¿CON QUÉ CONTAMOS EN NUESTRO PROCESO DE APRENDIZAJE? Con la atención: “la herramienta máster”

Tanto de forma preconsciente como de forma consciente, nuestra atención refuerza aquello que atiende. Por lo tanto, colabora en ayudarnos a saber qué evitar y qué hacer para construir nuestro proceso de vida e influir saludablemente en nuestras relaciones. Tenemos a disposición sistemas de neuronas espejo y de Von Economo, formando parte de nuestro cerebro social y colaborando en las decisiones morales; a la red neural por defecto (RND) relacionada con la creatividad y la toma de decisiones y que, de forma preconsciente, también participan en nuestro aprendizaje y capacidad para resolver tanto individualmente como en nuestras interacciones. Tenemos redes atencionales que sustentan nuestra atención ejecutiva voluntaria y consciente que, junto a las anteriores, complementan nuestra capacidad.

Si caemos en “estilos reactivos”, con facilidad para la queja, con predisposición a sentirnos víctimas de las circunstancias, nos sentiremos impotentes ante nuestro cometido. Si observamos esta tendencia en nosotros, el resultado no nos resultará satisfactorio. Debemos conseguir centrar la observación mental en las posibilidades de solución; ocuparnos y no pre-ocuparnos ante las dificultades; en observar las oportunidades y valores tanto propios como ajenos, en lugar de observar las dificultades o los obstáculos con los que podemos tropezar. Prestemos atención a cómo crear bienestar y no en perseguirlo. La diferencia es importante, cuando “creamos” partimos del ahora y aquí, si lo perseguimos, nuestra mirada se proyecta a un futuro que posiblemente nunca acabemos de alcanzar.

El pensamiento es la “observación mental” que realizamos (consciente o inconsciente) y se traduce, en la dimensión “espacio/tiempo”, en una cascada neurobiológica. Una ducha química que afecta a nuestro cuerpo, a nuestro cerebro y por tanto a nuestra mente en uno u otro sentido, en función de su valencia (positiva o negativa) y a posteriori, también y de forma coherente a ésta, a las relaciones que establecemos.

¿QUÉ EVITAR?

Uno de los factores más tóxicos para nuestra salud, bienestar y competencia intelectual es el estrés contemporáneo. Existen cuatro factores que lo enmarcan: la novedad, la falta de control, la incertidumbre y la amenaza de la personalidad. Cada uno de ellos, si se mantiene en el tiempo, es capaz de alterar nuestro sistema y es habitual que estímulos sutiles, presentes frecuentemente en nuestro entorno, como la multitarea, el exceso de información, las creencias limitantes, la auto exigencia o exigencias ajenas, la falta de sueño reparador, entre otros muchos, condicionen que esos cuatro factores estén presentes.

No podemos evitar el estrés, pero sí podemos aprender a regularlo, y la mejor forma de hacerlo es primero conocerlo y conocer su efecto en nosotros. Identificar primero, aceptar después, para gestionar mejor. El Kit de emergencia del Método Thabit es una potente herramienta para reconducir el equilibrio del sistema.

¿QUÉ HACER? Los 7 imprescindibles

Reafirmemos y rememoremos lo que debemos tener presente:

  1. Referentes de valor. Bondad, tolerancia, comprensión, responsabilidad, capacidad de escucha…
  2. Entorno rico, aunque no estresante, con presencia de espacios de silencio, meditación, contacto con la naturaleza…
  3. Adultos con capacidad de crear vínculo saludable y canal de comunicación abierto para tener capacidad de ayuda.
  4. Competencia cognitivo-emocional. La calidad de pensamiento se construye, cambiamos con cada experiencia, tanto si queremos como si no, por lo tanto debemos saber dirigir el cambio.
  5. La capacidad plástica de las redes neurales nos lo posibilita. Lo que atendemos reforzamos; lo que no, desaparece.
  6. Las necesidades básicas cubiertas y, entre ellas, la alimentación, el sueño reparador y el ejercicio diario.
  7. Una vida con propósito. Propósitos siempre presentes en el proceso de vida, que contribuyan a un bien común y alimenten cada mente, sintonizando relaciones.