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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VIII, núm. 170 (26), 1 de agosto de 2004

EL DESARROLLO TECNOLÓGICO EN EL CONTEXTO DE LA MODERNIDAD

Luis Alberto Salinas Arreortua
Universidad Nacional Autónoma de México



El desarrollo tecnológico en el contexto de la modernidad (Resumen)

La noción de modernidad entendida como un mejoramiento en las condiciones de vida de la humanidad, ha generado un sin fin de argumentos que establecen que el desarrollo tecnológico será la panacea de los principales problemas de la actualidad, proporcionando un mayor bienestar social. Dichos argumentos caen en un determinismo tecnológico fundamentados en la idea de “progreso” proveniente del Siècle des Lumières. Aunado a ellos, han surgido los apocalípticos, quienes critican todo desarrollo tecnológico. Estas posturas extremas han producido debates acerca del desarrollo tecnológico, olvidando en ocasiones, que éste no contiene bondad o maldad, pues es tan sólo un instrumento que ha desarrollado el hombre a través del tiempo. La importancia del desarrollo tecnológico dependerá precisamente de la utilización de quienes controlan el poder político y económico tanto nacional como internacional.

Palabras clave: Modernidad, capitalismo, tecnología, deterministas, apocalípticos.


The technological development in the modernity context (Abstract)

The modernity’s notion understood like an improvement in the life conditions of the humanity has been produced a lot of arguments about the technological development which will be the panacea of the main actually problems, proporcionating the most social comfort. These arguments had landed in technological determinisms based them in the “progress” idea coming from iluminism beside this the apocalyptics has become the ones who criticize all the technological development, this extremes points if view has been produced argues about this topic in sometimes forgetting that this has not goodness or sickness it is just an instrument development by the man through the time.The importance of technological development will depend of the uses of whose control the national and international politic and economic power.

Key-words: Modernity, capitalism, technology, determinisms, apocalyptics.


Marx sugiere dentro de sus estudios acerca de la economía política, algunas categorías de análisis que nos permiten entender el desarrollo de las relaciones sociales. Unas de ellas son las llamadas Relaciones Sociales de Producción y Fuerzas Productivas (que constituyen el espacio geográfico). El desarrollo de las fuerzas productivas –que para Marx “es, sencillamente, un medio para la producción de plusvalía” (Marx, 1867:302)– y de las relaciones sociales de producción en cada época, es decir, en un tiempo y espacio determinado, suponen características específicas de la actividad económica, política y cultural, así como de un determinado desarrollo tecnológico, es por ello que Marx menciona que “lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el como se hace, con que instrumentos de trabajo se hace” (Marx,1867:132).

Dentro de un sistema económico capitalista, como base de un proceso de vida civilizatorio denominado modernidad, el desarrollo de la tecnología juega un papel importante dentro de la vida económica como instrumento de activación económica, crecimiento y desarrollo así como de manipulación y control dentro de las relaciones sociales existentes, como instrumento de trabajo dentro de la construcción social.

De esta manera existe una relación entre las nociones de modernidad y capitalismo, situando sus orígenes de manera conjunta a finales del siglo XVI, aunado a ello la creciente importancia que va adquiriendo el desarrollo tecnológico dentro del contexto de la modernidad, han concebido ideas que se van generando en torno a dicho desarrollo, surgiendo posturas deterministas las cuales han generado gran confianza en este instrumento hasta llegar a proponer el llamado tecnoparaíso(1), y por otra parte posiciones apocalípticas que reflexionan hasta donde es posible que las relaciones sociales lleguen a desarrollar tal instrumento para someter y controlar a sus semejantes.

Para comenzar retomo la definición sobre tecnología que cita Ricardo Méndez del Manual de Frasati, publicado por la OCDE en los años setenta, el cual menciona que se entiende como el “conjunto de información y conocimiento que puede ser aplicable a la producción de bienes y servicios y que, a tal fin, puede combinar elementos novedosos y tradicionales” (Méndez, 1997:161).

El análisis de la tecnología debe ser abordado, siempre, como un instrumento de las relaciones sociales, de manera que “la clave para entender a la tecnología (y a la ciencia) es verla como producto de un proceso de trabajo (Radical Science Journal, 1981), es ver cada producto tecnológico y cada teoría científica como resultado del proceso de trabajo que lo produjo.”(2), es decir, si se analizan de manera aislada a una realidad social no tiene ninguna relevancia, así mismo, al tratar de personificar el desarrollo tecnológico como resultado individual y no de un desarrollo colectivo de fuerzas productivas. Esto es lo que criticaba fuertemente Marx, quien decía, “Una historia crítica de la tecnología demostraría seguramente que ningún invento del siglo XVIII fue obra personal de un individuo” (Marx, 1867:303), historia que no se había llevado acabo en la época de Marx, sin embargo, esta manera de personalizar el desarrollo tecnológico y de desespacializarlo continúa produciéndose actualmente, como anuarios estadísticos de tecnología.

Actualmente, la aplicación del desarrollo de la tecnología, su pretendida ubicuidad, ha generado que existan ciertas diferencias locales, regionales, nacionales y supranacionales, que presentan particularidades que responden a una dialéctica de la totalidad y el lugar. Así, se presentan subespacios, con ciertas características económicas, políticas y culturales en común, pero con referencia a la tecnología (que no está disociado de los factores antes mencionados), subespacios de invención tecnológica, donde se concentra una importante producción intelectual y de innovación tecnológica en donde los factores del espacio (tanto de configuración territorial como de relaciones sociales) presentan características idóneas para la aplicación de las tecnologías. Esto es lo que llama Milton Santos espacios luminosos(3), en oposición pero en coexistencia con los llamados espacios opacos. Siendo esto una muestra de contradicciones que ha generado el proyecto moderno basado en el desarrollo capitalista como lo muestra la desigual utilización del factor tecnológico, entre otras desigualdades económicas y sociales.

Existe un crecimiento de las desigualdades, las distancias entre los ricos se vuelven cada vez mayores a los pobres, quienes ostentan dicha concentración económica van dirigiendo el rumbo que adquiere el desarrollo de la fuerzas productivas.

El proyecto de la modernidad

La noción de modernidad suele ser empleada de diversas maneras, una de ellas es la contraposición a una fase de vida “premoderna” aludiendo así a una idea de mejoramiento de las condiciones humanas. De la misma manera, se relaciona de forma importante con el surgimiento de un “proyecto” de vida civilizatorio que se fundamenta con un sistema económico, de manera que, el surgimiento de la idea de modernidad esta estrechamente vinculado con el surgimiento del capitalismo. A esto menciona Bolívar Echeverría: “Por modernidad habría que entender el carácter peculiar de una forma histórica de totalización civilizatoria de la vida humana, por capitalismo, una forma o modo de producción de la vida económica del ser humano: una manera de llevar acabo aquel conjunto de sus actividades que está dedicado directa y preferentemente a la producción, circulación y consumo de los bienes producidos” (Echeverría, 1995:138).

Sin embargo, modernidad y capitalismo, son nociones que se utilizan en muchos ámbitos de la sociedad, sin embargo, el segundo concepto ha sido más precisado y goza de un mayor entendimiento en general, por el contrario, la noción de modernidad suele ser muy ambigua y no es aceptada una definición que complazca de manera común.

Así pues, sólo me ocuparé de definir una noción de modernidad para relacionarlo con el desarrollo histórico de la tecnología, de la misma manera trataré el concepto de posmodernidad.

Siglo XVI: la primera fase

En una de sus obras de Marshall Berman nos muestra lo paradójico que puede ser este concepto de modernidad. Donde niega su afirmación y afirma su negación, mostrando el carácter contradictorio que caracteriza la modernidad.

“Hay una forma de experiencia vital –la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás, de las posibilidades y los peligros de la vida– que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la «modernidad». Ser modernos es encontrarnos en un entorno en que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos. Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx, «todo lo sólido de desvanece en el aire»” (Berman, 1982:1).

Ahora bien, realizando un análisis espacio-temporal del surgimiento de la modernidad, podemos destacar algunos periodos importantes donde el desarrollo tecnológico forma parte fundamental de dicho proyecto.

De esta manera caracterizamos el desarrollo de un proyecto de vida moderna en tres momentos importantes. Así y de acuerdo a Berman dividiremos la historia de la modernidad en tres fases. Señalando la primera a comienzos del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, basándose sus cimientos en Europa.

Como podemos observar, relacionado al surgimiento del capitalismo, hay una aceptación de que los orígenes de estos fenómenos coinciden en una dimensión espacio-temporal. De la misma manera, como argumenta Enrique Dussel, “la Modernidad, como nuevo ‘paradigma’ de vida cotidiana, de comprensión de la historia, de la ciencia, de la religión, surge al final del siglo XV y con el dominio del Atlántico” (Dussel, 2001:354).

Existe una aceptación de un cambio cultural importante que se inicia con la división del Imperio Romano en el siglo IV en Imperio Romano Occidental con Roma como centro y en Imperio Romano Oriental con Constantinopla como capital, produciéndose en el siglo V la derrota del Imperio Occidental y en el siglo XV el derrumbe del Imperio Oriental por los turcos, poniendo fin a la edad “premoderna”, característico de un periodo de tiempo en donde el cristianismo se impone como visión del mundo, creándose la expresión de que la edad anterior al siglo XV fue una “larga noche de mil años”, desde la aceptación del cristianismo hasta la caída del Imperio Romano Oriental aunado a la caída de la monarquía absoluta en Francia.

Es en este momento donde el sistema económico feudal muestra signos de decadencia, pues el crecimiento de las ciudades, el comercio, la burguesía y el surgimiento de los Estados-Nación terminan con el sistema feudal.

De esta manera se van dejando a tras las explicaciones místicas, que caracterizó la edad premoderna (conceptos surgidos en el Renacimiento), aunado al surgimiento de un sistema económico diferente; el capitalismo.

En esta época los adelantos en el desarrollo tecnológico provienen de los árabes y Asia principalmente, pero todavía es demasiado incipiente para el aprovechamiento que requiere el sistema capitalista, que va proporcionando bases para ese desarrollo tecnológico.

Sin embargo, es en este momento donde el pensamiento (la filosofía) y la ciencia desligados de las doctrinas cristianas buscan explicaciones que proporcionaba la religión hasta entonces. Los importantes avances tecnológicos de estos momentos son los que tienen que ver con la posición geográfica –como la brújula–, los instrumentos de guerra –la pólvora– y la creciente difusión de nuevos pensamientos y explicaciones no dependientes de la comunicación oral que dominaron los representantes eclesiásticos –la imprenta–.

De esta manera comienza un proceso civilizatorio que pretende dejar atrás la cerrazón y comenzar con un “renacimiento del hombre”.

Siglo XVIII: la segunda fase

La segunda fase –según Berman– “comienza con la gran ola revolucionaria de la década de 1790”, fase que Dussel considera como una visión eurocéntrica, donde “la Modernidad es una emancipación, una ‘salida’ de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico, que abre a la humanidad a un nuevo desarrollo del ser humano. Este proceso se cumpliría en Europa, esencialmente en el siglo XVIII.”, por ello y retomando a Habermas “los acontecimientos históricos claves para la implantación del principio de la subjetividad (moderna) son la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa.” (4). De la misma manera “lo que Habermas llama el proyecto de la modernidad –menciona Harvey– ocupó un lugar central en el siglo XVIII. Ese proyecto supuso un extraordinario esfuerzo intelectual por parte de los pensadores de la Ilustración”(5).

De manera que el carácter importante que adquirió el desarrollo tecnológico lo podemos ubicar de forma más exacta en la segunda fase de la historia de la modernidad, principalmente en el periodo llamado “Ilustración”.

En este momento histórico, se plantean las ideas que en su momento fueron propuestas que cambiaban la visión de la construcción social de manera distinta, diferenciada de un pasado marcado por condiciones religiosas que determinaban las relaciones sociales, lo cual constituyó una importante discontinuidad, una ruptura de las condiciones para afrontar la realidad desde una manera más libre, sin embargo, –y esta es la crítica que se retoma– las condiciones sociales que existen en la actualidad han mostrado que la fe sustentada en algunos preceptos de la Ilustración no resuelven los problemas actuales de la sociedad, me refiero específicamente al dominio de la naturaleza mediante el uso de la “razón” y el desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Ahora bien, dentro de este proyecto de la modernidad, la Ilustración proyectó la idea de progreso, lo cual conduciría al mejoramiento de las condiciones sociales mediante la “razón” como acción humana y la ciencia y la tecnología como instrumento para alcanzar dicho objetivo. Así, “el dominio científico de la naturaleza auguraba la liberación de la escasez, de la necesidad y de la arbitrariedad de las catástrofes naturales. El desarrollo de formas de organización social y de formas de pensamiento racionales prometía la liberación respecto de las irracionalidades del mito, la religión, la superstición, el fin del uso arbitrario del poder, así como del lado oscuro de nuestra propia naturaleza humana. (...) Proliferaron las doctrinas de la igualdad, la libertad y la fe en la inteligencia humana (una vez garantizados los beneficios de la educación) y en la razón universal. «Una buena ley debe ser buena para todos –declaró Condorcet en las luchas agónicas de la Revolución Francesa– exactamente de la misma manera en que una proposición verdadera es verdadera para todos».”(6).

Así pues, estas ideas de la fe en la “razón”, el desarrollo de la ciencia y la tecnología para el dominio de la naturaleza, y la noción de progreso, son los fundamentos optimistas que ofrece la modernidad a través de sus condiciones de vida económica del capitalismo. No obstante, la historia presenta paradojas como lo muestra de manera clara Enzo Traverso en La Historia desgarrada (1997), donde la razón, la ciencia y la tecnología se mezclan en Auschwitz.
Por otra parte, si mencionamos que la Ilustración fue creada en el proyecto de la modernidad, realizamos nuestras críticas sin rechazarlo completamente como lo proponen los posmodernos, los cuales “insisten en abandonar por completo el proyecto de la Ilustración en nombre de la emancipación del hombre.”(7), sin embargo, “la posición que adoptemos dependerá de cómo nos expliquemos el «lado oscuro» de nuestra historia reciente y de si lo atribuimos a los defectos de la razón de la Ilustración o más bien a un error en su aplicación.”(8), es decir, si por una parte, éste movimiento significo asumir cambios importantes en el siglo XVIII, no debemos rechazarlo totalmente, pues como movimiento cultural puede tener aspectos valiosos, sin embargo, dependerá de las decisiones y de la aplicación que se les dé a los principios generados a lo largo del tiempo. Lo mismo sucede con el desarrollo tecnológico, al cual no se le debe culpar o ponderar de la situación actual, puesto que ésta dependerá de principios de la práctica humanizada o deshumanizada que se le dé a la tecnología.

Erich Fromm menciona dos principios que persigue el desarrollo tecnológico: que son la máxima de que algo debe hacerse porque resulta posible técnicamente hacerlo y el otro es la máxima eficiencia y rendimiento.

Cuando algo debe hacerse porque es posible hacerlo gracias al desarrollo tecnológico, se cae en una situación de hacer cosas sin sentido, olvidando que existen problemas apremiantes que agobian a la sociedad, de esta manera esto contradice los principios de deber hacer –tanto material como intelectual– para el desarrollo del hombre, como satisfacción humana, por la búsqueda de objetivos morales, éticos, sin embargo, aceptando el principio de que debe hacerse porque es técnicamente posible, el desarrollo tecnológico se convierte en el fundamento de la ética(9), convirtiéndose así en un factor de admiración y respeto, más para satisfacción de una clase social en particular que para satisfacer carencias sociales en general.

Y el otro principio, de la máxima eficiencia y rendimiento que se busca a cualquier costo, “lleva como consecuencia el requisito –menciona Fromm– de la mínima individualidad”, es decir, “no marchamos rumbo a un mayor individualismo, sino estamos convirtiéndonos en una civilización de masas manipuladas cada vez en escala más grande.”(10).

La eficiencia que persigue este desarrollo tecnológico es en sí sólo para el sector dominante económica y políticamente, agravando las condiciones sociales de la mayor parte de la población mundial; los desposeídos(11). En tanto la máxima eficiencia y rendimiento se convierten en la misión para alcanzar objetivos de riquezas y manipulación y control, se convierte en una característica de la época moderna, produciendo consecuencias infrahumanas para la clase trabajadora, maquinizando al hombre, convirtiendo la vida en una actividad enajenada, monótona, que caracteriza a gran parte de los trabajadores en estos tiempos modernos.

Así mismo, este máximo rendimiento quiere decir que en tanto mayor sea lo que produzcamos mayor serán los objetivos alcanzados, de esta manera el éxito de la economía –según Fromm– es medido por el ascenso o descenso de la producción, es tan sólo un factor cuantitativo. Así, en casi todos los ámbitos de la vida lo importante es la cantidad, superar lo anterior, producir más que ayer, tanto en la educación, salud, seguridad, economía, etc., como en actividades de la vida cotidiana, de esta manera “el constante aumento en la cantidad constituye la meta de nuestra vida. En efecto, a esto es a lo que se refiere el concepto de ‘progreso’” (Fromm, 1968:45), donde impera lo cuantitativo sobre lo cualitativo.

Producir porque es posible, máxima eficiencia y rendimiento, son características que podemos ejemplificar con el análisis que hace Marshall Berman sobre los orígenes de San Petersburgo, donde se crea una ciudad (la cual llegaría a ser la capital de Rusia) en condiciones inimaginables que para principios del siglo XVIII (comenzó la construcción de esta ciudad Pedro I en 1703) se llevara acabo un proyecto de tal magnitud, convirtiéndose –como dice Berman– tal vez el ejemplo más espectacular en la historia mundial de la modernización, sin embargo, la eficiencia en este proyecto consistió en construir en dos décadas “prácticamente de la noche a la mañana, en una de las grandes metrópolis de Europa.”, sin olvidar que “en tres años la nueva ciudad había devorado un ejército de unos 150.000 trabajadores –destrozados físicamente o muertos–” (Berman, 1982:179), por lo que es necesario observar que el desarrollo tecnológico produce eficiencia pero para un sector de la sociedad, así también sucede con el rendimiento, además de que éste es tan sólo cifras que se interpretan de manera que se quiera.

De esta manera el desarrollo tecnológico sustentado en un proyecto civilizatorio basado en un sistema económico capitalista va creando las bases para un crecimiento acelerado de las fuerzas productivas que el mismo sistema requiere y genera para su utilización como un instrumento fundamental dentro de las relacione sociales existentes.

Por ello, a “...partir de la aplicación de la ciencia a la producción nace ‘la modernísima ciencia de la tecnología’, que descompuso ‘las polícromas configuraciones del proceso de producción ...en aplicaciones de las ciencias naturales, conscientemente planificadas’...”(12), y esto es posible solamente en este sistema de producción, así “El modo capitalista de producción es el primero en poner las ciencias naturales [XX-1262] al servicio directo del proceso de producción, cuando el desarrollo de la producción proporciona, en cambio, los instrumentos para la conquista teórica de la naturaleza. La ciencia logra el reconocimiento de ser un medio para producir riqueza, un medio de enriquecimiento.”, por lo que “sólo la producción capitalista transforma el proceso productivo material en aplicación de la ciencia a la producción – en ciencia puesta en práctica” (13)).

“La tecnología nos descubre la actitud del hombre hacia la naturaleza, el proceso directo de producción de su vida, y, por lo tanto, de las condiciones de su vida social y de las ideas y representaciones espirituales que de ellas se derivan.”(14). Tecnología que es en el desarrollo capitalista donde se desarrolla de manera vertiginosa.

Siglo XX: la tercera fase

Por último, “en el siglo XX, nuestra fase tercera y final, el proceso de modernización se expande para abarcar prácticamente todo el mundo y la cultura del modernismo en el mundo en desarrollo consigue triunfos espectaculares en el arte y el pensamiento.”(15).

Modernidad y Modernismo

Los orígenes de esta conceptualización de modernidad están vinculados a los orígenes del capitalismo, hasta los acontecimientos importantes que propondrán una segunda fase de la modernidad, donde la tecnología es un elemento importante marcado en la Ilustración, aunado a ello, existe una mención de conceptos como Modernización y Modernismo que son característicos del siglo XX, principalmente, lo que constituye la tercera fase.

De esta manera, retomando el análisis de Berman destacamos que “el pensamiento moderno sobre la modernidad está dividido en dos compartimientos diferentes, herméticamente cerrados y separados entre sí: la «modernización» en economía y política; el «modernismo», en el arte, la cultura y la sensibilidad”. En otras palabras, “nuestra visión de la vida moderna tiende a dividirse entre el plano material y el espiritual: algunos se dedican al «modernismo», que ven como una especie de espíritu puro que evoluciona de acuerdo con sus imperativos artísticos e intelectuales autónomos; otros operan dentro de la órbita de la «modernización», un complejo de estructuras y procesos materiales –políticos, económicos y sociales– que, supuestamente, una vez que se ha puesto en marcha, se muere por su propio impulso, con poca o nula aportación de mentes o almas humanas” (Berman, 1982:82 y 127). En este sentido, el carácter importante del desarrollo tecnológico se muestra en la modernización que se desarrolló en este proyecto de la modernidad principalmente en el siglo XVIII, en la Ilustración y gracias al desarrollo de la Revolución Industrial, donde la ciencia y la tecnología comienzan a generar confianza en su desarrollo, como condición para un mundo feliz.

Otra característica que mencionaré de la modernidad es su carácter mítico, el cual es lo que más se menciona, donde los “beneficios globales” de la modernidad justifican su desarrollo histórico, donde la otra cara moderna –la conquista, los explotados, los sacrificios, las imposiciones ideológicas, etcétera,– tan sólo constituyen un mal necesario. De esta manera el mito podría describirse así:

“a) La civilización moderna se autocomprende como más desarrollada, superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición ideológicamente eurocéntrica). b) La superioridad obliga a desarrollar a los más primitivos, rudo, bárbaros, como exigencia moral. c) El camino de dicho proceso educativo de desarrollo debe ser el seguido por Europa (es, de hecho, un desarrollo unilineal y a la europea, lo que determina, nuevamente sin conciencia alguna, la ‘falacia desarrollista’. d) Como el bárbaro se opone al proceso civilizador, la praxis moderna debe ejercer en último caso la violencia si fuera necesario, para destruir los obstáculos de la tal modernización (la guerra justa colonial). e) Esta dominación produce víctimas (de muy variadas maneras), violencia que es interpretada como un acto inevitable, y con el sentido cuasi-ritual de sacrificio; el héroe civilizador inviste a sus mismas víctimas del carácter de ser holocaustos de un sacrificio salvador (el indio colonizado, el esclavo africano, la mujer, la destrucción ecológica de la tierra, etcétera). f) Para el moderno, el bárbaro tiene una ‘culpa’ (el oponerse al proceso civilizador) que permite a la ‘Modernidad’ presentarse no sólo como inocente sino como ‘emancipadora’ de esa ‘culpa’ de sus propias víctimas. g) Por último, y por el carácter ‘civilizatorio’ de la ‘Modernidad’, se interpretan como inevitables los sufrimientos o sacrificios (los costos) de la ‘modernización’ de los otros pueblos ‘atrasados’ (inmaduros), de las otras razas esclavizables, del otro sexo por débil, etcétera.”(16).

No obstante, este mito se encuentra presente en los discursos de la modernidad, donde la ciencia y la tecnología ocupan un lugar primordial.

Por último, quisiera ejemplificar el carácter efímero y contradictorio que caracterizan la llamada modernidad. Por efímero podemos retomar la idea de destrucción creadora la cual utilizó Schumpeter, donde un claro ejemplo se muestra en la importancia que muestra la destrucción productiva, es decir, destruir lo producido por la sociedad para volver a producirlo reactivando nuevamente la actividad económica, por ello las guerras juegan un papel importante en la economía. Por otra parte, una sencilla contradicción es la relación campo-ciudad, donde la ciudad era la promesa de un mejoramiento del nivel de vida y la gente del campo añoraba la vida urbana, sin embargo, en los últimos tiempos la situación a cambiado, pues la entropía urbana ha generado la añoranza de una vida más tranquila que puede ofrecer el campo.

A partir del desarrollo del siglo XVI, principalmente, en que va tomando forma el proyecto de vida moderna y el capitalismo como sistema económico de las relaciones sociales, se fueron creando con mayor intensidad en el siglo XVIII, ideas liberales donde el desarrollo tecnológico sería un instrumento que ayudaría a alcanzar el anhelado progreso social, a través de la razón, y de un desarrollo metódico de las ciencias. Es de esta manera como se caracterizan los últimos cinco siglos de desarrollo tecnológico, sin embargo, las grandes confrontaciones bélicas internacionales del siglo XX, las guerras mundiales, las bombas atómicas, los campos de concentración, el desarrollo de la industria militar, etc., aunado a los mitos de la modernidad que descubre el carácter contradictorio de este proyecto de vida, va originando reflexiones acerca de las crisis de este proyecto, generando así pensamientos que sugieren un proyecto diferente, fuera de la modernidad, la llamada posmodernidad, la cual más que expresar una condición posterior a la modernidad, sugiere su desacuerdo de los preceptos modernos.

El debate teórico donde se plantea la idea de una etapa diferente como la llamada posmodernidad, desarrollan la idea de un surgimiento de un nuevo sistema social. Sin embargo, a principios de este milenio “... muchos mantienen que nos encontramos frente al comienzo de una nueva era a la que han de responder las ciencias sociales, y que trasciende a la misma modernidad. Se ha sugerido una curiosa variedad de términos para referirse a esa transición, algunos de los cuales hacen directa referencia al surgimiento de un nuevo tipo de sistema social (como «la sociedad de la información», o «la sociedad de consumo»); no obstante, la mayoría de estos términos sugieren más bien que el anterior estado de las cosas está llegando a su fin («posmodernidad», «postcapitalismo»; la sociedad postindustrial y así sucesivamente).”, sin embargo “En vez de estar entrando a un periodo de postmodernidad, nos estamos trasladando a uno en que las consecuencias de la modernidad se están radicalizando y universalizando como nunca.”(17). Las grandes desigualdades, las condicione de vida injustas y las contradicciones de los mitos constituyen cualidades que caracterizan la modernidad.

La llamada Posmodernidad

Esta noción de posmodernidad, ligada al surgimiento de algunas teorías donde lo post intenta crear la idea de una superación de un periodo anterior, va surgiendo gracias a las contradicciones que existen en el proyecto civilizatorio de la modernidad. En este último se concibió por lo general como positivista, tecnocéntrico y racionalista, donde se identificó con la creencia de un progreso lineal, de verdades absolutas. En contra de ello, la posmodernidad, privilegia la heterogeneidad y la diferencia.(18). En la modernidad, se ha creído en la abundancia, en el crecimiento, pero es a finales de los años 1960 donde esta promesa choca con la situación imperante, donde los beneficios de la modernización son para algunos y los males necesarios (los mitos) son para una gran cantidad de seres humanos. De manera la modernización basado en el desarrollo tecnológico es derivada de una relación desigual de explotadores y explotados, generando así las ilusiones de la modernidad, como el tecnoparaíso.

Una idea de la llamada posmodernidad, fue brindada por el mundo “socialista” que se decía poseía una variante diferente de la modernidad, donde se pensaba acabar con este proyecto civilizatorio de relaciones sociales desiguales, basado en un sistema económico diferente. Sin embargo, se demostró que el “socialismo real” es tan sólo una vertiente de la misma modernidad donde las características (pos) diferentes del proyecto moderno capitalista son muestras de las contradicciones de dicho proyecto, mas que la constitución de otro proyecto. De la misma manera podría decir que las teorías que coinciden con estas ideas de un nuevo sistema social constituyen tan sólo una vertiente del proyecto civilizatorio denominado modernidad, donde el capitalismo forma parte de un modo de vida. Lo cual no significa que estemos en un periodo nuevo, un sistema social diferente, en la “posmodernidad”.

No obstante, el factor tecnológico en el proyecto de la modernidad constituye un instrumento esencial de desarrollo humano. Es lo que se busca alcanzar para poder mejorar la situación mundial, es la postura que se toma para intentar un mejoramiento de vida, sin embargo, el precio que hay que pagar es demasiado alto, razón que tenía Walter Benjamín cuando decía que el progreso técnico e industrial puede ser portador de catástrofes sin precedente.

Deterministas versus Apocalípticos

Existe, en general, los discursos plagados por la idea del progreso de la humanidad a través del desarrollo tecnológico, que en muchos casos de manera explícita, argumentan los beneficios que ha generado este desarrollo tecnológico (ver los reportes anuales del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), sin mencionar donde se mueve este desarrollo, es decir, bajo que intereses político-económicos.

Por otro lado, y de manera simultánea, se desarrollan discursos apocalípticos, es decir que critican todo desarrollo tecnológico, que no reconocen los beneficios de ello.

Son posiciones opuestas, sin embargo, es necesario destacar que la tecnología, per se, no engendra características cualitativas de maldad o bondad, pues este carácter está dado por la acción humana, por las decisiones políticas. Por ello, lo más importante es no separar el desarrollo tecnológico de la producción social (del espacio geográfico), que será quién condicione de manera dialéctica su utilización.

Los determinismos tecnológicos y los discursos apocalípticos deberán sustentarse en la utilización de la tecnología que estará condicionada por características políticas, económicas e incluso culturales.

Es cierto, que la tecnología ha realizado enormes beneficios a la humanidad como en la medicina, comunicaciones, entretenimientos, etc.,  pero además de ello, ha producido otros efectos, principalmente en la industria militar, como las armas de destrucción masiva, reactores nucleares, bombas atómicas, satélites artificiales, y también un gran desarrollo en transporte y telecomunicaciones, además de los productos modificados genéticamente (transgénicos), los cambios climáticos y el agujero en la capa de ozono producido por el uso indiscriminado de los clorofluorcarbonos, etc.

Esto, que a través de su utilización, ha servido como un instrumento de control social, que mediante la formación de empresas multinacionales y organismos internacionales que ha facilitado la difusión de la información, la cual responde a una coherencia necesaria para mantener las relaciones y escalas de poder mediante la manipulación de la información, y por medio de acuerdos (como los que se han realizado en la Organización Mundial del Comercio, un solo ejemplo son la posibilidad de patentar materia orgánica) que generan las condiciones necesarias para dicho control. Es necesario un cambio en la aplicación de la tecnología para que ésta pueda ser un instrumento de liberación, pues la historia nos muestra una situación contraria que ha prevalecido, donde “...la tecnología se ha convertido en un nuevo instrumento de esclavización, y no en el instrumento de liberación que podría ser.”(19)

Por ello, hay quienes dicen que, “...en vez de encaminarnos a la abundancia, la ciencia, o mejor dicho su aplicación, puede llevarnos a la destrucción de la civilización, y aun de la humanidad.” (20)

No obstante, obedece a la acción humana respecto a las decisiones que se tomen, según los intereses económicos y políticos imperantes en la actualidad (una lógica espacial), una posible justicia social, la cual no dependerá de un mejoramiento en la técnica, ciencia o tecnología, como en algunos casos se argumenta. Es por ello, que “en el ámbito social aparece una contradicción en base a que mientras se puede producir, y se produce, mucho más en menos tiempo, sin embargo, no se distribuye de forma equilibrada, ni social ni territorialmente. La geografía económica agraria muestra un ejemplo claro. Por un lado existen excedentes de producción agraria y por el otro existe hambre en muchas zonas del mundo. Es decir, existe un desequilibrio en la distribución, que no es únicamente un problema «técnico» de capacidad de distribución, sino un problema político-económico de forma de distribuir ligada un tipo concreto de modelo social.”(21)

De esta manera, la tecnología entendido como el desarrollo de las fuerzas productivas, es el fruto del trabajo colectivo que pude ser importantísimo para mejorar las condiciones existentes en la actualidad y en un futuro próximo, el cual dependerá una vez más de los objetivos que persigan, la satisfacción de intereses personales o de la humanidad.

Conclusión

El desarrollo de la tecnología lleva inmerso varios objetivos específicos, uno de ellos es la importancia que tiene en la construcción del espacio, en la cual podemos observar la manera en que es utilizada, pues las clases dominantes son quienes controlan y generan la misma, motivado por su utilización en objetivos como conocer, controlar, mediar, solucionar y evitar factores que afecten sus intereses. Ejemplo de ello se muestra en la última mitad del siglo pasado, en el cual éste desarrollo se vio marcado por la industria militar, con el fin del control del hombre por el hombre principalmente (ya no es la ambición del control de la naturaleza como se pensaba el desarrollo de la ciencia en el siglo XVIII), mediante el mismo manejo del hombre en el trabajo –enajenación del proceso de trabajo–, en el consumo –creando nuevas formas de comportamiento y cambios en los patrones culturales llegando a un consumismo beligerante–, y, por supuesto, en los instrumentos de transformación social, creando así un espacio social cuyo mayor rasgo es su carga de superficialidad (en tanto que territorio y relaciones sociales) proporcionado por la implementación del fenómeno técnico –medio técnico-científico-informacional–(22), produciendo transformaciones vertiginosas.

De la misma manera, “Tal vez, el campo de estudio que enfatiza más el impacto de las nuevas tecnologías en la formación social es el de los llamados ‘comunicólogos’, quienes no sólo plantean estas innovaciones como factores que alteran los diversos ámbitos, sino que hablan de supuestas ‘revoluciones’, de cambios sociales caracterizados más por las rupturas que por las continuidades. De estas premisas, que conceptualizan a la tecnología como factor de cambio en las diferentes esferas provienen etiquetas como “era de la Información”, “Revolución de las Comunicaciones”, “Sociedad Postindustrial”, “Revolución de Control”, “Sociedad Informatizada”, entre otros. Este determinismo tecnológico, empieza el análisis de la tecnología una vez que ésta aparece sin presentar la menor consideración a las fuerzas económicas y a los factores ideológicos que las desarrollaron y facilitaron.”(23), aunado al surgimiento de propuestas teóricas “posmodernas” que se van generando en la modernidad como proyecto de vida sustentado en una base económica capitalista.
 

Notas

 
(1) Rifkin, nos habla de las diversas visiones de un “tecnoparaiso” entendiendo por ello, una imagen idealizada del futuro, para la cual, la sociedad dirige toda su actividad. (Rifkin, 1994;67).
 
(2) (Peláez, 1995:116)
 
(3) Santos, 1993. Estos subespacios pueden definirse según la composición cuantitativa y cualitativa del desarrollo tecnológico, es decir, aquellas áreas donde presentan esta concentración de producción tecnológica será; espacio luminoso. Caracterizados por zonas de gran desarrollo tecnológico que se muestran como el progreso social, lo cual deviene en un mejoramiento de las condiciones sociales por la abundancia y la capacidad de distribución de bienes y servicios. Sin embargo, estos espacios luminosos se desarrollan a costa de una degradación que representa el anverso del progreso, los llamados espacios opacos, lo cual demuestra que la invención e innovación de la tecnología no es ubicuo, sino tan sólo algunas aplicaciones que responden a una coherencia para mantener relaciones desiguales que son necesarias para un sistema en el que para existir explotadores deben existir explotados.
Al implantar un desarrollo tecnológico en subespacios diferentes resulta incongruente, es decir, la utilización del Internet no tiene el mismo resultado en los centros urbanos financieros como en las comunidades rurales de los países dependientes.
 
(4) Dussel, 2001:350.
 
(5) Harvey, 1990:27.
 
(6) Harvey, 1990:28.
 
(7) Harvey, 1990:29.
 
(8) Harvey, 1990:29.
 
(9) Fromm, 1968:41.
 
(10) Fromm, 1968:35.
 
(11) “Un contundente estudio de la UNCTAD hecho en 124 países muestra que el ingreso del 20% más rico de la población mundial se elevó de un 69 a un 83% entre 1965 y 1999 (...). A nivel mundial, el número de personas que viven en condiciones de pobreza, con ingresos de menos de un dólar por día, aumentó de 1,1 billones en 1985 a 1,2 billones en 1998...” (Bello, 2001:154 y 155).
 
(12) Bolchini, 1979:22.
 
(13) Marx, 1861-1863:162 y 164.
 
(14) Marx, 1867:303.
 
(15) Berman, 1982:3.
 
(16) Dussel, 2001:355.
 
(17) Giddens, 1999:16 y 17.
 
(18) Harvey, 1990.
 
(19) Niel, 1962:373.
 
(20) Moss, 1967;7.
 
(21) Sánchez, 1991:295.
 
(22) ver: Santos, 1996
 
(23)  “Presentación” de Ciudades, N° 32, RNIU, Puebla, México,  octubre-diciembre 1996.
 

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Ficha bibliográfica:

SALINAS, L. El desarrollo tecnológico en el contexto de la modernidad. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2004, vol. VIII, núm. 170 (26). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-170-26.htm> [ISSN: 1138-9788]

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