Marc Franco
Jacques Derrida y Maurizio Ferraris. El gusto del secreto. Buenos Aires: Amorrortu, 2009. 251 páginas
Jacques Derrida (1930-1984) y “deconstrucción” son inseparables. El interés por su obra ha ido en aumento en los últimos años debido al creciente número de traducciones aparecidas y a la publicación de libros dedicados tanto a analizar su pensamiento como los que tratan su biografía en relación a su producción intelectual.
Los libros que contienen entrevistas con Derrida no son ninguna novedad en las librerías, entre ellos destacan Posiciones o No escribo sin luz artificial. En este contexto nos preguntamos qué aporta El gusto del secreto en esta constelación de obras.
Este volumen está dividido en dos secciones: la primera consta de cinco entrevistas llevadas a cabo por el catedrático de Turín, Maurizio Ferraris, un texto de crítica deconstructiva escrito por Derrida y una última entrevista en la que el interlocutor es nada menos que Gianni Vattimo. Por otra parte, en la segunda sección encontramos un ensayo de Ferraris donde –grosso modo– trata de abordar y complementar el pensamiento derrideano desde el punto de vista de la ontología y del esquematismo kantianos.
En cuanto al contenido de El gusto por el secreto en relación con lo publicado hasta el momento, aporta una magnífica introducción a los temas nucleares de la estrategia o modo de pensar deconstructivo expuestos en primera persona. Es original en la medida que, en una suerte de iluminación explicativa, Derrida se demora sobre los conceptos que utiliza con una diafanidad difícil de encontrar en otros pasajes de su vasta obra. Es de agradecer la generosidad del entrevistador que conduce los diálogos de forma que, igual que si nos cogiera de la mano, recorremos los núcleos fundamentales de la experiencia del pensar esparcida en la gran mayoría de los textos derrideanos, al mismo tiempo que asistimos a la presentación de una biografía contada por el propio filósofo francés.
Destacamos diversas entrevistas: la primera trata de la noción de “sistema”, la relación que Derrida mantiene con el canon, el papel de la escritura en la filosofía, su “ir a contracorriente” y el problema de la traducción. En la segunda explica la imposibilidad de saturar el contexto, su mesianismo, la justicia y un comentario sobre la dialéctica en Kant y Hegel y en su propia obra –allí donde ésta se salta las convenciones. La tercera es de carácter autobiográfico, el ámbito que para Derrida designa el lugar del secreto. La cuarta se centra en la deconstrucción, la filosofía de la historia, la historia de la filosofía y la historicidad; el motivo de la crítica deconstructiva que carga contra todo pretendido inicio absoluto de la filosofía y su parentesco leibniziano monadológico –Dios. La quinta es en realidad un pequeño ensayo crítico sobre un texto de Blanchot en el que vemos al maestro francés oficiando su estrategia deconstructiva alrededor de la problemática de la posibilidad del testigo, el testimonio, el testamento y su ligación indisoluble con la figura de la muerte –presente en multitud de sus escritos– y que sólo podemos calificar de maravilla (frente a otros textos de extensión más que considerable como son Glas o La carta postal). La sexta entrevista viene a complementar lo dicho en la primera acerca del texto, la iterabilidad y su estatuto; sin embargo, es relevante por cuanto Derrida acusa el haber sido mal interpretado por el estructuralismo y el llamado “giro lingüistico” y destaca su énfasis en un profundo debate con Paul de Man y su interpretación de la deconstrucción, mucho más retoricista que la suya propia. La última entrevista, con Vattimo, es un diálogo rico en matices donde se exponen los motivos de la deconstrucción y cómo opera, el mesianismo derrideano y una sorprendente respuesta al reproche que tantas veces se hace a la filosofía derrideana a la que se acusa de no argumentar. A esto Derrida responde diciendo que él no es dogmático (entendiendo por dogma el ejercicio de la brutalidad, que sitúa por encima de las distintas clases de violencia). El ensayo de Maurizio Ferraris –autor de una Introducción a Derrida editada por el mismo sello editorial– ocupa la segunda parte del libro. En este ensayo explora cuestiones difíciles y complejas sobre el índice –el señalar–, la trascendentalidad en el mundo y la temporalidad. Ferraris es un erudito y un renombrado ontólogo, de escritura ensayística elaborada y compleja. Incluye diálogos con figuras como Platón, Aristóteles, Plotino, Kant, Hegel, Heidegger y el propio Derrida. La singularidad de esta sección independiente estriba en que se mueve en un ámbito de relativa cercanía con Derrida y con el claro propósito –explicitado en la última página– de no poder seguir a éste en su defensa a ultranza de la dialéctica –que Derrida deconstruye– al entender que siempre la síntesis conlleva el retorno de un resto frente a la disyunción deconstructiva.