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RESUMEN
La sequía que ha atravesado la mitad meridional de España no ha sido simplemente un episodio más de la irregularidad pluviométrica característica del clima mediterráneo, sino la expresión de una crisis de sostenibilidad del modelo de gestión hidráulica vigente en las últimas décadas en el país. En estas páginas se intenta identificar las raices históricas de este modelo de gestión, para a continuación definir sus características y sus implicaciones fundamentales.
Palabras clave: sequía, gestión del agua, sostenibilidad,
política territorial.
SÉCHERESSE ET CRISE DE DURABILITÉ DU MODÈLE DE GESTION HYDRAULIQUE
RÉSUMÉ
La sécheresse qui frappe la moitié méridionale de l'Espagne n'est pas seulement un simple épisode de l'irrégularité pluviométrique qui caractérise le climat méditerranéen, mais l'expression d'une crise de durabilité du modèle de gestion hydraulique appliquée dans le pays au cours des dernières décennies. Dans cet exposé, nous entendons saisir les racines historiques de ce modèle de gestion pour en définir, ensuite, les caractéristiques et les implications fondamentales.
Mots-clés: sécheresse, gestion de l'eau, durabilité,
politique territoriale.
DROUGHT AND CRISIS OF SUSTAINABILITY OF THE CURRENT MODEL OF WATER MANAGEMENT IN THE SOUTH OF SPAIN.
ABSTRACT
The drought in the southern half of Spain is not merely another instance of the irregular rainfall pattern typical of Mediterranean climates. In fact, it is the result of a crisis of sustainability in the management of hydraulic resources model implemented in Spain over the past decades. In this paper, we try to identify the historical roots of this model and subsequently to discribe its main features and implications.
Key words: drought, water management, sustainability, territorial
policies.
I. INTRODUCCION
Entendiendo por sequía no el fenómeno meramente
físico, meteorológico, de déficit de precipitaciones,
sino el fenómeno social, definido por un desequilibrio en el balance
entre los recursos hídricos disponibles y las demandas
actuales, se puede afirmar que, globalmente considerada, la sequía
que la mitad meridional de España, y específicamente Andalucía,
ha atravesado entre 1992 y 1995 es, probablemente, la más grave
desde la constitución de los órganos hidrográficos
modernos, a partir de la década de 1920. Hasta donde llega el conocimiento
preciso de la historia de la gestión del agua en la cuenca del Guadalquivir
y en otras cuencas del Sur de España, nunca el desequilibrio total,
en términos absolutos, entre las necesidades y las disponibilidades
de agua había alcanzado la magnitud a la que se ha llegado en la
coyuntura actual. (1)
Sin embargo, los efectos de esta situación han sido
amortiguados por mecanismos inexistentes en sequías anteriores,
que siendo quizás menos graves desde una perspectiva estrictamente
hidrológica, repercutían sobre la población de una
manera más dramática de lo que lo ha hecho la última
sequía. Los instrumentos técnicos con los que ahora se ha
contado han permitido asignar los escasos recursos disponibles a las demandas
más prioritarias (caso, por ejemplo, del mantenimiento del abastecimiento
de Córdoba y Sevilla por medio de las tomas de emergencia del río
Guadalquivir). Por otra parte, la situación actual se ha diferenciado
de otras precedentes por la actuación de mecanismos económicos
de compensación a las rentas agrarias, especialmente las subvenciones
comunitarias por superficie a los cultivos herbáceos, sin cuya existencia,
pese a todas sus insufiencies, no se podría entender la supervivencia
del mundo rural durante los últimos cuatro años de sequía,
ni mucho menos la notable tranquilidad social con la que se ha sobrellevado
la situación.
Todo esto no ha hecho sino poner de manifiesto, una vez más,
el carácter ambiguo de la sequía como fenómeno,
al mismo tiempo, climático y socioeconómico, así como
la naturaleza evolutiva y fluctuante de los umbrales a partir de
los cuales la falta de agua provoca perjuicios en la sociedad (PITA LOPEZ,
1991) y, por consiguiente, la relevancia del modelo de gestión del
agua como una de las principales expresiones de la dialéctica sociedad-clima.
II. LAS RAICES HISTÓRICAS DEL MODELO DE GESTIÓN DEL AGUA VIGENTE.
Sin que lo que sigue a continuación signifique renunciar a identificar factores más inmediatos y concretos, hay que empezar subrayando que la situación actual de creciente desequilibrio entre demandas y recursos hidráulicos es la consecuencia de una trayectoria de más de cien años de mitificación y exaltación de la función del agua como el elemento esencial del desarrollo económico y social del país, en general, y del mundo rural, en particular (LOPEZ ONTIVEROS, 1995). Sin comprender este hecho, que no es una peculiaridad de la trayectoria hidráulica española (SCHMIDT y PLAUT, 1995) no se pueden ni identificar las raices del problema, ni entender la inercia de valores profundamente arraigados en la conciencia colectiva.
No acabamos de salir todavía del ciclo de política hidráulica cuyo máximo exponente, aunque no el más remoto, es Joaquín Costa. La propuesta de regeneración de España basada en la expansión de regadío que Costa formuló se puede sintetizar gráficamente en la siguiente sentencia, muchas veces repetida: la política hidráulica "expresa en cifra toda la política económica que cumple seguir a la nación para redimirse".
En esa misma línea del regeneracionismo hidráulico, Ricardo Macías Picavea remachaba la idea de Costa diciendo: "en el mal régimen de sus aguas estriba la causa única y suprema de los numerosos males, fealdades y daños que aquejan a la nación".
Los rasgos esenciales de la concreción de esta concepción, en absoluto exclusiva de España, han sido la dimensión "nacional, patriótica, suprapartidista" de la política hidráulica; la necesidad de la intervención estatal directa en la realización de las obras; y la puesta en marcha de una política de generación de recursos, una auténtica política de oferta de recursos, al extremo que el gran problema que en algún momento del pasado llegó a presentarse fue el de la infrautilización de grandes obras de regulación y conducción ya construidas.
Este ciclo largo de política hidráulica, formulado
a finales del siglo XIX, solamente alcanzó su máxima proyección
operativa en las décadas de 1960, 1970 e incluso 1980. De hecho,
el mayor ritmo de transformación en regadío por el Instituto
de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) se produjo en el quinquenio 1980-1985
con una superficie de 196.621 ha. (ver cuadro II).
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Año | Superficies acumuladas (ha.) | Superficies acumuladas (ha.) |
Hasta 1951 | 9.886 | 9.886 |
1955 | 79.211 | 89.097 |
1960 | 131.159 | 220.256 |
1965 | 139.379 | 359.635 |
1970 | 159.127 | 518.762 |
1975 | 154.755 | 673.517 |
1980 | 120.029 | 793.546 |
1985 | 196.621 | 990.165 |
1990 | 58.787 | 1.048.954 |
Fuente: SUMPSI VIÑAS, 1994. |
Este mito, unido a otros ingredientes, también ha arraigado profundamente
entre los pequeños campesinos y los jornaleros sin tierra: sirva
de ejemplo el hecho de que el 1º de Mayo del año en curso el
Sindicato de Obreros del Campo (SOC) ocupó la finca La Romana de
627 hectáreas, situada en el término municipal de Utrera
(Sevilla) y que pertenece al Patrimonio del Estado. Actualmente, según
la organización covocante de la ocupación, la finca está
semiabandonada y si se pusiera en regadío podría generar
unos 100 millones anuales en jornales y dar trabajo permanente a unas 40
o 50 familias.
III. IMPLICACIONES DEL MODELO REGENERACIONISTA DE POLÍTICA HIDRÁULICA
Las consecuencias fundamentales de esta orientación de la política de aguas se pueden sintetizar de la siguiente manera:
1. Desarrollo de una política de oferta, caracterizada por la constante expansión de los recursos hídricos disponibles por medio de infraestructuras de financiación pública, que han puesto a disposición de determinados grupos sociales, especialmente los propietarios de la tierra, agua abundante y barata, en ocasiones incluso con anterioridad a la existencia de una demanda consolidada (mucho menos solvente) de la misma (ARROJO, 1994).
2. Un grave deterioro del patrimonio natural hidráulico: impactos sobre los regímenes hidrológicos naturales, sobre zonas húmedas, sobre agua subterránea (contaminación, sobreexplotación, salinización). Es conveniente destacar que en las circunstancias actuales, se está acentuando la presión hasta niveles desconocidos en etapas anteriores sobre las aguas subterráneas, últimas fuentes de recursos disponibles en muchas ocasiones, con consecuencias en algunos casos conocidas y en otros imprevisibles.
Dos son los datos recientes más destacados en relación con este fenómeno. Por una parte, la extensión de la práctica de explotación de reservas subterráneas no renovables desde áreas en las que esta práctica forma parte de la gestión institucional del agua (en el Plan Hidrológico de la Cuenca del Segura, por ejemplo, se admiten valores de 310 hm3/año) a otras (por ejemplo, la cuenca del Guadalete-Barbate) en las que hasta el momento se excluía esta perspectiva. Por otra, la intensificación de la polémica sobre los niveles de explotación actual y las auténticas posibilidades de estos recursos, con posiciones notablemente, en ocasiones radicalmente, contradictorias entre los diferentes especialistas en recursos hipogeos (SAHUQUILLO, 1994).
3. Pero también, en un nivel más específicamente referido a la gestión del agua, el modelo regeneracionista de gestión del agua ha implicado un proceso combinado de sobreestimación de los recursos y de relajación del control sobre el incremento de las demandas.
En relación con el primer aspecto, puede afirmarse que la planificación
hidráulica en España ha incurrido históricamente en
la hipertrofia de los sistemas de distribución en relación
con la capacidad de regulación prevista. En estos momentos, el volumen
de los recursos disponibles -pese su enorme crecimiento en los últimos
50 años y a la importante inversión en infraestructuras de
los últimos 15 años- sigue corriendo a la zaga de la demanda
actual y futura, como siempre lo ha hecho, salvando breves periodos de
engañosa abundancia.
Por lo que respecta al segundo aspecto, es de destacar
la relajación del control sobre el incremento de las demandas agrarias
y urbanas por parte de las distintas administraciones con competencia para
ello. En este sentido, destaca el crecimiento del regadío en Andalucía
en los últimos diez años -en un contexto de creciente déficit
hídrico- que, en una estimación que no incluye la totalidad
de las superficies sin concesión pero realmente regadas, se puede
evaluar como se recoge en el cuadro III:
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CUENCA HIDROGRAFICA | SUPERFICIE |
Guadalquivir | 76.978 Ha. |
Guadalete-Barbate | 8.558 Ha. |
Sur | 21.885 Ha. |
Guadiana II | 11.600 Ha. |
Segura | 1.500 Ha. |
Total | 119.521 Ha. |
Media anual | 12.000 Ha/año. |
Fuente: COROMINAS, 1995. |
Es digno de ser destacada en este sentido la evaluación de la
demanda futura que se incluía en el Proyecto de Directrices
de la Confederación Hidrográfica del Segura, con un déficit
actual de 500 Hm3/año entre los recursos renovables disponibles
(incluidos los aportados por el Trasvase Tajo-Segura) y los usos consuntivos
(ver cuadro IV).
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USOS | ACTUAL | AÑO 2002 | AÑO 2012 |
Urbano | 200 | 294 | 376 |
Industrial | 38 | 50 | 58 |
Agrario | 1.328 | 1.923 | 2.106 |
Total | 1.566 | 2.267 | 2.540 |
Fuente: OLCINA CANTOS y RICO AMOROS, 1995. |
En relación con el tema del incumplimiento de las obligaciones
económicas, en general muy bajas a consecuencia de la fuerte subvención
de costes, es significativo destacar el balance que sobre el periodo 1986-1993
ofrecía el Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio
Ambiente a finales de 1994 (cuadro V).
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Facturado (A) | Cobrado (B) | B/A | |
Canon de regulación | 29.193,0 | 18.916,5 | 0,65 |
Tarifas de utilización | 77.104,0 | 65.638,5 | 0,85 |
Canon de vertido | 35.351,1 | 35,351,1 | 0,47 |
Canon de ocupación | 1.092,6 | 874,2 | 0,80 |
Fuente: M.O.P.T.M.A. 1994. |
Frente a la situación de déficit estructural y conflicto generalizado, los principales retos que la administración del agua tiene planteados en estos momentos podrían sintetizarse en los siguientes:
1. Aproximar la legalidad y las declaraciones de intenciones a la realidad. En este orden de cosas, la principal medida pendiente sería avanzar en el cumplimiento efectivo de la normativa y la regulación vigente, con la asignación realista de los medios humanos y técnicos necesarios para dicha tarea.
2. Reforma del régimen económico-finaciero del agua en la línea de lo que se intentó en el borrador de 1992 del Anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional. En este sentido se debe avanzar no sólo en la incorporación efectiva en cánones y tarifas de los costes de infraestructuras, sino en la internalización del valor intrínseco del agua como recurso escaso y como patrimonio natural perteneciente a todos los españoles.
No se trata de desconocer las dificultades financieras del sector agrario, pero sí de asumir que la solución no es subvencionar un factor de producción escaso, como es el agua -que además está afectado por importantes costes ambientales y sociales- con lo que ello supone de incentivo para su utilización poco eficiente.
También en los abastecimientos urbanos se presentan claras posibilidades de intensificar la progresividad del sistema tarifario. Aunque en este caso los efectos cuantitativas son menores, no se puede desconocer la significación cualitativa de este sector -progresiva escasez de los recursos de calidad y alto coste de producción del agua potable- y sus efectos sobre la formación de una cultura de ahorro y de conservación del recurso.
3. Asumir el coste de los programas de modernizacion de redes. Un sistema de gestión moderna y eficaz del agua en una región subárida como la nuestra no puede permitirse niveles de pérdidas en redes como las que son sobradamente conocidas: las 652.000 ha. oficialmente regadas en Andalucía (la cifra puede ser considerablemente mayor), con una dotación neta de 6.275 m3/ha/año (media ponderada), podrían permitir un ahorro neto de 844 m3/ha/año, lo que supondría un volumen de en torno a 550 millones de m3/año. Es cierto que estas cifras sólo son aproximadas y que existe una fuerte polémica sobre la eficiencia real de las operaciones de modernización teniendo en cuenta el actual régimen de aprovechamiento en cascada, que hace que los retornos resultado de los despilfarros de ciertos regadíos sean utilizados por los situados aguas abajo, salvo en los tramos inferiores de las cuencas con desagües directamente al mar. Tampoco se puede olvidar el debate sobre los impactos medioambientales y paisajíscos de la alteración de los antiguos sistemas de riego.
En cualquier caso, dando por sentado que la modernización de
las infraestructuras de transporte y distribución así como
de las técnicas de aplicación en parcela es una necesidad
obvia que debe ser abordada con urgencia, lo que queda por definir es el
régimen económico financiero de la operación. Este
es un tema de gran importancia, teniendo en cuenta el alto coste de los
programas de modernización, con inversiones unitarias muy elevadas
(vease cuadro VI).
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Actuaciones en infraestructuras | Coste unitario de la principal inversión (pts/m3/año) |
1er tramo | 225 |
2º tramo | 500 |
Actuaciones en redes secundarias | |
3º tramo | 1.340 |
Actuaciones en pequeñas zonas regables | |
4º tramo | 755 |
Fuente: MOPTMA, 1994. |
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AÑO | DOTACION (m3/ha) |
1983 | 3.010 |
1984 | 6.549 |
1985 | 7.742 |
1986 | 7.639 |
1987 | 7.045 |
1988 | 7.283 |
1989 | 2.358 |
1990 | 6.099 |
1991 | 5.452 |
1992 | 2.418 |
1993 | 200 |
1994 | 1.000 |
Media | 4.732 |
Fuente: CONFEDERACIÓN HIDROGRÁFICA DEL GUADALQUIVIR, 1994. |
En relación con esta cuestión, se presenta el fuerte debate sobre la mayor eficiencia de los mecanismos basados en los derechos de propiedad y mercado frente al dominio público y la planificacion. En España, sin embargo, el marco jurídico-institucional ha consolidado recientemente la segunda fórmula (Ley de Aguas de 1985), con la extensión del dominio público a las aguas subterráneas y la institucionalización de la planificación hidrológica como marco necesario para cualquier intervención sobre el agua.
En este contexto, a las consideraciones sobre la eficiencia económica de la reasignación de recursos, se añaden dos grandes problemas: en primer lugar, el reparto social de los recursos disponibles, en segundo lugar, los criterios de orden territorial.
Por lo que se refiere al primero, de la misma manera que en el caso de reparto de los recursos escasos en situaciones coyunturales de sequía, hay que poner de relieve los efectos de cualquier política de desafección sobre las pequeñas explotaciones familiares.
En relación con el segundo problema, hay que afrontar, entre
otros, un tema central: la coincidencia espacial de las mejores condiciones
climáticas para el regadío (el litoral, con una productividad
media del agua por encima de 130 pts/m3, frente a las menos
de 50 pts. de las zonas más ricas del interior) con la concentración
de otras potencialidades territoriales: desarrollo residencial, turístico
e industrial. Los criterios de política territorial (prioridades
en relación con los procesos migratorios previsibles, fenómenos
de desertización, congestión urbana, soporte de actividades
en áreas marginales, dinamización de áreas estancadas
o conservación de espacios y recursos naturales) habrán de
ser el marco necesario para la toma de las decisiones de la política
hidráulica.
NOTAS
1. En este contexto, el fenómeno de la relación
entre disminución de las precipitaciones y aportaciones (escorrentías)
merecería un tratamiento específico (ver cuadro I).
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Cuenca | Periodo | Diferencia de aportaciones entre la 1ª y la 2ª mitad del periodo (%) | Diferencia de aportaciones entre la 1ª y la 2ª mitad del periodo (%) |
Duero | 1977-88 | -8,5 | -19,8 |
Tajo | 1977-88 | -8,0 | -36,0 |
Guadalquivir | 1961-89 | -15,1 | -50,1 |
Ebro | 1961-84 | -5,6 | -21,2 |
Fuente: DIRECCIÓN GENERAL DE CALIDAD DEL AGUA. |
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de Ingenieros Agronómos Centro y Canarias.