Pero, ¿qué es un neuromito?

Neuromito: un concepto erróneo, generado por un malentendido o una cita errónea de hechos establecidos científicamente (por investigación del cerebro) para justificar el uso de la investigación neurocientífica en la educación y en otros contextos.

OCDE

Anna Forés nos cuenta que los neuromitos son aquellas falsas creencias sobre el funcionamiento del cerebro aplicadas, en este caso, a la educación. Tienen su razón de existir en determinadas afirmaciones que se daban por ciertas en un momento particular y en consecuencia, nos fueron explicadas de esa manera. Sin embargo, con el avance de la ciencia y la tecnología asociadas a la investigación, nos damos cuenta realmente que esas creencias no eran ciertas, que eran neuromitos. Hoy en día, con el desarrollo de la neurociencia, podemos ver realmente cómo está aprendiendo nuestro cerebro en tiempo real y de esta manera, podemos comprobar y certificar científicamente por qué hay cosas que funcionaban y otras que no.

Neuromitos versus evidencias

Seguro que hay neuromitos que ya han perdido la categoría de mitos porque están (casi) superados: cada hemisferio corresponde a un estilo de aprendizaje; el efecto Mozart en relación con la mejora de la inteligencia y el aprendizaje; etc.

A continuación, detallamos algunos de los que siguen vigentes a pesar de la evidencia científica que los desmitifica:

NEUROMITO: Las partes del cerebro funcionan aisladas unas de otras y las habilidades están localizadas en ciertas áreas

Cada hemisferio del cerebro tiene unas funciones diferentes, aunque esto no significa que cada hemisferio funcione de manera aislada: trabajan en conjunto para funcionar como una unidad. Por ejemplo, en una sola tarea, el cerebro trabaja con redes neuronales complejas que unen miles y, a menudo, cientos de miles de neuronas y células gliales distribuidas en diferentes partes del cerebro. Las habilidades complejas de aprendizaje requieren diferentes y múltiples redes neuronales, que a su vez se expanden en cientos de vías más precisas en el cerebro, que son necesarias antes que una persona pueda desarrollar por completo una habilidad. (Tokuhama-Espinosa, 2018, p.36-39).

NEUROMITO: La mayoría de las personas usan aproximadamente el 10 % de su cerebro

Este mito de que las personas ordinarias usamos solo el 10% del cerebro es, y ha sido, un gran gancho como argumento pseudocientífico para explicar fenómenos que se consideran inexplicables. Ya que nos hace pensar que si aprovecháramos un parte del otro 90%, también podríamos hacer cosas asombrosas.

No hay ningún estudio que identifique definitivamente un porcentaje del cerebro que se está utilizando. Sin embargo, las imágenes cerebrales más actualizadas disponibles muestran redes intrincadas en todo el cerebro en la mayoría de las tareas (Tokuhama-Espinosa, 2018, p.24). Algunas funciones particulares, en un momento también particular, puede ser que activen una área restringida del cerebro, pero eso no significa que la persona no emplee un gran porcentaje del total en todas las actividades que realiza, pero no necesariamente todas al mismo tiempo.

NEUROMITO: Las personas solo recuerdan el 10 % de lo que leen (Pirámide del aprendizaje)

Supuestamente, la pirámide de aprendizaje mostraría el porcentaje de la información que retenemos según como nos sea presentada. Esto ha ayudado a bastantes docentes a usarla como una buena herramienta en la planificación de sus clases; lo que ha ayudado a que esta pirámide se popularice.

El origen parece ser el “cono de la experiencia” que Edgar Dale publicó en uno de sus libros y en el que proponía una clasificación de “experiencias audiovisuales” yendo desde la más concreta (en la base) a la más abstracta (en la cima). Aunque ni las clasificó según su eficacia y aún menos, les otorgó un porcentaje. Más tarde, un empleado de Mobil Oil Company hizo una adaptación añadiendo, además, porcentajes. Y, difundió la idea al publicarla en una revista, sin citar fuentes.

No hay evidencia de que este porcentaje de retención sea correcto. Es decir, nunca ha habido ninguna explicación sobre de dónde provienen las muy bien redondeadas cifras del 5%, 10%, 20%, 30%, 50%, 70% o 90% en interpretaciones posteriores del trabajo de Dale (Tokuhama-Espinosa, 2018, p.149).

NEUROMITO: Con la edad se pierde capacidad para aprender habilidades y conceptos nuevos

Hoy en día sabemos que esto no es así, sobre todo a partir del conocimiento de la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad de adaptación que tiene el cerebro durante toda la vida. E incluso también por la epigenética, que viene a decir que sí, tenemos una carga genética que determina en gran medida nuestro cerebro, pero que la mente también tiene capacidad de superar las limitaciones a las que somos propensos. Depende de lo que hacemos, cómo lo hacemos o cómo nos relacionamos, podemos llegar a cambiar nuestra epigenética. Es muy esperanzador en el mundo educativo porque es una posibilidad de ir más allá de la carga genética que hayas podido heredar. Por ello, la afirmación “las personas mayores no tienen capacidad de aprendizaje”, es un neuromito, una creencia totalmente falsa (Forés et al., 2015).

Existe otro neuromito relacionado con este: Después de los tres años de edad no es posible aprender otro idioma que no sea el materno. Los adultos pueden aprender idiomas extranjeros mejor y más rápido que los niños, siempre y cuando inviertan la misma cantidad de tiempo en ello. Sin embargo, sí existen diferencias en las estrategias en que los niños y los adultos aprenden idiomas (Tokuhama-Espinosa, 2018, p.163).

De hecho, las personas pueden aprender y aprenden a lo largo de su vida, lo que significa que el desarrollo del cerebro se mantiene aún mucho después de la enseñanza secundaria. Estudios de imágenes cerebrales en adolescentes nos muestran que el cerebro del adolescente está lejos de ser maduro y sufre cambios estructurales extensos mucho después de la pubertad (Tokuhama-Espinosa, 2018, p.85).

NEUROMITO: El ejercicio físico, las artes o el juego son elementos secundarios en la educación debido a su mínima incidencia en el aprendizaje

Puesto que el movimiento está asociado con nuestro propio proceso de desarrollo cerebral, no deberíamos desaprovechar los beneficios derivados del ejercicio físico, sin olvidar que, cuando suministramos los retos adecuados, el efecto se amplifica debido al binomio formado por el BDNF y la dopamina, efecto que constituye la esencia del aprendizaje. Lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro.

En un estudio de 2009 (Hillman et al.) en el que participaron 20 estudiantes de edades entre los 9 y los 10 años, se quiso analizar cuál era el efecto de la actividad física en el cerebro y en el proceso de aprendizaje. El procedimiento experimental comparó dos sesiones diferentes. En una, los niños debían caminar en una cinta de correr durante veinte minutos a un ritmo moderadamente alto; luego realizaban una serie de pruebas de discriminación de estímulos en las que debían determinar incongruencias que aparecían en una pantalla —con lo cual ejercitaban su autocontrol— pulsando un botón. En otra, los estudiantes se sometían a las mismas pruebas, pero después de un periodo de descanso de veinte minutos. En ambos casos, mediante encefalogramas se registró la actividad cerebral de los participantes. Los análisis demostraron que el rendimiento de los niños en las pruebas cognitivas era mejor tras la sesión de ejercicio físico, especialmente cuando la complejidad de las tareas era mayor; los niños invertían menos tiempo de reacción en la identificación de figuras y mostraban mayor precisión en las respuestas que tras la sesión de descanso. Además, se registraron mayores señales de ondas cerebrales relacionadas con el autocontrol y la atención ejecutiva —la que utilizan los alumnos para centrarse en las tareas de aprendizaje— durante el desarrollo de las tareas después de la actividad física (Forés et al., 2015, p. 13).

Y tú, ¿cuántos de estos neuromitos conocías?

¿Has echado en falta algún neuromito a esta lista? Nos encantará que nos lo cuentes para poder completar esta relación. ¿Nos ayudas?

Bibliografía

Forés, A., Gamo, J. R., Guillén, J. C., Hernández, T., Ligioiz, M., Pardo, F., & Trinidad, C. (2015). Neuromitos en educación. El aprendizaje desde la neurociencia. Barcelona: Plataforma Editorial.

Hillman C.et al. (2009): “The effect of acute treadmill walking on cognitive control and academic achievement in preadolescent children”. Neuroscience 159, 1044-1054.

Tokuhama-Espinosa, T. (2018). Neuromyths: Debunking false ideas about the brain. WW Norton & Company.