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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (93), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

REFORMA AGRARIA: ¡POR UN BRASIL SIN LATIFUNDIO (Y SIN DESPLAZADOS)!

Jorge Montenegro Gómez
Mestrando en Geografía
Universidade Estadual de Maringá (Brasil)
 



Reforma agraria: ¡por un Brasil sin latifundio (y sin desplazados)! (Resumen)

La modernización productiva del campo brasileño y una mayor concentración de la propiedad de la tierra expulsó gran número de campesinos a partir de los años 60. A finales de los 80, la falta de expectativas en la ciudad y el fracaso de los proyectos de colonización agraria obligó a esos desplazados a organizarse para presionar al Estado en la aplicación de una reforma agraria. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) nació en esta época y sus estrategias en la lucha por la tierra, por la reforma agraria y por la transformación de la sociedad han modificado el panorama de los conflictos sociales en Brasil, redimensionando cuestiones como la reconstrucción de la vida cotidiana de los trabajadores rurales, las alternativas de desarrollo para el campo y las alianzas de la clase trabajadora para la construcción de una sociedad más allá del capital.

Palabras clave: Reforma agraria / desplazados / movimientos sociales


Agrarian reform: for a Brazil without latifundio (and without displaced people)! (Abstract)

The productive modernization of the Brazilian field and a greater concentration of the property of the land, they expelled great number of peasants, in the beginning of 60's. At the end of 80's, the lack of expectations in the city and the failure of the projects of agrarian colonization forced to those displaced people to be organized to press to the State in the application of an agrarian reform. The Landless Workers' Movement (MST) was born in this time and their strategies in the fight for the land, for the agrarian reform and for the transformation of the society they have modified the panorama of the social conflicts in Brazil, getting bigger questions as the reconstruction of the daily life of the rural workers, the development alternatives for the field and the alliances of the hard-working class for the construction of a society beyond the capital.

Keywords: Agrarian reform / displaced people / social movements


En Brasil el término questão agrária, define un problema que nace cuando las formas de producción capitalistas comienzan a desarrollarse en el campo brasileño, enfrentando una estructura de la propiedad que en vez de flexibilizarse "para viabilizar el libre flujo y reproducción del capital, se hace más rígida para viabilizar la sujeción del trabajador libre al capital propietario de la tierra" (Martins, 1997, p.12). Con el tiempo, este desencuentro entre la propiedad y el capital se ha ido haciendo más complejo, desdoblándose en aspectos no sólo económicos o jurídicos, sino también sociales y políticos.

Este artículo se centra, en un primer momento, en los aspectos sociopolíticos de la questão agrária brasileña, en las consecuencias que, sobre la población rural, tuvo la sucesiva adopción de estrategias capitalistas en el campo, y fundamentalmente, en los desplazados que la transformación productiva generó desde los años 60. Desplazados que, por otro lado, fueron organizándose en movimientos sociales, como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) (1), combatiendo las formas de exclusión a que eran sometidos y presionando al gobierno brasileño para implementar una reforma agraria(2) que solucionara la questão agraria de forma radical y que contemplara al pequeño y medio productor en el modelo agrario nacional.

Después de 17 años de confrontación con los sucesivos gobiernos, el MST ha ido elaborando unas formas específicas de organicidad, ha ido territorializándose en buena parte del país, conquistando tierras a partir de la presión ejercida por los propios campesinos organizados y construyendo una propuesta de transformación social basada en la reivindicación permanente de una sociedad más justa, "una sociedad sin explotadores ni explotados, como dice su carta de principios" (Stédile e Frei Sérgio, 1994, p. 22). La segunda parte del artículo, recogerá brevemente estos aspectos para centrarse, a continuación, en los desdoblamientos que este proceso de 17 años tiene en los acampamentos y assentamentos organizados hoy por el MST. Desdoblamientos con relación a las formas en que se organiza la producción y en que se elabora un proyecto de desarrollo que viabilice la tierra conquistada. Todo ello en un momento en que la base social del Movimiento se nutre no sólo de los desplazados por la modernización productiva y la concentración de la propiedad rurales, sino también de los excluidos de las grandes ciudades, de aquellos que no consiguieron integrarse de forma estable en el mercado de trabajo durante el periodo del llamado "milagro brasileño" o que fueron "descartados" en el proceso de reconversión industrial.

Por basarse en una investigación todavía en construcción, este artículo pretende apenas "cartografiar" la pluralidad de relaciones que se tejen entorno a los trabajadores desplazados, ya sea del campo o de la ciudad, organizados y enfrentados a una situación de exclusión (o de inclusión precaria), conquistando espacios donde poder implementar su propio proyecto, pero espacios que deben ser disputados a otros agentes con proyectos diferentes (latifundistas, gobierno...).

Los desplazados por la "modernización conservadora" se organizan

Para tener una explicación completa y fundamentada de las causas que produjeron el volumen actual de desplazados, tendríamos que retomar la historia de Brasil desde los primeros momentos de la colonización. Sin embargo, sobrepasa a la pretensión de este artículo realizar un análisis profundo del origen de la questão agrária desde la llegada de los portugueses. Tan sólo señalar, someramente, algunos de los procesos que fueron conformando los niveles de exclusión alcanzados hoy en día.

La estructura de la propiedad de la tierra que los portugueses instauran cuando toman posesión de la nueva colonia está marcada por una distribución profundamente desigual:

"(...) verificamos que desde los primeros momentos de la colonización esa distribución fue desigual. Primero fueron las capitanias hereditárias y sus donatarios, después fueron las sesmarias. Las sesmarias son el origen de la gran mayoría de los latifundios del país, fruto de la herencia colonial (...) los principios que marcaron la concentración de la propiedad de la tierra en Brasil nunca han dejado de existir" (Oliveira, 1994, p. 55) La ocupación territorial avanza al ritmo que marca la aparición de nuevos recursos naturales que pueden ser explotados comercialmente y en dirección a donde pueden ser extraídos con mayor lucro. En este sentido, resaltar los sucesivos ciclos de extracción o producción del pau brasil, la caña de azúcar, los metales y las piedras preciosas, el látex, el café...definiendo una ocupación con un fuerte carácter mercantil: "será la empresa del colono blanco que reúne la naturaleza pródiga en recursos aprovechables para la producción de géneros de gran valor comercial, reclutando el trabajo entre las razas inferiores que domina: indígenas o negros africanos importados" (Prado Jr., 1985, p. 22) No serán sólo las supuestas "razas inferiores" las que sean movilizadas en función de las necesidades de los nuevos frentes de trabajo. El auge y decadencia de los productos de exportación marca las idas y venidas de grandes contingentes de trabajadores por el territorio brasileño. Bajo régimen esclavista o asalariado, la mano de obra se desplaza en contingentes cada vez mayores siguiendo las nuevas alternativas de extracción o producción que van alimentando una economía de base exportadora. "Así como la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la transformación de una economía esclavista de grandes plantaciones en un sistema económico basado en el trabajo asalariado, la primera mitad del siglo XX está marcada por la progresiva emergencia de un sistema cuyo principal centro es el mercado interno" (Furtado, 2000, p. 245) El colapso que sufre la economía cafetera con la gran depresión de 1929 va a reconducir la base económica hacia el mercado interno, que manteniendo un nivel alto de demanda "pasa a ofrecer mejores oportunidades de inversión que el sector exportador" (Furtado, 2000, p. 209). Se inicia entonces la fase de industrialización por sustitución de importaciones, con el Estado tutelando de cerca todo el proceso.

La segunda mitad de los años 50 sirven de reabertura de la economía brasileña para el exterior. La captación de fondos internacionales y la entrada de grandes empresas multinacionales en el territorio nacional conforman un escenario económico caracterizado por el crecimiento, pero también por los desequilibrios resultantes del agotamiento del sistema de sustitución de importaciones y de la dependencia de las inversiones de capital exterior y de la deuda externa acumulada.

El corte en el suministro de tecnología y de capitales desde el exterior fue una de las causas de la inestabilidad que define la situación del país durante la primera mitad de los años 60. El golpe de Estado de 1964, inaugura, en cambio, una etapa de estabilidad y de crecimiento económicos. El "orden" instaurado por los militares junto con el retorno de los capitales extranjeros y con una política estatal basada en el fomento del crecimiento económico "a toda costa" como forma de desencadenar el desarrollo económico, dan sus resultados "positivos" en términos de tasas de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). En los primeros años de la década de los 70, los niveles alcanzados fueron tan altos que han pasado a la literatura económica como los años del "milagro brasileño".

Sin embargo, ¿cuál fue el resultado de todos esos procesos económicos para la población trabajadora del medio rural? Las migraciones masivas detrás de las nuevas producciones agrarias con fines exportadores, detrás de la demanda de trabajo, se mantienen aunque con un carácter diferente. La mano de obra continua acudiendo donde la demanda de trabajo es elevada, pero a partir de los años 50 los flujos migratorios más intensos ya no serán campo-campo, y sí, campo-ciudad (3).

La industrialización va demandando un mayor contingente de mano de obra, los salarios y las condiciones de trabajo suponen un atractivo para la población del campo, que, al mismo tiempo, va sufriendo un proceso de expulsión en función de las primeras medidas de modernización de la agricultura que se intentan implantar.

"Modernización conservadora" y expulsión del campo

El objetivo central de los gobiernos de la época de la dictadura era el crecimiento, "a toda costa" y en todos los sectores. La agricultura, que había quedado relegada en términos de eficiencia, organización y técnica, debido a la presión de los latifundistas para mantener su status quo en el campo brasileño, acaba por someterse al proceso de fuerte reestructuración productiva promovida por los militares en todos los sectores, en un contexto, además, de apertura de fronteras y de una coyuntura internacional de fuerte expansión de la agricultura mecanizada y de la utilización masiva de insumos industriales (abonos químicos, pesticidas...):

"Durante la década de 1970, los gobiernos militares implantaron un modelo económico de desarrollo agrario que pretendía acelerar la modernización de la agricultura basada en la gran propiedad, principalmente por la creación de un sistema de créditos y subsidios. Este sistema financió la modernización tecnológica para algunos sectores de la agricultura, de forma que ésta pasó a depender menos de los recursos naturales y cada vez más de la industria productora de insumos. Este modelo causó profundas transformaciones en el campo" (Fernandes, 2000, p. 49) Transformaciones especialmente intensas para la población que trabajaba en la agricultura, ya que el proceso descrito fue fuertemente desigual. Mientras la gran propiedad consiguió un fuerte apoyo institucional para subsistir e, incluso, para seguir creciendo, los empleados rurales y los pequeños propietarios quedaron excluidos del modelo. "Esta política se conoce por ‘modernización conservadora’ promoviendo el crecimiento económico de la agricultura, al mismo tiempo que concentró todavía más la propiedad de la tierra, expropiando y expulsando más de 30 millones de personas que emigrarían para las ciudades y para otras regiones brasileñas" (Fernandes, 2000, p. 49) El periodo de la "modernización conservadora", también denominada "modernización dolorosa"(4) por su carácter excluyente, se caracteriza por ser el "periodo más rápido y más intenso de la mecanización del campo brasileño" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 15). La sustitución de cultivos en función de su mejor adaptación para las labores mecanizadas (sustitución de café por cereales, por ejemplo) y la sustitución de trabajo manual por trabajo mecanizado en cultivos tradicionales, van a "liberar" grandes contingentes de población de las regiones Sur y Sudeste, donde la mecanización fue más intensa, que van a engrosar el ejército de reserva de mano de obra industrial que el "milagro brasileño" precisa. No todos.

Una parte se suma a los proyectos de colonización de las regiones Norte y Centro-Oeste, manteniendo su vínculo a la tierra y su carácter campesino. Estos proyectos de colonización, bajo iniciativa pública o privada, pretendían ampliar la frontera agraria del país, aumentando así, el número de tierras destinadas a la agricultura y conseguir solucionar el problema de los desplazados por la modernización, al mismo tiempo que mejoraba el control de las fronteras exteriores del país y fortalecía los vínculos con la burguesía agraria e industrial nacional y extranjera, concediéndoles grandes incentivos para la adquisición de tierras en las regiones de frontera.

"(...) lo que estaba por detrás de este proceso [colonización] era una estrategia geopolítica de explotación total de los recursos naturales por los grandes grupos nacionales/internacionales (...) la participación de las Fuerzas Armadas, del Estado autoritario garantizaron a los grandes grupos económicos la explotación de la Amazonia" (Fernandes, 1996, p. 34) Sin embargo, los resultados de esta política fueron nefastos para los campesinos. Sólo algunos de aquellos que salieron del Sur del país para poder aumentar su explotación en zonas con fuertes incentivos fiscales para la adquisición de grandes propiedades tuvieron éxito y consiguieron prosperar en las nuevas regiones. La mayoría, en cambio, desplazados sin posibilidades de una inversión mínima, intentando reproducir en las nuevas áreas la pequeña propiedad familiar del Sur, enfrentaron las mayores adversidades, hasta desistir en su mayor parte.

Gran número de los proyectos de colonización pública, además de aquellos con graves irregularidades en el destino de los recursos financieros, fracasaron por "la falta de asistencia técnica, falta de alimentos, falta de financiamientos, falta de asistencia médica, etc." (Fernandes, 2000, p. 46) que los responsables de la colonización tierras no ofrecieron a los nuevos colonos.

Con el discurso de que estaban realizando la reforma agraria en el país(5), los militares intentaron resolver la questão agrária ampliando la frontera agraria hacia las regiones amazónicas, sin embargo, a través del organismo público creado para dirigir el proceso de colonización de la región amazónica, la Superintendencia del Desarrollo de la Amazonía (SUDAM), el gobierno estimuló "las inversiones a través de los grandes proyectos agropecuarios, y no abría la posibilidad de acceso a la tierra para los grandes contingentes de emigrantes" (Oliveira, 1989, p. 32). Fueron los grandes industriales y los banqueros del Centro-Sur, los que aprovechando las ventajas concedidas por el gobierno se hicieron con grandes latifundios grilados(6).

En esta situación, los desplazados no son sólo los emigrantes venidos de otras regiones bajo la promesa incumplida de tierra para plantar, sino que los indígenas, que muchas veces ya venían retrocediendo de otras zonas, y los posseiros(7), que ya estaban asentados en aquellas tierras desde tiempo atrás, son expulsados por los nuevos grandes propietarios que violentamente tratan de imponer sus títulos de propiedad habitualmente falsos.

Además de los desplazados hacia las regiones de colonización, existen otros movimientos de población en función del proceso de modernización del campo. Son los brasiguaios y los bóias-frias. La expansión de cultivos fuertemente mecanizados sustituyendo a cultivos intensivos en mano de obra como el café y la construcción de megahidroeléctricas que inundan una gran área de tierras cultivadas(8), provocan la expulsión de un elevado contingente de trabajadores rurales de la parte Sur del país que deciden instalarse en Paraguay, cerca de la frontera con Brasil. Empresarios brasileños habían comprado tierras en esta zona con la expectativa de aprovechar las reservas forestales y sustituirlas por cultivos mecanizados en grandes extensiones. La tierra era de buena calidad y los precios y los impuestos más reducidos que en Brasil. Así estos empresarios atraen parte de la población excedente del Sur del país e incluso algunos de los que desistieron de los proyectos de colonización en la región amazónica para ser la mano de obra que enfrente la retirada de la masa forestal y ponga en disposición de ser cultivadas las nuevas tierras paraguayas. A estos brasileños que se asientan en la frontera de Paraguay con Brasil se les ha denominado brasiguaios.

Por otra parte, la emigración campo-ciudad no siempre se traduce en una integración plena en la ciudad con empleos en la industria o los servicios urbanos. Una parte de esa población que llega a la ciudad proveniente del medio rural continúa trabajando en el campo mediante una relación asalariada. Normalmente son colonos de los cafetales, pequeños propietarios que no consiguieron adaptarse a las normas rígidas de la mecanización y a sus exigencias financieras o empleados sustituidos por la eficiencia de las máquinas, que se reconvierten en jornaleros, bóias-frias, empleados temporariamente en las labores intensivas en mano de obra que persisten en algunos tipos de cultivos, como el corte de la caña de azúcar.

A pesar de la diversidad de situaciones que la "modernización conservadora" produjo en los años 60 y 70 sobre la población trabajadora del campo brasileño, podemos afirmar que se desencadenó una desterritorialización en masa del campesino, que aumentó la concentración de la propiedad, vía expulsión de antiguos propietarios o vía adquisición de grandes latifundios en las regiones de colonización, y que, por tanto, las medidas que los militares implementaron con el objetivo de reducir el carácter contestatario de ciertos grupos de la zona rural, apenas resultó un aplazamiento de los problemas y una desactivación temporal de las organizaciones campesinas que reivindicaban la implementación de una política de reforma agraria profunda, ya que los problemas, 10 o 15 años después, alcanzarían magnitudes mucho mayores.

Según Martins, "el golpe de Estado, fue dado, por tanto, para evitar la llamada revolución agraria" (Martins, 1997, p. 33). Los militares fomentaron la modernización técnica y la ocupación en nuevas regiones agrarias sin modificar la estructura de la propiedad, al contrario, valorizando las tierras de la burguesía rural e impulsando la adquisición de grandes extensiones de tierras por la burguesía industrial y bancaria.

"(...) las acciones gubernamentales fueron dirigidas por las orientaciones norteamericanas expresadas en la política Alianza para el Progreso, que proponía medidas de reforma agraria como medio de aliviar las tensiones sociales o evitar revoluciones. Esta orientación llevó al gobierno a decretar un paquete de leyes agrarias reunidas en el Estatuto de la Tierra, un conjunto de leyes que representaban un avance en relación a las que ya existían. Pero, en la práctica, no se hizo nada." (Stédile, 1997, p. 16) En este sentido, Martins reafirma con contundencia la "pasividad" que durante los gobiernos militares se tuvo, respecto a la solución de los problemas sociales del campo, "(...) cuando la revolución tecnológica impuso transformaciones radicales en las relaciones de trabajo, los propietarios de tierra rechazaron la necesidad de realizar los cambios correspondientes y adaptativos en el derecho de propiedad. Se recusaron a hacer la necesaria reforma agraria. Marcaron, con todo eso, el destino del país y de todos nosotros, condenándonos a la modernización inacabada, a un desarrollo económico excluyente y a un modelo político de democracia precaria y no participativa" (Martins, 1997, p. 23) La política de los gobiernos militares no apaciguó el campo brasileño, a pesar de la brutalidad con que se intentó reprimir los conflictos provocados por las reivindicaciones campesinas. Por el contrario, desde mediados de los 70 la questão agrária vuelve a afirmarse como "uno de los principales problemas del gobierno autoritario" (Fernandes, 2000, p. 43). La imposición (por la vía autoritaria) del capitalismo en el campo brasileño, con los procesos contradictorios y desiguales que acarrea, tiene como respuesta la organización de los campesinos excluidos y desplazados para luchar por la tierra de la que fueron expulsados.

Resurgimiento de los movimientos sociales en el campo

El descontento ante las medidas de reestructuración que los militares implementaron, el empeoramiento de las condiciones de vida de los desplazados del campo, el fracaso rotundo y la mala fe de la mayor parte de los proyectos de colonización y la saturación de las grandes ciudades donde las posibilidades de empleo comienzan a escasear, obligan, a los perjudicados del proceso a organizarse para intentar reverter la situación de marginación a que estaban siendo sometidos. En este proceso, resulta fundamental la ayuda de otros agentes sociales, como la Iglesia (a través de la Comisión Pastoral de la Tierra) y los nuevos sindicatos más combativos que se iban formando.

La restauración democrática de mediados de los años 80, con la retomada de las libertades de asociación y participación política, coge a ciertos movimientos sociales campesinos con un amplio bagaje de luchas y de conquistas, y con una organicidad en avanzada construcción. Este es el caso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), nacido de las luchas por la tierra que se daban simultáneamente en los estados de Mato Grosso do Sul, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul a finales de los 70, y de un trabajo de articulación entre los protagonistas de esas luchas que desembocan en su fundación oficial en enero de 1984, durante "el I Encuentro Nacional del movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, con 80 representantes de 13 estados" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 45).

Construcción, consolidación y propuestas del MST

El MST continua una tradición de 500 años de luchas campesinas, en un momento histórico determinado por la exclusión producida con la introducción de relaciones capitalistas en el campo brasileño.

"Desde el punto de vista socioeconómico, los campesinos expulsados por la modernización de la agricultura tuvieron cerradas esas dos puertas de salida – el éxodo hacia las ciudades y hacia las fronteras agrícolas. Esto los obligó a tomar dos decisiones: intentar resistir en el campo y buscar otras formas de lucha por la tierra en las propias regiones donde vivían. Esta es la base social que generó el MST. Una base social dispuesta a luchar, que no acepta ni la colonización ni la ida para la ciudad como solución para sus problemas. Quiere permanecer en el campo y, sobre todo, en la región donde vive" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 17) En el nacimiento del MST se encuentra, por tanto, la resistencia a ser desplazados del lugar de origen y de trabajo, el enfrentamiento contra la desterritorialización a que la modernización capitalista del campo empujó a los pequeños propietarios y a los trabajadores rurales. Las estrategias que el Movimiento va construyendo desde su inicio van a fundamentarse en la resolución de la questão agrária vía implementación de una reforma agrária, esta vez sí, que contemple principalmente a los estratos de población más necesitados, los campesinos sin tierra, con el objetivo de repartir la tierra ociosa, retenida en manos de los latifundistas, para que esos campesinos no continúen desplazados en función de las necesidades del capital. Pero la propuesta del MST no se queda en la conquista de la tierra o en la implementación de una verdadera política de reforma agraria, sino que toma una dimensión mucha más amplia al proponerse como meta la lucha por una sociedad más justa. Con este último objetivo se hace palpable la comprensión que el MST tiene de la solución de la questão agrária, en el sentido de que ésta no se resolverá mientras no haya una transformación general de la sociedad.

La amplitud de los objetivos, por otra parte, está en la línea de la amplitud del carácter del propio Movimiento, que se autodefine como,

"un movimiento social de masas cuya principal base social son los campesinos sin tierra, que tiene un carácter, al mismo tiempo, sindical (porque lucha por la tierra para resolver un problema económico de las familias), popular (porque es amplio, participan diferentes categorías y porque lucha también por reivindicaciones populares, especialmente en los assentamentos) y político (no en el sentido partidario, sino en el sentido que quiere contribuir a los cambios sociales)" (Stédile y Frei Sérgio, 1994, p. 22) Esta pluralidad de objetivos y de frentes de lucha lleva al MST a amplias alianzas tanto nacionales como internacionales(9), en el intento de mantener la solución de la questão agrária en la agenda política de los gobiernos del país. La estrategia del Movimiento, en este sentido, se basa en la presión sobre el gobierno de turno para que aplique la legislación vigente en el país sobre reforma agraria, la cual contempla la desapropiación de grandes propiedades improductivas y su reparto entre familias de trabajadores sin tierra (10). Son varias las formas de presión que el Movimiento viene articulando en los 17 años de su existencia, siendo la más importante la ocupación de los latifundios improductivos para agilizar las negociaciones de desapropiación del inmueble y de reparto entre las familias sin tierra que lo ocupan (11).

La ocupación de tierras se realiza de forma masiva por familias de campesinos (12) expulsados de la tierra bajo las circunstancias ya expuestas anteriormente, que montan acampamentos donde resistir mientras la desapropiación se negocia. Los acampamentos son un espacio de socialización de los campesinos sin tierra, que establecen equipos de trabajo para autogestionar aquel espacio. Se forman equipos de alimentación, de educación, de salud, de negociación, de vigilancia, de disciplina..., en fin, cada necesidad del acampamento tiene su propio equipo encargado de satisfacerla en la medida de lo posible y dentro de la precariedad propia de acampamentos de campesinos con escasos recursos.

Las negociaciones para la desapropiación de un latifundio chocan con el poder y los intereses de los propietarios, demorándose el proceso por la falta de decisión política de los gobiernos frente a la realización de una reforma agraria profunda. Así, un acampamento puede durar varios meses o varios años. Si al final, las partes llegan a un acuerdo y el gobierno desapropia las tierras y las destina a los campesinos sin tierra, el acampamento se disuelve y se forma el assentamento.

En el assentamento a los campesinos se les adjudica un lote de tierras y a partir de ese momento comenzará la batalla para conseguir la financiación que el gobierno destina para la agricultura familiar, viabilizando la producción del lote y manteniéndose en la tierra. Mientras la agricultura mecanizada, de grandes dimensiones y con fines exportadores ha sido el modelo agrario impulsado institucionalmente desde los años 60, a la pequeña propiedad familiar, marginada de ese proceso, apenas se le destina fondos públicos y siempre con un carácter inestable que perjudica la continuidad de la producción.

Ante las dificultades enfrentadas por la pequeña propiedad familiar, el MST fomenta las formas asociativas y cooperativas de producción y uso de la tierra en los assentamentos. La propuesta del MST consiste en un nuevo cooperativismo(13) que muestre que la transformación social es posible, que desarrolle nuevos valores éticos y morales y una nueva concepción de mercado, que amplíe la reforma agraria y, desarrollando una conciencia nacional, contribuya en la elaboración "de un proyecto nacional que responda a los anhelos de la clase trabajadora". (Cerioli e Martins, 1998, p. 18)

La materialización de estas ideas en los assentamentos depende, por un lado, de la discusión realizada en los acampamentos, "del grado de conciencia política y de la historia de participación de una comunidad adquiridos en la lucha para la conquista de la tierra" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 102), y, por otro lado, depende también de las condiciones objetivas del assentamento, es decir, del "nivel de acumulación de capital existente, del tipo de producto que es posible producir, de las condiciones naturales existentes en el assentamento" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 101)

Ante la especificidad de cada assentamento, el MST propone una cooperación agrícola sin un modelo rígido. Una cooperación que puede reducirse a la ayuda mutua entre vecinos, como forma más simple, o que puede llegar a la formación de una cooperativa de producción. Para promover este sentido cooperativo en los assentamentos, el MST crea el Sistema Cooperativista de los Assentados (SCA) con el objetivo de articular todos los assentamentos y discutir el futuro del desarrollo rural, en una perspectiva de consolidar la cooperación agrícola y conseguir

"desarrollar mejor la producción, introducir la discusión del trabajo, permitir el acceso al crédito y a las nuevas tecnologías, permitir y mantener una aglutinación social mayor en los assentamentos, crear condiciones o facilidades para traer energía eléctrica, agua corriente, poner la escuela cerca del local de las viviendas" (Stédile y Fernandes, 1999, p. 100) La cooperación agrícola tiene también un carácter defensivo frente a los obstáculos que el gobierno brasileño coloca para impedir la resolución de la questão agraria mediante la aplicación de una reforma agraria profunda que incorpore a los campesinos sin tierra a un modelo agrario que abra espacio para la supervivencia de la agricultura familiar. La dilación de los procesos de desapropiación, primero, y de concesión de los créditos para comenzar la producción, en un segundo momento, desgastan a las familias acampadas y provocan el desistimiento de las mismas. En esos primeros momentos, la cooperación sirve para reforzar las estrategias de resistencia y permitir mantener cierta estabilidad en el assentamento de modo que aumenten las posibilidades de consolidarse. Sin embargo, la práctica cooperativista del MST muestra varias dimensiones, además de la productiva, que consolidan una propuesta que choca con las propuestas del gobierno. "(...) el MST dimensiona como pauta política la organización de la producción y del trabajo en los assentamentos, teniendo como sustentación un proyecto singular (cooperativismo) como forma de encaminar la organización del assentamento con su proyecto político-estratégico más amplio, donde el cooperativismo se expresa como un proyecto de viabilización socio-político-económico de los assentamentos" (Ribas y Thomaz Jr., 2000, p. 3) El MST enfrenta la estrategia "dilatoria" de los diferentes gobiernos mediante la presión y el conflicto permanente. La ocupación de tierras, la ocupación de edificios públicos relacionados con la política agraria, las manifestaciones masivas, las caminatas de varios cientos de kilómetros en dirección a la capital del país, las articulaciones con otros organismos (como la instancia superior de los obispos brasileños o la asociación de los abogados brasileños) y con personas de prestigio en el país, para establecer un frente firme de negociación de una política para el campo adecuada a los intereses de los campesinos sin tierra, son algunas de las formas que el MST ha ido poniendo en práctica para colocar a los poderes públicos frente a la falta de soluciones para la población desplazada que genera el modelo agrario vigente e, al mismo tiempo, invertir las estadísticas que muestran que en los últimos años por cada persona assentada, dos pequeños propietarios abandonan la explotación y por cada hectárea desapropiada para reforma agraria, la gran propiedad aumenta en dos hectáreas.

Sólo a través de la presión popular se consigue que el número de assentamentos se mantenga e, incluso, aumente, a pesar de estar muy lejos, todavía, de las necesidades de la población. En esta coyuntura no se puede hablar de política de reforma agraria, sino de política de assentamentos, ya que el gobierno acaba cediendo a la presión en unos casos, en otros casos, simplemente regulariza la propiedad de antiguos posseiros, e incluso, mantiene sus propios proyectos de reparto de tierras a cambio de una cantidad de dinero financiada con créditos subvencionados, todo ello sin una política que viabilice estos nuevos assentamentos.

"Los agricultores están siendo assentados no con el objetivo de constituir un segmento productivo de una supuesta ‘agricultura familiar’, sino como mera solución de emergencia para un ‘problema social’ que el gobierno, como representante de la clase capitalista, no tiene condiciones de ignorar" (Germer, 2000, p. 19) Según los datos obtenidos por Fernandes en su investigación sobre el MST en todo el país, el 77% de todos los assentamentos implantados en las regiones Nordeste, Centro-Oeste, Sudeste y Sur (por tanto, a excepción de la región Norte, amazónica, con una dinámica diferenciada y donde el MST apenas tiene implantación) son fruto de una ocupación previa. De ese porcentaje, el 44% de los assentamentos (678 assentamentos) y el 41% de las familias assentadas (53.676 familias) están vinculadas al MST (Fernandes, 2000, p. 299).
 

Las propuestas del MST y sus desdoblamientos en la sociedad actual

Sumado al aspecto cuantitativo de las conquistas del MST, respecto al número de personas assentadas y a los niveles de producción alcanzados en los assentamientos (14), existen otros aspectos de tipo cualitativo relacionados con el fortalecimiento que como organización el MST viene alcanzando desde su origen.

"(..) el más importante movimiento social y político del Brasil actual (...) El MST, en realidad, se ha constituido en el principal catalizador e impulsor de las luchas sociales recientes y, por los fuertes lazos que mantiene con los sectores sociales urbanos, ha permitido visualizar la retomada de acciones sociales en masa en Brasil, en un nivel posiblemente superior al vivenciado en los últimos años. Su importancia y peso devienen del hecho de que:
1) El centro de actuación del MST está dirigido para el movimiento social de los trabajadores del campo y no para la acción institucional o parlamentaria (...)

2) Aunque sea un movimiento de trabajadores rurales, ha incorporado a los trabajadores excluidos de la ciudad, que vuelven para el campo (invirtiendo el flujo migratorio en Brasil), expulsados por la "modernización productiva" de las industrias, resultando una síntesis que aglutina y articula experiencias y formas de sociabilidad oriundas del mundo del trabajo rural y urbano.

3) Resulta de la fusión de la experiencia de la izquierda católica (...) con militantes formados ideológicamente dentro del ideario y de la praxis de inspiración marxista (...)

4) Tiene una estructuración nacional, con una fuerte base social que le da dinámica, vitalidad y movimiento y, de este modo, posibilita a los trabajadores vislumbrar una vida cotidiana dotada de sentido, en la medida en que el MST les permite luchar por algo muy concreto, que es tener la posesión de la tierra por medio de la acción y de la resistencia colectivas." (Antunes, 1999, p. 248-249)


La experiencia acumulada por el MST en los 20 años transcurridos desde las primeras ocupaciones que le dieron origen, puede ser estudiada desde puntos de vista diferentes. Para finalizar este artículo, señalaremos apenas tres de esos aspectos con la intención de mostrar cuales son, en nuestra opinión, las singularidades del MST, aquello que le concede un carácter singular dentro de una sociedad que comienza el siglo XXI marcada por el dominio del capital sobre lo social. Capital que ante los nuevos desafíos productivos y sociales de los años 60, viene tomando como solución la "difusión social de la producción y el aislamiento político de las clases trabajadoras"(Santos, 1999, p.216), con lo que se viene constatando que la

"fragmentación y homogeneización de la vida social constituyen, así, dos trazos conjuntos, aunque contradictorios, de una socialización capitalista de la sociedad, que es, por otro lado y contradictoriamente, sinónimo de intercomunicación universal y de diferenciación cualitativa de los elementos de esa misma vida social." (Bihr, 1998, p. 146) En primer lugar, considerar el nuevo "diseño societario de los trabajadores envueltos en la lucha por la tierra en Brasil" (Thomaz Jr., 2000, p. 1). La participación en las ocupaciones de trabajadores "expulsados" de las ciudades retomando años después, o tal vez una o dos generaciones después, el vínculo con la tierra se da, cada vez, con más frecuencia. La composición de la población de los acampamentos se ha hecho más heterogénea, ya no son sólo los posseiros, los pequeños propietarios, los colonos, los aparceros, los arrendatarios de tierras o los jornaleros desplazados en el proceso de transformación productiva del campo, los que masifican las ocupaciones, ahora también los trabajadores urbanos "que sucumben a la exclusión impuesta por la reestructuración productiva del capital"(Thomaz Jr., 2000, p.1), los bóias-frias estimulados por las conquistas de los campesinos organizados, los brasiguaios (en algunas regiones del país) expulsados del territorio paraguayo después de haber cumplido con su papel de "desbravadores" de la tierra o incentivados a conquistar un lote de tierra en su país de origen, conforman, todos ellos, una población heterogénea en busca de un objetivo común, tierra(15). Se trata de una base social nueva y más heterogénea que debe producir desdoblamientos en el futuro de la lucha por la tierra diferentes y, quizás, una integración con las luchas urbanas más estrecha formando un frente de luchas capaz de alcanzar una "masa crítica"que permita la consecución de transformaciones reales en el sistema socio-económico en que vivimos y de "participar de la construcción de una sociedad más allá del capital" (Antunes, 1999, p. 249).

En segundo lugar, destacar la cuestión del "cotidiano" recreado en los acampamentos e assentamentos promovidos por el MST muestra claras diferencias con la "reificación" del "cotidiano" de la sociedad dominada por el capital. "El espacio de socialización política construida por la praxis de los trabajadores y de las instituciones envueltas en el interior de los procesos de espacialización y de territorialización de la lucha por la tierra" (Fernandes, 1996, p. 225), tiene varias dimensiones, según Fernandes: espacio de comunicación, espacio interactivo y espacio de lucha y resistencia.

En el espacio de comunicación se inicia el proceso de conocimiento entre los sujetos y de su(s) historia(s) y la política se amplía a través de ese espacio informal politizador. El espacio de interacción es un nivel más avanzado del proceso de lucha en que los sujetos en movimiento, durante el proceso de organizarse, comienzan a percibirse como excluidos, a darse cuenta de que no son respetados y a tomar conciencia de la necesidad de luchar por ellos. La interacción se produce también con otras fuerzas políticas, con las que se dan relaciones, articulaciones y alianzas, partiendo del hecho que el espacio interactivo no es un espacio de consenso, sino de enfrentamiento de ideas. Por último, el espacio de lucha y resistencia se construye cuando se ocupa una propiedad. La ocupación es el resultado de un proyecto de lucha de los trabajadores rurales sin tierra, con resultados imprevisibles respecto a la confrontación con el Estado y los latifundistas. La ocupación es uno de los momentos principales de la lucha por la tierra y es la raíz del assentamento. La violencia sufrida para mantener las ocupaciones (violencia del propietario, del Estado, de los medios de comunicación, de la precariedad de la situación...),

"(...) no acaba con la lucha por la tierra, así como no termina con su conquista. La conquista de la tierra en la instalación del assentamento significa la continuidad de la lucha. Por un lado, el desafío, colocado por el modo de producción capitalista, en resistir y permanecer en la tierra. Por otro lado, la recuperación y la renovación de las experiencias para realizar nuevas ocupaciones con nuevos grupos" (Fernandes, 1996, p. 241) Bajo esta perspectiva, se entiende la vida cotidiana dotada de sentido que Antunes señala en la citación de la página anterior. La vida cotidiana que se desarrolla en los assentamentos ha quedado marcada por todo el proceso de lucha y conquista, por la experiencia del acampamento, con lo cual las relaciones que se establecen entre los assentados difícilmente reproducen al pie de la letra la cartilla de relaciones "reificadas", basadas en la transacción económica, que son la generalidad del resto de la sociedad.

El tercer aspecto que queremos presentar respecto a los desdoblamientos que la lucha del MST tiene en nuestros días y en esta sociedad, se refiere al proyecto de desarrollo que se construye en el interior de los assentamentos. En la confluencia del modelo agrario que el gobierno intenta imponer a escala nacional (16), de la propuesta cooperativista que el MST intenta promover en los assentamentos conquistados bajo presión popular y del proyecto que el acampado va imaginando mientras espera la desapropiación y la concesión de su lote. En ese conflicto entre propuestas con orientaciones diferentes se va conformando el assentamento "real". Las posibilidades de viabilizar el assentamento dependerán, por una parte, de la experiencia en el acampamento y del aprendizaje socio-político que los assentados consigan realizar, y por otra, de conseguir inserirse de forma "singular" dentro de un sistema económico como el actual, sin apoyo financiero decidido por parte de las autoridades responsables.

En este sentido, los assentamentos pueden ser interpretados como experiencias de desarrollo local, incluso pueden aportar reflexiones críticas importantes acerca de la implementación de las estrategias de desarrollo local(17) tan de moda. La participación real de la comunidad envuelta y con ello la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales(18), son dos aspectos fundamentales en los assentamentos, mientras que las estrategias de desarrollo local habitualmente implementadas están determinadas por los intereses de unos pocos, generalmente fuerzas económicas e institucionales, que pretenden "poner a punto" tanto al territorio (dotándolo de las infraestructuras adecuadas) como a la población local (formación en las habilidades técnicas demandadas), con la finalidad de competir con otros territorios también "puestos a punto" a partir de sus potencialidades endógenas.

A pesar de las contradicciones resultantes de una experiencia tan dilatada, tanto temporal como territorialmente, en los assentamentos promovidos por el MST, los proyectos de desarrollo tienen como objetivo la consolidación de los assentados como productores rurales, evitando que sean expulsados de nuevo de la tierra. En este sentido, se elabora toda una crítica al modelo agrario, y por ende, al modelo económico actual, presentando batalla a aquellos proyectos institucionales o empresariales que ponen en peligro la independencia del trabajador rural y de la pequeña propiedad familiar(19).

La nueva estructura societaria de la base social de los sin tierra, la reconstrucción de la vida cotidiana en los acampamentos y assentamentos y la implementación de modelos de desarrollo con características específicas, son apenas tres de los muchos aspectos desde los que estudiar la experiencia de millares de campesinos desplazados por la concentración de la tierra y por la modernización del campo y organizados en un movimiento social, el MST.

Consideraciones finales

El proceso migratorio provocado por la modernización del campo brasileño en los años 60, se trata de un proceso traumático de expulsión del lugar de vida y de trabajo. Sin embargo, la desterritorialización continuada y sin expectativa de solución que trajo consigo, posibilitó la comprensión de la necesidad de organizarse frente a esta situación de total expropiación, como en el caso. La organización de los desplazados por el proceso modernizador entorno a un movimiento social, como en el MST, permite un redimensionamiento de su papel en la sociedad y de las causas últimas de su situación. Como señala Martín citando a Becker: "en la base de los movimientos sociales está la movilidad intensa de la fuerza de trabajo" (Becker apud Martin, 1997, p. 27). Así, se produce un cuestionamiento de las antiguas relaciones de dependencia y se abre la posibilidad para la construcción de otras relaciones de vida y de trabajo más críticas con el sistema socioeconómico vigente.

La resolución de la questão agraria mediante una reforma agraria radical, daría a la agricultura un papel completamente diferente al que tuvo con la "modernización conservadora", "el papel de la agricultura, al contrario, debe ser retener mano de obra en el campo, apoyar la red de pequeñas y medias ciudades (para desconcentrar actividades dinámicas) y bajar el coste de la alimentación (para ampliar el mercado interno)" (Benjamin, 1998, p. 85), por tanto, tendería a reducir los contingentes de desplazados en función de la flexibilidad y de la movilidad del capital. Si tenemos en cuenta que el capital tiene una dimensión doble de expropiación y al mismo tiempo de explorador, la "lucha por la tierra y por la reforma agraria es, antes de nada, la lucha contra el capital" (Fernandes, 2000, p. 47).

Los acampamentos promovidos por el MST pueden considerarse en esta lucha contra el capital como "tácticas de lucha reformistas, aunque dentro de una estrategia revolucionaria" (Carvalho, 1994, p. 258), mientras que en los assentamentos,

"la lucha por la permanencia en la tierra, dentro de las perspectivas del inmediatismo económico concretamente determinado por la producción, dependerá de la capacidad que los pequeños productores tengan de conducir la lucha sindical en los márgenes de reformas económicas tácticas de confrontación con las clases dominantes. La naturaleza de esas confrontaciones definirá, paso a paso, la mayor o menor subordinación de las tácticas a la estrategia revolucionaria que la lucha por la tierra los condujo" (Carvalho, 1994, p. 258) Se trata, por tanto, de una propuesta, la del MST, marcada por su carácter diferenciado y contradictorio. Una propuesta que plantea la posibilidad de "abrir" el territorio, "cerrado" por las relaciones de poder (en este caso materializadas en el latifundio), mediante el conflicto, mediante la lucha por la tierra. Como señala Martins: "(...) la grave anomalía de una masa de miserables viviendo en condiciones infrahumanas no compromete el desarrollo capitalista. La exclusión se torna parte integrante de la reproducción del capital, pero se tornó al mismo tiempo una anormalidad social" (Martins, 2000, p. 100) Todo ello en un país de las características de Brasil, "uno de los pocos países del mundo que tiene la posibilidad de usar el recurso de la reforma agraria para atenuar los efectos negativos y dramáticos del desarrollo económico y tecnológico muy rápido" (Martins, 1997, p. 57).

Para finalizar, apenas reiterar las posibilidades de transformación que se abren a partir del antagonismo. En palabras de Martins:

"Las propias experiencias de los assentados del Movimiento de los Sin Tierra indican que es posible recrear y estimular un modo de vida alternativo, relativamente próspero, en relación al desempleo y a la exclusión" (Martins, 1997, p. 58)
 
Notas

1.En agosto del 2000 tuvo lugar en Brasilia el 4º Congreso Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), celebrado cada cinco años, con la participación de más de 11.000 personas (10.000 delegados del propio Movimiento venidos de 23 de los 26 estados brasileños), bajo el lema "Reforma Agraria: ¡Por un Brasil sin latifundio!".

2. Según la legislación brasileña reforma agraria consiste en "el conjunto de medidas que promuevan la mejor distribución de la tierra, mediante modificaciones en el régimen de posesión y uso, con el fin de atender a los principios de justicia social y al aumento de la productividad." (Estatuto da Terra, (Lei 4504), Art.1º, §1º)

3. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), en 1940 la población rural representaba el 69% y la población urbana el 31%. En 1950, población rural 64%, población rural 36%. En 1960, se produce un salto importante, la población rural disminuye al 55% y la población urbana aumenta hasta el 45%. Diez años más tarde, en 1970, la situación se invierte, 45% de rural, 55% de urbana. En 1980 apenas el 32% continua viviendo en el medio rural, mientras el 68% de la población ya vive en la ciudad. En 1991 la tendencia se mantiene, 24% de población rural y 76% de población urbana, y en el año 2000 los datos revelan que sólo el 19% de la población permanece en el ámbito rural y el 81% vive en la ciudad. Como muestran los datos, la urbanización en Brasil ha sido un proceso de gran rapidez, necesitando, apenas, 40 años (de 1940 a 1980) para invertir las proporciones de población rural y urbana.

4. Silva, J. G. A modernização dolorosa. Rio de Janeiro: Zahar Editora, 1982.

5. "Sin el toque rojo de los partidos comunistas", según afirmaban los militares de la época y Oliveira recoge. (Oliveira, 1989, p. 32)

6. Grilar tiene el sentido de apropiarse de una tierra mediante escrituras de propiedad falsas. Práctica muy común realizada por personas influyentes en zonas con un bajo nivel de ocupación del territorio.

7. Posseiro es el campesino que usufructúa la tierra durante el tiempo necesario para considerarse dueño legal de la misma.

8. Por ejemplo, sólo la construcción, durante la década de los 70, de la presa de Itaipú, en el estado de Paraná (Sur de Brasil), inundó un área de 1350 km2, expulsando un total de 12 mil familias de pequeños agricultores, de los cuales sólo la tercera parte, según datos de la propia empresa hidroeléctrica, fueron reasentados.

9. El MST forma parte a escala internacional de la campaña global por la reforma agraria, de la campaña internacional JUBILEO 2000, por el cancelamiento de la deuda externa, de la campaña internacional ATTAC (Asociación por una Tasa sobre las Transacciones especulativas para Ayuda a los Ciudadanos), por el control del funcionamiento del capital financiero, de Vía Campesina (articulación internacional de las organizaciones campesinas), de la Coordinación Latinoamericana de Organizaciones Campesinas-CLOC, y de la Comisión de los Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos. Y a nivel nacional del Forum Nacional de entidades por la reforma agraria, del Forum nacional contra la violencia en el campo, y de la Comisión Nacional de la Consulta Popular, para discutir un proyecto popular para Brasil (MST, 1999). En enero del 2001, el Forum Social Mundial, celebrado en Porto Alegre (Brasil), contó con el apoyo y la participación del MST.

10. La estricta aplicación de la ley vigente supondría, según los cálculos realizados por el ex-presidente del órgano institucional encargado de dirigir el proceso de reforma agraria, Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agrária (INCRA), que el gobierno dispondría de un fondo de 115 millones de hectáreas, correspondientes al 2,8% de los propietarios. Considerando un lote medio de 15 hectáreas por familia, podrían ser asentadas "más de 5 millones de familias trabajadoras, o sea, la totalidad de los sin tierra existentes podrían ser beneficiados sin que fuese afectada ninguna hectárea de tierra productiva" (Stédile, 1997, p. 32). Todo ello con un coste medio de 7.196 reales (aproximadamente 3.340 dólares) por familia.

11.Desde el año 2000, con el objetivo de parar con las ocupaciones de tierras criminalizándolas, el gobierno decretó la moratoria de tres años para realizar la evaluación del inmueble y determinar si es improductivo, y desapropiable, o no. Ante esta medida, el MST mudó de estrategia ocupando propiedades productivas para denunciar y negociar la desapropiación de latifundios improductivos próximos.

12. En los 23 de los 27 estados brasileños en que el MST está organizado (en los estados amazónicos de Amapá, Roraima, Amazonas y Acre el MST no está estructurado), se mantienen acampadas aproximadamente 128.504 familias.

13. Nuevo cooperativismo caracterizado por ser alternativo al modelo económico capitalista, diferente del cooperativismo actual ya que en primer lugar "debe darse el desarrollo del asociado y la cooperación entre los asociados y las cooperativas", y de oposición "frente a la política neoliberal y frente al cooperativismo tradicional" (Cerioli e Martins, 1998, p. 11).

14. Para conocer algunas experiencias de assentamentos organizados por el MST en diferentes estados del país, ver: Gorgem y Stédile, 1991; Medeiros et al., 1994; Leite, 1997; Zamberlan e Froncheti, 1997; Scmidt et al., 1998; Medeiros y Leite, 1999.

15. La lucha por la tierra no se circunscribe al MST, existen otros grupos con una dinámica similar a la del MST, aunque con inspiración político-ideológica y con alianzas estratégicas diferentes. También otros colectivos se organizan para recuperar la tierra que perdieron o de la que fueron expulsados, entre otros están "(...) los damnificados por la construcción de pantanos, los pescadores artesanales, los indios, los seringueiros [extractores de látex], las poblaciones que viven en las márgenes de los ríos o del mar (...)" (Thomaz Jr., p. 7)

16. Modelo agrario implementado, a veces, con ayuda de fondos extranjeros (Banco Mundial) y, en muchos casos repitiendo modelos basados en experiencias de otros países.

17. Según el Comité Económico y Social de la Unión Europea el desarrollo local se define como "un proceso reactivador de la economía y dinamizador de la sociedad local mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos endógenos existentes en una determinada zona, capaz de estimular y diversificar su creciente economía, crear empleo y mejorar la calidad de vida de la comunidad local, siendo, por tanto, el resultado de un compromiso en que se percibe el espacio como lugar de solidariedad activa y que implica cambios en grupos e individuos" (González y García, 1998, p. 338).

18. Asumiendo el concepto de Max-Neef, las necesidades humanas fundamentales "son las mismas en todas las culturas y en todos los periodos históricos. Lo que muda, a través del tiempo y de las culturas, es la manera o los medios utilizados para la satisfacción de esas necesidades" (Max-Neef, 1994, p. 42). Para este autor, las necesidades humanas fundamentales, se dividen según categorías existenciales: ser, tener, hacer y estar; y según categorías axiológicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad (Max-Neef, 1994, p. 43).

19. Un ejemplo sería la postura beligerante del MST frente a esa nueva Revolución Verde: los transgénicos, las patentes de semillas, los "paquetes completos" de semillas-pesticidas, la esterilidad de las semillas de segunda generación. Su argumento reside en que estas técnicas reducen las posibilidades de los pequeños agricultores de mantenerse en la tierra y aumenta el sometimiento a las estrategias de las grandes empresas capitalistas que dominan la producción. Según João Pedro Stédile, miembro de la dirección nacional del MST "el hambre del mundo no se resolverá con transgénicos, que son sólo una manipulación científica para garantizar el monopolio de las semillas para cinco grandes empresas transnacionales (...) La alimentación de la humanidad depende de la democratización de las semillas. Los agricultores de todo el mudo no pueden volverse rehenes de cinco grupos económicos" (Stédile, 2001, p. 25)
 

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