerosos Institutos Franceses en diversos países y, especialmente en los países iberoamericanos. A ellos se enviarían profesores e intelectuales “en misión”. Entre los cuales Deffontaines, que fue encargado de numerosas misiones en Europa y América. Se trataba de una política decidida para la difusión de la cultura francesa y el establecimiento de cabezas de puente para la relación con las universidades. Eran misiones temporales, bien recibidas en países americanos que estaban iniciando un proceso de renovación universitaria y cultural. Apoyado en ellas y en el prestigio y las relaciones de la geografía francesa, pudo contribuir, a veces de forma decisiva, a la creación de varios centros geográficos universitarios.  

Realizó diversos viajes a América, concretamente a Brasil y Canadá antes de la Guerra Mundial en 1934, 1936 y 1938.  En Canadá y concretamente en Québec, colaboró en la fundación del Institut de Géographie de la Université Laval[24].

También sería importante su actuación en Brasil, donde en 1934 se creó la Universidade Estadual de Sâo Paulo, fuertemente imbricada con el proyecto político territorial de la elite paulista tras la Revolución de 1930, que trataba de dar un impulso a la modernización del país. Un aspecto fundamental de dicho proyecto es la organización de una universidad moderna, para formar a las clases dirigentes y a los técnicos que se necesitaban. La creación de la Facultad de Filosofía y Letras como un centro de excelencia constituyó un aspecto importante de ese proyecto, en el que la ideología territorial expansiva de los bandeirantes paulistas era un elemento destacado. La enseñanza de la geografía trataba de conocer el territorio, hacer más sólida la unidad estatal y afirmar el dominio político y económico del espacio nacional con el reconocimiento de las fronteras[25]. La incorporación de profesores extranjeros de reconocido prestigio le ayudaría a esa tarea. Pierre Deffontaines formó parte de la primera “mision” francesa llegada a Brasil con ese objetivo, y fue encargado de la cátedra de Geografía Humana de la nueva Universidad de Sâo Paulo.

Desde esa posición estimuló la fundación de la Associaçâo dos Geógrafos Brasileiros, con el modelo de la Association des Géographes Françaises, logrando la incorporación a ella de destacados intelectuales, científicos y personalidades de relieve de São Paulo, todos ellos –como escribiría en el primer número de la revista de la Asociación- "estudiosos y amantes de la geografía animados por la misma pasión de descubrimientos y comprensión de su país"[26]. Se convertiría en la más importante institución geográfica brasileña, con representaciones en todos los estados de Brasil, integrando entre sus miembros a profesores de enseñanza secundaria y universitaria. Deffontaines sería su primer presidente, pero al pasar como profesor a la Universidad Federal de Rio de Janeiro (en 1935) fue sustituido por Pierre Mombeig (miembro de la segunda misión francesa), que desempeñaría una importante labor docente y académica en la Universidade de Sâo Paulo y orientaría sus investigaciones en una dirección que era particularmente grata a la elite paulista, es decir hacia los frentes pioneros y hacia el desarrollo del cultivo del café en el altiplano de ese estado, la actividad de los fazendeiros y el desarrollo de la gran metrópoli capital.

En Rio de Janeiro Deffontaines contribuyó a la puesta en marcha de las enseñanzas de geografía en la Universidad Federal de esa ciudad y a la fundación de la Revista Brasileira de Geografía. Como se ha escrito, utilizaba la geografía a la vez como elemento de difusión de la cultura francesa y de la misma escuela geográfica francesa[27].

Desde el primer número de la nueva revista Deffontaines inició la publicación de una serie de artículos sobre la geografía humana de Brasil, muy significativos de la forma de proceder que ya era habitual en él: se inicia con los diferentes elementos de la naturaleza y la lucha de los hombres contra cada uno de ellos, continúa con los efectivos humanos y su distribución, que incluye la caracterización de personajes–tipo (desde el fazendeiro y el comerciante ambulantes a los trabajadores de las fábricas y los habitantes de las favelas) y finaliza con la geografía urbana y la geografía económica de Brasil[28].

En los viajes por América utilizó ya el avión y le permitieron darse cuenta de la revolución que la imagen desde el aire suponía para la comprensión de las estructuras y de los paisajes geográficos. A partir de 1938 publicaría artículos sobre la geografía de los transportes aéreos, y sobre la visión aérea en diversas rutas: de Amsterdam a París (a la vuelta del Congreso Internacional de Geografía que había tenido lugar en la primera ciudad) o de Buenos Aires a Chile sobrevolando los Andes. Ese interés, mantenido en años siguientes, le llevaría más tarde a nuevas observaciones y a la concepción del Atlas Aérien de la France, que publicaría entre 1955 y 1964 en Gallimard, dirigida por él y por Mariel Jean-Brunhes, y que en sus cinco volúmenes incluye un total de 1.450 fotos comentadas. El avión, según escribió, supuso una forma nueva de ver la tierra, hasta el punto de que se podía decir que con él había aparecido otro planeta[29].

Pero sobre todo, esos viajes le permitirían lanzar su mirada curiosa sobre nuevos territorios ultramarinos que iba visitando y descubriendo.

Ante todo, Canadá, con ocasión de su misión en Québec. El ambiente frío de ese país, las adaptaciones al invierno, la geografía del fuego, las formas de colonización agraria y de poblamiento rural (el rang), la caza y el comercio de las pieles, les ronds de fesse, y el bosque, siempre presente, serían temas de investigación durante el resto de su vida, renovados en cada viaje que hizo a ese país. Culminaría en su libro L’homme et l’hiver au Canadá (1957), incluido en su colección de “Géographie Humaine”.

Por su parte, los países iberoamericanos le permitieron ponerse en contacto con el medio ecuatorial y tropical en general, que constantemente comparó con los otros que conocía (el templado atlántico, el mediterráneo, el continental de la Europa central, el frío y subpolar de Canadá). Y en todos ellos se preocupó de los temas que ya había venido observando y estudiando en otros ambientes: el poblamiento rural, la montaña, los paisajes, los sistemas de transporte tradicionales y nuevos (desde el transporte en mulas a la aviación), los modos de vida tradicionales, los nómadas. A los que se añadían la admiración por el dinamismo de las ciudades brasileñas, argentinas y de otros países iberoamericanos (o latinoamericanos, como los franceses preferían decir, para tener más influencia en ellos).

La imbricación de los temas es muy clara en él. Por ejemplo, en la guía del viajero activo, había señalado el interés de estudiar los personajes-tipo de cada país. El mismo hacía eso, como hemos visto, y dedicaba artículos en revistas geográficas para presentar los personajes tipo en diversos países, las unidades comarcales y regionales y los paisajes que los expresaban, la visión del territorio desde el aire, y de manera general el hombre y diferentes elementos geográficos (el bosque, la montaña, el frío). Sin duda su relación con prehistoriadores, etnólogos y antropólogos le hacía muy sensible a los tipos humanos, a las formas de vida tradicionales, y a la descripción etnográfica en general.

Gracias a su obra, a su relación con Jean Brunhes y con los grandes geógrafos de la escuela francesa de geografía, y a estas misiones, en la víspera de la Segunda Guerra Mundial Pierre Deffontaines era ya uno de los geógrafos más internacionalmente reconocido, a pesar de no tener un puesto en la universidad pública francesa. Ese fue el momento en que, acabada la guerra civil española y siendo embajador en España el mariscal Philippe Pétain, el héroe de Verdún y amigo personal de su padre y de la familia, fue elegido como director del Instituto Francés en España, para llevar a cabo una delicada misión diplomática y cultural.

En el nombramiento para dirigir el Institut Francés, fue decisiva su trayectoria vital anterior, las misiones que, como hemos visto, había desarrollado, y ciertas facetas personales. Además de la amistad con el mariscal Pétain, que continuaría de embajador en España hasta mayo de 1940, en que pasó a ser Jefe del Estado francés, Deffontaines era una personalidad de clara filiación católica, lo que constituía una buena carta de presentación ante el nuevo Régimen.

Tenía que desempeñar (al igual que Maurice Legendre y Paul Guinard en Madrid)  una misión delicada de difusión cultural en el contexto del nuevo Régimen político español. Su actitud abierta ante los territorios que recorría, y su amplia formación geográfica le facilitaron, sin duda, su tarea, tanto en lo que se refiere a la capacidad para conocer el medio en que debía actuar como en la utilización de la geografía para su labor cultural.


El geógrafo director del Instituto Francés

Deffontaines llegó a Barcelona a fines de 1939 como director del Instituto Francés, y permanecería en el cargo hasta 1964. Luego continuó viviendo en Barcelona hasta 1975, es decir, un total de 35 años en esta ciudad.

La dirección del Instituto y el papel de la geografía

Sabemos que desde que llegó a la ciudad se dedicó a conocerla y a visitar sus alrededores, en concreto el delta del Llobregat. También inmediatamente decidió desempeñar un papel en el desarrollo de la geografía catalana.

Para ello, en primer lugar, trató de establecer contactos con los geógrafos catalanes. Salvador Llobet ha narrado en un artículo de la Revista de Geografía de la Universidad de Barcelona publicado con ocasión del fallecimiento de Deffontaines, el primer encuentro que tuvo con él en 1940, junto con José María Puchades. Su narración es muy interesante porque muestra que Deffontaines utilizó una táctica que, como ya hemos visto, era típica de él: “la fausse crevaison de byciclette”. A través de Puchades Deffontaines les hizo llegar a los dos que quería solicitar su ayuda para unos problemas que tenía: quería “preguntarles, en petit comité, por algunas cuestiones geográficas que se le habían suscitado visitando el delta del Llobregat”.

Puchades y Llobet acudieron “ilusionados a ese intercambio de opiniones, tanto más interesante -ha escrito este último- cuanto que con la desbandada general de la gente mayor que nosotros y el panorama desolado que sufría la geografía en aquellos momentos de nacimiento de una escuela geográfica, nos encontrábamos desamparados”[30].

Para documentarse y causar una buena impresión “a un hombre tan reconocido científicamente”, decidieron recorrer nuevamente el delta del Llobregat desde Sant Boi a la desembocadura del río. Pero los problemas de geografía física y humana que Deffontaines les planteó en esa reunión “no habían sido ni sospechados por nosotros”, lo que les causó sorpresa y admiración.

Y añaden: “esto estimuló la continuación de los contactos geográficos y formamos, para comenzar, con el ingeniero Ferrer de Franganillo", lo que Defontaines llamó el Cercle des Géographes, y que “permitió reunir a unos cuantos interesados por la geografía con inquietudes investigadoras, que en aquellos momentos inmediatos a la guerra civil, no se encontraba en otro lugar”. Seguramente el nombre le fue inspirado a Deffontaines, por el Cercle o Societé que Albert Kahn había reunido en Boulogne-Billancourt, en relación con sus proyectos filantrópicos y su iniciativa de Les Archives de la Planète. Siguiendo esa idea, procuró organizar otros “círculos” en el Instituto Francés, para reunir a los interesados en temas artísticos, literarios o científico-técnicos, que establecían posibilidades de contactos e intercambios.

Los problemas políticos

Durante la primera mitad de los años 1940 el Instituto Francés se vio afectado por los problemas de la continuidad del poder político en Francia: la instauración del Régimen colaboracionista de Vichy, reconocido por Estados Unidos aunque estuviera en guerra con Alemania, las dificultades de constitución de un gobierno provisional en el exilio, y la aparición de la Resistencia interna frente a los nazis.

La rendición de Francia ante Alemania se produjo el 22 de junio de 1940 y la Asamblea Nacional reunida en Vichy dio plenos poderes al mariscal Pétain el 10 de julio de 1940[31]. El gobierno de Vichy mantuvo el control de una parte del territorio metropolitano hasta el desembarco aliado en el norte de África en noviembre de 1942 y formalmente hasta agosto de 1944. De hecho, la proclamación por De Gaulle del Gobierno Provisional de la República Francesa (que, como expresó el gaullismo, poseía la “legitimidad”, frente a la “legalidad” de Vichy) se hizo en junio de 1944. La liberación de París se produjo el 25 de agosto de 1944 y el 23 de octubre de ese año EEUU, Gran Bretaña y la URSS reconocieron al Gobierno Provisional dirigido por De Gaulle.

Toda esa situación confusa y la extensión del apoyo al régimen de Vichy son sin duda un reflejo de “las dos Francias” que existen, por lo menos, desde la Revolución Francesa en 1789, y que se tradujo en una sucesión de oscilaciones políticas en el siglo XIX, bastante similares a las españolas, causadas por la oposición a la República y los intentos de restaurar el Ancien Régime[32]. Incluso la Restauración republicana después del fracaso de la Comuna en 1871, tuvo características similares a lo que sucedió con la Restauración española después del Sexenio Revolucionario, que incluyen el esfuerzo por recristianizar el país y la construcción de templos expiatorios (el Sacré Coeur en Francia, para expiar los pecados de la Comuna y el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona).

En el siglo XX la fuerte presencia en Francia de un nacionalismo de derechas estaba representada por Action Française y el pensamiento de Charles Maurras, católico por conveniencia, monárquico y sensible a los regionalismos (es decir, anticentralista)[33]. El apoyo a Pétain fue, sin duda, otra expresión de esa división en Francia, ya que había muchos que preferían antes al Mariscal que un gobierno republicano. Esa amplia Francia conservadora, e incluso profundamente reaccionaria, es la que saludó con alegría la implantación del régimen de Franco en España. De hecho, los ideales nacionalistas y conservadores del régimen de Vichy y los del franquista eran muy similares, así como lo era la Revolution Nationale del régimen de Vichy (que sustituyó la leyenda “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, por la de “Trabajo, Familia y  Patria”) y el Movimiento Nacional. Tanto uno como otro tenían la misma hostilidad contra la llamada “conspiración judeo-masónica-marxista”.

Durante todos esos años de la primera mitad de 1940 el Instituto Francés procuró mantener su actividad, pero no dejó de estar afectado por los problemas de legalidad y legitimidad.

Durante los años 1940 a 42 había conferencias de un contenido más político, como la que dio el embajador de Francia en España François Pietri[34] el 17 de mayo de 1942, con asistencia del Capitán General, el Gobernador Civil, el Alcalde de Barcelona, y la de Deffontaines como Director del Instituto Francés, acerca de la actividad de Luciano Bonaparte en su función de embajador francés ante José I[35]. Algunas más tuvieron un contenido ideológicamente favorables a la situación, como la que el 27 de abril de 1940 impartió M. Jean La Cour Grandmaison sobre las obras sociales del catolicismo francés, en la que el conferenciante expresó su admiración por la rápida reconstrucción de España en lo material, lo económico social y espiritual, y presentó las soluciones “que dan los católicos a los problemas sociales, en oposición a las propuestas por el liberalismo”, y las iniciativas “para controlar los excesos del capital sobre el trabajo”[36].

Pero al mismo tiempo se procuró mantener la actividad cultural con conferencias de tipo diverso, incluyendo las de carácter geográfico, como veremos en seguida. Por otra parte, las reuniones mensuales del ‘Cercle des Géographes’ se siguieron realizando, aunque Llobet advierte “con el único lapso de tiempo de la destitución de director del Instituto Francés durante los momentos de la ocupación alemana de Francia”. En efecto, Paul Guinard, director en Madrid, Deffontaines y la casi totalidad de los funcionarios de los Institutos y de los profesores de los Liceos de Madrid y Barcelona se pusieron a disposición del Comité Français de Liberation National, lo que provocó que fueran destituidos por el gobierno de Vichy.

El 2 de mayo de 1943 el nuevo cónsul francés en Barcelona relevó de su cargo de director del Instituto Francés a Pierre Deffontaines, que junto con otros profesores y funcionarios, intentó reorganizar las actividades con la creación de un nuevo Instituto disidente, en el marco de la Asociación Nacional de Idiomas Extranjeros, y bajo la autoridad de la Universidad de Argel. Este Liceo se convirtió pronto en un centro de ayuda a los resistentes franceses que pasaban por Barcelona y, vía Portugal, a Argel para combatir contra los alemanes[37].

Sabemos que a una conferencia del 27 de febrero de 1944 asistió el Cónsul general encargado por el Comité Francés de Liberación Nacional[38]. Y también que el 10 de septiembre de 1944 Deffontaines recuperó los locales del Instituto Francés en nombre del Gobierno Provisional de la República Francesa[39]. El 15 de noviembre de 1944 ya era de nuevo director de la institución, y en los primeros meses de 1945 parece haberse recuperado la normalidad, informando nuevamente la prensa de las actividades del director de la misma[40].

Durante los años siguientes, el Instituto Francés “se convirtió en una especie de oasis de libertad”[41]. En general, se hizo un esfuerzo para mantener e intensificar en lo posible la labor cultural que desarrollaba el Instituto. Lo más importante era la actividad de conferencias sobre temas históricos, artísticos, arqueológicos, literarios, pero también la organización de exposiciones y de conciertos. Se organizaron muestras de arte, entre ellas de arte contemporáneo español[42]. El Instituto era, sin duda, un lugar de encuentro de la intelectualidad barcelonesa.

Pero es importante destacar que cumplió también otra función cultural de carácter científico-técnico, a través de conferencias sobre temas médicos, de ingeniería o economía, y las que se realizaron sobre electricidad (12 de septiembre 1942), construcción de máquinas[43], ferrocarriles y otras. Al mismo tiempo mantuvo una política de invitar a personalidades españolas, para dar conferencias. Así Fernando Valls Taberner (3 de marzo 1940), Luis Pericot (26 abril 1940) o Santiago Dexeus. Y se mantuvo una vinculación con las actividades culturales españolas, de lo que informaba también la prensa de la época. Por ejemplo de la asistencia del director del Instituto a diversos actos y conferencias; como la que pronunció Pedro Laín Entralgo en el Ateneo Barcelonés en diciembre de 1942[44] sobre la obra de Menéndez Pelayo.

En aquellos años Deffontaines se fue convirtiendo en una personalidad conocida en los ambientes intelectuales y sociales de Barcelona, ampliamente presente en la prensa por su asistencia a actividades diversas, y por otras noticias. Como la de un retrato suyo que se presentó en la exposición de Juan Cardellac en la Galería Argos, y que fue alabado por su precisión fisiognómica[45].


Nuevas aportaciones a la geografía humana

En toda esa actividad del Instituto destaca la intervención directa de Pierre Deffontaines en su calidad de conferenciante sobre temas de geografía, tanto en el propio Instituto como en otras instituciones. Al menos unas veinte conferencias fueron pronunciadas entre 1940 y 1945 sobre temas geográficos, que muestran claramente la continuidad de sus preocupaciones respecto a los temas ya abordados en la década de 1930, y la consolidación de otros; pero también reflejan el trabajo nuevo que realizaba sobre aspectos geográficos de Cataluña, que él iba descubriendo y estudiando, y de otras áreas que ya conocía y volvía a considerar en sus viajes, especialmente en sus viajes a América.

El diario La Vanguardia Española, por ejemplo, dio fielmente la noticia de las conferencias que pronunció, muchas de ellas, según se advertía, ilustradas con proyecciones (Cuadro 2). A ello deben añadirse las de otros geógrafos franceses que pasaron por Barcelona invitados por el Instituto Francés. Como la que impartió De Martonne en dicho centro sobre “Los desiertos de América Latina", en mayo de 1944[46].

Cuadro 2
Algunas conferencias de Pierre Deffontaines en Barcelona, 1940-1945

10 de marzo de 1940, Le  probleme des villes: Pourquoi les villes occupent leur place[47].

6 enero 1940, “Nouvelles visions de la Terre vues par avion”[48].

25 febrero 1940, “Essai d’explication des paysages ruraux. Exemples pris au cours d’un voyage en avion de Madrid à Barcelone”[49].

8 de noviembre de 1940 con título desconocido[50].

11 enero 1941, “La lutte contre le froid”, serie de conferencias durante el primer trimestre[51].

30 octubre 1941, Primera conferencia del ciclo sobre “La Mediterranée et ses hommes. Un mer entre montagnes[52].

9 enero 1942,  La Méditerránee et ses homes. Moutons et chévres. Lutte du pasteur contre l’agriculture[53].

27 marzo 1942,Géographie humaine et vie sociale” (en la Escuela social, dentro de un curso de Ampliación de Estudios)[54].

19 abril 1942, Les portes de la Méditerranée[55].

8 noviembre 1942, Le potential géographique de la France[56].

22 noviembre 1942, Le potentiel géographique de la France. Comme fût occupé la montagne[57].

28 noviembre 1942, Le potentiel géographique de la France. Comme fût conquise la foret[58].

21 febrero 1943,  Le potentiel géographique de France. À la conquete d’une autonomie d’energie par l’electricité[59].

10 marzo 1943, “Brésil, terre de porvenir (en el Ateneo Barcelonés)” [60].

1 mayo 1943, “Le delta du Llobregat”, primera conferencia del ciclo “Excursions en Catalogne”[61].

11 de diciembre de 1943, La traversée des Andes par Air France : en avion a 6.000 métres (p. 11)

10 noviembre 1944, “El mariscal Lyautey”[62].

19 enero 1945, “Geografía del transporte aéreo” (en el Ateneo Barcelonés)[63].

16 mayo 1945, “Transformación del paisaje de Paris desde 1830”, en el marco de la Exposición un siglo de vida parisiense, 1830-1930[64].

Fuente: Elaboración propia a partir de la colección de La Vanguardia Española.

 

Entre las que se refieren a temas no geográficos, la dedicada al mariscal Lyautey parece mostrar una admiración por la actuación de este Gobernador (o Residente) General de Marruecos, que había conducido una política activa de penetración colonial adaptada a las condiciones culturales del país, y que había apoyado para ello los estudios etnológicos y la creación de instituciones académicas con énfasis interdisciplinario[65]. Uno de sus colaboradores, Georges Hardy, realizo, como hemos visto, dos volúmenes para la colección de Geografía Humana de Gallimard.

La actividad de Deffontaines fue importante para el desarrollo y consolidación de la geografía. En lo que se refiere al ‘Cercle des Géographes’, continuó funcionando durante todo ese tiempo. Los que sucesivamente se incorporaron a dicho círculo fueron, según recuerda Llobet, Noel Llopis Lladó, Luis Solé Sabarís, Joaquina Comas, Joan Vilá Valentí, Montserrat Rubió, María de Bolós y otros. Se discutían temas geográficos, se presentaban y debatían investigaciones en curso, y se podía conocer y escuchar a los geógrafos y profesores universitarios que pasaban por Barcelona invitados por el Instituto Francés. Solé Sabarís desempeñaría asimismo un papel importante en reuniones que se celebraban en el Laboratorio de Geología de la Universidad de Barcelona. También se realizaron salidas de campo dirigidas por Deffontaines, que fueron, según confesión de los que participaron, muy formativas para ellos.

Da una idea del talante de Deffontaines el hecho de que – escribe Llobet- “se consideró siempre como uno de tantos, y sus opiniones plenas de sprit, que dicen los franceses, enseñaban siempre nuevas facetas, muchas veces insospechadas”.

Sería interesante estudiar las actas o las informaciones que existan de estas reuniones (que se mantuvieron hasta mediados de los años 1960), y de sus asistentes, para conocer con más precisión los temas de debates y tener una idea más precisa de su importancia, que, sin ninguna duda, fue muy grande. Los testimonios que personalmente he escuchado del mismo Llobet, de Vilá Valentí, de María de Bolós o de Enric Lluch me hacen tener una conciencia clara de lo que significaron en su formación. Algunos, como Vilá, no han dudado en manifestar que le consideran “un verdadero maestro”[66].

El Instituto Francés disponía de una biblioteca que se había enriquecido con una donación de 3.000 volúmenes regalada por el Mariscal Pétain en septiembre de 1941[67]. Deffontaines completó esos fondos en los años siguientes, dedicando amplia atención a las obras geográficas, que tuvieron un valor considerable para la formación de los geógrafos.

Otro de los rasgos de la personalidad de Deffontaines aparece también reflejado en el testimonio de Llobet, el de su curiosidad universal. Llobet describe con precisión y cordialidad el ambiente de los debates, su amplia formación, el “microscópico examen” a que sometía los temas tratados, sus sugerencias que llevaban a los oyentes por caminos insospechados; y añade: “cuando buscaba el contraste en la comparación y destacaba las aparentes anomalías, estallaba con la expresión “c’est curieux”, pronunciada frecuentemente en sus lecciones para señalar las diferencias que en un examen superficial serían presumibles; parecía un niño maravillado”.

El artículo de Llobet proporciona otros detalles sobre algunas salidas de campo que se hicieron, sobre la intervención de Pierre Deffontaines en el curso de estudios geográficos de Jaca en 1946, “que tantas vocaciones despertó” y que “fue una revelación para muchos que desconocían la geografía y su faceta entusiamadora”. También alude al papel de Deffontaines para conseguir becas y estancias en Francia a muchos científicos y artistas catalanes, especialmente valiosas en los años de aislamiento internacional de España durante las décadas de 1940 y 50.

Estima, por último que para la geografía catalana fue “un hombre providencial en el gran momento de abatimiento intelectual de nuestro país”, y concluye que muchos encontraron “en él y en el Instituto Francés un hermano o, mejor aún, un padre”.

Los años que siguieron al final de la Guerra Mundial fueron especialmente difíciles para el Instituto Francés en sus relaciones con el país. En Francia había un sentimiento de culpabilidad por no haber apoyado a la República Española, así como un interés por marcar distancias respecto al régimen de Vichy, y hacer olvidar la colaboración con los nazis por parte del gobierno y de una parte de la población francesa durante la ocupación alemana. Frente a ello defendieron la idea de la Resistencia y se hicieron grandes presiones para la ruptura con Franco, con el fin de marcar diferencias respecto al periodo anterior[68].

La ruptura diplomática no se produjo; pero la frontera se cerró en 1946 y permaneció clausurada hasta 1948, lo que dificultaba el movimiento entre los dos países. Había una red de centros escolares franceses en España y los Institutos Franceses en Madrid y Barcelona. Para la recuperación del prestigio francés la política cultural fue nuevamente importante, en competencia con británicos y norteamericanos. Fue impulsada por la llegada de Louis Joxe a la Direction Génerale de Relations Culturelles en 1946.

En 1947 el periódico Ce Soir, dirigido por Louis Aragon, recogía una información en la que señalaba que los directores del Instituto Francés en Madrid y Barcelona habían exaltado la obra de Franco al inaugurar el Colegio Francés. Y que en la situación actual esa actitud era rechazable[69]. Desde París se pidieron explicaciones al cónsul de Barcelona, que dijo que la noticia era falsa.

Frente al movimiento de opinión pública que exigía la ruptura de relaciones diplomáticas con España, Francia optó por mantenerlas en el plano cultural para contribuir a la normalización democrática de España. El argumento del gobierno francés para mantener los centros culturales era que esto “aportaba un apoyo moral e intelectual a los demócratas españoles”[70]. En ese papel colaboró también el Instituto Francés de Barcelona con conferencias sobre Marc Bloch, Paul Eulard, Louis Aragon o Jean Paul Sartre[71].

El régimen de Franco trataba de presentar la situación francesa de postguerra como caótica. Frente a ello el Instituto debía insistir en la reconstrucción y mostrar la vinculación de la Francia libre con el pasado y la cultura.

Para hacer frente al cierre de frontera se acudió a los intelectuales españoles que tenían simpatía con Francia (por ejemplo en Barcelona Manolo Huguet o Joan Miró), que incluso prestaron libros para exposiciones; o a investigadores franceses que trabajaban sobre Cataluña, como el geógrafo (y ya en aquellos años historiador) Pierre Vilar, discípulo de Albert Demangeon y de Max Sorre, que se incorporó al Institut como profesor del Liceo Francés y pronunció un ciclo de conferencias en 1946[72].

Deffontaines apoyó toda esa política y la utilizó de forma hábil.  Estaba convencido de la importancia de la labor del Instituto para la difusión y la vitalidad de la cultura francesa en esos años de después de la guerra. El Instituto Francés argumentó ante las autoridades de su país que no toda España era franquista, e insistió en la necesidad de apoyar a los demócratas en los contactos con el exterior. La organización de conferencias científicas era también una dimensión importante en dicha política cultural. Por ejemplo el ciclo de conferencias sobre Pasteur, en diciembre 1945[73]. Por todo ello, en Cataluña hay un sentimiento profundo de afecto a su persona, a su labor cultural y a su obra geográfica.

En Cataluña había una actitud receptiva de la sociedad ante la cultura francesa.  Muchos barceloneses preferían mirar hacia París, frente a Madrid. Hubo también entre los grupos sociales más liberales una aceptación de la enseñanza del Liceo Francés, frente a la enseñanza oficial.  El Instituto Francés era sin duda un lugar de encuentro para la intelectualidad catalana, aceptado y reconocido por el gobierno francés, con apoyo encubierto -como se dice en una carta del cónsul, a la dirección General de Relaciones Culturales (de 6 de agosto de 1946)-  “a todos los que han sido amordazados o se encuentran disconformes con el régimen”[74], a la vez que resaltaba el papel de la biblioteca, que poseía libros de difícil lectura en España, incluyendo obras de Aragon o Sartre. Pero eso tenía sus peligros, ya que podía conducir a acusaciones de antifranquismo; una investigación de la Jefatura de Policía sobre la actividad del director del Instituto Francés concluyó que éste observaba “buena conducta moral en todos los aspectos, carece de actividad política de ninguna clase, y profesa la religión católica”[75].

Deffontaines, al mismo tiempo, continuaba con una intensa actividad cultural y geográfica. Durante la segunda mitad de los años 1940 prosiguió con su labor de difusión geográfica, con conferencias en instituciones diversas. Así el 19 enero 1949 disertó en el Ateneo Barcelonés sobre “El hombre y el bosque”[76]. Teniendo en cuenta las circunstancias, trataba de mostrar también a las autoridades francesas su papel en la extensión científica, y no dudaba en atribuirse méritos en ese sentido. Así en un informe a París alude al hecho de estar incluso dirigiendo tres Tesis de miembros del ‘Cercle de Geógraphes’ de Barcelona[77].

Al mismo tiempo mantenía amplias relaciones internacionales. Durante esos años visitó Argentina, Uruguay y Brasil en 1946; Canadá (Québec) en 1948; Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia en 1950, México en 1954, Chile en 1959, Canadá en 1960, Noruega en 1962, Israel en 1962, Argentina (Mendoza) en 1965, Canadá en 1967. Con ocasión de todos esos viajes realizó observaciones que le servirían para publicar artículos científicos o de divulgación, sobre los problemas que le interesaban: el invierno, la casa, el poblamiento, la religión, la montaña, los medios de comunicación y la evolución de los transportes, la colonización de territorios con características físicas diferentes, las huertas y los oasis, el desarrollo urbano[78].

La prensa daba noticias acerca de sus actividades en otros países. Así en enero de 1949 informaba de que acababa de regresar de Canadá “donde ha fundado el Instituto de Geografía de la Universidad de Québec”; en seguida inauguraba el ciclo de conferencias sobre Canadá[79]. Y el 12 de enero de 1950 se publicaba que Pierre Deffontaines había sido distinguido por el gobierno brasileño con la Orden Nacional de la Cruz del Sur “por su misión educativa llevada a cabo en São Paulo y las obras publicadas sobre la geografía de Brasil”[80]. Brasil siguió siendo una de sus pasiones hasta el final de su vida, y en relación con la geografía de este país presentó todavía en 1968 una comunicación sobre “Le rôle de l’èlevage dans la régionalisation de l’espace au Brésil”, al Coloquio celebrado en Burdeos, del que ya he hablado. En 1965 un buen conocedor de América, Pau Vila, no dudaba en afirmar que posiblemente Deffontaines era “el geógrafo europeo mejor conocedor  de aquel continente”[81].

Mantuvo permanentemente y amplió su vinculación con los geógrafos catalanes. El 26 abril 1946 intervino en la inauguración del Instituto Juan Sebastián Elcano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, recién creado en Barcelona, con una conferencia sobre “Méthode et programme de la Géographie humaine[82]. La prensa daba puntualmente cuenta de las actividades del Instituto Francés y de su director, como la inauguración de curso el 2 de febrero 1950[83].  También diversas noticias sobre su asistencia como director de dicha institución Francés a diferentes actos culturales y sociales en Barcelona.

En todos esos años fue capaz de combinar su actividad diplomática y de gestión con la investigación geográfica, con trabajos publicados en los medios más diversos, desde revistas científicas internacionales a obras de gran difusión editorial.

Trabajos ante todo sobre la geografía catalana y española en general, que iba descubriendo poco a poco y que pudo insertar en su conocimiento y su interés en las tierras mediterráneas. El delta del Llobregat, que le habíamos visto visitar inmediatamente después de llegar a Barcelona, dio lugar a un primer artículo geográfico (1949), al que seguirían otros sobre el delta del Ebro; diversos trabajos sobre las islas Baleares, en donde le había precedido Pierre Mombeig y donde se había instalado durante los veranos (la casa, los campos, el poblamiento, las huertas); los horizontes de trabajo en el macizo de Alcoy; la actividad humana en los bordes del Vallés; la cubierta y la explotación forestal en Cataluña y en Cantabria; el cultivo de los champiñones en el Maresme; y diversas presentaciones generales de la geografía catalana y del conjunto del Mediterráneo occidental[84]. También realizó artículos para la prensa barcelonesa sobre temas catalanes[85]. En relación con esas y otras publicaciones se interesó también por los trabajos de los geógrafos españoles que trataban de temas que él investigaba, y procuró conocerlos y citarlos[86].

Tenía una gran capacidad para mostrar hechos y consecuencias significativas a partir de datos aparentemente insignificantes. Le interesaba la geografía, pero más allá de ella le interesaban los hombre, los que vivían en los lugares que estudiaba. Y el hombre en general.

En 1948 fundó con André Leroi-Gourham, subdirector del Musée de l’Homme, y catedrático de Ethnologie General y Prehistoire una revista, la Revue de Géographie Humaine et d’Ethnologie. Fue secretaria la hija de Jean Brunhes, que había ido evolucionando hacia la etnología. Era un proyecto conjunto de etnólogos y geógrafos, que sentían la necesidad de establecer puntos de contactos y de unir sus fuerzas, para “conocer mejor al hombre, su medio y su trabajo”[87].  

Sin duda la colaboración entre Pierre Deffontaines y Mariel Jean-Brunhes  (que añadió a su apellido el de Delamarre, por su esposo el escultor Raymond Delamarre) fue muy importante para ambos. Los dos compartían la veneración por el padre y maestro. Juntos colaboraron en gran número de trabajos. Algunos se iniciaron ya  en los años 1920, como el estudio del reparto de los tipos de tejados en Francia. Mariel fue geógrafa, etnóloga y coleccionista de objetos de la cultura popular (esencialmente agraria y pastoril), de todo el mundo, y creó el museo nacional de Arts et Traditions Populaires. Al igual que Deffontaines, combinaba fuentes arqueológicas, iconográficas, históricas, tecnológicas, lingüísticas y paisajísticas (como la morfología de los campos) en sus investigaciones etnológicas. Sin duda los trabajos de Deffontaines sobre la ganadería alimentaron las investigaciones de Mariel, y se interesó también en el pastoreo, y en todas las actividades que se relacionan con él, desde los objetos a la literatura, el baile y la música. Los dos ponían un énfasis especial en la comparación. Sus intereses temáticos eran similares, especialmente en lo que se refiere a la vida agrícola y pastoril en el mundo, y las técnicas y el utillaje tradicional, de la época premaquinista. Su gran obra L’homme et la charrue à travers le monde (con André George Haudricourt) se publicó en la colección “Géographie Humaine”. Finalmente, al igual que Deffontaines, daba mucho valor a los dibujos, y a veces era acompañada en sus campañas etnológicas por un dibujante[88]. Su tesis, defendida en diciembre de 1966, cuando tenía 61 años, fue  dirigida por André Leroi-Gourham.

Deffontaines era un geógrafo especialmente dotado para imaginar nuevos temas de trabajo geográfico; lo mostró en sus propias investigaciones y en ambiciosos proyectos, como la colección “Geographie Humaine” publicada en Gallimard, a la que ya hemos hecho referencia. Tenía la capacidad de hacer grandes síntesis y emprender ambiciosos proyectos. Su actividad editora en la Barcelona de los años 1940 a 1960 fue asombrosa. Además de sus artículos, emprendió obras geográficas de gran aliento, como la Geographie Universelle Larousse (1955-60, 3 vol.), en colaboración con Mariel Jean-Brunhes, y trabajos sobre el Mediterráneo en su conjunto.

La concepción del volumen de Géographie génerale (1966) de la Encyclopédie de la Pléiade en las Editions Gallimard muestra bien su capacidad y la continuidad de sus ideas. Dirigida por André Journaux (en lo que se refiere a la parte física) y por Pierre Deffontaines y Mariel Jean-Brunhes Delamarre (en la segunda parte, dedicada a Geografía humana), presenta lo mejor de la escuela clásica francesa en vísperas de los grandes cambios que tendrían lugar con el mayo de 1968 y la llegada de la geografía cuantitativa. Ante todo, en los autores. Algunos de ellos habían participado igualmente en misiones culturales y de extensión de la geografía desde los años 1930, como Pierre Mombeig, que escribió un capítulo sobre su gran tema de trabajo, las franjas pioneras; otros eran respetadas figuras de la escuela francesa, como Max Sorre, Philippe Pinchemel, Max Derruau, Jacqueline Beaujeau-Garnier, Michel Phlipponneau; el contacto con algunos era resultado de sus conexiones de  viajes americanos, como Josué de Castro (encargado, naturalmente, de la geografía del hambre) o Jean Gottman (de la geografía política). El elenco de autores muestra asimismo la actitud abierta hacia otros especialistas y disciplinas, como se ve en los capítulos sobre la “Géographie Préhistorique”, redactada por el prehistoriador Louis-René Nougier, y el de agricultura y ganadería, encargado a René Dumont.  

En cuanto a los temas incluidos en la obra, se trata de un repertorio de lo mejor de la geografía francesa clásica: un primer conjunto de capítulos dedicados a la población, su distribución y sus carencias alimenticias o sanitarias y sus formas de vida, incluyendo la geografía del sueño y de la noche (redactado por él mismo); otro sobre la puesta en valor del planeta y la ordenación de los paisajes (la caza, la pesca, los paisajes rurales de las zonas templadas, los de las estepas y desiertos, de los países tropicales y fríos, la ganadería, el bosque, las minas, la sal, la industria, la energía y los capitales; un tercer conjunto sobre la geografía de los transportes, desde los más rudimentarios al avión y a las telecomunicaciones; y un último conjunto dedicado a geografía cultural y política, en donde encontramos páginas dedicadas a la geografía de las letras, del ocio, de las religiones, geografía jurídica y geografía política.

No cabe duda de que la concepción de Jean Brunhes continuada por Pierre Deffontaines, y por su misma hija, reaparece de alguna manera, modernizada, en esta obra, y que las grandes preocupaciones de Deffontaines están también presentes. El fenómeno humano y sus consecuencias geográficas es sin duda el argumento general de esta parte de la obra, e incluso aparece en el título de la introducción. En cierta manera, podría decirse que esta obra es el equivalente francés del simposio organizado por Carl Sauer, Clarence Glacken y Lewis Mumford en 1955 y que se publicó con el título Man’s Role in the Changing of the Face of the Earth (1955).

También está presente la influencia de Teilhard de Chardin, de sus ideas sobre la Noosfera, y sus creencias cristianas sobre el hombre como rey de la creación. El proceso de humanización habría llenado la Tierra “no solo con su presencia corporal, sino también con su carga de consciencia y de pensamiento”; a través del hombre, lo espiritual habría  penetrado en lo material, habría hecho sentir “la marca de su razonamiento en el paisaje”, y habría convertido al hombre en dueño de la Tierra. Una geografía de lo espiritual y una geografía del pensamiento sería así necesaria, según Deffontaines, para acabar de entender la organización del espacio y la huella humana sobre el paisaje[89]. Con esas ideas la concepción de la parte humana de esta obra suponía un evidente enfrentamiento con las concepciones marxistas difundidas por el magisterio de Pierre George, que ponían énfasis en la base material, en la infraestructura como explicación de la superestructura. Lo cual explicaría la oposición que Deffontaines encontró en los momentos en que los más jóvenes se declaraban decididamente partidarios de ese pensamiento de izquierdas.

Esa oposición y su ausencia de una cátedra en una universidad pública francesa, le restó capacidad para imponer su magisterio. Por eso no tuvo la posibilidad de orientar la realización de Tesis doctorales, ni de convertir todas sus grandiosas ideas en proyectos de investigación programados. Solo en los últimos años, entre 1964 y 1967, fue nombrado profesor de Geografía en la Universidad de Montpellier. No tuvo propiamente discípulos que continuaran en la universidad francesa su magisterio. Pero fueron muchos, tanto en Europa como en América, los que siguieron sus enseñanzas y le consideraron un maestro. La geografía humana le debe alguna de sus mejores páginas.

 

Notas

[1] Este texto fue preparado para el acto académico de ‘Homenaje a Pierre Deffontaines', organizado por el Ayuntamiento de Barcelona y el Instituto Francés, y que tuvo lugar en el Salón de Ciento del citado Ayuntamiento el día 27 de noviembre de 2008.

[2] De la que dio cuenta. La Vanguardia Española, en fecha 10 de diciembre de 1970, p. 4.

[3] Deffontaines, 1964.

[4] Deffontaines, 1967.

[5] Llobet 1980 y Vilá Valentí, 1980.

[6] Vila, 1964.

[7] Por ejemplo, en uno de los libros de la excelente serie dedicada a entrevistas de geógrafos y científicos catalanes, realizados por Joan Tort. En él (Tort 1999) aparecen dos testimonios interesantes. El de E. Gimeno, que a una pregunta sobre los geógrafos que le influyeron cita a Deffontaines, un personaje que “era més humanista que els mateixos regionalistes francesos" (p. 101). El otro de J. Rebagliato, que al hablar de Pau Vila señala: “Pau Vila va conèixer i seguir de prop la geografia i, en general, tota la cultura francesa. En aquest sentit era deixeble de Blanchard, col·laborador de Marcel Chevalier, amic de Pierre Vilar i admirador i amic de Pierre Deffontaines, que també l'admirava a ell” (p. 129)

Más adelante los autores de la entrevista hacen la siguiente pregunta:“Us convidem a fer una reflexió sobre un autor, no català, que sabem que també ha tingut una gran importancia dins la geografia catalana d'aquest segle: Pierre Deffontaines. La respuesta de Rebagliato es la siguiente: “Com deia en Salvador Llobet, Deffontaines tenia una visió exaltant de la geografia. De coses ínfimes treia un partit extraordinari, i sabia observar les coses que la gent …  que nosaltres mateixos no sabem veure. Tothom quedava extasiat de la seva manera de fer geografia. El doctor Deffontaines va crear a l'Institut Francès el que s'anomenava “Cercle des Géographes”; allà es feien aportacions i xerrades d'allò que realment un començava a treballar. Això em va fer agafar més interès per la geografia. Deffontaines va tenir un gran pes específic, encara que no està reconegut per tothom. S'ha parlat malament d'ell, se l'acusat d'anar en contra de Pierre Vilar, de col·laboracionista amb el règim franquista… Jo només puc parlar de la gran importància que ha tingut dins de la geografia a Catalunya (...)  Deffontaines, com ja he dit abans, era amic i admirador d'en Pau Vila (...). Una gran persona i un excel·lent geògraf, com el mateix Vila. Té una obra molt interessant; el que passa és que potser el seu interès ha passat una mica, perquè la figura de Deffontaines s'explica més bé dins d'una geografia regional, amb influència francesa, com hi havia abans a Catalunya, que no pas ara” (p. 132).

[8] Y con una dedicatoria de su mujer en la que se lee: “Que de souvenirs vous trouverez dans ce petit guide, que nous vivions en parcourant la Catalogne, Geneviéve Deffontaines” firmada el 18 de abril de 1980.

[9] Deffontaines. Petit Guide du voyager actif, ed. 1980, p. 13-24.

[10] No logro recordar si fue el mismo Deffontaines el que me contó esta anécdota, que en todo caso recuerdo bien, y que posiblemente es apócrifa: cuando De Martonne le preguntó por qué había escrito esa dedicatoria, Deffontaines le contestó que el santo era quien más le había ayudado en la redacción de su Tesis, lo que no gustaría mucho al director.

[11] Según me explicaron sus hijas Madile y Cecile, repetía una oración que decía así: “Seigneur faites que Votre Paradis soit assi beau que la Terre que Vous avez crée”; una bella plegaria que recuerda el Cant Espiritual de Joan Maragall: “Si el mon ja és tan formós, Senyor, si es mira/amb la pau vostre a dintre de l'ull nostre/ ¿Qué més ens poden dar en una altra vida?”.

[12] Deffontaines, 1968.

[13] Por ejemplo en la Revista de Geografía, Deffontaines 1968, p. 165.

[14] Brunhes ed. 1920, introducción.

[15] Deffontaines, 1968, p. 166.

[16] Véase sobre ello, de manera general, ell ibro editado por Jean-Brunhes Delamarre, Pinchemel y otros, y en especial los artículos de Beausoleil 1993, Gandolfo 1993, Robic 1993, Bonhome-Jean Brunhes Delamarre 1993, asi como el catálogo Albert Kahn 1995. Más recientemente Castro 2006.

[17] Deffontaines, 1972.

[18] En 1905 se produjo en Francia la separación de la Iglesia y el Estado, a la que se opuso Action Française.

[19] Delfosse, 2000.

[20] Como Clout 1993, el cual titula el apartado dedicado a él de esta forma: “Pierre Deffontaines, a marginal in the French Academy”, y escribe además: “even though he was equipped with a doctorate from the Sorbonne, which potencially oponed the route to a university chair, Deffontaines remained an outsider among the Sorbonnards”. Sobre la evolución de la Escuela francesa de geografía, véase Berdoulay 1981 y Claval, 1998.

[21] Deffontaines, 1968, p. 165.

[22] Hardy, de todas formas, se había apoyado para su obra en su experiencia en Marruecos como ayudante del General Lyautey, y en el estudio de la psicología de los marroquíes para poner en marcha un sistema educativo adaptado a la población nativa con el fin de facilitar la penetración francesa en el Norte de África, Segalla, 2003.

[23] Sobre los estudios de percepción en geografía, Capel 1973.

[24] Hamelin, 1963 y 1986.

[25] Véase sobre todo ello el artículo de Perla Zusman, 1997.

[26][ Cit. por Zusman, 1997.

[27] Delfosse, 1998.

[28] Deffontaines, 1939.

[29] En lo que coincidía con el sociólogo Paul-Henry Chombart de Lauwe que, con su experiencia de piloto en la Segunda Guerra Mundial, había impulsado también una obra sobre La Découverte aérienne du monde, que se publicaría en 1948 con un prefacio de Emmanuel de Martonne

[30] Llobet, 1980, p. 13.

[31] Votaron a favor 564 miembros de la Asamblea, de un total de 846 miembros  (diputados y senadores) , y 80 en contra; Pétain sería formalmente jefe del Estado hasta 20 de agosto de 1944.

[32] La división vendría incluso de más atrás, y se refleja también en la división entre hugonotes y católicos;  para las raíces históricas de la identidad de Francia puede ser interesante consultar el trabajo del historiador F. Braudel (1993) sobre ese tema.

[33]  El 29 de diciembre de 1926 Pio XI condenaría Action Française, pero dicha condena fue levantada por Pio XII en 1939.

[34] Había sido ministro en varias ocasiones durante los años 1930, y era un conocido hispanista; fue autor también de un libro, que no he logrado consultar, sobre su vinculación con el régimen de Vichy, Pietrí, 1954.

[35] La Vanguardia Española, 17 de mayo 1942, p. 6.

[36] La Vanguardia Española, 27 abril 1940, p. 5.

[37] Duran 2006, p. 19. El testimonio sobre el papel del Instituto Francés y de su director Deffontaines en la acogida de refugiados franceses que huían de los alemanes fue confirmado en el Acto Académico del día 27 de noviembre en honor de Deffontaines, por uno de los participantes en el mismo, el historiador Josep Calvet, que trabaja en la Dirección General de la Memoria Histórica, de la Generalitat de Cataluña.

[38] La Vanguardia Española, 27 de febrero de 1944, p. 12.

[39] La Vanguardia Española, 10 septiembre 1944, p. 10.

[40]  El 23 de marzo de 1945 se informa de que Pierre Deffontaines, director del Instituto Francés de Barcelona,  asiste a un acto de inauguración, La Vanguardia Española, 23 de marzo de 1945, p. 9.

[41] Duran, 2006, p. 20.

[42] La Vanguardia Española, 24 de diciembre 1940, p. 5.

[43] La Vanguardia Española, 12 de junio 1946, p. 13.

[44] La Vanguardia Española, 23 de diciembre de 1942, p. 9.

[45] La Vanguardia Española, 1 abril 1945, p. 6: noticia sobre la exposición de Juan Cardellac en las Galerías Argos y la precisión fisiognómica del retrato de Pierre Deffontaines.

[46] La Vanguardia Española, 28 de mayo 1944, p. 16.

[47] La Vanguardia Española, 10 marzo 1940, p. 6.

[48] La Vanguardia Española, 6 enero 1940, p. 4.

[49] La Vanguardia Española, 25 febrero 1940, p. 9.

[50] La Vanguardia Española, 8 noviembre 1940.

[51] La Vanguardia Española, 11 enero 1941, p. 3.

[52] La Vanguardia Española, 30 octubre 1941, p. 5 (para iniciar el 3 de mayo).

[53] La Vanguardia Española, 9 enero 1942, p. 6.

[54] La Vanguardia Española, 27 marzo 1942, p. 4.

[55] La Vanguardia Española, 19 abril 1942, p. 6.

[56] La Vanguardia Española, 8 noviembre 1942, p. 7.

[57] La Vanguardia Española, 22 noviembre 1942, p. 8.

[58] La Vanguardia Española, 28 noviembre 1942, p. 9 (se celebró el día 30).

[59] La Vanguardia Española, 21 febrero 1943, p. 7.

[60] La Vanguardia Española, 10 marzo 1943, p. 8, con amplio resumen de la conferencia, y p. 10.

[61] La Vanguardia Española, 1 mayo 1943, p. 8.

[62] La Vanguardia Española, 10 noviembre 1944, p. 10.

[63] La Vanguardia Española, 15 enero 1945, p. 10.

[64] La Vanguardia Española, 16 mayo 1945, p. 11.

[65] Segalla, 2003.

[66] Vilá Valentí, 1980, p. 6.

[67] La Vanguardia Española, 10 septiembre 1941, p. 4.

[68] El trabajo de Isabel Cabrolier-Lostalen, 2007, nos permite conocer la situación en esos años.

[69] Cabrolier-Lostanlen, 2007, p. 704-05.

[70] Cabrolier-Lostanlen, 2007, p. 705.

[71] Según Cabrolier-Lostanlen, 2007, p. 708.

[72] Se trata de un ciclo sobre Historia del Arte francés, que se inició el día 25 de noviembre de 1946 y continuó durante varias semanas todos los lunes, La Vanguardia Española 23 noviembre 1946, p. 9. Isabel Lostalen da la fecha de marzo de 1947 para otra conferencia de Pierre Vilar. En La Vanguardia Española hay referencia a otra de Pierre Vilar en el Instituto Italiano sobre “Avignon pendant et aprés le séjour des Papes”, 10 diciembre 1947, p. 7. Pierre Vilar sería expulsado de España a comienzos de 1948. Michel Vovelle (2006, p. 27) escribe que su expulsión fue resultado de “una denuncia anónima del seu antifranquisme, ben real”. Una valoración reciente de la biografía y la obra de Pierre Vilar en Cohen, Congost i Luna 2006, y Albareda, Congost et al. 2006. La cuestión de la relación de Pierre Vilar con el Instituto Francés de Barcelona y el posible enfrentamiento con Pierre Deffontaines, por razones ideológicas, ha sido investigada por la historiadora Eulalia Duran (2006), que concluye: “Entrant en el terreny de la hipótesi, les autoritats acadèmicas gaullistes de Tolosa haurien demanat, valent-se de la policia francesa, a la policia espanyola una investigació sobre la situació legal de Vilar. Com a conseqüència, tres forces institucionals, les policies francesa i espanyola, el Consolat de França a Barcelona i l'Institut Francés mateix aconsegurirem que fos retitat del seu càrrec de professor del Lycée. La vaga potser en fou el detonant”; sobre la huelga: “durant aquests anys a França es va declarar una vaga general que repercutí en l'Institut i generà discusions sobre si s'havia de seguir o no. Sembla que Vilar va liderar l'opció favorable al seguiment i que aquest fet no devia ser aliè a la seva expulsió”, Duran 2006, p. 20 y 21.

[73] La Vanguardia Española, 22 dic. 1945, p. 14.

[74] Cabrolier-Lostanlen, 2007, cit. p. 715.

[75] Cabrolier-Lostanlen, 2007, p. 714, nota 86, informe del 11 de julio de 1947.

[76] La Vanguardia Española, 19 enero, 1949.

[77] Cabrolier-Lostanlen, 2007.

[78] Véase la biblografía de Deffontaines en Delfosse 2000. Esa bibliografía incluye 219 referencias (artículos y libros), distribuidas de esta forma: textos teóricos o generales, 68; referentes a la prehistoria, 21; referentes a Francia, 20; Europa del Este, 12; Québec, 13; América Latina, 61; España y el Mediterráneo, 24. Una parte de la documentación reunida por Pierre Deffontaines fue donada en los años 1990 por los cuatro hijos de Pierre Deffontaines a la Biblioteca de Cataluña, donde se conserva como Fons Pierre Deffontaines y puede ser consultado: http://www.bnc.es/fons/inventaris/smanuscrits/deffontpres.pdf
Deffontaines me dio copia de una serie de sus publicaciones, que, con el resto de mi biblioteca, he donado a la ciudad de Lorca, donde está siendo catalogado y formará parte del Centro de Estudios Sociales y Territoriales, que está creando el Ayuntamiento de esa ciudad.

[79] La Vanguardia Española, 30 de enero 1949, p. 11.

[80] La Vanguardia Española, 12 enero 1950, p. 9.

[81] Vila, 1965.

[82] La Vanguardia Española, 22 abril 1946, p. 7.

[83]  La Vanguardia Española, 2 de febrero 1950, p. 11.

[84] J. Vilá Valentí (1973) publicó una bella reseña sobre una de esas obras, El Mediterráneo, la tierra, el mar, los hombres (editada en Barcelona por la editorial Juventud en 1972).

[85] He podido localizar dos, publicados en La Vanguardia Española: Deffontaines, 1970 y 1972.

[86] Me consta, por ejemplo, que con ocasión de la redacción de L'homme et la maison (editado en 1972) se interesó por el estudio de Vicente Gozalvez sobre las cuevas de Crevillente, que le pidió y citó.

[87] Deffontaines et Leroi- Gourham, 1948; sobre el significado de esta revista véase Robic, 2004.

[88] Sobre la obra de Mariel Jean-Brunhes véase Segalene, 2006.

[89] Deffontaines, 1966, p. 881-887.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]


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Ficha bibliográfica:

CAPEL, Horacio. Pierre Deffontaines y el desarrollo de la Geografía Humana. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XIII, nº 810, 25 de enero de 2009. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-810.htm>. [ISSN 1138-9796].


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